En aquél tiempo: Dijo Jesús a sus apóstoles: Y ahora Yo me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: ¿Adónde vas? sino que la tristeza ha ocupado vuestros corazones porque os he dicho esto. Sin embargo, os lo digo en verdad: Os conviene que me vaya; porque, si Yo no me voy, el Intercesor no vendrá a vosotros; mas si me voy, os lo enviaré. Y cuando Él venga, presentará querella al mundo, por capítulo de pecado, por capítulo de justicia, y por capítulo de juicio: por capítulo de pecado, porque no han creído en Mí; por capítulo de justicia, porque Yo me voy a mi Padre, y vosotros no me veréis más; por capítulo de juicio, porque el príncipe de este mundo está juzgado. Tengo todavía mucho que deciros, pero no podéis soportarlo ahora. Cuando venga Aquél, el Espíritu de verdad, Él os conducirá a toda la verdad; porque Él no hablará por Sí mismo, sino que dirá lo que habrá oído, y os anunciará las cosas por venir. Él me glorificará, porque tomará de lo mío, y os (lo) declarará.
Juan XVI, 5-14
Domingueras Prédicas II
R.P. Leonardo Castellani
Domínica cuarta después de Pascua
La Promesa del Espíritu de Santo (1962)
Esta perícopa del Evangelio de Juan pertenece al último sermón o recitado de Cristo, y está inmediatamente antes del Evangelio del Domingo pasado, el de la Parturienta y el del "un poco y ya no me veréis". Tiene el mismo sentido general, el de consolar a los Apóstoles, pero aquí los consuela con la promesa del Espíritu Santo. Los Apóstoles estaban todo desbaratados, como se ve por las preguntas desbaratadas o disparatadas conque interrumpen a Cristo. Naturalmente; aunque no fuera más, porque acababan de ver la siniestra salida de Judas del Cenáculo, después de la maniobra conque Cristo indicó a San Juan quién era el traidor y las oscuras palabras: "Lo que has de hacer, haz lo pronto." (1) Y todo lo que había pasado aquel día y los anteriores desde el Domingo de Ramos, escenas y palabras desusadas, escenas de violencia, palabras de amenaza, habían puesto ¡con razón! a los Apóstoles en una gran zozobra. Sus esperanzas se desmoronaban y sus temores crecían. La actitud de Cristo, empero, parece la de un Jefe de Estado Mayor que da las últimas órdenes. La última orden de Cristo antes de ser muerto es la caridad, y las palabras que retornan de continuo en este su testamento son: el Espíritu Santo, la esperanza, el gozo, el mundo y el Príncipe deste mundo.
Hay en esta perícopa, que en todo lo demás es clara, un lugar difícil, que vale la pena esclarecer. Es éste que dice:
"Y cuando venga el Espíritu Santo,
Él argüirá al mundo de pecado y de justicia y de juicio:
de pecado, porque no creyeron en mí;
de justicia, porque voy al Padre, y ya no me veréis;
de juicio, porque el Príncipe deste mundo ya está juzgado."
¿Qué quiere decir esta algarabía? Parece hablar en jerigonza.
El buen Juan de Maldonado, que es el exégeta más grande del siglo XVI y aun quizá ningún otro se levantó más grande hasta nuestros días, dice: "Hemos llegado al lugar más difícil de todos los cuatro Evangelios. Aquí hay una dificultad en cada palabra, y en algunas hay dos o tres...". Y después empieza a hacer un gran pastel con San Agustín por aquí, San Ambrosio por allá, San Cirilo y San Jerónimo por acullá, y Teodoreto y Teofilacto de llapa; y al final de la explicación se entiende mucho menos que al principio. Por gusto he estado viendo este lugar en todos los libros de Exégesis que poseo, y el único que da en el clavo es el gran Comentario inglés de la Escritura publicado por especialistas actuales bajo la dirección del benedictino Orchard; pero esta misma exégesis, firmada por el doctor en Sagrada Escritura William Leonard, aunque explica lo que Cristo quiso decir, no explica el por qué lo dijo desa manera. Si Cristo quiso decir eso, ¿por qué lo dijo confuso en vez de decirlo así como Ud?
