En aquel tiempo: Fué Jesús fue conducido al desierto por el Espíritu, para que fuese tentado por el diablo. Ayunó cuarenta días y cuarenta noches, después de lo cual tuvo hambre. Entonces el tentador se aproximó y le dijo: “Si Tú eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se vuelvan panes”. Mas Él replicó y dijo: “Está escrito: “No de pan sólo vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Entonces lo llevó el diablo a la Ciudad Santa y lo puso sobre el pináculo del Templo; y le dijo: “Si Tú eres el Hijo de. Dios, échate abajo, porque está escrito: “Él dará órdenes a sus ángeles acerca de Ti, y te llevarán en palmas, para que no lastimes tu pie contra alguna piedra”. Respondióle Jesús: “También está escrito: “No tentarás al Señor tu Dios”. De nuevo le llevó el diablo a una montaña muy alta, y mostrándole todos los reinos del mundo y su gloria, le dijo: “Yo te daré todo esto si postrandote me adoras”. Entonces Jesús le dijo: “Vete, Satanás, porque está escrito: “Adorarás al Señor tu Dios, y a Él sólo servirás”. Le dejó entonces el diablo, y he aquí que ángeles se acercaron para servirle.
Mateo IV, 1-11
Domingueras Prédicas II
R.P. Leonardo Castellani
Domínica primera de Cuaresma
Ayuno y Tentaciones de Cristo (1962)
La Iglesia nos propone en este Domingo las tres tentaciones de Cristo tal como están en San Mateo. Dios se hizo verdadero hombre y por tanto, semejante al hombre en todo, menos en el pecado, dice San Pablo (1); y por eso tuvo que ser tentado y fue llevado POR EL ESPÍRITU SANTO para ser tentado al desierto, dice misteriosamente el Evangelio: las tentaciones suceden en el desierto y a la hora del crepúsculo, cuando hay poca luz. Fue tentado de afuera y no de adentro porque no tenía pasiones desordenadas (que son rastros y rostros del pecado), sino que sus pasiones estaban sujetas a la razón, como en Adán. El Diablo lo tentó. "¡Qué miedo tendría el Maldito!", dice Santa Teresa.
Las tres tentaciones de Cristo parecen raras, no parecen las tentaciones ordinarias que tienen los hombres; y así algunos Santos Padres dijeron que eran tentaciones muy especiales porque Cristo era un hombre muy especial. Eso no es exacto: Cristo era verdadero hombre, el primero de los hombres, el Hombre por excelencia, el representante de la Humanidad entera; y sus tentaciones son las tentaciones ordinarias de la Humanidad entera. Tenemos que rehacer la exégesis destas tentaciones a la vista de las cosas de nuestro tiempo. Cada generación tiene que rehacer la exégesis de los Evangelios; porque la exégesis que hizo San Agustín para el siglo IV, por ejemplo, no sirve mucho para el siglo XX; lo cual no quiere decir que el Evangelio no sea siempre el mismo, o que lo que fue verdad en el siglo IV no sea verdad también en el siglo XX. La aplicación es lo que varía.
El Maldito propuso a Jesucristo que hiciera un milagro para procurarse pan, primero; segundo, que se arrojara desde el pináculo del Templo a ver si Dios le mandaba un ángel con un paracaídas; y tercero, desembozadamente, que lo adorara al mismo Demonio a cambio de todos los Reinos de la Tierra. Cristo respondió con tres versículos de la Sagrada Escritura; y en la tercera tentación lo mandó al diablo al Diablo: "Vete de aquí, Satanás."
Satanás tienta a los hombres con los bienes de la tierra, simplemente: estas tentaciones tienen una misma línea o eje, una línea que se va agravando. Mucho se podría decir acerca dellas, se podrían hacer tres largos sermones, que yo he hecho; pero aquí resumo. La primera tentación es de anteponer los bienes materiales a los bienes espirituales; la segunda es lo que llamamos tentar a Dios; la tercera es renegar simplemente de Dios. Las respuestas de Cristo dan el sentido de cada tentación; porque las palabras del Diablo son ambiguas y tramposas.
