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domingo, 2 de abril de 2017

R.P. Leonardo Castellani: Cristo Afirma su Divinidad





En aquel tiempo: Dijo Jesús a los fariseos ¿Quien de vosotros puede acusarme de pecado? Y entonces; si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; por eso no la escucháis vosotros, porque no sois de Dios”. A lo cual los judíos respondieron diciéndole: “¿No tenemos razón, en decir que Tú eres un samaritano y un endemoniado?”. Jesús repuso: “Yo no soy un endemoniado, sino que honro a mi Padre, y vosotros me estáis ultrajando. Mas Yo no busco mi gloria; hay quien la busca y juzgará. En verdad, en verdad, os digo, si alguno guardare mi palabra, no verá jamás la muerte”. Respondiéronle los judíos “Ahora sabemos que estás endemoniado. Abrahán murió, los profetas también; y tú dices: “Si alguno guardare mi palabra no gustará jamás la muerte”. ¿Eres tú, pues, más grande que nuestro padre Abrahán, el cual murió? Y los profetas también murieron; ¿quién te haces a Ti mismo?” Jesús respondió: “Si Yo me glorifico a Mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es quien me glorifica: Aquel de quien vosotros decís que es vuestro Dios; mas vosotros no lo conocéis. Yo sí que lo conozco, y si dijera que no lo conozco, sería mentiroso como vosotros, pero lo conozco y conservo su palabra. Abrahán, vuestro padre, exultó por ver mi día; y lo vio y se llenó de gozo”. Dijéronle, pues, los judíos: “No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?” Díjoles Jesús: “En verdad, en verdad os digo: Antes que Abrahán existiera, Yo soy”. Entonces tomaron piedras para arrojarlas sobre Él. Pero Jesús se ocultó y salió del Templo.
Juan VIII, 46-59


"Domingueras Prédicas II"
R.P. Leonardo Castellani


Domínica de Pasión
Cristo afirma su Divinidad - El Pecado contra el Espíritu Santo (1964)


El Evangelio de hoy es un fragmento de un largo diálogo dramático que ocupa casi un capítulo entero de San Juan, antes de la Pasión.

Es paralelo del otro diálogo que expliqué hace dos Domingos, cuando los judíos acusan a Cristo de estar endemoniado, después de curar Él al endemoniado mudo, en el cual hace Cristo un sermoncito sobre el Demonio\ aquí hace un sermoncito sobre el Pecado contra el Espíritu. En aquel sermón afirma Cristo que "el Reino de Dios ha llegado" con Él; en éste afirma su Divinidad dos veces; y a la segunda intentan matarlo por blasfemo. "En verdad os digo que Abraham, que decís es vuestro padre, deseó ver mi día, y lo vio y se regocijó -y vosotros queréis matarme, simplemente porque digo la verdad." "¿No tienes todavía 50 años y has visto a Abraham?" "En verdad os digo, antes que Abraham existiera, YO SOY." Yo soy Eterno. Concuerda con lo que dijo poco antes: "¿Quién eres Tú?" "El Principio, que habla ahora con vosotros " (2), el Principio de todo, el Eterno.

¿Cuál es el Pecado contra el Espíritu Santo, que no tiene perdón ni en el cielo ni en la tierra? Éste es el enigma más grande que hay en toda la Escritura -dice Juan de Maldonado. No es tanto como eso. Lo dice porque San Agustín enumeró cuatro pecados contra el Espíritu Santo, y en otro lugar los cambió, y en otro lugar enumeró siete. Pero Jesucristo no dijo que había cuatro pecados contra el Espíritu sino que había uno y que estaba allí presente, el fariseísmo.

Los cuatro pecados que asigna San Agustín son: primero, rechazar la verdad conocida; segundo, envidia de la gracia de otros; tercero, presunción de salvarse sin merecimientos; cuarto, lo contrario: desesperación de salvarse. Éstos cuatro son fariseísmo, consecuencias de esa soberbia religiosa que llamamos fariseísmo; y los cuatro los cometían los fariseos.

