RESPUESTA AL OBISPO WILLIAMSON
ACERCA DE LA
VACANCIA DE LA SEDE ROMANA
por Monseñor Donald Sanborn
Introducción
Monseñor Williamson ha publicado, recientemente, en su blog "Kyrie Eleison", una serie de artículos para intentar refutar el sedevacantismo. Habiendo atraído hacia él, a los más firmes antimodernistas de la FSSPX, Monseñor Williamson, según creo, está encontrando entre ellos una cierta tendencia hacia el sedevacantismo. Algunos de ellos son declarados sedevacantistas, si bien en la mayoría de los casos lo consideren una opinión. Esto significa que, mientras ellos piensan que Bergoglio no es el Papa, reconocen que la opinión contraria, esto es que Bergoglio es el Papa, tiene algunos argumentos, probables, en su favor. Estoy seguro de que mi reciente visita a Inglaterra agitaron las cosas un poco (año 2014 ver conferencia aquí, N. del T.).
En este trabajo, estoy respondiendo, a dos artículos del blog de obispo Williamson, el número 343 del ocho de febrero del año 2014 y el 344 del 14 de febrero del mismo año.
Séame permitido señalar que no tengo conflictos personales con el Obispo Williamson, a pesar de los muchos años, de mutua oposición, en el pasado. Él ha sostenido el debate con altura y en un nivel racional, yo intento hacer lo mismo.
He resumido y parafraseado sus argumentos en beneficio de la brevedad.
Monseñor Williamson ha publicado, recientemente, en su blog "Kyrie Eleison", una serie de artículos para intentar refutar el sedevacantismo. Habiendo atraído hacia él, a los más firmes antimodernistas de la FSSPX, Monseñor Williamson, según creo, está encontrando entre ellos una cierta tendencia hacia el sedevacantismo. Algunos de ellos son declarados sedevacantistas, si bien en la mayoría de los casos lo consideren una opinión. Esto significa que, mientras ellos piensan que Bergoglio no es el Papa, reconocen que la opinión contraria, esto es que Bergoglio es el Papa, tiene algunos argumentos, probables, en su favor. Estoy seguro de que mi reciente visita a Inglaterra agitaron las cosas un poco (año 2014 ver conferencia aquí, N. del T.).
En este trabajo, estoy respondiendo, a dos artículos del blog de obispo Williamson, el número 343 del ocho de febrero del año 2014 y el 344 del 14 de febrero del mismo año.
Séame permitido señalar que no tengo conflictos personales con el Obispo Williamson, a pesar de los muchos años, de mutua oposición, en el pasado. Él ha sostenido el debate con altura y en un nivel racional, yo intento hacer lo mismo.
He resumido y parafraseado sus argumentos en beneficio de la brevedad.
PRIMER ARGUMENTO
En el primer argumento [Tomado de Nº 343] Mons. Williamson defiende la postura
de Mons. Lefebvre, de aceptar los papas Novus Ordo, pero al mismo tiempo
tamizando sus enseñanzas y disciplinas en lo que es católico, y rechazando
aquello que no es católico. Él dice que hacerlo por propia elección personal sería
equivalente a la herejía, pero no sería equivalente a la herejía, si uno hiciera esta
elección basándose en una tradición de dos mil años. Tradición a la que se acude
para hacer la elección de una doctrina contraria a las enseñanzas de la Iglesia
Católica. Así pues, el acudir a la tradición católica para elegir la doctrina no es
caer en el espíritu de la herejía. ¿Por qué? Porque él apela a la Tradición, la cual
está por encima del Magisterio de la Iglesia. El Magisterio, sin embargo, es
infalible, y a causa de ello es necesariamente tradicional. (2) La jerarquía católica
es la garante de la conformidad de la enseñanza actual con la enseñanza
tradicional. No podemos, por un lado considerarla como autoridad, y al mismo
tiempo decir que su doctrina se desvía de la Tradición. Apartarse de la Tradición es
estar en el error. Incluso la noción de infalibilidad incluye que la doctrina que
enseñan está en conformidad con la Tradición. ¿Como podría ser no infalible si se
apartara de la Tradición? Si su doctrina se apartase de la Tradición, sólo hay una
cosa que decir: no es la autoridad, ya que manifiesta en ello que no recibe la
asistencia de Cristo en la promulgación de la doctrina. Los católicos, en
consecuencia, no necesitan y no pueden tamizar el Magisterio de la Iglesia para
ver si hay error o herejía. El propósito mismo de la Iglesia Católica es enseñar a la
raza humana, infaliblemente, en el nombre de Cristo, que da su asistencia
permanente a la Iglesia para hacer exactamente esto. Además, el sistema
consistente en cribar el Magisterio atendiendo a la Tradición despoja de autoridad
a los supuestos papas y obispos. La autoridad en tal caso, en realidad, queda
negada por el que hace esta criba ya que ella tiene la última palabra para decir lo
que es católico o no. Al despojar así a la jerarquía del Novus Ordo, de su
autoridad para enseñar, regir, y santificar a la Iglesia, Mons. Williamson, en
realidad, está abogando por el sedevacantismo.
Respuesta. (1)
Cada hereje apela a alguna forma de revelación, bien a las Escrituras o bien al obispo Williamson quien ha colocado recientemente en su blog Kyrie Eleison una serie de artículos que tratan de refutar el sedevacantismo. Después de haberse rodeado de los más acérrimos antimodernistas de la Fraternidad de San Pío X, el obispo Williamson, creo yo, ha hallado entre ellos cierta tendencia al sedevacantismo. Algunos de ellos se profesan sedevacantistas, aunque opinionistas en la mayoría de los casos. Esto significa que aunque ellos piensan que Bergoglio no es el Papa, reconocen que la opinión contraria, o sea que Bergoglio es el Papa, tiene algunos argumentos probables en su favor. Estoy seguro de que mi visita a Inglaterra agitó recientemente un poco estas cuestiones.
