lunes, 30 de marzo de 2015

R.P. Leonardo Castellani: Cristo y los Fariseos III






Cristo y los Fariseos
R.P. Leonardo Castellani





III 
Los Tres Atentados



Si me descuido, el maldito me
levanta de un lanzazo.
(Martín Fierro)



Antes de ser muerto Jesucristo legalmente, con toda ignominia y con gran lujo de tormentos, fue objeto de varios atentados de asesinato abrupto. Tres recuerda el Evangelio.


En el tercer viaje a Jerusalén, para la fiesta de Skenopegia, y quizá ya desde mucho antes, Jesús interpela tranquilamente a sus adversarios diciéndoles:

— ¿Por qué me queréis matar?

Estos atentados espontáneos de las turbas, que fracasan misteriosamente, traen su raíz de las calumnias que los fariseos propalaban acerca de Él.

— ¿Quién te quiere matar? ¡Tienes demonio! 

Cada momento lo llaman endemoniado.
Evidentemente, nada hubiese servido mejor a los fariseos que un súbito atropello y homicidio del joven profeta en un tumulto del pueblo. Monsieur On (4) es irresponsable y sagrado. La Revolución Francesa, narrada por los historiógrafos a la Michelet, fue hecha por Monsieur On. Augustín Cochin la llama "La Epopeya de Monsieur On… “On se facha, on courut aux Tuileries, on appela le Roi… on le tua”.

Augustin Cochin se dedicó a investigar quien era Monsieur On. Y encontró detrás de los movimientos informes y aparentemente espontáneos de las turbas grupos ocultos perfectamente organizados, planes precisos, agentes secretos y órdenes concretas. ("Les Sociétés de Pensée et Pensée la Démocratie" - La Révolution et la Libre Les Sociétés de Pensée et la Révolution en Bretagne", 2 vol.). Monsieur On no existe.

Lo mismo nos advierten los Evangelistas cuando la cuestión del plebiscito a favor de Barrabás. Eran los Príncipes de los Sacerdotes y los Sanhedritas quienes "persuadieron a la masa" — la "sacudieron", dice Marco —que votasen a favor de Barrabás y "perdiesen" a Jesús.

El primer atentado contra Jesucristo se llevó a cabo en su ciudad natal, o por lo menos por tal tenida, "in patria suá, ubi erat nutritus"; no quizo hacer milagros en Nazareth (o mejor dicho "no pudo", como dice Marco) y se pusieron furiosos. No pudo hacer milagros "por su incredulidad"; y sin embargo parece que tenían credulidad hasta de sobra, pues esperaban que hiciese allí más milagros que en parte alguna por ser "la patria suya, donde se había criado". Y Él leyó en la Sinagoga la profecía de Isaías sobre los milagros del Futuro Ungido, plegó el papiro, lo entregó al sacristán (y todos los ojos estaban puestos en él) y empezó su explicación diciendo: "Esta escritura se ha cumplido hoy en vuestros ojos".

Pero después, cuando vieron que no hacía más milagros que en Cafarnaúm (pues sólo sanó unos pocos enfermos) y cuando Él les explicó la paradójica razón:"justamente por ser mi ciudad", se llenaron de ira, se levantaron y lo echaron de la ciudad. Y siguiéndolo hasta el barranco donde el poblado moría querían,desbarrancarlo. Por qué no lo hicieron, no se sabe. "Él se fue, pasando tranquilo en medio de ellos." Quizá esa misma tranquilidad se les impuso.

 Esta ira pueblerina, este tumulto de zotes, este homicidio frustrado e inmotivado son cosa bien rara. Pero no nos asombremos: detrás está "el fermento farisaico",como le llamó Él mismo, la mano negra del hipócrita.

El farisaico fermento aparece en primer lugar en la esperanza de un Mesías bizarro, arrogante, jayán, dominador y belicoso. ¡Y este hombre tranquilo, sedado y levemente melancólico...! Allí conocían a su padre, a su madre y a sus hermanos Jaime, José, Juda y Simón y a sus hermanas, la parentela entera; y le habían visto manejando el cepillo y la azuela... ¡Qué Cafarnaúm ni qué ocho cuartos!

Ocho cuartos son dos enteros. Dos enteros son dos reales. ¿Por qué decir ocho cuartos pudiendo decir dos reales? Aquí no hemos estado en Jerusalén, pero sabemos, me parece, lo que son dos reales... En Cafarnaúm dicho ocho cuartos, son idiotas...

El otro fermento más farisaico todavía es reconocerlo como Mesías, pero adjudicarlo a la ciudad de Nazareth, "que casi lo vio nacer." Esas adjudicaciones nacionales son muy comunes y naturales y parecería que Cristo no debería echarlas tan a mal. ¡Si las habré oído yo hacer en Italia y en España, países de arraigada fe!Y en la Argentina, país de fe dormilona.

"Dios es criollo", "Dios es francés", "Dios es alemán", "Dios es español"... Parece que le basta a Dios a oír eso para marcharse sin hacer milagros. ¿Qué malicia tan grande habrá en esa cariñosa apropiación de paisanos? Vea ¿no? — como dicen los gauchos. Cristo no dio otra razón más que esa: "No hago milagros aquí porque soy de aquí; hago milagros en el extranjero."

Dios es extranjero.