Voy a poner primero en prosa lo que Cristo quiso decir, y después explicar por qué lo dijo así, en verso, digamos; aunque en realidad, no es verso sino estilo oral rítmico y mnemotécnico (2).
Cristo quiso decir: "Esto que va a pasar ahora, por lo cual estáis tristes, es necesario: va a ser mi triunfo, y no el triunfo del mundo; porque a través de mi Muerte, mi Resurrección y mi Ascensión se va a poner de manifiesto el pecado de los judíos en no creer en mí, la injusticia que cometieron dándome muerte y la derrota del Diablo a través de lo que él creía iba a ser su triunfo; es decir, mi Muerte, la cual va a traer la Redención del mundo."
La mente de Cristo vuela sobre todos esos sucesos, que son uno solo, tocando solamente las tres cúspides, que también son una sola. Cristo habla de una sola realidad, dividiéndóla por gala en tres. En nuestra conversación muchas veces hablamos de una cosa partiéndola en varias aunque ella es una, como hace un momento yo dije: "sucesos y palabras desusadas, sucesos de violencia, palabras de amenaza". Se trata de una sola cosa, de la Segunda Limpieza del Templo (3); y si dije dos cosas, "sucesos de violencia, palabras de amenaza", es solamente un modo de decir, que los retóricos llaman "hendíadis", una figura de dicción. En la escuela nos ponían como ejemplo de hendíadis el hemistiquio de Virgilio:
"Poculo bibemus et aura,
beberemos en cáliz y en oro ",
dice el poeta, en vez de decir:
"bibemus in poculo aureo,
beberemos en un cáliz de oro.
¿Y por qué lo dice de la otra manera? No lo sé; son cosas de los poetas. La verdad es que la poesía antigua es mucho más apta para la hendíadis que la nuestra.
De modo que hay que traducir de otra manera este pasaje, cuando se traduzcan bien los Evangelios al castellano: los tres "porque, porque, porque" no son conjunciones causales sino copulativas, (hóti, en griego); el verbo que dice "argüirá" en latín, en griego es "elénxei", que significa poner de manifiesto, y no de cualquier manera sino en un juicio judicial, es decir, hacer convicto, en castellano; y donde dice "convictará al mundo de pecado y de justicia y de juicio", el griego dice "perí", acerca de, o sea, "acerca del pecado, que no fue mío; acerca de la justicia, que estaba de mi parte; y acerca del juicio, que se va a dar vuelta como un boomerang y va a caer sobre los 'enjuiciadores': sobre el principal enjuiciador, que es el Diablo; el Diablo será derrotado por su misma victoria. Desde ahora ya, el Diablo está derrotado." Les dije que Cristo habla aquí como un Jefe de Estado Mayor.
¿Cómo dice Cristo que el Diablo está ya derrotado? El Diablo puede mucho, y la gente dice que ahora anda suelto; incluso León XIII en la oración a San Miguel que se reza al fin de la Misa. El Diablo está suelto solamente para los que se le arriman: es como un perro atado a la cadena. Entonces ¿por qué dice León XIII "a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas"? Los diablos andan vagando pero solamente en el mundo, en lo que Cristo llama "el mundo"; en nosotros no tiene parte. Cristo dijo: "el Diablo en mí no tiene parte alguna."(4) ¿Cómo no tiene parte, si lo hizo morir, lo llevó a una muerte ignominiosa? Cristo no dijo: "no tiene poder en mí", sino "no tiene parte": "no puede entrar en mi voluntad si Yo no quiero", pero tiene poder sobre la natura humana, que Cristo había asumido.
¡Cuántas personas hay que viven descuidadas, jugando con la vida, muy ufanas con este mundo, como si nunca hubieran de morir, y como si tuvieran bula para ser exentas de las desgracias que les pasan a los demás! Y de repente, una fiera salta sobre ellas, una fiera invisible. Los sacerdotes tenemos experiencia déso.
