viernes, 17 de abril de 2015

Martirologio Romano 17 de abril

SAN ANICETO,
Papa y Mártir
n. Emesa, Siria; † hacia el año 166


El que me sirve, sígame; que donde yo estoy,
allí estará también el que me sirve,
y a quien me sirviere, lo honrará mi Padre.
(Juan 12, 26)


  • En Roma, san Aniceto, papa y mártir, quien en la persecución de Marco Aurelio alcanzó la palma del martirio.
  • En Cordoba de Hispania, santos mártires Elias presbítero, Pablo e Isidoro monjes, quienes durante la persecución árabe no obstante ser sometidos a torturas, se mantuvieron firmes en la profesión de la fe cristiana.    
  • En Antioquía, los santos Pedro Diácono y Hermógenes, mártires, misma en la que fuera la sede de Pedro
  • En Africa, san Mapalicio, mártir, quien (de él escribió san Cipriano en la epístola acerca de los mártires y confesores) con otros muchos, alcanzó la corona del martirio. 
  • También en Africa, los santos Fortunato y Marciano, mártires.
  • En Viena de la Galia, san Pantagato, Obispo.
  • En Tortona, Italia, san Inocencio, obispo y confesor.
  • En la Galia, san Esteban, Abad
  • En el Monasterio Casa de Dios, en la diócesis de Clermont en la Galia, san Roberto, confesor, creador y primer abad de aquél monasterio.


Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.



SAN ANICETO, 
Papa y Mártir

Aniceto, sirio de nacimiento, gobernó la Iglesia unos diez años, alrededor del 160. Combatió con celo las herejías de Valentino y de Marción y detuvo, por su vigilancia, los estragos que causaban entre los fieles. Aunque no derramó materialmente su sangre por la fe, los sufrimientos que debió sufrir y los peligros a los que estuvo expuesto le han merecido el título de mártir.



MEDITACIÓN
SOBRE LA HONRA QUE DEBEMOS A LOS SANTOS

I. Dios honra a sus servidores en la tierra y en el cielo. ¡Qué gloria es para los santos hacer milagros dando órdenes a la naturaleza, ver a los reyes y a los soberanos pontífices prosternados ante sus reliquias, y ver tantas iglesias y altares erigidos en su memoria! ¡Qué honor para ellos en el cielo ser servidores, hijos y favoritos de Dios! ¡Ah! Señor, ¡cuánta razón tenía David para exclamar: Tus amigos son demasiado honrados, oh Dios mío! Ambiciosos, he aquí honores inmortales que podéis y que debéis buscar.

II. Honra las reliquias y las imágenes de los santos, adorna sus altares y sus iglesias. Esta devoción es agradable a Dios y te será muy útil. Dios ha dado a los santos poder para curarte de muchas enfermedades, para socorrerte en tus aflicciones; invócalos, no han dejado de ser caritativos: son tus hermanos, padecieron los males que te hacen gemir. Y no carecen de poder: son los favoritos de Dios omnipotente.

III. Imitemos a los santos, es el mayor honor que podemos tributarles. Leamos sus vidas, y en cada una de ellas elijamos una virtud que podamos imitar. ¿A qué santo imitamos? ¿No hay alguno entre ellos que haya vivido en condiciones semejantes a las nuestras? Siguiendo su ejemplo, desapeguémonos de las comodidades de la vida, para gozar con ellos de las delicias eternas. Sacrifiquemos con gusto los bienes de la tierra para conservar los del cielo (Tertuliano).


La devoción a los santos.
Orad por la conversión de los herejes.


ORACIÓN
Pastor eterno, mirad con benevolencia a vuestro rebaño, y protegedlo con protección constante por vuestro mártir y Sumo Pontífice Aniceto, a quien constituisteis pastor de toda la Iglesia. Por J. C. N. S.





Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.







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