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domingo, 7 de junio de 2015

R.P Leonardo Castellani: Parábola del Convite Regio




En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos esta parábola: “Un hombre hizo una gran cena y convidó a muchos. Y cuando fue la hora de la cena, envió uno de los siervos a decir a los convidados que viniesen, porque todo estaba aparejado: Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero le dijo: He comprado una granja y necesito ir a verla; te ruego que me tengas por excusado. Y dijo otro: He comprado cinco yuntas de bueyes, y quiero ir a probarlas; te ruego que me tengas por excusado. Y dijo otro: He tomado mujer, y por eso no puedo ir allá. Y volviendo el siervo, dio cuenta a su señor de todo esto. Entonces airado el padre de familias dijo a su siervo: Sal luego a las plazas, y a las calles de la ciudad y tráeme acá cuantos pobres, y lisiados, y ciegos, y cojos hallares. Y dijo el siervo: Señor, hecho está como lo mandaste y aún hay lugar. Y dijo el señor al siervo: Sal a los caminos, y a los cercados, y fuérzalos a entrar para que se llene mi casa. Mas os digo, que ninguno de aquellos hombres que fueron llamados gustará mi cena”. 
Lucas XIV, 16.



Otra vez tenemos aquí la Parábola del Convite Regio, de que hablé no hace mucho; en la forma cruda y amenazante con que está en San Mateo; y situada al final de la prédica de Cristo, antes del Sermón Parusíaco. Esta situación posterior de la Parábola junto a la diferencia del auditorio, es lo que explica la diferencia en la forma de la Parábola (el fondo es el mismo) en Mateo y en Lucas. El fondo es un rechazo de Dios.

La Parábola en Mateo tiene dos partes, una sobre el rechazo nacional del pueblo judío, otra sobre el rechazo singular de un individuo. Los motivos son diferentes: en el rechazo del pueblo judío, el rechazo es motivado porque ellos no oyeron a los Profetas; más aún, los mataron; en el rechazo de un individuo, es que no tiene la vestidura nupcial y está en la sala del Convite; o sea, hablando hoy, está dentro de la Iglesia pero no tiene la gracia santificante, "no está en gracia", como decimos. Es decir, que de los que se pierden, algunos rechazan la fe, no creen; y otros no rechazan la fe pero no viven conforme a la fe. O sea, como decían antes, ateísmo teórico y ateísmo práctico.

Los antiguos predicadores tomaban aquí el segundo caso del hombre particular que por no tener o no haber conservado la gracia es arrojado a las "tinieblas de afuera", o sea al Infierno: procuraban pues suscitar en los oyentes el temor de Dios. ¿Por qué? Porque hablaban a oyentes que tenían la fe, pero vivían mal, simplemente. Hoy día existe ese caso por supuesto; pero ha surgido un problema más grave, la fe. Estamos tentados en la fe, dudamos o luchamos. Una inmensa cantidad de hombres hoy día dice en puridad: "Ese Dios que Ustedes predican no nos interesa: no nos ayuda en nada" —o repiten crudamente la frase de Nietzsche: "Dios ha muerto", o ni siquiera nombran o recuerdan a Dios.

Yo no les predicaré aquí el temor de Dios tratando de atemorizarlos con los posibles castigos de la vida futura, como Bourdaloue, Ségneri, Luis de Granada y tantos otros predicadores antiguos. Hoy día lo que necesitamos no es tanto angustia, aunque sea angustia religiosa, sino más bien consuelo y sobre todo coraje. Tomo pues la primera parte, el destino del pueblo judío, profetizado aquí con terrible precisión por Cristo; que aunque parece una cosa pasada y por ende, sin interés actual, es una cosa actual.

Este destino del pueblo judío es la tragedia más grande de la historia; Cristo mismo lo dijo, comparándolo con el Diluvio y también con la situación de los últimos tiempos, o sea con la Gran Apostasía. El Cardenal Newman y antes que él el P. Lacunza la han retratado con elocuencia.

La tragedia del pueblo hebreo es en suma la siguiente: he aquí un pueblo que durante 2.000 años giró en torno de la esperanza del Mesías; y cuando viene el Mesías, lo desconoce, rechaza y mata. Toda la razón de ser dése pueblo "elegido" está en la esperanza del Gran Rey Salvador, Rey de parte de Dios; esa esperanza religiosa creó la literatura religiosa más importante del mundo; los Salmos, los Profetas, los Libros Sapienciales que actualmente usamos nosotros en el servicio divino, en el Misal, el Breviario, los Sacramentos —en toda la Liturgia. Y con toda esa esperanza, que inspiraba toda la vida del pueblo hebreo; y con todos esos libros ("Biblia" significa libros), tenían que caer en el error horrible de matar al Mesías, una especie de suicidio, que se podría decir "confundir a Dios con el Diablo": "los milagros que tú haces los haces por virtud del Diablo". La causa dése error horrible es una corrupción horrible, una corrupción de la religión, el fariseísmo. Dije antes que los judíos vivieron de la esperanza del Mesías durante 2.000 años; durante 4.000 en realidad, porque han seguido lo mismo, esperando todavía con obstinación al Mesías que ya vino.