La victoria de Cristo, que había de venir por medio del Espíritu Santo, es una victoria solamente para los que permanecen unidos a Cristo, como los pámpanos a la vid; conforme Él mismo dijo en este mismo recitado (5).
Notas
1. Juan 13, 27.
2. Sobre el estilo oral rítmico y mnemotécnico, ver Psicología Humana, JAUJA, Mendoza, 1997, Capít. IV, La Unificación y Excursus IV -VI.
3. Mateo 21, 12-17.
4. Juan 14, 30.
5. Juan 15, 1-11.
Esta perícopa del Evangelio de Juan pertenece al último sermón o recitado de Cristo, y está inmediatamente antes del Evangelio del Domingo pasado, el de la Parturienta y el del "un poco y ya no me veréis". Tiene el mismo sentido general, el de consolar a los Apóstoles, pero aquí los consuela con la promesa del Espíritu Santo. Los Apóstoles estaban todo desbaratados, como se ve por las preguntas desbaratadas o disparatadas conque interrumpen a Cristo. Naturalmente; aunque no fuera más, porque acababan de ver la siniestra salida de Judas del Cenáculo, después de la maniobra conque Cristo indicó a San Juan quién era el traidor y las oscuras palabras: "Lo que has de hacer, haz lo pronto." (1) Y todo lo que había pasado aquel día y los anteriores desde el Domingo de Ramos, escenas y palabras desusadas, escenas de violencia, palabras de amenaza, habían puesto ¡con razón! a los Apóstoles en una gran zozobra. Sus esperanzas se desmoronaban y sus temores crecían. La actitud de Cristo, empero, parece la de un Jefe de Estado Mayor que da las últimas órdenes. La última orden de Cristo antes de ser muerto es la caridad, y las palabras que retornan de continuo en este su testamento son: el Espíritu Santo, la esperanza, el gozo, el mundo y el Príncipe deste mundo.
Hay en esta perícopa, que en todo lo demás es clara, un lugar difícil, que vale la pena esclarecer. Es éste que dice:
"Y cuando venga el Espíritu Santo,
Él argüirá al mundo de pecado y de justicia y de juicio:
de pecado, porque no creyeron en mí;
de justicia, porque voy al Padre, y ya no me veréis;
de juicio, porque el Príncipe deste mundo ya está juzgado."
¿Qué quiere decir esta algarabía? Parece hablar en jerigonza.
El buen Juan de Maldonado, que es el exégeta más grande del siglo XVI y aun quizá ningún otro se levantó más grande hasta nuestros días, dice: "Hemos llegado al lugar más difícil de todos los cuatro Evangelios. Aquí hay una dificultad en cada palabra, y en algunas hay dos o tres...". Y después empieza a hacer un gran pastel con San Agustín por aquí, San Ambrosio por allá, San Cirilo y San Jerónimo por acullá, y Teodoreto y Teofilacto de llapa; y al final de la explicación se entiende mucho menos que al principio. Por gusto he estado viendo este lugar en todos los libros de Exégesis que poseo, y el único que da en el clavo es el gran Comentario inglés de la Escritura publicado por especialistas actuales bajo la dirección del benedictino Orchard; pero esta misma exégesis, firmada por el doctor en Sagrada Escritura William Leonard, aunque explica lo que Cristo quiso decir, no explica el por qué lo dijo desa manera. Si Cristo quiso decir eso, ¿por qué lo dijo confuso en vez de decirlo así como Ud?
Voy a poner primero en prosa lo que Cristo quiso decir, y después explicar por qué lo dijo así, en verso, digamos; aunque en realidad, no es verso sino estilo oral rítmico y mnemotécnico (2).
Cristo quiso decir: "Esto que va a pasar ahora, por lo cual estáis tristes, es necesario: va a ser mi triunfo, y no el triunfo del mundo; porque a través de mi Muerte, mi Resurrección y mi Ascensión se va a poner de manifiesto el pecado de los judíos en no creer en mí, la injusticia que cometieron dándome muerte y la derrota del Diablo a través de lo que él creía iba a ser su triunfo; es decir, mi Muerte, la cual va a traer la Redención del mundo."