"Si eres el Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan": modelo de estilo lacónico. El fin del Diablo era doble: una, que Cristo cometiera un pecado; y dos, sacarse él una duda: el Diablo no sabía seguro si Cristo era el Mesías y menos sabía si Cristo era Dios, cosa que no le cabía en la cabeza, como no cabe en la cabeza de ningún ser creado, anoser por medio de la gracia, que el Diablo no tiene. El pecado consistía en usar una cosa espiritual, el don dé hacer milagros, para obtener una cosa material, el alimento; bien necesario en ese momento. El don de hacer milagros, lo mismo que la palabra de Dios, están destinados únicamente al bien espiritual de las almas: ningún santo hizo milagros en provecho propio o para obtener bienes temporales. Usar las cosas espirituales para enriquecerse, por ejemplo, es un pecado grave que se llama "simonía", nombre tomado de Simón el Mago, que quiso comprarle a San Pedro por dinero el don de hacer milagros, justamente (2). Aquí la tentación es más sutil, porque el Diablo no le propone enriquecerse, sino satisfacer una necesidad -la cual había de satisfacerse de otra manera. "Al fin de los cuarenta días tuvo hambre"; pero podía ir a buscar pan. (El ayuno de cuarenta días no es un milagro, como dicen Salmerón, Ricciotti, San Ambrosio, y otros. Es posible a cualquier hombre y muchos hombres lo han hecho. El hambre desaparece al tercer día y vuelve con tremenda fuerza a los cuarenta días).
La respuesta de Cristo da el sentido desta tentación; "No de solamente pan vive el hombre, sino más bien de toda palabra que sale de la boca de Dios", sea através de la Revelación, sea através de la Razón. La verdadera vida del hombre está en la palabra de Dios y eso debe estar por encima de todas las cosas temporales: esta tentación de anteponer lo material cubre todas las tentaciones del hombre, y sobre todo las tentaciones carnales: su nombre filosófico es "Materialismo"; y la palabra PAN (que en griego casualmente significa TODO) está aquí por todas las cosas creadas en su inmanencia, es decir, en cuanto dicen relación con nosotros y no con Dios. Yo puedo usar el pan, como cualquier otra cosa, incluso la riqueza, el talento, el poder o la ciencia, para servir a Dios; y en ese caso, el pan se vuelve trascendente; pero si uso cualquier cosa exclusivamente para mí mismo, la cosa permanece en su inmanencia, como dicen los filósofos en su dialecto. Poco o nada valen ellas en ese caso, por mucho que las puedan preciar o estimar los hombres; y menos que nada, si sirven para la perdición. "Todas las cosas temporales han sido creadas simplemente para nuestra salvación eterna."
La gente dice que ahora estamos en un tiempo de materialismo. Pur troppo (3). La actitud fundamental del pecador es ésta: preferir los bienes de la tierra. Esta actitud se agrava cuando el pecador desafía a Dios, que es lo que llamamos "tentar a Dios": entonces no es ya inmanencia, sino trascendencia, pero al revés, trascendencia invertida: el hombre comienza a hacerse el diosecito. "No tentarás al Señor tu Dios", respondió Jesucristo; el Diablo quería que Cristo exigiese un milagro de Dios con el fin de ganar renombre y publicidad; porque si la gente del Templo lo viera descender lentamente por el aire, sin duda hubiese obtenido gran publicidad. Como ven, es la misma tentación de antes, agravada: pero el Diablo lo tienta ahora con la Sagrada Escritura en la mano. Esto de desafiar a Dios o poner condiciones a Dios es la tentación de los píos y de los religiosos; de los falsamente píos y falsamente religiosos. El Diablo nos tienta conforme a nuestro natural: las tres cosas con que tentó a Cristo eran cosas a Cristo debidas y que Cristo debía obtener un día: el día de la Ascensión, por ejemplo, voló por el aire, "batiendo el record" de altura de todos los aviadores hasta ahora; y obtuvo en el mundo una gran fama, mayor que la de Glenn (4). En cuanto a obtener pan con tal de abandonar la palabra de Dios, es una cosa que Rusia está ofreciendo hoy día a todo el mundo.
