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jueves, 15 de septiembre de 2016

Martirologio Romano 15 de septiembre

FESTIVIDAD 
DE LOS SIETE DOLORES
DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA



Era menester que el Cristo padeciese
y así entrase en la gloria.
(Lucas 24, 26)



  • La fiesta de los Siete Dolores de la santísima Virgen María.
  • En Roma, en la vía Nomentana, el triunfo de san Nicomedes, Presbítero y Mártir, el cual, como respondiese a los que le obligaban a ofrecer sacrificios: «Yo no sacrificó sino a Dios Omnipotente, que reina en los cielos», fue por mucho tiempo azotado con plomada, y en aquel tormento pasó al Señor.
  • En Córdoba de España, los santos Mártires Emilas, Diácono, y Jeremías, que en la persecución Arábiga, al cabo de larga y dura prisión, finalmente degollados por Cristo, consumaron el martirio.
  • En territorio de Chalons, san Valeriano, Mártir, a quien el Presidente Prisco mandó colgar y despedazar cruelmente las carnes concunas de hierro, y por último, viéndole firme en la confesion de Cristo y perseverar alegre en las divinas alabanzas, lo hizo pasar a cuchillo.
  • En Andrinópolis de Tracia, los santos Mártires Máximo, Teodoro y Asclepiodoto, que fueron coronados en tiempo del Emperador Maximiano.
  • Igualmente, san Porfirio, comediante, que recibiendo por burla el Bautismo delante de Juliano Apóstata, se trocó repentinamente por la virtud de Dios, e hizo profesión de Cristiano, y al punto, por orden del mismo Emperador, al golpe del hacha fue coronado del martirio.
  • El mismo día, san Nicetas, Godo, a quien el Rey Atanarico mandó quemar en odio a la fe católica.
  • En Marcianópolis de Tracia, santa Melitina, Mártir, la cual, en tiempo del Emperador Antonino, de orden del Presidente Antíoco, conducida una y otra vez a los templos de los Gentiles, y cayendo siempre los ídolos por tierra, fue colgada y despedazada, y por último decapitada.
  • En Toul de Francia, san Apro, Obispo.
  • Igualmente, san Leobino, Obispo de Chartres.
  • En Lyon de Francia, san Albino, Obispo.
  • El mismo día, el tránsito de san Aicardo, Abad.
  • En Francia, santa Eutropia, Viuda.
  • En Génova, santa Catalina, Viuda, insigne por el desprecio del mundo y la caridad para con Dios.
  • En Salta, Argentina, el Señor del Milagro.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.





FESTIVIDAD 
DE LOS SIETE DOLORES
DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA


El Papa Pío VII instituyó la fiesta de este día en memoria de los sufrimientos infligidos a la Iglesia y a su jefe visible por Napoleón I, y en acción de gracias a la Madre de Dios, cuya intercesión les había dado fin. El Evangelio de la misa nos recuerda el momento más doloroso de la vida de María, así como su inquebrantable firmeza: junto a la cruz de Jesús está de pie María, su Madre.



MEDITACIÓN
LA VISTA DE LA CRUZ
ES EL CONSUELO DEL CRISTIANO


I. Nada hay más consolador para un cristiano que poner sus ojos en la cruz; ella es quien le enseña a sufrir todo, a ejemplo de Jesucristo. Esta cruz anima su fe, fortifica su esperanza y abrasa su corazón de amor divino. Los sufrimientos, las calumnias, la pobreza, las humillaciones parecen agradables a quien contempla a Jesucristo en la cruz. La vista de la serpiente de bronce sanaba a los israelitas en el desierto, y la vista de vuestra cruz, oh mi divino Maestro, calma nuestros dolores. No pienses en tus aflicciones ni en lo que sufres, sino en lo que ha sufrido Jesús (San Bernardo).

II. ¡Qué dulce debe ser para un cristiano, en el trance de la muerte, tomar entre sus manos el crucifijo y morir contemplándolo! ¡Qué gozo no tendré yo, entonces, si he imitado a mi Salvador crucificado, viendo que todos mis sufrimientos han pasado! ¡Qué confianza no tendré en la cruz y en la sangre que Jesucristo ha derramado por mi amor! ¡Qué dulce es morir besando la cruz! El que contempla a Jesús inmolado en la cruz, debe despreciar la muerte (San Cipriano).

III. Qué consuelo para los justos cuando vean la señal de la cruz en el cielo en el día del juicio, y qué dolor, en cambio, para los impíos que habrán sido sus enemigos. Penetra los sentimientos de unos y otros. Qué pesar para los malos por no haber querido, durante los breves instantes que han pasado en la tierra, llevar una cruz ligera que les hubiera procurado una gloria inmortal, y estar ahora obligados, en el infierno, a llevar una cruz agobiadora, sin esperanza de ver alguna vez el fin de sus sufrimientos.


El amor a la cruz.
Orad por la conversión de los infieles.


ORACIÓN
Oh Dios, durante cuya Pasión, según la profecía de Simeón, una espada de dolor atravesó el alma dulcísima de la gloriosa Virgen y Madre, concédenos, al venerar sus dolores, que consigamos los bienaventurados efectos de vuestra Pasión. Vos que con el Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis por los siglos de los siglos.



Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo III; Patron Saints Index.



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