En este artículo, respondo a dos de los artículos del blog del obispo Williamson, el número 343 del 8 de febrero de 2014 y el 344 de 14 de Febrero de 2014. Déjenme decirles que no tengo ningún conflicto personal con Mons. Williamson, a pesar de nuestros muchos años de oposición en el pasado. Entonces se mantuvo la discusión en un nivel alto y racional, y tengo la intención de seguir haciendo lo mismo. He resumido y parafraseado sus argumentos en aras de la brevedad.
SEGUNDO ARGUMENTO
El obispo Williamson cita el argumento de los sedevacantistas alegando que los
“papas” del Vaticano II han promulgado falsas doctrinas, disciplinas y culto. Al
hacerlo, destruirían la indefectibilidad de la Iglesia, si fueran verdaderos papas.
Para contrarrestar este argumento, aduce el caso del papa Liberio [352-366], que,
según él, firmó un formulario herético. En este caso, dice, la indefectibilidad no se ejerció por medio del Papa, sino por medio de San Atanasio, quien permaneció
ortodoxo. Asimismo, en nuestro tiempo, la indefectibilidad [de la Iglesia] está
asegurada gracias al arzobispo Lefebvre y a los que le siguen.
Respuesta. Hay tres cosas que abordar aquí.
1º El Papa Liberio no firmó un formulario herético. Él firmó uno ambiguo, dando de
él una interpretación ortodoxa. Pero incluso si uno concediese, por el bien del
argumento, que firmó un formulario herético, lo cierto es que el Papa Liberio no
enseñó esta doctrina a toda la Iglesia. Pero las falsas doctrinas del Concilio
Vaticano II han sido promulgadas a toda la Iglesia por los “papas” del Vaticano II y
sus “obispos”. Este hecho constituye una diferencia esencial entre el caso de
Liberio y el de los “papas” del Vaticano II. De ahí que la analogía sea falsa.
2º La indefectibilidad no puede salvarse con la fidelidad de un obispo o de algunos
obispos a los que los fieles deben adherirse. La Iglesia Católica es esencialmente
jerárquica, y por tanto uno no puede separar sus actos y sus atributos del Papa y
de la jerarquía universal. Lo que hacen, queda hecho. Si ellos FALLAN [en la Fe],
eso no deja de ser un fallo.
El don de profecía en el Antiguo Testamento, que fue la misión de enseñar
infaliblemente la revelación de Dios a los judíos, ha sido trasladado por Cristo en el
Nuevo Testamento a la jerarquía católica. Por tanto no puede haber un “profetaobispo”,
como el arzobispo Lefebvre para tamizar la enseñanza de la jerarquía
católica, y convertirse a sí mismo en la autoridad infalible. La infalibilidad y la
indefectibilidad de la Iglesia Católica se ejercen por el Papa y los obispos unidos a
él. Ésta no queda asegurada por uno o unos pocos obispos que se arrogan el ser
correctores del papa y del resto de la jerarquía. Sostener esta teoría arruina la
misma constitución divina de la Iglesia Católica. La esencia del catolicismo es que
está dotado de una jerarquía que tiene el poder de enseñar, regir, y santificar en el
nombre de Cristo y con la misma e idéntica autoridad de Jesucristo. Si los fieles,
para llegar a descubrir la verdad sobrenatural, tuvieran que correr a los profetasobispos,
como si éstos fueran los avisadores del error, ellos mismos se colocan
contra esta jerarquía, cayendo por el suelo así la naturaleza y la esencia de la
Iglesia Católica.
En otras palabras, nadie puede hablar en nombre de Dios por encima o al margen
de la jerarquía católica.
3º El sistema utilizado por el Obispo Williamson, de cribar el magisterio con el fin
de determinar su conformidad con la Tradición, arruina por completo la regla
católica de la fe, que es el magisterio de la Iglesia Católica. Su sistema [el de
Williamson] es esencialmente el de los protestantes. Ellos sostienen que cada
individuo debe decidir por sí mismo lo que es la verdadera interpretación de las
Escrituras. El Obispo Williamson dice que cada católico debe decidir por sí mismo lo que él considere que está en conformidad con la tradición o no. Tal regla de fe
llevaría exactamente a lo que el protestantismo es: un conjunto de personas que
no tienen en absoluto la unidad de la fe, que sin cesar disputan acerca de lo que
dicen las Escrituras, y que se han dividido en una miríada de formaciones
dogmáticas.
Hay muchos casos en la historia de la Iglesia Católica en el que esta apelación a la
Tradición, como si fuera un tribunal superior, contra la cabeza del magisterio, ha
llevado a graves errores. Los donatistas se convirtieron en cismáticos, por ejemplo,
porque pensaban que la Iglesia se equivocó al aceptar como válidos los
sacramentos de los que habían caído en la apostaría durante la persecución. Los
griegos entraron en cisma en el siglo XI, porque decían, entre otras cosas, que el
uso de los panes sin levadura, en el rito romano no era tradicional, y por lo tanto no
era válido.
También rechazaban la primacía del Papa con el argumento de que no
era tradicional. Los viejos católicos en el siglo XIX rechazaron igualmente la
infalibilidad papal alegando que no era tradicional.
También los modernistas sostienen que la Iglesia católica con el tiempo evolucionó
hasta ser algo que no se encuentra en la Iglesia primitiva, y por tanto no es
tradicional. La reforma litúrgica de la década de 1960 se basó en la falsa noción del
arqueologismo, esto es, que los períodos medievales y el tridentino crearon una
liturgia que no estaba en conformidad con la tradición primitiva. Los Feeneyitas
afirman que la doctrina católica del bautismo de sangre y de deseo no puede
conciliarse con la Tradición, sino que fue inventada en el siglo diecinueve.