Rechazar la verdad conocida, y allí estaban viendo a Cristo hacer milagros y para rechazar sus milagros inventando el absurdo sacrílego de que estaba endemoniado.

Envidia de la gracia ajena, pues tenían envidia de la obra salvadora de Cristo y querían sustituirse a Él metiéndose a salvadores, endiosándose.

Presunción de salvarse sin merecimientos, pues no sólo creían se iban a salvar, sino ya salvados, santos, confirmados en gracia con esa su religiosidad externa y falsificada, que no era merecimiénto sino desmerecimiento.

Desesperación de salvarse, en la cual cayó Judas, y sin duda cayeron muchos déstos, porque la desesperación es el otro extremo del engreimiento y los dos son soberbia y son como un subibaja.

Dios perdona todo pecado si el pecador se arrepiente, "aunque tus pecados sean más rojos que la sangre." (3) ¿Por qué dice Cristo entonces que este pecado no se perdona? Porque el pecador no se arrepiente: este pecado cierra la puerta al arrepentimiento. La soberbia es el peor de los pecados; de suyo endurece el corazón; y si la soberbia toma por pábulo la religión, entonces destruye aquello que la podría sanar. Si a un enfermo la medicina misma que había de sanarlo lo enferma más, se lo puede dar por muerto -dijo Hipócrates. Por eso dijo Cristo: "Estos justos de aquí valiera más que fueran pecadores; porque es mejor el pecador que peca que el pecador que no peca." (No lo dijo con estas palabras; estas palabras son de Lutero, pero son verdad). O como me dijo el resero Don Ciriaco Díaz, ése que sale en "Don Segundo Sombra", al cual atendí yo antes de morir: "Será pecao, pero a veces -¡hay que pecar, si se ofrece!- siempre con buena intención." Es decir, un hombre que tiene conciencia de pecado, puede arrepentirse; un fariseo que no tiene conciencia de pecado sino de santidad, no puede arrepentirse y es peor (4). 

Eso es el fariseísmo. ¿Y el fanatismo? El fanatismo tiene atinencia al fariseísmo pero no es lo mismo. Todo fariseo es fanático pero no todo fanático es fariseo. ¿Qué es el fanatismo? El fanatismo consiste en poner arriba de todo los valores religiosos -lo cual está bien- y después suprimir o despreciar todos los otros valores, lo cual está mal. Los valores religiosos son ciertamente loSinás altos de todos, son la cúspide de la pirámide de los valores, pero la pirámide no es pura cúspide; la cúspide tiene que estar sustentada por la falda. Si Ud. se sube a la cúspide y después retira la falda, se cae Ud. y la cúspide; y ésta deja de ser cúspide. El fanático es muy religioso o cree serlo; pero da en despreciar todo el resto, la ciencia, el arte, la nobleza e incluso las virtudes naturales, el talento, el genio, el espíritu de empresa. Su religión se desboca, como si dijéramos. Hay religiosos que son buenos religiosos (o lo creen) y desprecian a medio mundo; desprecian, por ejemplo, a las otras Órdenes religiosas o a los casados, desprecian el Matrimonio. Son fanáticos.

Los abusos que ha habido en la Iglesia, y que le incriminan sus enemigos, son obra de fanáticos. Hace poco recibí una carta furiosa e insultante desde Vigo de un -sacerdote español, José Carmiña, que me insulta porque dice que yo odio a España y ataco la Inquisición. Yo amo a España y defiendo la Inquisición, pero no sus abusos. Sus abusos fueron obra de fanáticos y no fueron aprobados por los Santos. Este sacerdote es un fanático de su Patria. Se puede ser fanático de la Patria, chauvinista, como dicen los franceses.

