viernes, 1 de enero de 2016

R.P. Leonardo Castellani: La Circuncisión del Señor




Domingueras Prédicas II
R.P. Leonardo Castellani


Evangelio de la Circuncisión (1)
Lc. II, 21 (2)

No sé qué les daba a los Romanos por celebrar el último día del año, anoser que todos desearan morirse; porque el último día del año significa simplemente que tenemos un año menos de vida -pero nosotros celebramos la Circuncisión del Señor, el Nombre de Jesús y damos gracias por los beneficios recibidos; que algunos beneficios habremos recibido, por mal que nos haya ido el año.

El Evangelio de hoy es un solo versículo y dice simplemente:


"Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción."


Como saben, la Circuncisión era para los judíos lo que para nosotros el Bautismo, la ceremonia que marcaba la entrada del niño en la sociedad religiosa, o sea, el pacto con Dios, la cual ceremonia enseñó o inspiró Dios a Abraham (3) y usan todavía los judíos; de modo que San José circuncidó al Niño y le impuso el Nombre que le había revelado a él y también a la Santísima Virgen el ángel de la Anunciación. (4)

Esa ceremonia sangrienta (circum-cidar significa cortar alrededor) quedó abolida por el Bautismo -pero no sin dificultad; en la primitiva Iglesia hubo una discusión enconada sobre si había que circuncidar a los nuevos cristianos, tanto que se pelearon San Pedro y San Pablo en el Primer Concilio, el Concilio de Jerusalén (5); es decir, San Pablo reprendió al Papa de que hacía cumplir todavía las ceremonias abolidas de la Antigua Ley, o por lo menos toleraba eso; pues los primeros cristianos fueron judíos conversos casi todos, y querían imponer a los Gentiles que se convertían sus ritos y sus costumbres. San· Pedro le dio la razón a San Pablo y se humilló. Y el Concilio decretó que no se impusieran los ritos judíos (6).

Yeshua, el nombre que el ángel había anunciado de parte de Dios "antes que fuera concebido" a la Virgen y antes que fuera nacido a San José, significa Salvador, o sea, El-que-da-la-salud. Ése es el propio nombre de Nuestro Señor, porque el otro nombre Cristo, traducción griega de la palabra hebrea Mesías, es un sobrenombre que significa Ungido, como eran ungidos los Reyes y los sacerdotes. El nombre de Jesús es pues nuestra salud, como si dijéramos una palabra mágica, que la Iglesia usa continuamente y repite sin cesar al final de todas las oraciones: "per Dominum nostrum ]esum Christum...", en la absolución, en los sacramentos, en los exorcismos; el cual debemos tener en la boca al vivir y al morir. ¡Cuántos no se habrán salvado por decir con fe y compunción el nombre de Jesús al morir!

El primer milagro que se hizo en la Iglesia fue hecho con el nombre de Jesús. Pedro y Juan fueron al Templo a orar: pues los cristianos de Jerusalén iban al Templo a orar antes de que comenzase la "persecución grande" que los dispersó, en la cual fue martirizado San Esteban (7), primer mártir. En el pórtico del Templo encontraron un baldado que pedía limosna, paralíticas las piernas de nacimiento durante 40 años. San Pedro le dijo: "Mírame, oro ni plata no tengo, pero lo que tengo te doy: en el nombre de Jesús levántate y anda." (8) Se armó un gran barullo y se juntó mucho pueblo; y San Pedro les hizo un sermón. No había acabado el sermón cuando lo metieron preso, los Pontífices y los Ancianos y los Escribas del Sanedrín. San Pedro le dijo al tribunal: "¿Ahora nos van a castigar porque he salvado -dado la salud- a un hombre, por un beneficio que he hecho?" "No por eso -le dijeron-·sino por ese nombre de Jesús, que no se debe pronunciar." San Pedro les hizo otro sermón, el primer sermón del nombre de Jesús. Les prohibieron pronunciar el nombre "del hombre ese". San Pedro: "No hay ningún otro nombre en el cielo ni en la tierra que pueda salvarnos.'' "Bueno, pues les prohibimos que lo digan una vez más." "Bueno -dijo San Pedro- ved vosotros mismos si no conviene obedecer antes a Dios que a los hombres."(9). Y siguieron predicando, y se convertían y bautizaban hombres y mujeres en multitud. Los arrestaron de nuevo y los hicieron azotar; y ellos "azotados iban gozosos por delante del Consejo por haber sido dignos de sufrir ultraje por el nombre de Jesús." (10)

Es notable el consejo que dio el Rabbí Gamaliel a este tribunal de obstinados: "Déjenlos, porque si esto es cosa de los hombres, se va a deshacer solo; pero si es cosa de Dios, nosotros no lo vamos a atajar." (11) No le hicieron caso y desataron la Gran Persecución (12), y no atajaron nada. Al contrario, hicieron que el nombre de Jesús se conociese en toda Palestina, y después en Grecia y Siria, y después en Roma, y después en España y todo el Imperio; y después en todo el mundo,


HASTA NOSOTROS.


Notas

1. N. del E.: Algunas pocas expresiones y ocasionalmente algún pasaje de estas homilías han sido omitidos.
2. El texto de este Evangelio aparece en la homilía.
3. Génesis 17, 9-14.

4. Mateo 1, 21; Lucas 1, 31.
5. El incidente tuvo lugar en Antioquía y San Pablo lo narra en Gálatas 2, 11-14. El Concilio de Jerusalén se pronunció contra la doctrina de ciertos cristianos de origen fariseo quienes enseñaban la necesidad de la circuncisión y la observancia de las obras de la Ley. Según esto, la salvación no venía de Cristo sino de las instituciones judías (Hechos 15, 1,4-5). San Pablo luchó a brazo partido contra esta falsificación: el Apóstol sostuvo que la salud es dada por la gracia; los ritos del Antiguo Testamento no eran más que una sombra de la Vida Nueva que trae Cristo y comenzamos a recibir en el Bautismo. "El Antiguo Testamento es un orden abolido. La Iglesia lo conserva sólo porque contiene la figura de Cristo"*.
6. Hechos 15, 7-29.

7. Hechos 7, 54-60.
8. Hechos 3, 1-10.
9. Hechos 4, 1-20.
10. Hechos 5, 41.
11. Hechos 5, 34-39.

12. Hechos 8, 1.



Sea todo a la Mayor Gloria de Dios


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