Mas yo oigo sin cesar sermones en que se promete la ayuda de Dios, incluso milagrosa, a los naturales de una región por el solo hecho de ser de ella, por la profunda y arraigada fe que siempre ha distinguido a este pueblo, por la santidad de nuestros padres y nuestras gloriosas tradiciones. Éste es inocente fariseísmo.

Y este inocente fariseísmo puede terminar por un atentado contra Cristo. Ya es un atentado hacerlo servir al pobre para sermones vanos, presuntuosos, adulones y vacíos.


Los otros dos atentados tuvieron lugar en Jerusalén, en el Templo o cerca de él,en su tercera subida. Son dos y no uno contado dos veces. Los cuenta el mismo Juan y las narraciones son del todo diversas. Uno fue en el Gazofilacio, otro en el Pórtico de Salomón, uno en la Skenopegia, otro en la fiesta de los Encenios. Las dos veces levantaron piedras para lapidarlo y también quisieron echarle mano con violencia. La primera vez, dice Juan, se escondió. La segunda se arrancó de sus manos.

Las dos veces la tentativa de asesinato se produjo a causa de la afirmación de que Él era Dios. Cristo no recataba ya la afirmación de su divinidad. Estaba en su tercer año, había sembrado de estruendosos milagros sus caminos.

— ¿No tienes cincuenta años y has visto a Abraham? 

— De verdad os digo que antes que Abraham naciera, Yo Soy.

Y la otra vez, más explícitamente:

— Yo y el Padre somos uno mismo.

Esta afirmación es única en el mundo, es enorme. Había que haberlo ejecutado o puéstose de hinojos ante Él. Los grandes místicos dijeron que eran o se hacían una cosa con Dios por amor. El místico Al-Hallaj dice en un poema: 


Antes yo estaba cerca de Ti,

Tú estabas cerca de mí,

Oh Escogido, 

Ahora cerca y lejos

Han desaparecido.



Pero Cristo dice más: no sólo que se hace una cosa con Dios por amor, sino que lo que Él hace, el Padre lo hace; lo que Él dice, el Padre lo dice; el Padre vive y crea continuamente y Él crea juntamente. Y quien ve a Él, ve también al Padre.

Era la ocasión para un gran proceso para estos fariseos tan jurídicos. Había sido puesta una afirmación netamente enorme. Era el momento de un gran proceso, pedir razón, justificación y pruebas; condenar al hombre como el mayor blasfemo que ha existido o ponerse de rodillas ante el "Principio que habla con vosotros", el Principio de todas las cosas misteriosamente vuelto natura humana, carne y alma de hombre.

Pero todo se resolvió en dos o tres gestos de cobardes, en ademanes de bellacos e insultos de fanáticos, en gruñidos y murmuraciones y conversaciones inútiles, en imprecaciones vanas e impertinentes. ¡Qué fastidio y cansancio debió sentir el corazón de Cristo sobre la lodosa, opaca y vil humanidad!

Pero entretanto el gran asesinato legal se iba gestando, las líneas se iban tendiendo, la ocasión propicia era espiada, los ánimos oscuros iban perdiendo con la creciente ira el miedo de meter la pata, y aun el miedo del pueblo y de la propia responsabilidad hecha patente, el temor de aparecer manos manchadas de sangre los "sapientismos y santismos". Cristo había profetizado ya una y dos veces y tres también la propia muerte con todas sus características y circunstancias.

Sabía mejor que sus enemigos a donde iba. Si se esquivó tres veces al asesinato"impromptu" era porque, dice misterioso el Evangelista, "no había llegado su tiempo." Era menester que el fariseísmo apareciese tal cual es.

El orgullo religioso es homicida y deicida. Es hijo del diablo, que es el "homicida principal", la raíz de la muerte y el contrario de la vida. El fariseísmo mata aun sin querer, y no por lo que su víctima tiene de malo, sino precisamente por lo que tiene de divino. Claro que él no quiere la muerte, sino proveer al bien común, los intereses de la religión que le han sido confiados por Dios y "la salvación de todo el pueblo".

Habría que haber visto a los santones del Templo atajando a la gente del pueblo que levantaba piedras con gran barullo y voces: "¡Dejen, dejen! ¡Calma, calma! ¡Hay que ver todavía! ¡Conviene dejarlo hablar! ¡Que se explique, que se explique! ¡Todo a su tiempo! ¿Por ventura no hay autoridades? ¡Estamos en el Atrio del Templo!¡Manchar con sangre el gazofilacio! ¡Hay aquí demasiada gente, pueden herir a alguna pobre mujer o niño! ¡Está en medio de sus discípulos! ¡Es el día de la fiesta del Señor! ..."

"¡Ya habrá tiempo para todo...!"

Y después en el recinto: "Esta tarde en el Templo, a no ser por nosotros, había una zipirindanga. Pero la hemos impedido. También ese hombre ha pasado ya todo límite. Es evidente que esto tiene que acabar. Pero hay que ver el 'modo', eso es, el'modo'...

"Y cuando llegó el "tiempo", lo mataron del modo más torpe, bullanguero,escandaloso, desbaratado y disparatado que puede imaginarse; aunque también (yen eso sí no les falló el instinto) del modo más horriblemente cruel. Dios mío, dame fuerzas para poder mirar el fariseísmo sin demasiado miedo y sin demasiado asco.Pero dame también gracia como Tú para mirarlo de frente.


Notas:

4. Pronombre indefinido: uno, se.





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