MARÍA AUXILIADORA
Nuestra Señora Auxilio
de los Cristianos
- Nuestra Señora María Auxilio de los Cristianos (Maria Auxilium Christianorum)
- En Antioquía, el tránsito de san Manahén, que fue hermano de leche de Herodes Tetrarca, y llegando a ser Doctor y Profeta del Nuevo Testamento, descansó en la misma ciudad.
- Asimismo, santa Juana, mujer de Cusa, mayordomo de Herodes, de la que hace mención san Lucas Evangelista.
- En el Puerto Romano, el triunfo de san Vicente, Mártir.
- En Nantes de la Bretaña Menor, los santos Mártires Donaciano y Rogaciano, hermanos; a quienes, en tiempo de Diocleciano, por su constancia en la fe, encarcelaron, suspendieron en el ecúleo y descarnaron con garfios; después les alancearon los soldados, y por último les cortaron la cabeza.
- En Istria, los santos Mártires Zoelo, Servilio, Félix, Silvano y Diocles.
- El mismo día, los santos Mártires Melecio, generar del Ejército, y doscientos cincuenta y dos soldados compañeros suyos, los cuales, con diverso género de muerte, consumaron el martirio.
- También las santas Mártires Susana, Marciana y Paladia, mujeres de los dichos soldados, que, junto con sus hijuelos, fueron descuartizadas.
- En Milán, san Robustiano, Mártir.
- En Brescia, santa Afra, Mártir, la cual padeció en tiempo del Emperador Adriano.
- En el monasterio de Lerín, en Francia, San Vicente, Presbítero, señalado en doctrina y santidad.
- En Marruecos de África, el beato Juan de Prado, Sacerdote de la Orden de Menores y Mártir, el cual, predicando el Evangelio, después de sufrir valerosamente, por Cristo, prisiones, cárceles, azotes y muchos otros tormentos, consumó el martirio por el fuego.
- En Bolonia, la Traslación de santo Domingo, Confesor, en tiempo del Papa Gregorio IX.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
MARÍA AUXILIADORA
Nuestra Señora Auxilio
de los Cristianos
Esta fiesta fue instituida por Pío VII para perpertuar el recuerdo de su entrada triunfal en Roma el 24 de mayo de 1814, a la vuelta de su cautiverio en Francia, por obra y opresión de Napoleón I.
También tiene por objeto agradecer a la Santísima Virgen su protección continua, varias veces atestiguada con prodigios extraordinarios sobre el pueblo cristiano, en defensa contra moros, turcos, herejes y enemigos declarados de la cristiandad. En especial nos recuerda la insigne victoria de Lepanto, en que las armas cristianas, y sobre todos las españolas, derrocaron el imperio de los turcos, gracias a las universales Rogativas ordenadas por el Papa San Pío V. Este Santo Pontífice introdujo en la letanías lauretanas la invocación de “auxilio de los cristianos”.
Apóstol destacado de esta devoción mariana fue San Juan Bosco (1815-1888), fundador de los salesianos, que tanta ayuda recibió de María. Las hijas de Don Bosco, las Religiosas de María Auxiliadora, han propagado intensamente la devoción a esta advocación mariana y han rodeado a María, Auxilio de los cristianos, de apiñada y entusiasta juventud femenina, flor de sus colegios y liceos.
NOVENA DE CONFIANZA A MARÍA AUXILIADORA
Madre amable de mi vida, Auxilio de los cristianos, la pena que me atormenta, pongo en tus divinas manos.
Dios te salve María…
Tú que sabes mis congojas, pues todas te las confío, da la paz a los turbados y alivia el corazón mío.
Dios te salve María…
Y aunque tu amor no merezco, no recurriré a Ti en vano, pues eres Madre de Dios y Auxilio de los cristianos.
Dios te salve María…
Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección haya sido abandonado; animado con esta confianza, me presento a ti. ¡Oh Madre de Dios!, no desoigas mis súplicas; escúchalas y acógelas benignamente, ¡oh clemente, oh dulce Virgen María!
Pedir la gracia que se desea y rezar una Salve.
ORACIÓN
Omnipotente y misericordioso Dios, que para defensa del pueblo cristiano le has preparado de modo admirable un auxilio perpetuo en la bienaventurada Virgen María; haz que, después de luchar en esta vida confortados con tal auxilio, merezcamos la victoria sobre el maligno enemigo en la hora de la muerte. Por J. C. N. S.
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