En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos la siguiente parábola: «Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: “Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré.” Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda. Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: “Paga lo que debes.” Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: “Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré.” Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: “Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?” Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano.»
Mateo XVIII, 23-35
"Domingueras Prédicas II"
R.P. Leonardo Castellani
Dominica XX después de Pentecostés
Parábola del Deudor Desaforado (1966)
Esta Parábola del Deudor Desaforado tiene por moraleja simplemente la petición quinta del Padrenuestro: "Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores." En estos días caí en la cuenta que antes no había reparado de que su núcleo es el pecado de omisión. Hay pecados de comisión (de cometer) y pecados de omisión (de omitir). Cometer una acción mala, omitir una acción buena.
Hace falta esta Parábola en el mundo de hoy; no es el mundo del perdón, o del Yom Kipur, que dicen los judíos. Había pensado algunos ejemplos desto; pero es mejor tratar el pecado de omisión, ya que todo no puede hacerse. Los ejemplos eran: el tratamiento realmente atroz e inhumano al "Preso de Spandau", Rodolfo Hess, que es un héroe (fue, ahora es una piltrafa humana) o almenas hizo una acción heroica tratando de impedir la guerra; y los que lo mantienen preso a los 80 años, ciego y medio perturbado, no son los judíos ni los ingleses ni menos los alemanes, sino los rusos (1); y segundo, la Argentina, que no perdona a los peronistas, los cuales no tienen la culpa de las locuras de Perón, y sin embargo, perdonó a Perón.
En esta Parábola, el Rey extremoso imputa al Deudor Desaforado un pecado de omisión: que no haya perdonado la deuda chica habiendo él sido perdonado de la deuda grande. No le incrimina su brutalidad para con el Consiervo, sino solamente su omisión, el no perdonar. ¿Y en qué mandamiento de la Ley de Dios está que uno debe perdonar las deudas? Y sin embargo, el Rey lo condena cruelmente, a ser torturado hasta que pague, por una omisión. ¿Cómo iba a pagar 10.000 talentos, que son como 6 millones de libras esterlinas? Eso es lo que yo no sé; como tampoco sé cuántos millones de pesos argentinos (suma la deuda).
La moral del mundo hace cuenta solamente de los pecados de comisión, que son los que se ven; ·pero Dios parece hacer más cuenta de los pecados de omisión. La moral burguesa grita contra una mujer que "falta" (como dicen) o un punguista que roba o un cajero que estafa, y no se lo prohibiremos; pero el mundo hace caso omiso de un comerciante que en toda su vida no ha hecho una sola limosna: es un hombre digno y honorable. Pero Dios parece tener una báscula diversa; en la representación del Juicio Universal, Cristo aparece condenando al Infierno por no hacer limosnas, o sea, obras de misericordia corporales: "Tuve hambre y no me diste de comer. " (2)
Cristo perdonó de inmediato a una adúltera, a dos publicanos -Mateo y Zaqueo-, a un ladrón; y en cambio, en la Parábolas de las Emnas o Minas (3), hace cortar la cabeza al Siervo que no había negociado, que había escondido su moneda. Algunos que se las dan de psicólogos dicen que eso es porque los que hacen grandes pecados son también los capaces de hacer grandes obras; porque una misma disposición grande del alma se puede usar para el bien o para el mal. Mientras los que no hacen nada, no hacen nada -y no sirven para nada; y a ésos parece aborrecer Dios: "Porque no eres ni frío ni caliente, sino tibíón, he comenzado a vomitarte de mi boca. ¡Ojalá fueras o frío o caliente! " (4).
Está bien esa psicología, con tal que no la entiendan mal, como una aprobación de los grandes pecados; pero la razón verdadera es que lo que nos salva es el amor a Dios y al prójimo; y el amor es positivo, no es negativo; no consiste solamente en evitar cosas. Nadie ha ido al cielo evitando cosas solamente. Hay algunos que entienden la moral cristiana como una moral de negaciones: "Prohibido esto, prohibido lo otro."
