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martes, 6 de septiembre de 2016

Martirologio Romano 6 de septiembre


SAN ELEUTERIO,
Abad


Si quieres entrar en la vida,
guarda los mandamientos.
(Mateo 19, 17)


  • En Palestina, san Zacarías, Profeta, que vuelto, ya anciano, de Caldea a su patria, y muerto allí, fue sepultado junto al Profeta Ageo.
  • En Helesponto, san Onesíforo, discípulo de los Apóstoles, de quien hace memoria san Pablo en la Carta a Timoteo, y que, juntamente con san Porfirio, de orden del Procónsul Adriano, fue allí mismo bárbaramente azotado, y arrastrado por unos caballos indómitos, entregó su espíritu a Dios.
  • En África, los santos Obispos Donaciano, Presidio, Mansueto, Germán y Fúsculo, los cuales, en la persecución Vandálica, por orden de Hunerico, Rey Arriano, por confesar la verdad católica, fueron cruelísimamente apaleados y desterrados. Estaba también entre ellos otro Obispo, por nombre Leto, varón sumamente esforzado y doctísimo, que después de una larga y asquerosa prisión, fue quemado vivo.
  • En Alejandría, el suplicio de los santos Mártires Fausto, Presbítero, Macario y diez Campañeros; los cuales, en tiempo del Emperador Decio y del Presidente Valerio, por el nombre de Cristo, cortada la cabeza, consumaron el martirio.
  • En Capadocia, los santos Mártires Cótido, Diácono, Eugenio y sus Compañeros.
  • En Verona, san Petronio, Obispo y Confesor.
  • En Roma, san Eleuterio, Abad, que fue siervo de Dios, y como escribe san Gregorio Papa, con oraciones y lágrimas resucitó un muerto.


Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.




SAN ELEUTERIO,
Abad


San Eleuterio imitó fielmente las admirables virtudes de San Gregorio Magno, su amigo. El demonio, expulsado por sus oraciones del cuerpo de un niño, volvió a él porque San Eleuterio se jactó de este milagro en presencia de sus religiosos. Púsose el Santo en oración con toda su comunidad y ayunó hasta que el demonio dejó al niño por segunda vez.


MEDITACIÓN
SOBRE LOS MANDAMIENTOS DE DIOS


I. Debemos observar todos los mandamientos de Dios, de otro modo hay que renunciar al paraíso. Dios es nuestro soberano Señor, tiene derecho a mandarnos; nosotros, sus servidores, debemos obedecerle. Los súbditos deben a sus príncipes respeto, fidelidad y obediencia; los hombres tienen que cumplir respecto de Dios los mismos deberes. Si cumples estos tres deberes, observas sus mandamientos. ¿Qué haces tú? Acuérdate bien de que no puedes servir a dos señores a la vez: a Dios y al mundo.

II. Nada hay imposible, ni siquiera algo que no sea fácil, en todo lo que Dios nos ordena. Dios es el soberano de todas las creaturas; así, sus mandamientos obligan a todos los hombres. Dios es sapientísimo, nada manda que sea imposible; Dios es buenísimo, lo que manda es fácil. Tantas personas de toda edad, de ambos sexos y de toda condición guardan los mandamientos; ¿por qué no podrías imitarlas con la ayuda de Dios?

III. Observa, pues, todos los mandamientos; quien infringe así sea uno solo será condenado como si los hubiese transgredido a todos. Obsérvalos desde ahora, no sea que la muerte te sorprenda. Obedece gozosamente, sirves a un gran Rey y a un buen Maestro. Obedece valientemente, porque: Hay que soportar todos los males antes que cometer un solo pecado (San Agustín).


La observancia de los mandamientos.
Orad por los que están en pecado mortal.


ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, Señor, que la intercesión del abad San Eleuterio nos haga agradables a vuestra Majestad a fin de que obtengamos por sus oraciones lo que no podemos esperar de nuestros méritos. Por J. C. N. S.




Fuentes: Martirologio Romano (1961), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo III; Patron Saints Index.





Visto en Tradición Católica



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