miércoles, 15 de octubre de 2014

Martirologio Romano 15 de octubre

SANTA TERESA
Virgen
n. 28 de marzo de 1515 en Ávila, España;
† 4 de octubre de 1582 en Alba de Tormes, España

Patrona de personas en órdenes religiosas; personas ridiculizadas por su piedad; enfermos; quienes han sufrido la pérdida de sus padres; aquellos con necesidad de recuperar el estado de gracia. Protectora contra las enfermedades del cuerpo; dolores de cabeza.

SANTA TERESA, Virgen y Doctora de la Iglesia

Así, pues, con gusto me gloriaré en mis flaquezas,
a fin de que la fuerza de Cristo habite en mí.
(2 Corintios 12, 9)


  • En Alba de España, santa Teresa, Virgen, que fue madre y maestra de los Frailes y Monjas de la Orden Carmelitana de la estrecha observancia.
  • En Cracovia de Polonia, el tránsito de santa Eduvigis, Viuda, Duquesa de Polonia, la cual, consagrada al servicio de los pobres, resplandeció también en milagros. El Papa Clemente IV la puso en el catálogo de los Santos; pero su fiesta se celebra el día siguiente.
  • En Roma, en la vía Aurelia, san Fortunato, Mártir.
  • En Prusia, san Bruno, Obispo de los Rutenos y Mártir, que, predicando en aquella región el Evangelio, detenido por los impíos y cortados los pies y las manos, fue decapitado.
  • En Colonia, el triunfo de trescientos santos Mártires, que en la persecución de Maximiano acabaron el curso de su combate.
  • En Cartago, san Agileo, Mártir, en cuya fiesta predicó san Agustín en su alabanza un sermón al pueblo.
  • En Lyon de Francia, san Antíoco, Obispo, el cual, desempeñando con tesón el sublime cargo de Pontífice, a que había sido elevado, alcanzó el reino celestial.
  • En Tréveris, san Severo, Obispo y Confesor.
  • En Estrasburgo, santa Aurelia, Virgen.
  • En Alemania, santa Tecla, Abadesa y Virgen, la cual puesta al frente de los monasterios de Kitzingen y Ochsenfort, colmada de méritos, subió al cielo.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.



SANTA TERESA
Virgen


Santa Teresa, española de noble alcurnia, partió de su casa a la edad de siete años, con su hermano Rodrigo, en busca del martirio entre los moros; un tío frustró su intento volviéndolos a casa. A los veinte años entró en el Carmelo y encontró en él un verdadero martirio en las austeridades que practicó, en las enfermedades del cuerpo y arideces del espíritu que padeció durante veinte años, en las calumnias que debió padecer y en las contradicciones que encontró en su empresa de reformar la Orden. Murió en 1582, a la edad de 67 años.


MEDITACIÓN
SOBRE SANTA TERESA


I. Santa Teresa vio a un Serafín que le transverberaba el corazón con un dardo inflamado. Desde entonces no pensó ya sino en amar a Dios, extender su gloria y convertir a los pecadores, diciendo que se quedaría feliz en el Purgatorio hasta el día del Juicio si con ello pudiese convertir aunque no fuera sino a un alma. Todos los bienes que Dios me prodiga, todas las gracias que me concede, son como otros tantos dardos que deberían inflamar mi corazón de amor a Dios. Señor, me ordenáis que os ame: dadme la gracia de cumplir vuestras órdenes y ordenadme lo que os plazca (San Agustín).

II. “¡O padecer o morir!”. En este lema de Santa Teresa, encontramos los dos efectos de su amor. ¡Quiere sufrir para asemejarse a Aquél a quien ama! Esta santa busca la cruz y tú la huyes; ella quiere vivir sólo para padecer y tú quieres vivir só1o para divertirte. Que en adelante su lema sea el tuyo.

III. Santa Teresa anhela morir una vez que nada tenga ya para sufrir en este mundo, a fin de ir a ver a Dios, único objeto de su amor. ¿Anhelas tú la muerte? Por el contrario, la temes como fin de tu felicidad y comienzo de tus sufrimientos, porque te gozas con el mundo. Lo que debes temer es el juicio de Dios. Puedes evitar el rigor de este juicio viviendo una vida santa. En cuanto a la muerte, no debes temerla, puesto que no puedes sustraerte a ella. Nadie debe temer lo que no puede evitar (Tertuliano).


El amor a los sufrimientos
Orad por la Orden del Carmelo


ORACIÓN
Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro, y haced que, al alegrarnos con la fiesta de Santa Teresa, seamos alimentados con el pan de su celestial doctrina y abrasados con los sentimientos de su tierna piedad. Por J. C. N. S.





Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo IV; Patron Saints Index.







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