NATIVIDAD DE
SAN JUAN BAUTISTA
En verdad, os digo, ninguno de entre los hijos de mujer
ha sido mayor que Juan Bautista.
(Mateo 11, 11)
- La Natividad de san Juan Bautista, Precursor del Señor, hijo de los santos Zacarías e Isabel; el cual fue lleno del Espíritu Santo estando aún en las entrañas de su madre.
- En Roma, la conmemoración de muchísimos santos Mártires, que, acusados calumniosamente por el Emperador Nerón, para apartar de sí la odiosidad de haber puesto fuego a la Ciudad, fueron, de orden del mismo, cruelísimamente muertos con diversos géneros de suplicios; porque unos, cubiertos con pieles de fieras, fueron expuestos a las mordeduras de los perros; otros fueron crucificados; a otros pegaron fuego, a fin de que sirviesen de luminarias durante la noche. Todos ellos eran discípulos de los Apóstoles y primicias de los Mártires que la Iglesia Romana, campo fértil en Mártires, envió al cielo antes de la pasión de les Apóstoles.
- Allí mismo, los santos Mártires Fausto y otros veintitrés.
- En Malinas de Brabante, el suplicio de san Rumoldo, Obispo de Dublín y Mártir, descendiente del Rey de los Escoceses.
- En Sátala de Armenia, siete santos hermanos Mártires, a saber:Orencio, Eróes, Farnacio, Fermín, Firmo, Ciríaco y Longino, soldados; a los cuales, por ser Cristianos, el Emperador Maximiano privó del cinto militar, y separados unos de otros, los desterró a diferentes lugares, donde, en medio de dolores y trabajos, descansaron en el Señor.
- En la aldea de Creteil, territorio de París, el martirio de los santos Agoardo y Agliberto, con otros innumerables de uno y otro sexo.
- En Autún, la dichosa muerte de san Simplicio, Obispo y Confesor.
- En Lobbe de Bélgica, san Teodulfo, Obispo.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
NATIVIDAD DE
SAN JUAN BAUTISTA
Toda la tierra se alegra del nacimiento de San Juan; pero, ¿no debemos nosotros afligirnos al comparar lo que él ha hecho con lo que hacemos nosotros? Él deja el mundo y se retira al desierto para hacer penitencia; su alimento es un poco de miel silvestre con langostas; su vestidura, la piel de un camello. Sus ejemplos, más aun que sus palabras, son una exhortación a la penitencia. Viendo a Jesucristo, exclama: He ahí el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo; y el Salvador quiere ser bautizado por él.
MEDITACIÓN
SOBRE SAN JUAN BAUTISTA
I. He aquí un penitente que no es culpable de pecado alguno y a quien la presencia de Jesús, oculto en el seno de su Madre, ha purificado antes de su nacimiento hasta de la mancha original. ¿Qué falta había cometido él cuando se retiró al desierto a hacer penitencia? Nos enseña con ello que el hombre, aun el más inocente, debe hacer penitencia. ¿Comenzaste tú este ejercicio? Te parece muy penoso y he aquí un niño que lo hace como juego. Pon manos a la obra y pronto experimentarás cuán indecible satisfacción reserva Dios a los que renuncian al placer para darse a Él. ¡Cuán instantáneamente pareció dulce a mi corazón privarse de las dulzuras de las vanidades del mundo! Temía perderlas, y dejarlas llegó a ser para mí la fuente de la dicha (San Agustín).
II. Temprano comienza este santo su penitencia y la prolonga hasta el fin de su vida. No basta que te mortifiques por algún tiempo, hay que hacerla hasta la muerte. Siempre tienes contra ti a tu cuerpo, al demonio y al mundo. El único medio para triunfar de estos tres enemigos es combatirlos sin descanso hasta el fin. Piensa en el infierno que debes evitar, en el paraíso que debes ganar, y nunca te cansarás de hacer penitencia.
III. Si la humildad no las acompaña, tus austeridades no te servirán sino para atormentarte. San Juan rechaza los honores que le rinden los judíos llamándole Profeta y Mesías; se humilla delante de Jesucristo. Humíllate tú ante Dios y los hombres. Lo que haces, lo que sufres, nada es comparado con los trabajos y sufrimientos de los santos. ¿De qué sirve mortificar el cuerpo por la paciencia, si el espíritu está hinchado de orgullo? (San Jerónimo).
La humildad.
Orad por la conversión de los pecadores.
ORACIÓN
Oh Dios, que habéis solemnizado este día con el nacimiento de San Juan Bautista, conceded a vuestro pueblo la gracia de los gozos espirituales, y dirigid las almas de los fieles por el camino de la salvación eterna. Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.
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