martes, 20 de mayo de 2014

Martirologio Romano 20 de mayo

SAN BERNARDINO
DE SIENA
Confesor

n. 1380 en Massa di Carrara, Italia; † 1444 en Áquila, Italia

Patrono de publicistas; publicidad; personal de comunicaciones; 
personal de relaciones públicas; pulmones.
Protector contra los problemas pulmonares; problemas respiratorios; 
ronquera; juego compulsivo.

SAN BERNARDINO DE SIENA, Confesor

En todas las cosas muéstrate dechado de buenas obras,
en la pureza de la doctrina, en la integridad de vida, 
en la gravedad de conducta.

(Tito 2, 7)

  • En Áquila de los Vestinos, san Bernardino de Sena, Sacerdote de la Orden de Menores y Confesor, que con la palabra y el ejemplo ilustró a Italia.
  • En Roma, santa Plautila, señora Consular, que fue hermana del santo Martín Flavio Clemente Cónsul, y madre de santa Flavia Domitila, Virgen y Mártir; y bautizada por el Apóstol san Pedro, resplandeciendo con la gloria de todas las virtudes, descansó en paz.
  • Asimismo en Roma, en la vía Salaria, el triunfo de santa Basila, Virgen, la cual, siendo de sangre real y estando prometida a un personaje nobilísimo y rechazándole, él la acusó de Cristiana; entonces Galieno Augusto ordenó que, o recibiese al esposo o pereciese por la espada: interrogada la misma Virgen sobre esto y respondiendo que tenía por esposo al Rey de reyes, fue atravesada con la espada.
  • En Nimes de Francia, san Baudelio, Mártir, el cual, siendo apresado por los paganos, como rehusase sacrificar a los ídolos, y en medio de los azotes y tormentos permaneciese firme en la fe de Cristo, recibió con preciosa muerte la palma del martirio.
  • En Edesa de Cilicia, junto a Egas, los santos Mártires Taleleo, Asterio, Alejandro y sus Compañeros, que padecieron siendo Emperador Numeriano.
  • En la Tebaida, san Áquila, Mártir, el cual fue por Cristo descarnado con peines de hierro.
  • En Bourges de Aquitania, san Austregisilo, Obispo y Confesor.
  • En Brescia, san Anastasio, Obispo.
  • En Pavía, san Teodoro, Obispo.



Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.





SAN BERNARDINO
DE SIENA


La modestia y la pureza de San Bernardino eran tan continuas, que toda conversación indecente cesaba acercándose él. Todos los días visitaba una capilla de la Santísima Virgen, diciendo que iba a ver a su Madre. Abandonó el mundo para combatirlo y, durante dieciséis años, ni un día pasó sin predicar. La devoción que tenía al Nombre de Jesús hacía que lo llevara siempre sobre su corazón. Murió en el año 1444.



MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA DE SAN BERNARDINO

I. Desde tierna edad descolló por un gran amor a la pureza. Su modestia era un freno que retenía a los más disolutos. Reprendía modestamente a los que tenían conversaciones indecentes. ¿Qué haces tú cuando delante de ti se pronuncian palabras demasiado libres? Si tienes autoridad sobre el culpable, repréndele su falta; sino, que tu silencio y tu actitud severa se lo hagan comprender. ¿Se podría decir de ti lo que Tertuliano decía de sí mismo: Mi sola presencia hace avergonzar al vicio?

II. Todos los días visitaba el santo una capilla de la Santísima Virgen. ¿Qué devoción practicas tú en honor de María? Te has comprometido a servirla; sé, pues, fiel en observar lo que le has prometido, y no pases ni un solo día sin tributarle tus homenajes, sea en una de sus iglesias, sea en tu casa, ante su imagen. Jesús nada rehusa a María, y María nada rehusa a sus servidores.

III. Tenía el Santo una singular devoción al Nombre de Jesús: sin cesar lo pronunciaba y lo llevaba escrito sobre su corazón. Pronuncia tú, a menudo, este adorable Nombre, pero hazlo con devoción. En tus tristezas y tentaciones sírvete de él como de un escudo y de una espada, para rechazar y vencer al demonio. ¡Cuán dulce y consolador es el Nombre de Jesús! ¿Estás triste? Llama a Jesús en tu corazón. Que de tu corazón pase su Nombre a tus labios y la nube se disipará (San Bernardo).

La modestia.
Orad por los predicadores.

ORACIÓN

Señor Jesús, que habéis concedido a San Bernardino, vuestro confesor, un amor tan grande por vuestro Santo Nombre, dignaos, por sus méritos y su intercesión, difundir en nosotros el espíritu de vuestra divina caridad. Vos que, siendo Dios, vivís y reináis por los siglos de los siglos.


Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo II.



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