La mente de Cristo vuela sobre todos esos sucesos, que son uno solo, tocando solamente las tres cúspides, que también son una sola. Cristo habla de una sola realidad, dividiéndóla por gala en tres. En nuestra conversación muchas veces hablamos de una cosa partiéndola en varias aunque ella es una, como hace un momento yo dije: "sucesos y palabras desusadas, sucesos de violencia, palabras de amenaza". Se trata de una sola cosa, de la Segunda Limpieza del Templo (3); y si dije dos cosas, "sucesos de violencia, palabras de amenaza", es solamente un modo de decir, que los retóricos llaman "hendíadis", una figura de dicción. En la escuela nos ponían como ejemplo de hendíadis el hemistiquio de Virgilio:
"Poculo bibemus et aura,
beberemos en cáliz y en oro ",
dice el poeta, en vez de decir:
"bibemus in poculo aureo,
beberemos en un cáliz de oro.
¿Y por qué lo dice de la otra manera? No lo sé; son cosas de los poetas. La verdad es que la poesía antigua es mucho más apta para la hendíadis que la nuestra.
De modo que hay que traducir de otra manera este pasaje, cuando se traduzcan bien los Evangelios al castellano: los tres "porque, porque, porque" no son conjunciones causales sino copulativas, (hóti, en griego); el verbo que dice "argüirá" en latín, en griego es "elénxei", que significa poner de manifiesto, y no de cualquier manera sino en un juicio judicial, es decir, hacer convicto, en castellano; y donde dice "convictará al mundo de pecado y de justicia y de juicio", el griego dice "perí", acerca de, o sea, "acerca del pecado, que no fue mío; acerca de la justicia, que estaba de mi parte; y acerca del juicio, que se va a dar vuelta como un boomerang y va a caer sobre los 'enjuiciadores': sobre el principal enjuiciador, que es el Diablo; el Diablo será derrotado por su misma victoria. Desde ahora ya, el Diablo está derrotado." Les dije que Cristo habla aquí como un Jefe de Estado Mayor.
¿Cómo dice Cristo que el Diablo está ya derrotado? El Diablo puede mucho, y la gente dice que ahora anda suelto; incluso León XIII en la oración a San Miguel que se reza al fin de la Misa. El Diablo está suelto solamente para los que se le arriman: es como un perro atado a la cadena. Entonces ¿por qué dice León XIII "a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas"? Los diablos andan vagando pero solamente en el mundo, en lo que Cristo llama "el mundo"; en nosotros no tiene parte. Cristo dijo: "el Diablo en mí no tiene parte alguna."(4) ¿Cómo no tiene parte, si lo hizo morir, lo llevó a una muerte ignominiosa? Cristo no dijo: "no tiene poder en mí", sino "no tiene parte": "no puede entrar en mi voluntad si Yo no quiero", pero tiene poder sobre la natura humana, que Cristo había asumido.
¡Cuántas personas hay que viven descuidadas, jugando con la vida, muy ufanas con este mundo, como si nunca hubieran de morir, y como si tuvieran bula para ser exentas de las desgracias que les pasan a los demás! Y de repente, una fiera salta sobre ellas, una fiera invisible. Los sacerdotes tenemos experiencia déso.
La victoria de Cristo, que había de venir por medio del Espíritu Santo, es una victoria solamente para los que permanecen unidos a Cristo, como los pámpanos a la vid; conforme Él mismo dijo en este mismo recitado (5).
Notas
1. Juan 13, 27.
2. Sobre el estilo oral rítmico y mnemotécnico, ver Psicología Humana, JAUJA, Mendoza, 1997, Capít. IV, La Unificación y Excursus IV -VI.
3. Mateo 21, 12-17.
4. Juan 14, 30.
5. Juan 15, 1-11.
Sea todo a la mayor gloria de Dios.
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