La idea del Obispo Williamson, de tamizar el magisterio con la Tradición, lo cual es
una invención cocinada en Ecône, es un potencial nido de herejías y de cismas, y
coloca a la Tradición Católica en las peores compañías.
TERCER ARGUMENTO
El obispo Williamson afirma correctamente: “Lo que los obispos del mundo
enseñan, en unión con el Papa, es Magisterio de la Iglesia, el cual es infalible.”
Entonces propone el argumento de los sedevacantistas que deducen que puesto
que el Concilio Vaticano II ha sido promulgado por los “papas” y los “obispos” del
Vaticano II, es imposible que sean verdaderos papas y verdaderos obispos. El
obispo Williamson responde a esto diciendo que el Magisterio universal ordinario
del Concilio Vaticano II y de los años siguientes no es conforme con la Tradición.
Por tanto no es magisterio ordinario universal. Y en consecuencia, el argumento de
los sedevacantistas es falso.
Respuesta. La noción del obispo Williamson sobre el magisterio ordinario universal
(en adelante, MOU) es falsa. Proviene de una teoría que circulaba comúnmente en
Ecône cuando yo estaba allí, que establecía que una enseñanza no podía
considerarse como MOU si no era conforme con la Tradición. En consecuencia,
desde este punto de vista, sería posible, que el Romano Pontífice, junto con todo el cuerpo de obispos enseñaran a toda la Iglesia una doctrina que fuera, en realidad,
una herejía. Tal afirmación, en sí misma, es una herejía.
En ninguna parte puede encontrarse esta idea Econiana (de tamizar el MOU) tanto
en los manuales de teología dogmática como en la enseñanza de la Iglesia
Católica. La definición del MOU dada por el P. Reginald-Maria Schultes OP, escrito
en 1931, es como sigue: “El magisterio ordinario y universal se ejerce cuando la
Iglesia predica la doctrina revelada, la enseña en sus escuelas, la publica por
medio de los obispos, y dan testimonio de ella como perteneciente tanto los Padres
de la Iglesia como a los teólogos en general. “. 1
Todos los teólogos católicos coinciden en esta definición.
El P. Sylvester Berry escribe:
La autoridad de la enseñanza ordinaria de los obispos está en que dan la
enseñanza de los fieles en sus respectivas diócesis mediante cartas pastorales, o
en sermones predicados por ellos mismos o por otras personas autorizadas para
tal fin, y mediante catecismos y otros libros de instrucción editados o aprobados
por ellos. Cuando los obispos de la Iglesia, ejerciendo el deber de la instrucción de
su gente, son prácticamente unánimes en proclamar una doctrina de fe o de moral,
se dice que ejercen con autoridad la enseñanza universal y entonces son infalibles
en cuanto a la doctrina. En otras palabras, una doctrina de fe o moral en la que
prácticamente todos los obispos de la Iglesia están concordes, es una verdad
infalible. La fe de la Iglesia creyente debe corresponder a la fe propuesta por los
obispos que constituyen el cuerpo docente en la Iglesia. Por tanto, si los obispos
como un cuerpo no fueran infalibles, toda la Iglesia podría ser inducida al error en
cualquier momento, y consiguientemente deja de ser la Iglesia de Cristo, la
columna y baluarte de la verdad. (2)
Para probar este punto, expongo a su atención el libro de texto de teología
dogmática escrito por el padre. Francis Diekamp en 1917, titulado Theologiae
Dogmaticæ Manuale. Allí dice:
Los obispos individualmente ejercen el dicho magisterio ordinario tanto en su
instrucción religiosa ordinaria como en las instrucciones de este tipo que tienen
lugar bajo su mando y bajo su vigilancia, y también en los juicios publicados por los
Sumos Pontífices que ellos dan por escrito, en los Sínodos provinciales o
diocesanos, en la condena de los errores, en las cartas pastorales, publicando
catecismos y libros de devoción distribuidos en toda la diócesis, etc. Los libros
litúrgicos prescritos por los obispos y sobre todo por los Romanos Pontífices son
de gran importancia en las discusiones relativas a los dogmas. Las leyes, los ritos
y las oraciones contenidas en ellas dan testimonio de la fe de los pastores y de los
fieles. Con el consenso de todas las iglesias orientales y occidentales, en la fe,
viene la obligación de dar el consentimiento de la fe. El Papa Celestino I [422-432]
enseñó lo siguiente:
“Veámoslo dicho también en las oraciones de los sacerdotes transmitidas desde
los Apóstoles [recitadas] en la celebración de los sagrados misterios, que son celebrados de manera uniforme por todo el mundo y por todas las iglesias
católicas, cómo la ley de la oración establece la ley de la creencia “. (Epist. 21, 11)
La doctrina de los obispos en conjunto, al igual que las definiciones ex cathedra del
Romano Pontífice, no son infalibles por el asentimiento que la Iglesia creyente da a
ellas, sino que son infalibles en sí mismas por razón de la divina asistencia, por la
cual son preservadas de error.
La doctrina expuesta por estos autores, así como su comprensión del MOU, están
en conformidad con la de todos los teólogos católicos. Está más allá del alcance de
este artículo aportar las pruebas.
