SANTOS CORNELIO Y CIPRIANO,
Mártires
para entrar en el reino de Dios.
(Hechos XIV, 21)
- Los santos Mártires Cornelio, Papa, y Cipriano, Obispo de Cartago, cuyo triunfo se menciona a 14 del corriente.
- En Calcedonia, el triunfo de santa Eufemia, Virgen y Mártir, la cual, en tiempo del Emperador Diocleciano y del Procónsul Prisco, sufrió por Cristo la tortura, cárceles, azotes, máquinas de ruedas, el fuego y el peso de las piedras, las fieras, las heridas de las varas, las sierras afiladas y las sartenes hirvientes; pero de nuevo expuesta a las fieras en el anfiteatro, rogó al Señor que se dignase ya recibir su espíritu y entonces, mordiéndole una el santo cuerpo, mientras las otras le lamían los pies, entregó su incontaminado espíritu a Dios.
- En Roma, los santos Mártires Lucía, noble matrona, y Geminiano, a los cuales el Emperador Diocleciano, después de gravísimos suplicios y prolongados tormentos, de que salieron victoriosos, mandó pasar a cuchillo.
- El triunfo de san Martín I, Papa y Mártir, el cual, después de haber condenado, en un Concilio que juntó en Roma, a los herejes Sergio, Pablo y Pirro, de orden de Constante, Emperador hereje fue por engaño preso y conducido a Constantinopla, y después desterrado al Quersoneso, donde consumido de trabajos por la fe católica, acabó su vida y resplandeció con muchos milagros. Su cuerpo, llevado más tarde a Roma, fue sepultado en la Iglesia de los santos Silvestre y Martín. Su fiesta se celebra el día 12 de Noviembre.
- En Roma, el triunfo de santa Cecilia, Virgen y Mártir, la cual trajo a la fe de Cristo y animó al martirio a su esposo Valeriano y al hermano de éste, Tiburcio. Después del martirio de éstos, el Prefecto de la ciudad Almaquio la mandó prender, y superado el tormento del fuego, consumó su ilustre martirio al filo de la espada, imperando Marco Aurelio Severo Alejandro. Su fiesta se celebra el 22 de Noviembre.
- En Heraclea de Tracia, santa Sebastiana, Mártir, que fue convertida a la fe de Cristo por san Pablo Apóstol; y en tiempo del Emperador Domiciano y del Presidente Sergio, probada de varias maneras, fue finalmente degollada.
- En Roma, en la vía Flaminia, los santos Mártires Abundio, Presbítero, y Abundancio, Diácono; a los cuales, el Emperador Diocleciano, juntamente con Marciano, persona ilustre, y Juan su hijo, a quien ellos habían resucitado, mandó pasar a cuchillo a diez millas de la ciudad.
- En Córdoba de España, los santos Mártires Rogelio y Servi-Deo, los cuales, después de cortadas las manos y los pies, fueron por último degollados.
- En Galloway de Escocia, san Niniano, Obispo y Confesor.
- En Inglaterra, santa Edita, Virgen, hija de Edgaro, Rey de los Ingleses, la cual, consagrada a Dios desde sus tiernos años en un monasterio abandonó el mundo sin llegar a conocerlo.
- En Monte Casino, san Víctor III, Papa, sucesor de san Gregorio VII, que ilustró con nuevo esplendor la Sede Apostólica, consiguiendo, con el favor divino, una insigne victoria contra los Sarracenos. Su culto, introducido desde tiempo inmemorial, fue aprobado y confirmado por el Sumo Pontífice León XIII.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SANTOS CORNELIO Y CIRPRIANO,
Mártires
San Cornelio, presbítero de Roma, después de haber administrado los asuntos de la Santa Sede durante la vacancia que siguió a la muerte de San Fabiano, fue elegido para sucederle. Luchó contra el hereje Novaciano. Desterrado, recibió el consuelo de las cartas que le dirigió San Cipriano, rico patricio convertido y obispo de Cartago. Murió en junio del año 253.
San Cipriano fue decapitado en Cartago el 14 de septiembre del año 258. Cuando se le avisó de que había sido condenado a muerte, respondió: “¡Alabado sea Dios!” y dio 25 monedas de oro al verdugo que debía cortarle la cabeza.
MEDITACIÓN
SOBRE TRES PENSAMIENTOS DE SAN CIPRIANO
I. ¿No es acaso gran locura, dice este gran santo, amar esta vida en la que tanto se sufre, y huir de la muerte que debe libramos de todos nuestros males? Cristiano, tú crees en el paraíso; ¿Por qué, pues, te adhieres a esta vida que te mantiene alejado de él? ¿Por qué temes la muerte que pone fin a tus penas y da comienzo a tu felicidad? Si tuvieses fe viva, ¿tendrías acaso estos sentimientos? ¡Qué locura es amar las aflicciones, las penas y las lágrimas del mundo, y no tender hacia una felicidad que no puede sernos arrebatada! (San Cipriano).
II. ¿Por qué amas el mundo con sus placeres y honores? Si tú no escuchas sus máximas, si no sigues sus ejemplos, él te desprecia y maltrata; si haces su voluntad, se convierte en tu amigo, te halaga, te acaricia, pero no lo hace sino para perderte con más seguridad. ¿Por qué, pues, amar a tu enemigo? ¿Por qué amarlo, cuando sabes que tu complacencia jamás lo satisfará y sus placeres jamás te harán feliz?
III. ¿Por qué no amas a Jesucristo? Él te amó cuando aún eras su enemigo; murió por ti en una cruz; te promete el cielo en recompensa de tu amor. Y sin embargo, en vez de amarlo, lo ofendes todos los días; te pones de parte del demonio, su adversario. ¿Qué te ha hecho Jesucristo para que lo trates tan cruelmente? Puesto que el mundo te detesta, ¿por qué amas al que te odia? ¿Por qué más bien no amas a quien te redimió? (San Cipriano).
El desprecio del mundo.
Orad por los que están en pecado mortal.
ORACIÓN
Haced, os lo rogamos, Señor, que la solemnidad de los bienaventurados mártires y pontífices santos Cornelio y Cipriano nos haga experimentar los efectos de su protección, y que su gloriosa intercesión nos haga agradables ante vuestra divina Majestad. Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo III; Patron Saints Index.
Visto en Tradición Católica
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