"¿Dónde está eso, el tentar a Dios?", dirá alguno. "¡No hay eso!" Cada dos por tres me encuentro con gente que dice si Dios hace esto o si Dios deja de hacer estotro, yo no creo más. Eso es poner condiciones a Dios, o sea, endiosarse. La respuesta es: "Ud. no cree ahora tampoco. Nunca ha creído. Su fe no está fundada. Su fe es un capricho." El "Condenado por Desconfiado" de Tirso de Malina hace eso: es un ermitaño llamado Pablo que pone condiciones a Dios, le exige que le asegure si se va a salvar o no después de tantos ayunos y oraciones; y el Diablo, disfrazado de ángel de luz, se le aparece y le dice de parte de Dios que si persevera en su vida santa, su fin eterno será igual que el fin eterno de un tal Enrico. Paulo se va a Nápoles y halla que el tal Enrico es un bandido, un rufián y un asesino. Desesperado al ver eso, se lanza a una vida igual que la de Enrico, se hace capitán de bandoleros. Al final se condena, y Enrico se salva porque Enrico se arrepiente antes de ser ejecutado: de manera que el Diablo lo engañó a Paulo con la verdad; si hubiese perseverada en su vida piadosa, hubiera tenido la misma suerte eterna del Enrico. Es una espléndida fábula dramática que dice Tirso es histórica, que él la tomó de un libro de Belarmino.
Esto de tentar a Dios es el origen de todos los errores, cismas, herejías y falsas religiones del mundo: el hombre quiere imponer a Dios una religión inventada por él a la medida de su razón, o de sus pasiones, o caprichos. Muchos ejemplos podría poner: anteayer leí el reglamento de la cárcel de Oldgate en Londres, donde encierran a los condenados a muerte. Un artículo dice: "El capellán de la cárcel tendrá libre acceso al reo, si éste es desta persuasión religiosa, la Iglesia Inglesa Establecida ("Established Church"); si es de otra persuasión religiosa, el reo puede pedir un ministro de su misma persuasión." Como ven, la religión es para éstos una persuasión, es decir, asunto de elección propia, o preferencia, o capricho. Pero en Inglaterra hay docenas de persuasiones religiosas, o sea sectas, además del Catolicismo o "Papismo", que es un 6% de la población; y estas persuasiones religiosas son contradictorias entre sí.
¿Cómo puede ser que a Dios "le gusten todas en general", como dice el tango? Una persuasión religiosa sostiene que Cristo es Dios, y veinte otras sostienen que no; una persuasión religiosa sostiene que el Cuerpo de Cristo está en la hostia, o ES la hostia, y veinte otras sostienen que adorar un mísero pedazo de pan es idolatría; y en tiempo de Isabel Tudor llevaban a la horca en Tyburn al que oía una misa -a escondidas; y en tiempo de María Tudor quemaban vivo al que decía que la misa era idolatría. Los protestantes llaman ahora a María Tudor, "María la Sangrienta", Bloody Mary; y los católicos llaman a Isabel I, "Isabel la Feroz", o por lo menos, "la Desdichada" (5). Y todas estas persuasiones religiosas ahora para el Gobierno son lo mismo. ¿Les parece que para Dios serán lo mismo? ¿Será igual para Dios que digan Jesucristo fue un impostor o digan fue el Hijo de Dios? Cuando estuve en Londres en 1956 había una polémica en los diarios sobre si Jesucristo fue un impostor o fue Dios (6). Los hombres del siglo XVI eran más lógicos (7).
