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domingo, 4 de junio de 2017

R.P. Leonardo Castellani: Sermón Domínica de Pentecostés




En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: “Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y en él haremos morada. El que, no me ama no guardará mis palabras; y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió”. “Os he dicho estas cosas durante mi permanencia con vosotros. Pero el intercesor, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, Él os lo enseñará todo, y os recordará todo lo que Yo os he dicho. Os dejo la paz, os doy la paz mía; no os doy Yo como da el mundo. No se turbe vuestro corazón, ni se amedrente. Acabáis de oírme decir: «Me voy y volveré a vosotros». Si me amaseis, os alegraríais de que voy al Padre, porque el Padre es más grande que Yo. Os lo he dicho, pues, antes que acontezca, para que cuando esto se verifique, creáis. Ya no hablaré mucho con vosotros, porque viene el príncipe del mundo. No es que tenga derecho contra Mí, pero es para que el mundo conozca que Yo amo al Padre, y que obro según el mandato que me dio el Padre. Levantaos, vamos de aquí”.
Juan XIV, 23-31


"Domingueras Prédicas I"
R.P. Leonardo Castellani

Domínica de Pentecostés (1962)


Pentecostés, que era una fiesta judía -primero fue la fiesta del trigo, después la de la Ley dada en el Sinaí- es para nosotros la venida del Espíritu Santo. En la Epístola (35) se lee la narración que todos conocemos de los" Actos", cap. II. Estaban los Apóstoles y algunos discípulos recluídos en el Cenáculo y "unánimes en oración": habían elegido al Apóstol San Matías en sustitución del Iscariote, y en llegando el Domingo, 10 días después de la Ascensión, el ruido de un viento impetuoso se oyó de golpe dentro del cuarto cerrado, y fuera también -y aparecieron como lenguas de fuego que se asentaron sobre cada uno de los asistentes: los Apóstoles fueron bautizados: "Él bautizará en fuego y en Espíritu", dijo de Cristo Juan el Bautizador. Y los efectos des te bautismo de fuego y viento fueron simplemente la edificación de la Iglesia, que hasta entonces tenía cabeza pero no tenía cuerpo: 3.000 judíos se bautizaron ese mismo día como efecto del Sermón de San Pedro, la cabeza visible de la Iglesia. Una muchedumbre se había' amontonado ante el Cenáculo diciendo: "¿Qué les pasa a estos hombres?" y un chistoso dijo: "Están borrachos", y San Pedro desde el balcón, moviéndose ya como jefe de los Apóstoles, comenzó su discurso diciéndoles modestamente: "Es demasiado temprano para estar borrachos", habiendo podido decirles: "Estamos borrachos del Viento de Dios", de un entusiasmo divino -cosa que no hubieran entendido. Les habló de la muerte del Mesías, y de las profecías; y ellos dijeron: "¿Qué haremos ahora, varones hermanos?"

El Domingo pasado dije el fundamento revelado que tenemos para creer en el Espíritu Santo, que está también aquí en este Evangelio que habéis oído: Cristo habló dél como de una persona, y como de una persona divina; y por otra parte tanto Cristo como los judíos sostenían, hasta con la sangre de sus venas, que había un solo Dios. Podría recitarles aquí diez lugares de la Escritura en que se habla del Espíritu de Dios como de una de las personas de la Trinidad del único Dios; pero esto no es una clase de teología: es una breve homilía. Basta el texto del Evangelio de hoy.

Cristo dice que el Padre y él mismo (in nomine meo) mandarán el Paráclito a los Apóstoles, el cual les dará testimonio de Cristo -y les enseñará todo, les recordará todo y les revivificará en sus corazones todas las palabras que de Cristo oyeron; y les dará fuerzas para mantenerlas. Nadie puede dar testimonio sino una persona; y de Dios nadie puede dar testimonio sino el mismo Dios; cuando a Cristo le dijeron los fariseos: "Tú das testimonio de ti mismo y por tanto tu testimonio no vale" -respondió Jesús que Él y su Padre daban testimonio de su divinidad por medio de sus milagros; y aquí dice que el Paráclito también dará testimonio dél por el milagro moral de la Iglesia. El Espíritu Santo edificó la Iglesia: cuando Cristo en este mismo sermón dijo esa frase tan difícil (según Maldonado, la más dificultosa del Evangelio): "Cuando venga el Espíritu convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio" -dijo lo siguiente: El Espíritu Santo edificará la Iglesia.