En las dos tablas de la Ley hay 5 mandamientos positivos: "Harás", y 5 negativos: "No harás"; o en la distribución que usamos nosotros, 4 "Harás" y 6 "No harás". Pero el primero de los 4: "Amarás a Dios" es tan positivísimo que si se cumple bien, hace superfluos todos los otros; de acuerdo a aquella palabra: "Ama y haz lo que quieras." A un hombre que ama con amor perfecto a su mujer y a su prójimo, no hay para qué andarle diciendo: "No robarás, no cometerás adulterio"; porque en virtud dese amor, esas cosas no entran siquiera en el campo de sus opciones.
La verdadera moral consiste en desenvolver de tal suerte la virtud positiva que en el límite la virtud negativa se vuelva inútil. Claro que empezamos por las virtudes negativas; pero ellas son a manera de alambradas al borde del precipicio; y el que está puesto ya en el centro del Bien, está lejísimo del precipicio -está a una distancia infinita del mal. Hay que empezar por las prohibiciones, pero no hay que quedarse allí; y los Santos ni siquiera comienzan por las prohibiciones.
-Pero eso es demasiado sublime para el hombre, no es realizable para la flaca naturaleza ...
-Y bueno, probemos.
Notas
1. Rudolf Hess, importante figura del Gobierno alemán, se trasladó por su cuenta a Gran Bretaña en plena Guerra Mundial y cuando la suerte de las armas favorecía a Hitler: el 11 de mayo de 1941 el avión que él mismo piloteaba aterrizó en Escocia y Hess solicitó una entrevista con las autoridades inglesas para llegar a un acuerdo que pusiera fin al conflicto. Los ingleses lo retuvieron prisionero, y al final de la guerra Hess fue juzgado en Nüremberg y condenado a cárcel de por vida en Spandau, donde quedó como único recluso a partir de 1966. Más tarde los Gobiernos de EE.UU., Francia e Inglaterra aceptaron liberarlo, pero el veto soviético lo impidió, y así Hess permaneció en prisión hasta su muerte en 1987, cuando tenía 93 años.
2. Mateo 25, 42.
3. Lucas 19, 11-27.
4. Apokalypsis 3, 15-16.
Esta Parábola del Deudor Desaforado tiene por moraleja simplemente la petición quinta del Padrenuestro: "Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores." En estos días caí en la cuenta que antes no había reparado de que su núcleo es el pecado de omisión. Hay pecados de comisión (de cometer) y pecados de omisión (de omitir). Cometer una acción mala, omitir una acción buena.
Hace falta esta Parábola en el mundo de hoy; no es el mundo del perdón, o del Yom Kipur, que dicen los judíos. Había pensado algunos ejemplos desto; pero es mejor tratar el pecado de omisión, ya que todo no puede hacerse. Los ejemplos eran: el tratamiento realmente atroz e inhumano al "Preso de Spandau", Rodolfo Hess, que es un héroe (fue, ahora es una piltrafa humana) o almenas hizo una acción heroica tratando de impedir la guerra; y los que lo mantienen preso a los 80 años, ciego y medio perturbado, no son los judíos ni los ingleses ni menos los alemanes, sino los rusos (1); y segundo, la Argentina, que no perdona a los peronistas, los cuales no tienen la culpa de las locuras de Perón, y sin embargo, perdonó a Perón.
En esta Parábola, el Rey extremoso imputa al Deudor Desaforado un pecado de omisión: que no haya perdonado la deuda chica habiendo él sido perdonado de la deuda grande. No le incrimina su brutalidad para con el Consiervo, sino solamente su omisión, el no perdonar. ¿Y en qué mandamiento de la Ley de Dios está que uno debe perdonar las deudas? Y sin embargo, el Rey lo condena cruelmente, a ser torturado hasta que pague, por una omisión. ¿Cómo iba a pagar 10.000 talentos, que son como 6 millones de libras esterlinas? Eso es lo que yo no sé; como tampoco sé cuántos millones de pesos argentinos (suma la deuda).