Aquí en Buenos Aires hubo pocos abusos de la Inquisición; esto dependía de la Inquisición de Lima. Herejes no había, mandaban a Lima a los judíos portugueses que se colaban aquí por la frontera del Brasil. Les estaba prohibido venir aquí a los judíos, lo mismo que a los abogados. El Cabildo de Buenos Aires dijo al Virrey Ceballos: "Si con dos abogados que hay en Buenos Aires hay tantos líos, ¿qué sería si entran más?" Pero en Lima hubo algunos abusos, y uno dellos bárbaro, de la Inquisición; que ha historiado con no muy buena intención el chileno Toribio Medina.

La Iglesia resistía a los abusos, pero donde hay hombres hay abusos. El Papa Gregario XIII hizo fiestas en Roma por la "noche de San Bartolomé" de París (5): le contaron que había una conjura protestante contra el Rey de Francia y que el Rey se había salvado. Cuando supo que los católicos se habían levantado a matar protestantes, habían asesinado al jefe dellos, Almirante Coligny, y el mismo Rey desde un balcón del Louvre disparaba su arcabuz sobre los hugonotes que huían por la calle -entonces el Papa lo reprobó. HABÍA unaconjura contra el Rey; pero esta consigna que originó la matanza: "Antes que los protestantes nos maten a nosotros, matémoslos a ellos", no es católica, o es católica fanática. Lo que debió decir el Rey, si fuera buen católico, o mejor dicho la Reina María de Medicis, que causó la matanza, era: "Antes que los protestantes nos maten a nosotros, tomemos medidas de Gobierno para que no puedan matar a nadie." Fue fanatismo (6).

Dirán Uds. que me he salido del Evangelio. No. Todo esto está en el Evangelio de hoy, "fariseísmo, fanatismo". Es un caso de conciencia que se plantea al sacerdote hoy día, y también a los fieles.



Notas

1. Lucas 11, 14-22.
2. Juan 8, 25. Este texto es diversamente traducido. Castellani sigue a San Agustín.
3. Isaías 1, 18.
4. "El fariseísmo es un compendio de todos los vicios espirituales, avaricia, ambición, vanagloria, orgullo, obcecación, dureza de corazón, crueldad, que ha llegado a vaciar por dentro diabólicamente las tres virtudes teologales, constituyendo así el 'pecado contra el Espíritu Santo': 'Vosotros sois hijos del Diablo y el Diablo es vuestro padre"'. (Castellani, "Cristo y los Fariseos". Inédito. La cita está abreviada).
5. 23-24 de agosto de 1572.
6. "El fanatismo es la incapacidad de concebir seriamente la alternativa de una proposición. No tiene nada que ver con la creencia en la proposición misma. Un hombre puede estar suficientemente seguro de algo como para dejarse quemar por ello, o para dar guerra a todo el mundo, y sin embargo no estar ni un milímetro más cerca de ser fanático. Es fanático solamente cuando no puede comprender que su dogma es un dogma, aunque sea verdad. No es fanatismo -por ejemplo- tratar al Corán como sobrenatural. Pero es fanatismo tratar al Corán como natural, como evidente para cualquiera y común a todos."
"La verdadera liberalidad, en resumen, consiste en ser capaz de imaginarse al enemigo. El hombre libre no es aquél que piensa que todas las opiniones son igualmente verdaderas o falsas: eso no es libertad, sirio debilidad mental. El hombre libre es aquél que ve los errores con la misma claridad con que ve la verdad." "El fanatismo es la incapacidad de una mente para imaginarse otra mente. El fanático está entre los más pobres de los hijos de los hombres. Tiene un solo universo. Todos, por cierto, deben ver un cosmos como el verdadero; pero él no puede ver ningún otro cosmos, ni siquiera como una hipótesis" (G. K. Chesterton, "El Fanático", en El Reverso de la Locura. La cita está abreviada).




Sea todo a la mayor gloria de Dios.


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