La noción del MOU del obispo Williamson, por otro lado, no se encuentra en
ningún libro de cualquier teólogo católico o en el magisterio de la Iglesia. La idea
del obispo Williamson del MOU requiere que los fieles analicen y juzguen la
enseñanza universal de la Iglesia para ver si está conforme con la Tradición. En
este escenario, es muy posible que pueda darse la herejía de que la jerarquía
puede enseñar herejías acerca de cualquier determinado punto, pero que la
infalibilidad y la indefectibilidad de la Iglesia se preservan gracias al rechazo de
este magisterio, con el argumento de que a los fieles no les parece conforme con
la Tradición. Esto es tan absurdo como decir “la Iglesia Católica es infalible,
excepto cuando no lo es.” Por otra parte, en su sistema se requiere que los fieles
decidan si aceptan o no el magisterio ordinario universal, fundándose en la
creencia personal de que esté o no, en conformidad con la Tradición. En otras
palabras, los fieles deben cribar la enseñanza de la Iglesia universal, cuando ésta
enseña, para distinguir la verdad del error. Como he dicho anteriormente, tal
noción despoja de autoridad al magisterio del Papa y de la jerarquía
desplazándola al individuo, ya que él tiene la última palabra en cuanto a si la
doctrina está conforme o no lo está, con la Tradición.
Lo que el obispo Williamson dice sobre la Tradición podría decirse también de la
Escritura. ¿Qué se hace si se cree que algún acto del magisterio de la Iglesia no
está en conformidad con la Sagrada Escritura? ¿Se tendría derecho a rechazarla,
interpretando que la Escritura niega que el papa fuese el verdadero vicario de
Cristo?
La realidad escalofriante es, que las ideas del obispo Williamson se ajustan
perfectamente a lo que el hereje archimodernista Hans Küng dice en su libro de
1970 titulado ¿infalibilidad?Una investigación sobre ella, en el que dice que la
infalibilidad de la Iglesia no está vinculada a fórmulas dogmáticas, que, según
dice, en realidad pueden estar equivocadas, sino con el compromiso global y de
largo plazo que tiene la Iglesia con la verdad. Küng señala:
La infalibilidad, la inerrancia, tomadas en este sentido radical, significan por tanto
una fundamental permanencia de la Iglesia en la verdad, la cual no queda anulada
por errores individuales.(3)
Sin embargo, la permanencia de la Iglesia en la verdad no depende en absoluto de
proposiciones infalibles definitivas, sino de su permanencia en la verdad en todas
sus proposiciones – incluso cuando fueren erróneas -.4
Él cita Yves Congar, un colega archimodernista durante el Cocilio, repitiendo:
“Una u otra parte de la Iglesia puede equivocarse, incluso los obispos, incluso el
Papa, la Iglesia puede ser embestida por la tormenta: Al final ella permanece fiel” 5
Pero esta afirmación de Küng se parece mucho a la postura del Obispo Williamson
cuando dice:
“¿Así pues, dónde, en estos tiempos oscuros, se manifiesta realmente la
indefectibilidad de la Iglesia? No en la jerarquía, no en la teología, sino en esos
innumerables y en gran parte desconocidos cristianos – siempre hay algunos
obispos y teólogos también entre ellos – que incluso en los peores períodos de la
Iglesia escucharon el mensaje cristiano, tratando de vivir de acuerdo con él, en la
fe, la esperanza y el amor.”6. Ellos serían los verdaderos testigos de la verdad de
Cristo.”7″!
Küng cita a los cismáticos orientales con el fin de probar su punto:
Los patriarcas cismáticos escribieron a Pío IX en 1848: “Entre nosotros, ni los
patriarcas, ni los Concilios jamás podrían introducir una enseñanza nueva, pues el
guardián de la religión es el cuerpo mismo de la Iglesia, que es el pueblo (laos) en
sí mismo. (8)
Küng cita también al teólogo cismático Alexei Khomiakov, que dice:
“La constancia invariable y la verdad infalible del dogma cristiano no depende de
ningún orden jerárquico, sino que es custodiado por la totalidad, por todo el pueblo
de la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo” (9)
Y en los treinta y nueve artículos anglicanos leemos:
“Así como las Iglesias de Jerusalén, Alejandría y Antioquía han errado, así también
la Iglesia de Roma ha cometido errores, no sólo en su vida y en la forma de las
ceremonias, sino también en materia de fe. “
El obispo Williamson no puede dejar de reconocer su concordia con estos herejes
protestantes, porque al mantener que la jerarquía modernista es la jerarquía
católica, no puede obviar la conclusión de que “la Iglesia de Roma se ha
equivocado.” Por otro lado, los sedevacantistas sostienen que las falsas
enseñanzas y prácticas del Vaticano II no vienen de la Iglesia de Roma, sino de un
grupo de eclesiásticos abusadores, herejes que pretenden ser la jerarquía católica.
El deber de la Iglesia Católica en esta crisis es desenmascarar a estos
usurpadores para denunciarlos como falsos jerarcas.
Es cierto que hay que comparar todo lo que cualquiera diga con la enseñanza
tradicional de la Iglesia. De igual modo comparamos lo que oímos con los primeros
principios del pensamiento, y rechazamos de inmediato lo que es contradictorio. En
nuestro caso, cuando hemos visto que la aparente jerarquía católica enseña doctrinas falsas y promulga un falso culto y unas disciplinas erradas, nos es
necesario llegar a la conclusión de que no son papas u obispos verdaderos, ya que
es imposible que los papas verdaderos u obispos, considerados en su conjunto,
hagan una cosa así. La deserción de Vaticano II de la verdad, y su enseñanza de
la herejía a la Iglesia universal, son un signo infalible de que Pablo VI no era un
verdadero Papa, y que nunca había sido verdadero Papa. Pues la autoridad de un
concilio general depende de la del papa.
