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miércoles, 5 de abril de 2017

Martirologio Romano 5 de abril


SAN VICENTE 
FERRER,
Confesor

n. 1350 en Valencia, España;
† 5 de abril de 1419 en Vannes, Francia

Patrono de trabajadores de la construcción; fabricantes de ladrillos; plomeros.


Castigo mi cuerpo y lo reduzco a servidumbre,
no sea que habiendo predicado a los otros
venga yo a ser reprobado.
(1 Corintios 9, 27)


  • En Vannes de la Bretaña Menor, san Vicente Ferrer, de la Orden de Predicadores, Confesor, que, poderoso en obras y en palabras, convirtió a Cristo muchos millares de infieles.
  • En África, el suplicio de los santos Mártires que, en la persecución del Rey Arriano Genserico, fueron asesinados el día de Pascua; al Lector, mientras cantaba en el pulpito el Aleluya, le atravesaron con una saeta la garganta.
  • El mismo día, san Zenón, Mártir, que untado con pez y arrojado al fuego, y herido en medio de la hoguera con una lanza, fue coronado con el martirio.
  • En la isla de Lesbos, el triunfo de cinco santas Vírgenes, que consumaron el martirio por la espada.
  • En Salónica, santa Irene, Virgen, que, por ocultar los sagrados Libros, contra el edicto de Diocleciano, después de sufrir la cárcel, fue asaeteada y quemada en una hoguera, de orden del Presidente Dulcecio, que había antes martirizado juntas a sus hermanas Ágape y Quionia.
  • En Palma de la isla de Mallorca, santa Catalina Tomás, Virgen, Canonesa Regular de la Orden de san Agustín; a la cual el Papa Pío XI puso en el número de las santas Vírgenes.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.

SAN VICENTE FERRER,
Confesor

San Vicente Ferrer, religioso de la orden de Santo Domingo, convirtió por sus predicaciones a un gran número de judíos y de infieles, y movió a vida cristiana a una multitud de cristianos relajados. De ordinario predicaba sobre la penitencia, sobre la Pasión de Jesucristo, el infierno y el juicio. Hacíalo con tanta fuerza y unción, que él mismo lloraba, y sus oyentes, deshechos en lágrimas, no pocas veces hasta en público confesaban sus pecados. Murió en el año 1419.


MEDITACIÓN
SOBRE EL JUICIO FINAL

I. Todo lo que concierne al juicio final será terrible. Lo precederán señales espantosas: el sol sangrará, abrasarase el aire, se agitará el mar con violenta tempestad, vacilará la tierra sobre su eje; el hambre, la guerra, la peste desolarán la tierra. El Anticristo perseguirá a los fieles con tanta crueldad y refinamiento que apenas si los elegidos podrán resistir a sus tentaciones. Yo creo, Señor, que oiré las terríficas trompetas que me convocarán para dar cuenta de mi vida. Si te sientes movido a cometer un pecado, piensa en este juicio tremendo para todos (San Basilio).

II. Imagina a todos los pueblos de la tierra congregados en el valle de Josafat, y a Jesucristo que desciende del cielo, seguido de toda la corte celestial, para juzgar al mundo. A su diestra estarán los elegidos acompañados de los ángeles buenos; a su siniestra los réprobos rodeados de una multitud de demonios. Un día estaré en ese valle. ¿Y en qué estado será? Lo ignoro; ignoro si seré colocado a la derecha o a la izquierda, ¡y vivo ahora en medio de placeres, como si nada debiese temer!

III. Entra en el sentimiento de los elegidos: ¿qué dirán en ese momento? ¿Se arrepentirán de haber despreciado al mundo y mortificado sus cuerpos? ¿Cuáles serán los sentimientos de los réprobos, viéndose a punto de ser condenados? He ahí, exclamarán, hablando de los elegidos, aquellos de quienes nos burlamos; los tratamos de insensatos, despreciamos su vida oscura. Y ahora, helos ahí, elevados a la dignidad de hijos de Dios, copartícipes de los santos. Nosotros nos apartamos del camino de la verdad; no brilló para nosotros la luz de la justicia, para nosotros no salió el sol de la inteligencia. ¡Qué triste será ver a Dios y perderlo, perecer a vista del Redentor! (San Euquerio).

El pensamiento del juicio.
Orad por los predicadores.


ORACIÓN
Señor, que os dignasteis ilustrar a vuestra Iglesia por los méritos y predicaciones del bienaventurado Vicente, vuestro confesor, acordad, a vuestros siervos la gracia de ser instruidos por sus ejemplos, y de ser librados, por su protección, de toda adversidad. 
Por J. C. N. S.





Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.







Sea todo a la mayor gloria de Dios.

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