lunes, 3 de noviembre de 2014

Martirologio Romano 3 de noviembre

SAN HUBERTO
Obispo y Confesor

n. hacia el año 656 en Maestricht, Holanda;
† 30 de mayo del año 727 en Fura (Brabant), Bélgica

Patrono de perros; trabajadores forestales; cazadores; mecánicos; matemáticos; trabajadores metalúrgicos; arqueros.
Protector contra la rabia y la hidrofobia.

SAN HUBERTO, Obispo y Confesor

Dichoso aquél que no se condena él mismo
en lo que aprueba.
(Romanos 14, 22)


  • En Milán, el tránsito de san Carlos Borromeo, Cardenal, Obispo de Milán y Confesor, al cual, célebre en santidad y esclarecido en milagros, el Papa Paulo V puso en el número de los Santos. Su fiesta se celebra el día siguiente.
  • En el mismo día la dichosa muerte de san Cuarto, discípulo de los Apostóles.
  • En Viterbo, los santos Mártires Valentín, Presbítero, e Hilario, Diácono, los cuales, en la persecución de Maximiano, por la fe de Cristo, arrojados con una gran piedra en el Tíber, pero sacados de allí milagrosamente por un Ángel, finalmente degollados, recibieron la corona del martirio.
  • En Cesarea de Capadocia, los santos Mártires Germán, Teófilo, Cesareo y Vidal, que, en la persecución de Decio, arrostraron generosamente el martirio.
  • En Zaragoza de España, los santos Innumerables Mártires, que, siendo Daciano Presidente de las Españas, maravillosamente ímurieron por Cristo.
  • En Inglaterra, santa Wenefrida, Virgen y Mártir.
  • En el monasterio de Claraval, en Francia, el tránsito de san Malaquías, Obispo de Connaught en Irlanda, que en su tiempo resplandeció con muchas virtudes, y cuya vida escribió san Bernardo, Abad.
  • El mismo día, san Huberto, Obispo de Tongres.
  • En Viena de Francia, san Domno, Obispo y Confesor.
  • Asimismo, el tránsito de san Pirmino, Obispo Meldense.
  • En Urgel de la España Tarraconense, san Hermengaudio, Obispo.
  • En Roma, santa Silvia, madre de san Gregorio Papa.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.

SAN HUBERTO
Obispo y Confesor


San Huberto, hijo de un duque de Aquitania y descendiente de Clodoveo, abandonó Eboín y fue a ofrecerse a Pipino de Heristal, duque de Austrasia. Hombre de mundo y gran cazador, un día vio una cruz luminosa entre los cuernos de un ciervo, en la floresta de Ardennes, y al mismo tiempo una voz celestial lo instó a convertirse y a ir a encontrar a San Lamberto, obispo de Maestricht. Hízolo así. Quedó viudo y se hizo ermitaño, fue en peregrinación a Roma, y finalmente, sucedió a San Lamberto. Con ardor infatigable trabajó por destruir el vicio y los restos de idolatría hasta en las florestas. Murió en el año 727, a edad muy avanzada, después de cerca de 20 años de episcopado. Es invocado eficazmente contra la rabia.



MEDITACIÓN
SOBRE LA BUENA Y LA MALA CONCIENCIA


I. No hay en este mundo placer comparable al que nos proporciona una buena conciencia. Si tienes esta dicha, ningún tormento es capaz de afligirte; si no la tienes, ninguna diversión puede verdaderamente regocijarte. Que se acuse al justo; que se lo maltrate: su conciencia le procurará más consuelo que el que podrían darle los aplausos del mundo entero.

II. No hay suplicio comparable al de la mala conciencia: es un acusador, un juez, un verdugo que persigue en todo lugar al culpable y que no perdona a nadie; la conciencia ataca a Herodes, a Nerón, a Teodorico, y los hace temblar en medio de sus guardias. Nada es capaz de apaciguarla: te perseguirá hasta el fin de tu vida, si no la descargas del peso que la agobia.

III. La mala conciencia continúa, después de esta vida, atormentando al pecador; lo sigue al juicio de Dios, lo acusa, lo confunde, desciende con él al infierno. Uno de los más grandes suplicios de los condenados es el gusano roedor que nunca muere. ¿Quieres evitarlo? Nada hagas en este mundo contra tu conciencia, escucha los reproches que te hace y sigue sus advertencias; nada podrá afligirte en este mundo ni en el otro. Nada más agradable, nada más seguro que una buena conciencia. Aunque el cuerpo sufra, aunque el mundo nos tiente, aunque el demonio nos espante, ella permanece tranquila.


El examen de conciencia
Orad por los pecadores


ORACIÓN
Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad de San Huberto, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de piedad y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S.





Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.



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