La doctrina que acabo de exponer está totalmente de acuerdo con la Sagrada
Escritura, en la que San Pablo en Gálatas I: 8-9 dice: “Mas si nosotros, o un ángel
del cielo, os anunciare otro evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea
anatema. Tal como os dije, ahora os lo repito: Si alguno os predica un evangelio
diferente al que habéis recibido, sea anatema “
Observe que él no les dice que criben las falsedades del maestro para hallar lo que
quede de buena doctrina, sino que les dice que le rechazen a él también. Que él
sea anatema. Esta doctrina está también en conformidad con la bula del Papa
Pablo IV Cum ex apostolatus de 1559, que aboga por el total rechazo de un
pontífice romano que se hallare ser herético, pero no aboga por la criba de su
doctrina.
Resumo mi respuesta: El magisterio ordinarios universal, que es la enseñanza
relativa a la fe y a la moral de todos los obispos dispersos por el mundo, junto con
el Romano Pontífice, es infalible. Esta doctrina fue definida en el Concilio Vaticano
II de 1870, y se encuentra en el Código de Derecho Canónico de 1917. Por lo tanto
es herético, incluso el poner en duda lo enseñado por el magisterio universal y
ordinario. Si lo que parece ser magisterio ordinario universal contradice la
enseñanza de la Iglesia, entonces la conclusión necesaria es que no puede haber
venido de la verdadera jerarquía de la Iglesia Católica, ya que ese magisterio no
está asistido por Cristo para cometer estos errores. Es contrario a la constitución
de la Iglesia rechazar el magisterio ordinario universal como falso, mientras que al
mismo tiempo se acepta la jerarquía que lo promulga como verdadera jerarquía
católica romana. La idea del magisterio ordinario universal del obispo Williamson
es falsa y muy peligrosa, ya que conduce al católico a creer que toda la Iglesia
docente, el Romano Pontífice con todos los obispos, puede enseñar el error en
asuntos que pertenecen a la fe. De ahí que los principios del obispo Williamson
acerca del magisterio ordinario universal no pueden ser esgrimidos en contra de
los argumentos del sedevacantismo, ya que estos principios son falsos.
CUARTO ARGUMENTO
(tomado del Kyrie EleisoN, nº 433)
Aquí el obispo Williamson intenta desactivar el argumento de los sedevacantistas
que establecen que puesto que los papas del Vaticano II son herejes públicos, no
pueden ser papas.
Él responde que los Papas conciliares, a pesar de que han declarado herejías
objetivas, subjetivamente no son culpables del pecado o del crimen de herejía,
debido al hecho de que no podemos probar, fuera de un tribunal de justicia, que
sean realmente conscientes de contradecir la enseñanza de la Iglesia.
Respuesta. En primer lugar, es necesario revisar la distinción entre pecado de
herejía y delito de herejía. El pecado de herejía es el acto de dudar o negar una
verdad de fe católica. Puede ser formal o material. Herejía formal es dudar o negar
la verdad con el conocimiento de que lo que se está dudando o negando, es, de
hecho, un dogma católico o una enseñanza moral, y no sólo una conclusión
teológica u opinión de algunos teólogos. Herejía material es dudar o negar lo que
es objetivamente un dogma católico o enseñanza moral sin conciencia de que esta
enseñanza pertenece a la Fe.
La herejía es también un delito, es decir, una violación de la ley de la Iglesia, para
la cual hay ciertas sanciones.10
En ambos casos, sin embargo, la comisión del pecado o del delito, si se hace en
público, lleva consigo una separación automática de la Iglesia Católica.
Los moralistas son claros al afirmar que lo único que excusa de la herejía formal es
la ignorancia. Uno tiene que desconocer el hecho de que está contradiciendo una
doctrina católica que pertenece al magisterio solemne de la Iglesia, o al magisterio
ordinario universal.
El obispo Williamson nos quiere hacer creer que, una vez establecido el hecho de
la herejía, es decir, que alguien ha pronunciado una herejía, hay que presumir la
ignorancia, hasta que se pruebe lo contrario en un tribunal de justicia.
De hecho es todo lo contrario. Uno es inocente hasta que se pruebe su
culpabilidad en todos los tribunales de justicia en relación con el hecho de un
delito, pero nunca en lo que respecta a la formalidad (culpa personal) del delito. Si
esto fuera cierto, sería necesario contar con dos estudios para cada crimen: uno
para demostrar el hecho, y el otro para demostrar que el autor realmente sabía lo
que estaba haciendo cuando lo hizo. Toda ley presume la culpabilidad formal
cuando es conocido el hecho de la delincuencia. Lo mismo es cierto para el
pecado. La falta de formalidad en el pecado – que alguien sea inocente por falta de
advertencia – tiene que ser probada.
Voy a dar algunos ejemplos. En el caso del tiroteo en una sala de cine de Colorado
que tuvo lugar en 2012, los abogados de la defensa de este joven no cuestionaron,
en modo alguno, el hecho de que su cliente llevó a cabo los tiroteos y asesinatos.
Ellos trataron de probar que el tirador no estaba en su sano juicio, y por lo tanto, por razones de locura, no era realmente culpable del crimen ante la ley. La carga
de la prueba recae sobre ellos, no hay presunción de ley a favor del joven.
También está el famoso caso en Oyster Bay Cove, Nueva York, en un edificio que
ahora sirve como centro de misas de la Sociedad de San Pío V. Hace muchas
décadas hubo un asesinato en ese edificio, realizado por la esposa de un hombre
a quien ella supuestamente tomó por un merodeador en medio de la noche. Ella
admitió que le disparó, pero sin darse cuenta de que era su esposo y por ello lo
hizo por error. Fue absuelta. La carga de la prueba del error, sin embargo, recayó
sobre ella, porque la presunción de ley estaba le era contraria.
Luego está el famoso caso de Washington durante la guerra civil americana, en la
que alegándose demencia temporal, se logró una absolución. Un hombre llegó a
su casa inesperadamente y encontró a su mujer con otro hombre. El marido se
puso tan furioso que tomó un arma y disparó de inmediato al amante de su mujer.
