miércoles, 18 de junio de 2014

Martirologio Romano 18 de junio

SANTOS MARCOS
Y MARCELINO,
Mártires
† martirizados alrededor del año 287 en Roma

Si habéis resucitado con Cristo,
buscad las cosas de arriba, allí donde Cristo 
está sentado a la diestra de Dios.
(Colosenses 3, 1)



  • En Edesa de Mesopotamia, san Efrén, Diácono de Edesa y Confesor; el cual, después de arrostrados muchos trabajos por la fe de Cristo, ilustre en santidad y doctrina, en el Imperio de Valente, descansó en el Señor. El Papa Benedicto XV le declaró Doctor de la Iglesia universal.
  • En Roma, en la vía Ardeatina, el tránsito de los santos Mártires Marco y Marceliano, hermanos, a quienes, en la persecución de Diocleciano, presos por el Juez Fabiano y atados a un tronco, clavaron los pies con clavos agudos; y como no cesasen de alabar a Cristo, les atravesaron con lanzas los costados, y con la gloria del martirio pasaron al reino celestial.
  • En Padua, San Gregorio Barbariego, de Venecia, Cardenal, que fue primero Obispo de Bérgamo y después de Padua, al cual, ilustre por la admirable gloria de sus virtudes y por su sabiduría pastoral, el Papa Juan XXIII adornó con la corona de los Santos. Su fiesta se celebra el día de ayer.
  • En Málaga de España, los santos Mártires Ciríaco y Paula, Virgen, que fueron apedreados y entre las piedras dieron sus almas al cielo.
  • En Trípoli de Fenicia, san Leoncio, soldado, el cual, en tiempo del Presidente Adriano, junto con el Tribuno Ipacio y Teodulo, a quienes hizo cristianos, al cabo de acerbos tormentos, alcanzó la palma del martirio.
  • El mismo día, san Eterio, Mártir, el cual en la persecución de Diocleciano, después de sufrir el fuego y otros suplicios, fue muerto con la espada.
  • En Alejandría, el suplicio de santa Marina, Virgen.
  • En Burdeos, san Amando, Obispo y Confesor.
  • En Sacca de Sicilia, san Calógero, Ermitaño, cuya santidad resplandece principalmente en librar energúmenos.
  • En Schönau de Alemania, santa Isabel, Virgen, célebre por la observancia de la vida monástica.


Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.


SANTOS MARCOS
Y MARCELINO,
Mártires


Los dos hermanos Marcos y Marcelino, detenidos por cristianos, fueron atados y clavados por los pies a un poste. Como los exhortara el juez a que tuviesen piedad de sí mismos y se librasen de sus crueles tormentos, le respondieron: “Jamás hubo para nosotros banquete de delicias comparable al gozo que experimentamos al sufrir por Jesucristo. ¡Plazca a Dios que estos sufrimientos duren tanto tiempo cuanto estemos revestidos de este cuerpo corruptible!” Pasaron así un día y una noche, cantando las alabanzas de Dios, hasta que, finalmente, atravesado el corazón con un lanzazo, obtuvieron la corona del martirio, hacia el año 287.


MEDITACIÓN
SOBRE LA VISTA DEL CIELO


I. Mira al cielo en la prosperidad: todos los bienes de este mundo poca cosa te parecerán en comparación a la gloria de los bienaventurados. Míralo en la adversidad y hazte la siguiente reflexión: ¿Por qué me asombraré de ser infeliz en este valle de lágrimas? En el cielo solamente están los verdaderos bienes, las alegrías sin mezcla. Ningún dolor sentirás, ni en tu cuerpo ni en tu espíritu, en el cielo (Tertuliano).

II. Pregunta a los bienaventurados qué piensan ahora de las cosas de este mundo; consúltalos en tus dudas. ¡Con cuánta lástima consideran ellos el afán que ponemos en correr tras los bienes que habrá que abandonar cualquier día! ¿Qué es la tierra para quien posee el cielo? (San Juan Crisóstomo).

III. Según San Clemente de Alejandría, Dios ha dado al hombre un triple Decálogo: el primero es la razón, que dicta al hombre lo que debe evitar; el segundo es la ley que dio a Moisés; el tercero es la vista del cielo. En efecto, ¿quién podría, durante una noche serena, contemplar el cielo sin amar y adorar a Aquél que lo ha creado? ¿Se le puede ver, cuando está cargado de truenos y relámpagos, sin temer a Dios y sin humillarse? ¿Se puede mirar los astros que lo decoran sin menospreciar la tierra? Amar, adorar, temer a Dios, despreciar la tierra, suspirar por el cielo, ¿no es, acaso, obedecer los preceptos del Decálogo? ¡Cuán despreciable me parece la tierra cuando miro el cielo! (San Ignacio de Loyola).



El pensamiento del paraíso.
Orad por la conversión de los cismáticos.


ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, oh Dios omnipotente, que la intercesión de los bienaventurados mártires Marcos y Marcelino, cuyo nacimiento al cielo celebramos, nos libre de todos los males que nos amenazan. Por J. C. N. S.




Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.









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