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martes, 4 de octubre de 2016

Martirologio Romano 4 de octubre


SAN FRANCISCO DE ASÍS,
Confesor

n. 1181 en Asís, Italia;
† 3 de Octubre de 1226 en la Porciúncula, Italia

Patrono de Asís, Italia; Acción Católica; personas en trance de muerte; ecología y ecologistas; medio ambiente; animales; zoológicos; sociedades protectoras de animales; familias; comerciantes; paz. Protector contra el fuego. Se lo invoca para no morir en soledad.


Llevo en mi cuerpo los estigmas del Señor Jesús.
(Gálatas 6, 17)



  • En Asís de Umbría, el tránsito de san Francisco, Levita y Confesor, que fue Fundador de tres Ordenes: de los Frailes Menores, de las Señoras Pobres y de los Hermanos y Hermanas de la Penitencia. Su vida, llena de santas obras y milagros, la escribió san Buenaventura.
  • En Corinto, el tránsito de los santos Crispo y Cayo, de quienes hace mención el Apóstol san Pablo escribiendo a los Corintios.
  • En Atenas, san Hieroteo, que fue discípulo del mismo san Pablo Apóstol.
  • En Damasco, san Pedro, Obispo y Mártir, que, acusado ante el Príncipe de los Agarenos de que enseñaba la fe de Cristo, y por ello cortada la lengua, las manos y los pies, y clavado en una cruz, consumó el martirio.
  • En Alejandría, los santos Presbíteros y Diáconos Cayo, Fausto, Eusebio, Queremón, Lucio y sus Compañeros; de los cuales, en la persecución de Valeriano, unos fueron Mártires, y otros, sirviendo a los Mártires, recibieron la recompensa de los Mártires.
  • En Egipto, los santos Mártires Marcos y Marciano, hermanos, y otros casi innumerables, de ambos sexos y de toda edad; de los cuales, unos, después de azotados, otros, después de varios horribles tormentos, fueron entregados a las llamas, otros precipitados en el mar, algunos decapitados, muchísimos muertos de hambre, otros clavados en el patíbulo, y algunos también, colgados cabeza abajo y pies arriba, merecieron la corona de un gloriosísimo martirio.
  • En Bolonia, san Petronio, Obispo y, Confesor, esclarecido en santidad, doctrina y milagros.
  • En París, santa Áurea, Virgen.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.



SAN FRANCISCO DE ASIS, 
Confesor


Retirado del mundo a los 25 años, después de una juventud disipada pero caritativa, San Francisco está enteramente crucificado para el mundo. Su profunda humildad lo impulsa a rehusar el presbiterado, y desde entonces su vida es un prodigio de virtudes y milagros. Los doce primeros “penitentes de Asís” ya son legión antes de su muerte, con el nombre de Hermanos Menores, y tuvo el consuelo de ver a la Orden de Santa Clara, su santa amiga, extenderse cuando todavía vivía. El Serafín de Asís murió el 3 de octubre de 1226, a la edad de 44 años.



MEDITACIÓN
SOBRE SAN FRANCISCO


I. El amor divino consumió todos los lazos que ataban a San Francisco en la tierra y le hizo abandonar la casa paterna, las riquezas y los placeres. Toda su vida vivió él en este desasimiento; por esto debes tú comenzar a darte a Dios. Es imposible que ames a Dios y al mundo. ¡Ah! los placeres y los honores de la tierra no merecen ocupar tu corazón; déjalos antes que ellos te dejen a ti.

II. Ese mismo amor que separó a San Francisco de los bienes de la tierra, lo unió estrechamente a su Dios y le hizo encontrar en esta unión una inalterable felicidad. De este modo solía decir: “¡Dios mío y mi todo! en Ti es donde encuentro todo lo que necesito”. ¡Alma mía, tratemos de gustar el placer que existe en estar unido a Él; en vano hemos buscado descansar en las creaturas; vayamos a Dios, pero hagámoslo dándonos a Él sin reserva, sin demora y para siempre!

III. El amor, por último, transformó a San Francisco en Jesucristo mismo, por decirlo así, cuando un serafín imprimió en su cuerpo las sagradas llagas del Salvador. No recibió esta gracia sino después de haberse hecho, por una mortificación continua, viva imagen de Jesús crucificado. Como este gran santo, lleva tú constantemente en tus miembros la mortificación de Jesucristo. Mira al Salvador clavado en la cruz: he ahí el verdadero modelo de predestinados. Para llegar a ser semejante a Él, es preciso que la mortificación imprima en tu cuerpo sus adorables estigmas. Llevan en sí las llagas de Cristo quienes mortifican y afligen el cuerpo (San Jerónimo).


La mortificación
Orad por la Orden de San Francisco


ORACIÓN
Oh Dios, que, por los méritos de San Francisco dais sin cesar nuevos hijos a vuestra Iglesia, concedednos la gracia de despreciar, siguiendo su ejemplo, los bienes terrenales y poner nuestra dicha en la posesión de los dones celestiales.
Por J. C. N. S.



Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo IV; Patron Saints Index.





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