Admitió ante el tribunal que él realizó la acción, pero se declaró inocente por falta
de formalidad en el acto ya que él cayó en un arrebato de locura temporal a causa
de su ira extrema.
La cuestión es que toda ley, incluyendo la teología moral y el derecho canónico,
presume la culpabilidad, una vez que se ha admitido el hecho del pecado. La
persona que dice que no es culpable debido a la ignorancia debe probar la falta de
formalidad.
El obispo Williamson nos quiere hacer creer, en cambio, el absurdo de que los
“papas” del Vaticano II son ignorantes de la fe católica. Se supone que debemos
creer que Benedicto XVI, quien ha negado públicamente la resurrección de los
muertos al fin del mundo, no sabe que esta doctrina es parte del Credo de los
Apóstoles, del Credo Niceno y del Símbolo de San Atanasio.
El cuarto argumento del obispo Williamson, consiguientemente, se derrumba
porque se basa en principios falsos respecto a la culpabilidad formal, y con la
absurda suposición de que los “papas” modernistas podrían realmente ser
desconocedores de la Fe.
Además, el pecado de herejía pública es, no sólo el delito canónico, el que basta
para impedir la recepción de la autoridad papal.
RESPUESTA AL KYRIE ELEISON Nº 344
Esta entrega [del obispo Williamson] da una explicación de la infalibilidad de la
Iglesia, que adolece, sin embargo, de los mismos errores que hemos mencionado
anteriormente, similares a los de Hans Kung. Pretende separar la infalibilidad y la
indefectibilidad de la Iglesia, de la jerarquía.
En el segundo párrafo, el obispo Williamson expresa muy claramente la noción
católica de la infalibilidad de la Iglesia. En esencia, dice esto: que Cristo asiste a la
jerarquía de la Iglesia Católica de manera que la preserva del error en la
enseñanza de la doctrina católica.
En el tercer párrafo, sin embargo, dice que debido a que Dios no quita a nadie el
libre albedrío, estos mismos hombres de Iglesia, que en el párrafo dos dice que
están asistidos por Cristo para no cometer errores, dice que, de hecho, son
capaces de cometer el error. Esto no tiene sentido.
Él trata de salvar la infalibilidad diciendo que Dios no permite que su Iglesia se
convierta en ”totalmente defectible”. Prueba de ello es que incluso los Papas del
Vaticano II enseñaron algunas cosas que eran verdaderas. Se podría concluir
diciendo que la Iglesia podría defeccionar parcialmente, es decir, enseñar algunos
errores, pero no totalmente .
Luego él se hace la siguiente pregunta: “¿Cómo alguien podría entonces distinguir
lo verdadero de lo falso?” La respuesta que da es: mediante el tamiz de la doctrina,
es decir, mediante la comparación de lo que enseñan los “papas” del Vaticano II,
con el magisterio tradicional.
Así pues, repite la tesis de Küng de que la infalibilidad de la Iglesia no recae sólo
en la jerarquía, sino en la Iglesia como un todo. ”Ella [la Tradition] ha sido dada por
Dios a la Iglesia en su conjunto, y no sólo a los Papas, bajo la guía infalible del
Espíritu Santo”. [Subrayado en el original]
Hans Küng aplaudiría esta afirmación con entusiasmo ardoroso. Küng dice:
No hay que identificar la Iglesia con la Iglesia oficial, con el Papa y los obispos.
Más bien aunque está oculta, pero totalmente real, es la verdadera Iglesia de
aquellos que verdaderamente creen, los cuales no puede errar, porque Cristo
según su promesa sigue con ella hasta el fin del mundo; ella es la “columna y
baluarte de la verdad “(I Tim III. 15). Considerada con este alcance, la Iglesia ha
sido preservada, incluso bajo unos papas caídos en el error.
La teoría del obispo Williamson nos haría creer que la infalibilidad de la Iglesia y su
indefectibilidad están garantizadas gracias a los fieles que criban el magisterio
papal para descubrir sus errores. En este caso, el Espíritu Santo asiste a la Iglesia
creyente, cuando ha fallado en la asistencia a la Iglesia docente, es decir, a la
jerarquía.
Esto no tiene ningún sentido. ¿Cuál sería la asistencia del Espíritu Santo al Papa y
a los obispos, si Él no puede preservarlos de enseñar el error a toda la Iglesia? Si
él falla en preservarlos del error, ¿qué garantía tendríamos de que la Tradición es
verdad?
Conclusión
El obispo Williamson, incurre en algunos conceptos erróneos graves sobre la
naturaleza del magisterio, de la infalibilidad de la Iglesia, de la indefectibilidad de la
Iglesia, y de la naturaleza del pecado y del delito de herejía, así como de los
puntos básicos de la la ley moral y de la ley penal común. Sus teorías sobre el
magisterio le hacen a él y a sus seguidores, incurrir lógicamente en la herejía de
que el magisterio ordinario universal podría de hecho enseñar algo contrario a la
fe.
El error central del obispo Williamson es éste: que él separa la infalibilidad y la
indefectibilidad de la Iglesia Católica Romana, de la jerarquía de esa misma
Iglesia, y la transfiere al discernimiento [tamiz] de los fieles.
Por el contrario la fuerza del argumento sedevacantista es que refiere, absoluta y
exclusivamente, la infalibilidad y la indefectibilidad a la jerarquía católica romana.
En consecuencia, si la jerarquía falla [en le Fe], no hay jerarquía en absoluto.