Tentar a Dios, ponerle condiciones, imponerle leyes, es una tentación permanente del hombre.
La tercera tentación es abiertamente satánica: renegar de Dios a cambio de todos los Reinos del Mundo -es decir, a cambio de lo que Dios había prometido al Mesías, lo que era el destino de Cristo. Porque ésa es la astucia del Diablo, prometernos lo mismo que Dios nos quiere dar, pero por mal camino; como tentó a Adán y Eva. ¿Podía el Diablo darle eso: "Todo lo que ves es mío y yo a quien quiero se lo doy"? Es notable que Cristo no le respondió: "Mentiroso, todo esto es de Dios y tú no lo puedes dar", sino que lo repelió con violencia. Porque el Diablo, el Príncipe deste mundo, puede mucho en este mundo, y sobre todo en la Política. En la Política, el Diablo es una luz.
"Vender su alma al Diablo" significa ponerse enteramente en el camino de la maldad para conseguir poder, por ejemplo; o alguna otra presea. Esas leyendas de la Edad Media de hombres que firman un compromiso escrito con su sangre de entregar su alma y el Diablo los hace triunfar en esta vida, como Fausto, o como Cipriano, o como el Cazador Furtivo, de Weber, esconden una profunda verdad. Si uno se hace malo del todo, tiene una ventaja de armamento sobre todos los demás. Los criminales chicos los agarran los jueces, pero los criminales grandes no los agarran los jueces, y a veces son ellos mismos los jueces (8). Los malvados triunfan a veces en esta vida. ¿Durante toda la vida? No siempre. Porque el Diablo cuando hace una olla, siempre se olvida de hacer la tapa.
Tiberio, Emperador Romano sucesor de Augusto, reinaba sobre todo el mundo conocido cuando Cristo era tentado en el Monte de la Tentación. Fue un gran malvado y le fue bien toda su vida; y después de muerto lo "apotheosaron" -es decir, lo declararon Dios: "divus Tiberíus "; lástima que sus sirvientes no lo creyeron dios, porque lo mataron a los 78 años ahogándolo debajo de un montón de ropa sucia.
Tiberio es el responsable último de la Crucifixión de Cristo, el peor crimen perpetrado en el mundo. Y sin embargo gobernó bien el Imperio; es decir, por lo menos el Imperio prosperó durante su gobierno; pero a él, con todos sus "facinora et dedecora", como dice Tácito, ignominias y facinerosidades, posiblemente se lo llevó el Diablo, al cual adoró y obedeció (9).
Notas
1. Hebreos 4, 15.
2. Hechos 8, 9-24.
3. "Y así es, desgraciadamente".
4. Glenn fue el primer yankee en órbita: en febrero de 1962 dio tres vueltas a la Tierra.
5. Isabel 1 de Inglaterra (1533-1603) fue hija del sifilítico Enrique VIII y de Ana Bolena, la segunda de las seis mujeres de Enrique, quien hizo decapitar a la Bolena cuando se cansó de ella. La mala herencia y el desastroso ambiente en que Isabel fue criada hicieron que pronto se manifestara su anormalidad psíquica y moral. Apenas con 15 años tuvo una relación escandalosa con su tío, Thornas Seyrnour, quien fue llevado al cadalso. Llegó al trono en 1558, y aunque tenía dotes notables, nunca pudo superar las taras hereditarias ni romper el círculo de Potentados que habían aprovechado la Revolución Protestante para arrebatar los bienes de la Iglesia y usaban a la Reina corno mascarón de proa. Corno sabía que no podría tener hijos, prefirió permanecer soltera y cultivar la fama de "Reina Virgen". Aun cuando tuviese la piel tan arrugada corno un pergamino y su aspecto fu era el de una ruina, Isabel exigía que la adularan por su "gran belleza en el esplendor de la juventud" (Belloc, Hilaire, Characters of Reformation, págs. 170-171). Sus locuras aumentaron con el paso del tiempo, y cuando se acercaba a los 70 años se enredó con Essex, 34 años menor que ella. La camarilla que detentaba el poder se sintió amenazada por el creciente influjo de Essex y decidió eliminarlo. Aunque sintió que su corazón se partía, Isabel cedió y puso su firma en la sentencia de muerte de su amante. La Reina vivió aún dos años más y su fin resultó patético: después de un colapso nervioso permaneció en silencio durante horas, sentada sobre el piso y con el dedo en la boca hasta que expiró, el 24 de marzo de 1603.