Esta situación debe movernos a una gran compasión; pero también a un gran respeto, pues siguen siendo el pueblo elegido aunque castigado, dice San Pablo. Que debe movernos a la judaización del Cristianismo, lo cual vemos hoy día, es otra historia. Un cristiano que se judaiza deja de ser cristiano sin llegar a ser judío: es simplemente una corrupción, que no tiene nombre adecuado en ninguna lengua. Bueno, es una singular apostasía.

—Bueno, los judíos cayeron, que se embromen. No. Lo grave y lo actual del asunto es que así como los judíos erraron respecto a la Primera Venida, los cristianos pueden errar respecto a la Segunda Venida; y está predicho que van a errar —la Gran Apostasía: "nisi venerit Discessio primum", profetiza San Pablo: primero vendrá la Apostasía, antes de la Parusía. Y por eso el peligro actual, como dije antes, no es tanto la vida inmoral, que Ustedes no llevan, sino el peligro de flaquear en la fe. Pero si está predicho que todos van a flaquear en la fe, entonces ¿qué podemos hacer? —Está predicho que muchos van a flaquear en la fe; pero no está predicho que yo tenga que flaquear en la fe; eso depende de mí.

He leído el Nº 23 de una revista teológica "CONCILIUM" que sale en 4 ó 5 idiomas, español incluso, dirigida por Rahner, un teólogo agudo no muy seguro, dedicada toda ella (200 páginas) al problema del ateísmo. Dicen que el ateísmo es un fenómeno actual, que debemos analizar el ateísmo, que la Iglesia debe convertir a los ateos, que hay que buscar un camino nuevo hacia los ateos —todo lo cual es verdad. Pero dice también que muchos ateos son inculpables, lo cual negaba la antigua teología; que gran parte de la culpa del ateísmo la tenemos los católicos romanos, lo cual es cargarnos demasiado la romana; que hay que establecer un diálogo con los ateos, por el cual diálogo algunos destos teologazos ya han sido arrollados o contaminados. Todo eso lo refieren al Concilio, pero confesando que el Concilio no lo dijo. Lo que dijo el Concilio es que hay ateos culpables; y puede haber, por excepción, ateos inculpables; y pare Ud. de contar. Pero esa cuestión de si Ateo Fulano tiene culpa o no, pertenece a Dios, que es el único que penetra en el fondo de los corazones; para nosotros es una cuestión ociosa. Lo que nosotros sabemos cierto es que el ateísmo en sí mismo es un tremendo pecado contra Dios, un pecado de impiedad, el peor que se puede cometer; y que el hecho de que cunda hoy día es un hecho del Diablo, y no un hecho de la Ciencia, o la Civilización Moderna, o nosotros los católicos. Esas pueden ser causas incidentales, pero nunca la causa principal. Si vemos que un tipo mata a otro, podemos pensar que quizá no tiene culpa ante Dios; pero el homicidio queda homicidio.

Al salir de los intrincadísimos análisis y los intrincadísimos remedios de la última palabra de la Nueva Teología que es esta revista "CONCILIUM", lo que se nota más fuerte que un dedo en un ojo es que:

1º- No recuerdan nunca la Gran Apostasía.

2º- No tienen en cuenta la Segunda Venida.

3º- Tienen como un dogma inconcuso que la Iglesia y el Mundo tienen que ir adelante, ir adelante, ir adelante siempre, lo menos durante 17 millones de años; y eso no solamente es un error en la fe sino un disparate ante la razón. No valía la pena sustituir la esperanza en la Parusía, que es un dogma de fe, por semejante macanazo.

Por supuesto que estos teólogos no lo dicen en la forma brutal en que lo he puesto: son de mucho talento y aun dicen muchas cosas buenas; incluso yo diría que todo lo que dicen es bueno pero no es bueno el enfoque general: la "connotación", como dicen los lógicos. Y así ya que me he olvidado del precepto del Cura Brochero de poner un chiste en cada sermón, recordaré el cuento del marido que al llegar a casa dice a su mujer: "Ha aumentado el precio de los tapados de visón" y ella dice: "Sí, ya sé: ya sé que no me querés más".

En este sermón he hecho lo de la mujer del cuento. La Iglesia vieja, que es la mía, dice: "Sí, ya sé: ya sé que lo que dicen Uds. es un hecho; pero Uds. no me quieren más".




Fuente.  “Domingueras Predicas” Ed. Jauja, 1997, Pag. 263 y ss.






Sea todo a la mayor gloria de Dios.



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