El obispo Williamson, además, ha perdido una perspectiva más amplia que es
absolutamente fundamental: ¿Desde el Concilio Vaticano II y sus reformas, ha
habido un cambio sustancial de la fe católica, o sólo cambios accidentales? Dicho
de otra manera: ¿La religión que hallo en mi parroquia que funciona bajo la
orientación y aprobación del “Papa” Francisco, y del “obispo” local Novus Ordo, es
la Religión Católica? Dicho aún de otra manera: ¿Llegaré al cielo practicando la
religión que me ofrecen quienes, según el obispo Williamson, son el “papa” y los
“obispos” católicos romanos? ¿Es esta religión agradable a Dios, o le es
desagradable? ¿Es la religión verdadera o es una religión falsa?
Si afirmamos que la nueva religión es sustancialmente la misma que el catolicismo
anterior al Vaticano II, si decimos que es la Religión Católica, y que una persona
puede salvar su alma abrazándola y practicándola, entonces ¿qué necesidad
tenemos de que exista el movimiento tradicionalista? Resistir a los cambios
habidos sería resistir a la fe católica. Sería afirmar nuestra propia sentencia de
muerte eterna.
Pero si por el contrario, la nueva religión ha sufrido un cambio sustancial respecto
del Catolicismo Romano, si no es la religión católica, y es desagradable a Dios y es
el camino del infierno, entonces ¿cómo podremos decir que ha sido promulgada
por la Iglesia infalible e indefectible?
El obispo Williamson ofrece en sus explicaciones la línea estándar de Ecône para
justificar su postura oficial de “reconocer y resistir”. Quieren reconocer la jerarquía
Novus Ordo como verdadera jerarquía Católica Romana, pero al mismo tiempo la resisten en casi todo: Ellos condenan el Concilio, la Nueva Misa, los nuevos
sacramentos.
Ellos dicen a la gente que no asistan a las misas aprobadas por la que llaman
jerarquía católica. Dado que nada de esto tiene sentido en la teología católica,
Ecône ha tenido que fabricar una nueva teología para justificarse a sí misma. Yo lo
recuerdo. Yo he oído las mismas cosas en otro tiempo. Yo he oído decir al
Arzobispo Lefebvre en una conferencia: ”El magisterio del Concilio Vaticano II es
sólo magisterio ordinario, el cual no infalible” Entonces yo lo creía; más tarde, supe
que era un error muy grave, incluso una herejía, tal y como está dicho. También fue
el Arzobispo Lefebvre quien usó la analogía y el término de “tamizar” el magisterio
y la disciplina de la jerarquía Novus Ordo, para determinar lo que es católico y lo
que es modernista.
La teología de Ecône despoja de la infalibilidad y la indefectibilidad de la Iglesia, a
la jerarquía católica, la cual constituye la Iglesia docente, y la pone en los fieles,
que son la Iglesia discente. Para ello hace de la Iglesia Católica una Iglesia
protestante, en la que los individuos son inspirados por el Espíritu Santo en orden
a hallar la verdad.
La doctrina católica es que la Iglesia docente, la jerarquía católica romana es la
que guarda infaliblemente la Tradición, e infaliblemente la propone a toda la Iglesia.
De hecho, si esto no fuera cierto, no habría Tradición con la cual comparar el
Concilio Vaticano II y sus reformas. Porque, como el teólogo del siglo XIX De Groot
dijo en su “Tratado sobre la Iglesia”: “Quien separa la tutela y la preservación de
las tradiciones del magisterio infalible de la Iglesia, quita a los hombres la certeza
infalible de estas tradiciones” [Énfasis en el original] 12
Irónicamente, tanto el obispo Williamson como Hans Küng, separan la tutela y la
preservación de las tradiciones de la jerarquía de la Iglesia Católica.
Aunque ciertamente el obispo Williamson no quiere tener nada que ver con la
herejía, sin embargo, él a través de su teología de Ecône, ha encontrado en Hans
Kung, un compañero de camino.
Bp. Donald Sanborn responde a una objeción común
[De Bp. Sanborns En Veritate Blog ]
El Papa-Tamizado
La recusación se ha hecho para mi reciente respuesta al obispo Williamson. Es
una objeción frecuentemente formulada contra los sedevacantistas. Se objeta que
los sedevacantistas no pueden criticar a la Fraternidad San Pío X por tamizar el
magisterio, ya que ellos mismos tamizan a los papas. Al encontrar una
discrepancia entre el pre-Vaticano II y el Magisterio del post-Vaticano II, los
sedevacantistas simplemente deponen a los papas que les parecen estar fuera de
la ortodoxia. Ahora bien, ellos no tienen autoridad para hacer esto. Así pues,
mientras que los sedevacantistas objetan a los de la FSSP su “magisterio-cribado”
ellos mismos caen en lo mismo al presentar a “papas-cribados“, lo cual es la
misma cosa.
En primer lugar, como ya he dicho en mi artículo, todo católico debe comparar todo
lo que oye con el Magisterio anterior de la Iglesia, también los nuevos actos del
propio magisterio, ya que el magisterio de [de la Nueva Iglesia] enmienda los
dogmas de la Iglesia, que son el objeto de nuestra fe. Así pues, una vez que la
Iglesia se ha pronunciado sobre cualquier tema dogmático o moral, su
pronunciamiento queda para siempre. Nada a partir de entonces puede
legítimamente contradecirlo. Incluso las papas están obligados a respetar el
Magisterio anterior.
La asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia asegura que cualquier acto del
magisterio de la Iglesia se hará en consonancia con el Magisterio anterior. Por otra
parte, por el don de la indefectibilidad, el Espíritu Santo ayuda a la Iglesia de una
manera tal que ninguna disciplina universal o ley, ya sea litúrgica o cualquier otra,
podrían caer en algo pecaminoso.
