martes, 25 de julio de 2017

Sedevacante: Un calmante anti-sedevacantista


(Juan XXII)



El Dr. de Mattei prescribe un  calmante anti-sedevacantista
por el Rev. Anthony Cekada 



Un Papa del siglo 14 fue “hereje” y siguió siendo Papa, por consiguiente  Bergoglio también debe seguir siendo Papa ¿verdad?


Las travesuras de Jorge Bergoglio desconciertan cada vez a más y más personas del ala conservadora / tradicionalista del post-Vaticano II, y cada vez es más difícil para ellos insistir  en que Francisco sea realmente papa.

Sólo en la última semana (enero de 2015), Bergoglio ha sacudido al personal con lo de madres “conejos”, y ha contrariado a los apologetas (¡Tomen eso, Catholic Answers!). E incluso ha dado una palmadita en el hombro a una pareja “trans”. ¿Y ahora qué?

Aquellos que reconociendo la gravedad de los errores de Francisco se encuentran mirando al precipicio sedevacantista- la única explicación teológica verdaderamente coherente para el dilema al que se enfrentan  – ¡les da vértigo! 

¡Cualquier cosa, cualquier cosa menos eso!

Ante eso, polemistas de la derecha han dado un paso adelante y han tratado de cuadrar los hechos.

El más reciente es el trabajo del Dr. Roberto de Mattei, historiador italiano y comentarista sobre asuntos de la Iglesia, que ha escrito con elocuencia y de manera incisiva sobre los errores de Bergoglio y su programa revolucionario. En un artículo del 28 de enero, traducido y publicado en el blog Rorate, el Dr. de Mattei trata el caso del Papa Juan XXII (1316-1334) como ejemplo de “Papa que cayó en la herejía y de una Iglesia que le resistió“.

Él no menciona explícitamente la temida “palabra maldita”  sedevacantismo, pero es absolutamente claro que éste es el verdadero tema de su artículo.

La conclusión implícita que el Dr. de Mattei quiere que extraigamos  sobre el  argumento sedevacantista,  más o menos,  se deduce del siguiente argumento analógico:

Juan XXII (1) se convirtió en un hereje público después de ser elegido papa, (2) pero no perdió a consecuencia de ello el cargo papal, y (3) la Iglesia le resistió. Así también, Francisco (1) se ha convertido en hereje público después de ser elegido papa, (2),  y paralelamente  él no ha perdido el cargo papal (3)  y la Iglesia tiene derecho a resistirle. 

Así que ahora Ud. puede respirar profundamente y saborear una gran sensación de calma y satisfacción ante la ansiedad que experimenta ante el el efecto Bergoglio. Los pensamientos sedevacantistas una vez más, ya  puede alejarlos de su cabeza.

Pero, por desgracia, el argumento analógico calmante que el Dr. de Mattei ha prescrito, falla, al menos por dos razones.


I. Juan XXII no fue hereje

La acusación de herejía surgió de una serie de sermones que Juan XXII predicó  en Aviñón, Francia, en los que sostenía que las almas de los bienaventurados difuntos no verían a Dios hasta después del Juicio Final. Suena prometedor como argumento contra el sedevacantismo, en un primer momento, puesto que Juan XXII siempre fue reconocido como Papa verdadero.  Sin embargo:

(A) La doctrina de la visión beatífica aún no se había definido – el sucesor de Juan XXII, Benedicto XII lo haría.

El Dr. de Mattei, tal vez sintiendo que su analogía pecaba de débil, incurre en la palabrería embrollándose así: contrariamente a la enseñanza común del momento sobre la visión beatífica, Juan XXII  “impugnó la tesis”, “cayó en la heterodoxia” “entró en conflicto con la Tradición  de la iglesia en un punto de gran importancia“, “sostuvo su punto de vista”, “propuso de nuevo el error”, “trató de imponer su visión errónea”, etc.

Así pues, mientras que en el título de su artículo, el Dr. de Mattei habla de “un Papa que cayó en la herejía”, ahora evita emplear el término específico técnico de  “herejía” en su artículo. Pero el punto de partida del sedevacantismo es precisamente el término “herejía” atribuido a los papas post-conciliares, incluyendo a  Bergoglio. 

(B) Luego, está el modo empleado por Juan XXII, que había sido teólogo antes de su elección, al  presentar sus argumentos y conclusiones.

Respecto de este punto, el teólogo Le Bachlet dice que Juan XXII propuso su enseñanza tan sólo como “doctor privado que expresa una opinión, opinionem hanc, y que, buscando la prueba,  reconoció que estaba abierto al debate.” (“Benoit XII, “en Dictionnaire de Théologie Catholique ., 2: 662)

Por consiguiente, no es correcto que el Dr. de Mattei afirme  que Juan XXII propuso su tesis como “un acto de magisterio ordinario de la fe de la Iglesia.”

En un segundo sermón, por otra parte, el Papa dijo lo siguiente:

“Digo con San Agustín que, si me engaño en este punto, que alguien que lo sepa mejor que yo me corrija. A mí no me parece otra cosa, a menos que la Iglesia lo declare con una declaración contraria [nisi ostenderetur determinatio Ecclesie contraria ] o a menos que las autoridades en Sagrada Escritura  se é xpresen con más claridad contra lo que yo he dicho anteriormente.“
 
(Le Bachelet, DTC 2 : 262).

Tales declaraciones excluyen el elemento de “obstinación” necesario a la herejía.

Así pues, dos de las condiciones que, por definición, son necesarias para la herejía, simplemente no se hallan en el caso de Juan XXII.


II. Juan XXII se convirtió en Papa en una elección válida, mientras que Bergoglio no llegó a ser un papa válidamente elegido.

El segundo punto en el que falla la analogía implícita del Dr. de Mattei es la suposición tácita de que, al igual que Juan XXII, Bergoglio obtuvo válidamente la autoridad papal  que de alguna manera podría conservar, a pesar de su herejía pública.

Sin embargo Bergoglio fue un hereje público antes de su elección, y como tal hereje público, no pudo ser elegido Papa válidamente.

El principio que sustenta esto pertenece a la ley divina. Tratándose de los requisitos para la elección al cargo papal, existen muchos comentarios del Código de Derecho Canónico  anteriores al Vaticano II, que explícitamente avalan este principio. Por ejemplo:

“Entre los candidatos capaces de ser elegidos válidamente están todos aquéllos que no están impedidos por la ley divina o por una ley eclesiástica invalidante … Los impedidos para ser elegidos válidamente son las mujeres, los niños que no han alcanzado la edad de la razón; Asimismo, los afectados de locura habitual, los no bautizados, los herejes, los cismáticos…“
 
(Wernz-Vidal, Jus Canonicum 1: 415)

Hacemos hincapié justamente en este punto y no proporcionamos más citas que pueden verse en un artículo anterior, [Véase en el blog, en español AQUÍ ] cuyo título resume el por qué falla la analogía implícita de Juan XXII / Bergoglio del Dr. de Mattei: Bergoglio no tiene nada que perder.

* * *

As pues, en ambos casos – la herejía y la obtención inválida de la autoridad papal – la analogía entre Juan XXII y Francisco es un pequeño obstáculo que hay que sortear en el camino hacia el reconocimiento de la única explicación lógica del caso Bergoglio: hay que comenzar aceptando que él es un hereje que nunca ha llegado a ser un Papa verdadero.

Todo lo demás es sólo silbar al pasar por el cementerio.



Fuente: Quidlibet

Traducción: Amor de la Verdad





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