6. Ver "El Evangelio de Jesucristo", Domingo de Quincuagésima, nota 3.
7. En "Religion as a Formality" ("The Illustrated London News", 18 de julio de 1914), Chesterton señala que la nota distintiva del espíritu frívolo es tomar la religión como una formalidad y sostener, por tanto, que todas las religiones son iguales. Pero la experiencia enseña que cuando da lo mismo que un hombre invoque a un dios o a otro, entonces será obligado a adorar al "dios visible": el magistrado. En efecto, dos mil años atrás el Imperio Romano se mostraba tolerante con cualquier culto con tal que incluyera el culto del Emperador. La libertad religiosa moderna es el reverso de la tiranía social moderna. Castellani escribe al respecto: "Se está formando una nueva religión ante nuestros ojos; y una nueva religión necesita sacrificios de sangre, sea de mártires, sea de animales. Antes se creía que el hombre era chico, y Uno solo era grande, Dios; ahora existen ya Tres Grandes, (a no ser que sean Cinco), que son un solo Dios verdadero. Antes se creía que la Esperanza del Mundo era Cristo; ahora el torpe semanario socialista proclama que la, esperanza del mundo es el Mayor Atlee. Antes se creía que la Iglesia era el Arca Unica de salvación, ahora la Iglesia no es más que una de las tres o cuatro Ramas del Cristianismo Democrático; y otra rama muy digna de consideración es el Comunismo. Antes yo era cristiano, actualmente me da vergüenza llamarme cristiano, porque en seguida me preguntan: '¿democrático o nazi?' Ahora yo digo simplemente que soy de Cristo. El cual vive, y ha venido y debe volver" ("Habla el Vigía", en "Decíamos Ayer", p. 398).
8. "Jamás, que nosotros sepamos, la Corte Suprema ha producido un acto de justicia suprema, le defensa de un derecho natural conculcado: como por ejemplo la defensa del derecho natural y constitucional del padre de familia a dirigir la educación del hijo conculcado por el monopolio estatal de la enseñanza. Si se publicaran las acordadas de la Corte en sus 80 años de vida, no hallaría el pueblo en esos documentos herméticos y regiminosos un solo gesto inteligible y grande: la posición de algún gran principio jurídico -un golpe certero a la insolencia desmesurada del mercader logrero, sea o no extranjero -el hacer tascar el freno de la ley a un multimillonario -la defensa heroica de la Nación contra alguno de esos grandes estupros de que ha sido víctima-, en fin, cualquier actitud en que aparezca el Juez y no el Intérprete, la gran espada luminosa y desnuda de la Justicia en vez del compás y la cinta métrica. Todas esas acordadas justifican el dicho cortante de un gran profesor argentino de que la Suprema Corte se ha mostrado sumamente competente en declararse incompetente. Una cosa es ser Corte, y otra darse corte" (Castellani, "La Corte del Faraón", en "Cabildo", 22-XIl-1944. El artículo fue reeditado en "Decíamos Ayer", Bs. As., Editorial Sudestada, 1968, págs. 259-263). Las agachadas de aquellas Cortes de señorones condujeron al cumplimiento exacto de lo que Castellani afirma en esta homilía.
9. Sobre Tiberio, ver Psicología Humana, JAUJA, Mendoza, 1995, 1997, Capít. VI - El Carácter.
Sea todo a la Mayor Gloria de Dios
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