Por consiguiente, si hay contradicción entre el Magisterio anterior y el magisterio
actual, el católico debe seguir al Magisterio anterior, el cual de ningún modo puede
alterarse, siendo el objeto de la virtud de la fe. Haciendo esto, el católico debe ver
el “magisterio” que contradice al anterior, como algo que viene de una jerarquía
que no goza de la asistencia del Espíritu Santo. Porque es imposible que una jerarquía, asistida por Él, pueda promulgar una cosa así. Por lo tanto, la
contradicción que se encuentra en el nuevo “magisterio” debe ser vista como una
señal infalible de que no procede de una jerarquía divinamente asistida. Por tanto,
Pablo VI promulgando las herejías del Vaticano II nos da una señal infalible de que
no gozaba de la autoridad papal, ni nunca la tuvo, ya que en este caso hubiera
gozado de una asistencia que le hubiese impedido promulgar la herejía y el error.
Lo mismo puede decirse de las leyes y disciplinas. Si los tradicionalistas dicen que
la nueva liturgia es mala , y que los nuevos sacramentos no son válidos , por lo
menos en algunos casos, y que el Código de Derecho Canónico de 1983 contiene
leyes pecaminosas, entonces están implícitamente afirmando que es imposible
que estas cosas procedan de una jerarquía asistida por Dios. La única conclusión
posible es el sedevacantismo.
Observe que los tradicionalistas no pueden esquivar la conclusión del
sedevacantismo, sin negar implícitamente la asistencia del Espíritu Santo a la
Iglesia, lo cual en realidad sería una herejía.
El grave error de la Fraternidad San Pío X y del obispo Williamson es precisamente
decir que el Papa y la jerarquía católica en su conjunto puede contradecir al
Magisterio anterior y puede promulgar malas liturgias, disciplinas y leyes a toda la
Iglesia, creando con ello una religión completamente nueva y falsa. La solución,
dicen, es tamizar el magisterio conciliar y postconciliar, la liturgia, las disciplinas y
las leyes para quedarse con lo que pueda haber de tradicional, y a la vez
reconocer a los que divulgan la religión falsa como si fuera una jerarquía católica
legítima. Esto significa que la jerarquía católica infalible ha promulgado
universalmente la herejía y el error, así como las perniciosas liturgias, leyes y
disciplinas. Ahora bien, esto es contrario a la fe.
Por tanto, la fe nos exige no tamizar el magisterio y las disciplinas defectuosas,
sino rechazar a los que las divulgan como una falsa jerarquía, es decir, como una
jerarquía que no tiene autoridad para enseñar, regir, y santificar a la Iglesia.
Los sedevacantistas no están deponiendo a nadie, ya que no tienen autoridad
para hacerlo. Por tanto, según la Tesis del obispo Guérard des Lauriers , los fieles
sólo pueden y deben decir que la jerarquía Novus Ordo carece de autoridad, por
las razones expuestas, pero no está y no puede estar depuesta, salvo por una
autoridad legítima.
El sedevacantismo, como dije en mi artículo, sigue lo que San Pablo dice a los
fieles de Galacia en el primer capítulo de esta epístola. Si cualquier persona,
incluyendo un ángel o él mismo, predica una doctrina diferente a la que ha
predicado, sea anatema [ver Gálatas 1:8-9]. Él no dice: tamizar la falsa doctrina
de para quedarse con lo tradicional. En otras palabras, si un predicador contradice
el Magisterio anterior, debe ser totalmente rechazado, y no “aceptado pero tamizado.” Del mismo modo Pablo IV pide el rechazo absoluto del papa electo que
resulta ser un hereje . Él manda a los fieles no que tamicen la doctrina con la
verdad, sino que lo consideren un falso papa.
Por lo tanto, si por “tamizar al Papa” nos referimos a que los fieles católicos deben
rechazar como falso a un predicador de falsas doctrinas, incluso aunque fuera el
propio San Pablo, entonces los sedevacantistas se confiesan culpables [de
tamizar al papa], porque esto es lo que San Pablo y la Iglesia Católica nos mandan
hacer. El “papa-tamizado” en realidad, es un papa equivocado. Lo correcto sería
hablar de un “hereje-tamizado”, es decir, hay que tamizar la jerarquía de herejes,
algo que la Iglesia siempre ha hecho. Porque ningún hereje puede ser un
verdadero Papa.
El obispo Williamson quiere transferir la asistencia del Espíritu Santo al Papa y a la
jerarquía, a los fieles creyentes, asegurando de esta manera la infalibilidad del
magisterio por el consentimiento y la aceptación de los fieles. En este sistema, uno
puede tener un Papa y una jerarquía defectibles, y al mismo tiempo una Iglesia
infalible e indefectible.
En otras palabras, usted puede tener su papa y también devorarlo.
Notas
1 Schultes, Reginald-Maria, de Ecclesia Catholica Prælectiones Apologeticæ, (Paris: Lethielleux, 1931), p. 355.
2 Berry, Sylvester, DD, La Iglesia de Cristo, (Saint Louis: B. Herder, 1927) pp 466-467.
3 Küng, Hans, la infalibilidad? Una investigación, (Garden City, Nueva York: Doubleday, 1971), p. 181.
4 Ibid., P. 182.
5 Citado en ibid., Página 183.
6 Ibid., Página 189.
7 Ibid.
8 Citado ibid., Página 200.
9 Citado ibid., Página 201.
10 El P. Cekada ha hecho un excelente artículo sobre el pecado y el crimen de herejía, que hallarse en traditionalmass.org.
11 Küng, op.cit., P. 195.
12 De Groot, JV, OP, Summa de Ecclesia Catholica Apologética, (Ratisbona: GJ Manz: 1906) p. 765.
Traducción: Amor de la Verdad
Fuente: In Veritate
No hay comentarios:
Publicar un comentario