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sábado, 1 de abril de 2017

Martirologio Romano 1 de abril


SAN HUGO,
Obispo y Confesor

n. 1053 en el Delfinado, Francia;
† 1 de abril de 1132 en Grenoble, Francia


¡Ay de vosotros los que ahora reís!
porque os lamentaréis y lloraréis.
(Lucas 6, 25)


  • En Roma, el suplicio de santa Teodora, hermana del esclarecidísimo Mártir Kermes; la cual, en tiempo del Emperador Adriano, martirizada por el Juez Aureliano, fue sepultada junto a su hermano, en la vía Salaria, no lejos de la Ciudad.
  • En el mismo día, san Venancio, Obispo y Mártir.
  • En Egipto, los santos Mártires Víctor y Esteban.
  • En Armenia, los santos Quinciano e Ireneo, Mártires.
  • En Constantinopla, san Macario, Confesor, el cual, en el Imperio de León, por la defensa de las sagradas Imágenes, acabó su vida en el destierro.
  • En Ardpatrick, provincia de Munster, en Irlanda, san Celso, Obispo, que fue predecesor de san Malaquías en el Episcopado.
  • En Grenoble de Francia, san Hugo, Obispo, que pasó muchos años en la soledad, e ilustre por la gloria de los milagros, fue a gozar de Dios.
  • En Amiens de Francia, san Walerico, Abad, cuyo sepulcro es glorioso en continuos milagros.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.



SAN HUGO,
Obispo y Confesor

Los júbilos eternos son la recompensa del llanto que San Hugo vertía oyendo las confesiones de sus penitentes. Fue obispo de Grenoble durante 52 años, y cumplió sus deberes con celo cada vez mayor. Por espacio de treinta años soportó con paciencia una dolorosa enfermedad; durante cuarenta años resistió al demonio que le sugería blasfemias contra Dios. Tuvo la dicha de recibir en su diócesis a San Bruno y a sus compañeros, y de visitarlos con frecuencia en el yermo de la Cartuja. Murió el 1 de abril de 1132, próximo a los 80 años de edad.

MEDITACIÓN
SOBRE EL MODO DE GOBERNAR LOS OJOS

I. Pon los ojos en las miserias de esta vida: mira cuántos pobres, cuántos enfermos, cuántas personas afligidas; a la vista de tantos sufrimientos, te conmoverás y exclamarás: ¿Qué hice yo, oh Dios amabilísimo, para ser preservado de estas aflicciones? Agradece a Dios esta merced; humíllate viendo que no puedes o que no quieres soportar nada, mientras tantas otras personas sufren tan crueles dolores.

II. Mira a los que el mundo llama dichosos, a los que, reuniendo en sí los bienes de la naturaleza y de la fortuna, parece estuvieran a cubierto de toda miseria común al resto de los mortales. Cuando hayas considerado a estos favoritos del mundo, pregúntate a ti mismo: ¿Cuánto durará esta aparente felicidad? ¿Cuántas penas, deseos, remordimientos de conciencia, aprensiones terribles, acompañan a estas riquezas y a estos placeres? ¡Ah! ¡cuántas miserias y tristezas se esconden bajo el oro y la púrpura! Brillan por afuera, por adentro no son sino miseria (Séneca).

III. Cuando te tiente el espíritu de orgullo, mira la tierra y di en ti mismo: ¿De qué te enorgulleces tú, que pronto estarás encerrado en una tumba y serás pisado por los transeúntes? Si estás afligido, mira el cielo, anímate y di: ¡Ah! esta vida no durará siempre, iré al cielo, donde Dios enjugará mis lágrimas y calmará mis penas. Busquemos, amemos ardientemente los bienes que permanecen para los que los hallaron, que no pueden ser arrebatados a los que los adquirieron (San Gregorio).


La modestia.
Orad por los que se hallan en pecado mortal.


ORACIÓN
Oh Dios omnipotente, haced que la augusta solemnidad del bienaventurado Hugo, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S.




Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.










Sea todo a la mayor gloria de Dios.

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