Para testificar que Cristo es Dios o para testificar que en Dios hay tres personas, no basta un hombre, no basta un ángel, no bastan todos los ángeles: ésos son misterios divinos, sólo Dios puede revelarlos; -y Cristo desde el comienzo de su predicación comenzó a revelar la Trinidad con prudencia y poco a poco, lo mismo que su propia divinidad. Por ejemplo, Cristo cita a los Profetas diciendo: "¿No recordáis que el Espíritu Santo dijo por Isaías...?" Los judíos creían -y con razón- que la Escritura era la palabra de Dios y decían: "Dios dijo por el Profeta Isaías..." -Cristo dice como sinónimo de Dios: "El Espíritu Santo... " preparando así la explícita revelación final; -que fue al subir a los cielos: "Id y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".

Hay en el Evangelio de hoy una palabra difícil, que me parece más difícil que la dificilísima de Maldonado: es donde dice: "El Padre es mayor que yo" -palabra que parece destruir la Trinidad. Sobre esta palabra se apoyó una herejía terrible, el arrianismo, que negaba la divinidad de Cristo, la cual duró tres siglos, desde el IVo al VIIo, -o si se quiere cinco siglos, contando sus derivaciones, y pareció en un momento dado haber liquidado la Iglesia Católica: el mundo se despertó un día y gimió de sentirse arriano -dijo San Hilario; y hoy día hay muchos arrianos, créase o no, más que en el siglo IV.

Diré brevemente lo que significa esa palabra difícil, no hay tiempo para más. Ella significa: "Mi Padre está ahora mejor que yo, porque yo estoy angustiado y abocado a mi terrible pasión, que me va a deshacer; pero por medio della yo vuelvo a mi Padre, y me igualo de nuevo con Él, como era antes desde toda la eternidad" (36). Eso quiso decir Cristo. ¿Cómo lo sabemos? Mirando el "contexto" que llaman, todas las otras frases circundantes. "Si me amarais, os alegraríais (de mi pasión) porque yo vuelvo al Padre; y el Padre es mayor que yo" -y un rato antes había dicho: "Felipe, el que me ve a mí, ve al Padre. ¿No creéis que yo estoy en el Padre y el Padre en mí?" Y antes todavía había dicho: "El Padre y yo somos una misma cosa". Y al Espíritu Santo lo envían a la vez el Padre y el Hijo: Él es el Amor de Dios, el Vínculo o el Beso de Dios; y para nosotros, Él es la gracia (37).

La Constitución argentina, que muchos invocan y pocos cumplen, invoca a Dios, fuente de toda Razón y Justicia. Ciertamente Dios es fuente de toda razón y justicia. ¿Es eso bastante? Se puede entender bien; pero cuando se hizo ese papel, estaba de moda el dios de Juan Jaime Rousseau, que no es nuestro Dios, el dios de los deístas, el dios de los masones, el "Gran Arquitecto del Universo", un dios que puede ser medido y comprendido por nuestra razón y nuestra justicia; pero nuestra razón es débil y toda nuestra justicia es como el paño de una menstruada, dice brutalmente el profeta Isaías (38). El dios de los deístas es un dios falsificado, es un ídolo.

Un poeta argentino ha dicho:

Fuente de Razón y Justicia,
Y ante todo fuente de Gracia,
Puesto que toda aristocracia
Nace de tu sombra propicia...

"El Espíritu Santo te hará sombra", dijo el Ángel a Nuestra Señora. El Espíritu Santo es el Dador de la Gracia: "Veni Datar munerum" -el dador de los siete dones: Sabiduría, Entendimiento, Ciencia, Consejo, Piedad, Fortaleza y Temor de

Dios. Podemos decir que Dios Padre nos dio la Razón, Dios Hijo nos enseñó la Justicia; pero que de nada nos sirven si no las usamos, para lo cual necesitamos la Gracia del Espíritu de Dios.

Nosotros ignoramos al Espíritu Santo, como los "representantes del pueblo" de 1853, no lo usamos, lo ofendemos, y aun lo hacemos llorar, como habla San Pablo. Esto último es el pecado contra el Espíritu Santo, del cual se habla en otro Evangelio Dominical -del cual Dios nos libre y guarde.

Veni Creator Spiritus,

canta la Iglesia:

Mentes tuorum visita
Imple superna gratia
Quae tu creasti pectora.

Ven, oh Creador Espíritu Divino,
De los tuyos la mente a socorrer,
Y llena con tu gracia como un vino

A nuestro pobre ser.



Notas


35. Hechos 2,1-41.
36. N. del E.: Castellani da la interpretación de San Cirilo de Jerusalén.
37. "El Espíritu es la gracia: a Él se le atribuye su permanencia en las almas fieles y la producción de la gracia y la oración. Son las tres Divinas personas las que moran en el alma en gracia; y en realidad, todas las obras de Dios "ad extra" las hacen las tres personas de la Trinidad; pero la Iglesia atribuye al Padre la Creación, al Hijo la Redención, y al Espíritu la Santificación" (L. C., Homilía de Pentecostés, año 1966).

38. Is. 64,6.





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