SANTA EDILTRUDIS,
Virgen
n. alrededor del año 640 en Suffolk, Inglaterra;
† 23 de junio del año 679 en Ely, Inglaterra
Patrona de la Universidad de Cambridge; viudas. Protectora contra las dolencias del cuello y la garganta
Si viviereis según la carne, moriréis;
si, en cambio, con el espíritu
hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
(Romanos 8, 13)
- La Vigilia de la Natividad de san Juan Bautista.
- En Roma, san Juan, Presbítero, que, de orden de Juliano Apóstata, fue degollado delante del simulacro del Sol en la vía Salaria Vieja. Su cuerpo fue sepultado por san Concordio Presbítero, en el lugar llamado Concilio de los Mártires.
- En Roma también, santa Agripina, Virgen y Mártir, que en tiempo del Emperador Valeriano consumó el martirio. Su sagrado cuerpo, trasladado a Sicilia y sepultado en Mineo, resplandece con muchos milagros.
- En Sutri de Toscana, san Félix, Presbítero, a quien el Prefecto Turcio mandó golpear el rostro con una piedra hasta que expirase.
- En Nicomedia, la conmemoración de muchísimos santos Mártires, que, en tiempo de Diocleciano, escondiéndose en los montes y cuevas, por el nombre de Cristo padecieron alegres el martirio.
- En Filadelfia de Arabia, los santos Mártires Zenón y Zenas, su siervo. Éste, besando las cadenas con que estaba atado su señor, y rogándole que se dignase hacerle participante de sus tormentos, fue detenido por los soldados y recibió con su amo igual corona del martirio.
- En Turín, san José Cafaso, Sacerdote, que se señaló en promover la piedad y ciencia de los Clérigos, y en reconciliar con Dios los condenados a pena capital, y fue por el Papa Pío XII puesto en el número de los Santos.
- En el monasterio de Elyen, en la Gran Bretaña, santa Ediltrudis, Reina y Virgen, la cual, esclarecida en santidad y milagros, murió en el Señor. Su cuerpo, once años después, se halló incorrupto.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SANTA EDILTRUDIS,
Virgen
Santa Ediltrudis no vivía según la carne, puesto que guardó virginidad perpetua con el príncipe Tombrecto y el rey Ecfrido, que fueron sucesivamente sus maridos. Obtuvo de este último permiso para entrar en un monasterio. Por sus virtudes fue nombrada abadesa después de un año de profesión religiosa. Soportó con mucha paciencia un tumor que le sobrevino en el cuello. Oraba a Dios desde medianoche hasta la salida del sol. Dieciséis años después de su muerte, su cuerpo fue encontrado incorrupto. Acaeció su dichosa muerte el 23 de junio del año 679.
MEDITACIÓN
SOBRE LA MORTIFICACIÓN
I. Debes mortificarte si quieres vivir como hombre racional. Tu razón no será la soberana si concedes a tus sentidos todo lo que te piden. En todos tus actos ten puesta la mira no en lo que agrada, sino en lo que es razonable. No te dejes arrastrar al amor, al aborrecimiento, al placer; ello sería vivir a manera de animal. ¡Cuán pocos hombres hay que siguen las luces de la razón! Y tú, ¿lo haces?
II. No basta vivir como hombre: para salvarse, hay que vivir como cristiano; es decir, que hay que obrar según el espíritu de Jesucristo, y no perseguir con nuestra conducta otro fin que el de agradar a Dios. Para esto, nada debe hacerse que contente la sensualidad y la ambición, nada que satisfaga las pasiones. Es preciso despojarse de las malas inclinaciones de la naturaleza corrompida y hacer todo lo contrario de lo que ella exige: así es como hacen los verdaderos cristianos. Comienzan por aborrecer su vida pasada y por practicar lo que ellos aborrecían (Tertuliano).
III. Si eres sacerdote o religioso, motivo de más para mortificarte, puesto que tu estado te separa del mundo y te consagra totalmente a Jesucristo; y esta mortificación debe extenderse al cuerpo y al espíritu, pues ambos están consagrados a Dios de manera especial. ¿Puedes decir en verdad: He muerto a todo el resto; las cosas de Jesucristo son las únicas que me encuentran vivo y pronto a obrar (San Bernardo)?
La mortificación.
Orad por la Iglesia.
ORACIÓN
Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro, y que la fiesta de la bienaventurada Ediltrudis, al regocijar nuestra alma, la enriquezca con los sentimientos de una tierna devoción.
Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.
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