La moral del mundo hace cuenta solamente de los pecados de comisión, que son los que se ven; ·pero Dios parece hacer más cuenta de los pecados de omisión. La moral burguesa grita contra una mujer que "falta" (como dicen) o un punguista que roba o un cajero que estafa, y no se lo prohibiremos; pero el mundo hace caso omiso de un comerciante que en toda su vida no ha hecho una sola limosna: es un hombre digno y honorable. Pero Dios parece tener una báscula diversa; en la representación del Juicio Universal, Cristo aparece condenando al Infierno por no hacer limosnas, o sea, obras de misericordia corporales: "Tuve hambre y no me diste de comer. " (2)
Cristo perdonó de inmediato a una adúltera, a dos publicanos -Mateo y Zaqueo-, a un ladrón; y en cambio, en la Parábolas de las Emnas o Minas (3), hace cortar la cabeza al Siervo que no había negociado, que había escondido su moneda. Algunos que se las dan de psicólogos dicen que eso es porque los que hacen grandes pecados son también los capaces de hacer grandes obras; porque una misma disposición grande del alma se puede usar para el bien o para el mal. Mientras los que no hacen nada, no hacen nada -y no sirven para nada; y a ésos parece aborrecer Dios: "Porque no eres ni frío ni caliente, sino tibíón, he comenzado a vomitarte de mi boca. ¡Ojalá fueras o frío o caliente! " (4).
Está bien esa psicología, con tal que no la entiendan mal, como una aprobación de los grandes pecados; pero la razón verdadera es que lo que nos salva es el amor a Dios y al prójimo; y el amor es positivo, no es negativo; no consiste solamente en evitar cosas. Nadie ha ido al cielo evitando cosas solamente. Hay algunos que entienden la moral cristiana como una moral de negaciones: "Prohibido esto, prohibido lo otro."
En las dos tablas de la Ley hay 5 mandamientos positivos: "Harás", y 5 negativos: "No harás"; o en la distribución que usamos nosotros, 4 "Harás" y 6 "No harás". Pero el primero de los 4: "Amarás a Dios" es tan positivísimo que si se cumple bien, hace superfluos todos los otros; de acuerdo a aquella palabra: "Ama y haz lo que quieras." A un hombre que ama con amor perfecto a su mujer y a su prójimo, no hay para qué andarle diciendo: "No robarás, no cometerás adulterio"; porque en virtud dese amor, esas cosas no entran siquiera en el campo de sus opciones.
La verdadera moral consiste en desenvolver de tal suerte la virtud positiva que en el límite la virtud negativa se vuelva inútil. Claro que empezamos por las virtudes negativas; pero ellas son a manera de alambradas al borde del precipicio; y el que está puesto ya en el centro del Bien, está lejísimo del precipicio -está a una distancia infinita del mal. Hay que empezar por las prohibiciones, pero no hay que quedarse allí; y los Santos ni siquiera comienzan por las prohibiciones.
-Pero eso es demasiado sublime para el hombre, no es realizable para la flaca naturaleza ...
-Y bueno, probemos.
Notas
1. Rudolf Hess, importante figura del Gobierno alemán, se trasladó por su cuenta a Gran Bretaña en plena Guerra Mundial y cuando la suerte de las armas favorecía a Hitler: el 11 de mayo de 1941 el avión que él mismo piloteaba aterrizó en Escocia y Hess solicitó una entrevista con las autoridades inglesas para llegar a un acuerdo que pusiera fin al conflicto. Los ingleses lo retuvieron prisionero, y al final de la guerra Hess fue juzgado en Nüremberg y condenado a cárcel de por vida en Spandau, donde quedó como único recluso a partir de 1966. Más tarde los Gobiernos de EE.UU., Francia e Inglaterra aceptaron liberarlo, pero el veto soviético lo impidió, y así Hess permaneció en prisión hasta su muerte en 1987, cuando tenía 93 años.
2. Mateo 25, 42.
3. Lucas 19, 11-27.
4. Apokalypsis 3, 15-16.
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