lunes, 11 de agosto de 2014

Martirologio Romano 11 de agosto

SANTA SUSANA,
Virgen y Mártir

† decapitada hacia el año 295 en Roma

SANTA SUSANA, Virgen y Mártir

Digo a las personas no casadas y viudas:
bueno les es si así permanecen, como también permanezco yo.
(1 Corintios 7, 8)



  • En Roma, entre los dos Laureles, el triunfo de san Tiburcio, Mártir, que en la persecución de Diocleciano, por sentencia del Juez Fabiano, como confesase con mayor constancia a Cristo mientras andaba sobre ascuas con los pies desnudos, fue conducido a tres millas de la ciudad y allí degollado.
  • En Roma igualmente, santa Susana, Virgen, la cual, siendo de noble linaje y sobrina del Papa san Cayo, en tiempo de Diocleciano, cortada la cabeza, mereció la corona del martirio.
  • En Asís de Umbría, el tránsito de santa Clara, Virgen, primera planta de las Señoras Pobres de la Orden de Menores; la cual, célebre por su vida y milagros, fue puesta por el Papa Alejandro IV en el número de las santas Vírgenes. Su fiesta se celebra el día siguiente.
  • En Comana del Ponto, san Alejandro, Obispo, por sobrenombre el Carbonero, que de elocuentísimo filósofo, llegó a alcanzar la eminente ciencia de la humildad cristiana, y elevado por san Gregorio Taumaturgo a la sede de aquella Iglesia, fue ilustre, no sólo por la predicación, sino también por haber consumado en el fuego su martirio.
  • En el mismo día, el martirio de los santos Rufino, Obispo de los Marsos, y sus Compañeros, en tiempo del Emperador Maximino.
  • En Evreux de Francia, san Taurino, Obispo, el cual, ordenado Obispo de aquella ciudad por el Papa san Clemente, propagó la fe Cristiana con la predicación del Evangelio, y padecidos por esta causa muchos trabajos, esclarecido por la gloria de los milagros, descansó en el Señor.
  • En Cambray de Francia, san Gaugerico, Obispo y Confesor.
  • En la provincia de Valeria, san Equicio, Abad, de cuya santa vida da testimonio san Gregorio Papa.
  • En Todi de Umbría, santa Digna, Virgen.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.

SANTA SUSANA, 
Virgen y Mártir


Tiburcio fue convertido con Cromacio, su padre. Intimado por el juez Fabiano a sacrificar a los ídolos o a caminar con los pies descalzos sobre carbones encendidos, hizo él la señal de la cruz y, pisando las brasas: “Aprende –dijo al juez– que el Dios de los cristianos es el solo Dios verdadero. Estos carbones inflamados me parecen flores”. Fabiano, atribuyendo este prodigio a la magia, lo hizo decapitar.

Susana, virgen romana, el mismo día rehusó, por guardar su virginidad, aceptar por esposo a Galerio Máximo, hijo del emperador Diocleciano; fue sometida a crueles tormentos; y, al fin, decapitada en su palacio, hacia el año 295.


MEDITACIÓN
SOBRE TRES MOTIVOS PARA AMAR LA CASTIDAD


I. Dios quiere ser amado; ahora bien, para amarlo perfectamente, no hay estado más ventajoso que el de la castidad. “La que vive con un esposo –dice San Pablo–, busca agradar a su esposo; pero una virgen no piensa sino en agradar a Dios”. Oh divino Esposo de nuestras almas, ¡cuán dulce el amaros! ¿Quién os iguala en belleza, en bondad y en riquezas? Busca un esposo semejante a Jesucristo; si encuentras uno, ámalo, adhiérete a él, si no, no te alejes de Jesús.

II. Testimonio de mucho amor por Jesucristo es sufrir mucho por Él y privarse, para agradarle, de los gozos terrenales; pues bien, eso es lo que hace un cristiano mediante la castidad: es preciso que se mortifique, que renuncie a todos los placeres de los sentidos, que se haga continua violencia. Se vio a muchos exponerse a sufrimientos, a la muerte misma, para agradar a una creatura cuya belleza los había seducido; ¡Y para agradar a Dios nada se quiere hacer! Si tanto se estima una perla falsa, ¡cuánto no habrá de estimarse una perla preciosa! (Tertuliano).

III. El sacrificio es el mayor honor que podemos tributar a Dios. Ahora bien, el hombre casto sacrifica su cuerpo como hostia viva. El amor divino es el fuego que consume esta inocente víctima; el sacrificador y la víctima son el corazón y el cuerpo del cristiano. Este holocausto dura lo que dura la vida; por esto la castidad es un martirio, aparentemente menos cruel que el que los tiranos hicieron sufrir a los primeros cristianos, pero en realidad más penoso a causa de su larga duración. La castidad conservada implica también su martirio (San Jerónimo).


La castidad.
Orad por las vírgenes.


ORACIÓN
Haced, Señor, que seamos sostenidos por la asistencia continua de vuestros bienaventurados mártires Tiburcio y Susana, ya que no cesáis de mirar favorablemente a quienes acordáis tales socorros. Por J. C. N. S.




Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo III; Patron Saints Index.


Visto en Tradición Católica



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