SANTOS NAZARIO Y CELSO,
Mártires
n. siglo I en Roma;
† decapitados hacia el año 68 en Milán, Italia
SAN VÍCTOR,
Papa y Mártir
n. en África; † martirizado hacia el año 200
SAN INOCENCIO,
Papa y Confesor
n. en Albano, Italia;
† 12 de marzo del año 417 en Roma, Italia
Yo tengo contra ti que decaíste de tu primera caridad.
(Apocalipsis 2, 4)
- En Milán, el triunfo de los santos Mártires Nazario y el niño Celso, los cuales, por orden de Anolino y en la mayor furia de la persecución de Nerón, después de mucho tiempo atormentados y maltratados en la cárcel, fueron degollados.
- En Roma, el martirio de san Víctor I, Papa y Mártir.
- En Roma también, san Inocencio I, Papa y Confesor, que pasó al Señor el 12 de Marzo.
- En la Tebaida de Egipto, la conmemoración de muchísimos santos Mártires, que padecieron en la persecución de Decio y Valeriano, cuando, anhelando los Cristianos ser por el nombre de Cristo degolaldos, el astuto enemigo inventaba suplicios que retardasen la muerte, intentando más bien matar las almas que los cuerpos. Uno de ellos, después de vencer el tormento del potro, las planchas de hierro y las sartenes candentes, untado con miel y atadas las manos atrás, fue expuesto a un sol abrasador, para que le punzasen las moscas y las avispas; otro, atado muellemente en un lecho de flores, acercándosele una desvergonzada ramera para excitarle a liviandad, cortándose con los dientes la lengua, la escupió a la cara de quien le acariciaba.
- En Ancira de Galacia, san Eustaquio, Mártir, que, atormentado con varios géneros de suplicios y echado en un río, de donde le sacó un Ángel, finalmente, bajando una paloma del cielo, fue llamado a los premios eternos.
- En Mileto de Caria, san Acacio, Mártir, que en tiempo del Emperador Licinio, después de diversas penalidades, arrojado en un horno, y por virtud divina conservado ileso, últimamente cortada la cabeza, consumó el martirio.
- En la Bretaña Menor, el santo Obispo y Confesor Sansón.
- En Lyon de Francia, san Peregrino, Presbítero, de cuya bienaventuranza da testimonio la gloria de sus milagros.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SANTOS NAZARIO Y CELSO,
Mártires
San Nazario y Celso, su discípulo, fueron arrojados al mar en la persecución de Nerón. Escapados milagrosamente, fueron a Milán a predicar la fe y a confirmarla con el testimonio de su sangre.
SAN VÍCTOR,
Papa y Mártir
San Víctor, Papa, después de haber defendido valientemente la fe y la disciplina eclesiástica, murió hacia el año 200.
SAN INOCENCIO,
Papa y Confesor
San Inocencio estaba en Ravena cuando Alarico, rey de los godos, saqueó la ciudad de Roma. Después de la partida de los bárbaros, volvió a Roma a consolar a su afligido pueblo. La paciencia que inspiró a los cristianos en esas tristes circunstancias impresionó vivamente a los paganos y convirtió a gran número de ellos. Condenó los errores de los pelagianos y excomulgó al emperador Arcadio y a la emperatriz Eudocia por haber desterrado a San Juan Crisóstomo. Murió en el año 417, después de 15 años de pontificado.
MEDITACIÓN
SOBRE LA INOCENCIA
I. Hay que ser inocente para entrar en el cielo; nada sucio penetra en él. Si perdiste la inocencia bautismal, será menester no sólo recurrir al sacramento de la penitencia, sino también expiar con lágrimas, oraciones y buenas obras, la pena debida por tus pecados mortales, aunque estén perdonados; si aquí abajo no pagas esa deuda, forzoso será que la pagues en las llamas del Purgatorio. Elige. Solamente hay dos caminos para llegar al cielo: la inocencia y la penitencia. El primer grado de la felicidad es no pecar; el segundo, reconocer las faltas (San Cipriano).
II. Vela por la pureza de tus manos, de tu corazón, de tu lengua, es decir, de tus acciones, de tus pensamientos y de tus palabras. Tus palabras son el intérprete de tus pensamientos; serán puras si tus pensamientos son puros, porque de la abundancia del corazón habla la boca. La bondad como la malicia de nuestras acciones viene de nuestra voluntad: de ella proceden la vida y la muerte. Cuida, pues, con todo esmero, la pureza de tu corazón.
III. Si injustamente se te acusa de alguna maldad, regocíjate al verte tratado como lo fue Jesucristo. Consuélate con el testimonio de tu conciencia y con el pensamiento de que Dios conoce tu inocencia. Quéjate a Jesús crucificado, como un amigo a su amigo, de la injuria que se te hace. Dile: Señor, soy inocente de la maldad que se me imputa, pero he cometido muchas otras que merecen mayor castigo. Menos sufrimos de lo que en realidad merecemos (Salviano).
La santidad.
Orad por el Papa.
ORACIÓN
Señor, que la generosa confesión de vuestros santos Nazario, Celso, Víctor e Inocencio reanime nuestro valor y nos obtenga el socorro que reclama nuestra flaqueza. Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo III; Patron Saints Index.
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