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domingo, 2 de agosto de 2015

Martirologio Romano 2 de agosto

SAN ALFONSO
MARÍA LIGORIO,
Obispo, Confesor y
Doctor de la Iglesiar

n. 27 de septiembre de 1696 en Nápoles, Italia;
† 1 de agosto de 1787 en Nocera, Italia

Patrono de los confesores; teólogos de moral; personas escrupulosas.
Protector contra los escrúpulos y la artritis.
Se lo invoca para que asista en la perseverancia final y en las vocaciones.

SAN ALFONSO MARÍA LIGORIO, Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia

El celo por tu casa me devora.
(Juan 2, 17)



  • San Alfonso María de Ligorio, Fundador de la Congregación Ilamada del santísimo Redentor, Obispo de Santa Águeda de los Godos, Confesor y Doctor de la Iglesia, que descansó en el Señor en el día de ayer.
  • En Roma, en el cementerio de Calixto, el triunfo de san Esteban, Papa y Mártir, el cual, en la persecución de Valeriano, mientras celebraba la santa Misa, y sorprendido por los soldados, sin turbarse ni moverse consumaba ante el altar los divinos Misterios, fue en su silla degollado.
  • En Nicea de Bitinia, el martirio de santa Teódota, con sus tres hijos; de los cuales el primogénito, llamado Evodio, confesando animosamente a Cristo, fue apaleado por orden de Nicecio, Prefecto de Bitinia, y luego la madre con todos sus hijos fueron consumidos en la hoguera.
  • En África, san Rutilio, Mártir, que, huyendo muchas veces de un lugar a otro por la persecución, y habiendo algunas evadido el peligro hasta con dinero, al cabo, apresado de improviso y conducido ante el Presidente, fue con muchísimos suplicios atormentado, y, finalmente, arrojado al fuego, recibió la corona de un ilustre martirio.
  • En Padua, san Máximo, Obispo de aquella ciudad, el cual, esclarecido en milagros, descansó con dichoso fin.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.



SAN ALFONSO MARÍA LIGORIO, 
Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia


San Alfonso María de Ligorio, nacido en Nápoles en 1696, dejó el foro por el sacerdocio. Obró un gran número de conversiones y fundó la Congregación del Redentor. Toda su vida estuvo consagrada a ganar almas para Jesucristo, a inspirar a los fieles una tierna devoción a la Pasión del Salvador, a la Santa Eucaristía y a la Virgen Madre de Dios. Empleó los momentos que le dejaba la predicación de la palabra de Dios en la composición de gran número de obras de teología y piedad, que lo hicieron elevar al rango de los Doctores de la Iglesia, por disposición de Pío IX. Murió en 1787.



MEDITACIÓN
SOBRE LAS CUALIDADES DEL VERDADERO CELO


I. Todos debemos estar animados de un ardiente celo por la gloria de Dios y la salvación de las almas. Quien ama a Dios no puede ver con indiferencia que se ataque su honor. Si ve a su prójimo internado por mal camino, hace todo por volverlo al bien; y, si no lo logra, gime y reza por él. ¿Así haces tú? Si no tienes celo, deduce que careces de amor. El celo es la señal de que Dios ha descendido a un alma (San Bernardo).

II. No basta que nuestro celo sea ardiente; es menester, para que dé fruto, que sea tierno y compasivo. Los pecadores, decía San Alfonso, son ovejas descarriadas que Jesucristo iba buscando por entre las zarzas del camino y que volvía a traer al redil llevándolas sobre sus hombros para ahorrarles las fatigas del retorno. Es el modelo que se propuso en toda su conducta; de ese modo, ¡a cuántas ovejas descarriadas recondujo al ovil del divino Pastor! Mira si en las advertencias que haces a tus hermanos y en todas las buenas obras que realizas, no entra tu amor propio en gran medida en vez del amor de Dios y del prójimo. Que sea la caridad la que inflame tu celo.

III. En fin, nuestro celo debe ser constante. San Alfonso, al fundar su Congregación del Redentor, hizo voto de no perder nunca el tiempo. Quería que Dios no hallase en su vida ni una sola hora que no estuviese consagrada a su gloria y a la salvación de las almas. ¿Qué intereses persigues tú? ¿Son los tuyos o los de Jesucristo? ¿Cuánto tiempo dedicas a ellos? No te olvides de la suerte reservada para el servidor que enterró su talento. Fue acusado, no de haberlo perdido, sino de haberlo dejado improductivo. No te canses de ganar almas para Jesucristo, pues tú mismo fuiste ganado por Jesucristo (San Agustín).


El celo.
Orad por el éxito de las misiones.


ORACIÓN
Oh Dios, que habéis inflamado de celo apostólico al bienaventurado Alfonso María, vuestro confesor pontífice, y os servisteis de su ministerio para dar una nueva familia a la Iglesia, haced, os lo suplicamos, que instruidos por sus saludables consejos y fortificados con sus ejemplos, podamos llegar a Vos dichosamente. Por J. C. N. S.



Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo III; Patron Saints Index.



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