SAN HUBERTO
Obispo y Confesor
n. hacia el año 656 en Maestricht, Holanda;
† 30 de mayo del año 727 en Fura (Brabant), Bélgica
Patrono de perros; trabajadores forestales; cazadores; mecánicos; matemáticos; trabajadores metalúrgicos; arqueros.
Protector contra la rabia y la hidrofobia.
Dichoso aquél que no se condena él mismo
en lo que aprueba.
(Romanos 14, 22)
- En Milán, el tránsito de san Carlos Borromeo, Cardenal, Obispo de Milán y Confesor, al cual, célebre en santidad y esclarecido en milagros, el Papa Paulo V puso en el número de los Santos. Su fiesta se celebra el día siguiente.
- En el mismo día la dichosa muerte de san Cuarto, discípulo de los Apostóles.
- En Viterbo, los santos Mártires Valentín, Presbítero, e Hilario, Diácono, los cuales, en la persecución de Maximiano, por la fe de Cristo, arrojados con una gran piedra en el Tíber, pero sacados de allí milagrosamente por un Ángel, finalmente degollados, recibieron la corona del martirio.
- En Cesarea de Capadocia, los santos Mártires Germán, Teófilo, Cesareo y Vidal, que, en la persecución de Decio, arrostraron generosamente el martirio.
- En Zaragoza de España, los santos Innumerables Mártires, que, siendo Daciano Presidente de las Españas, maravillosamente murieron por Cristo.
- En Inglaterra, santa Wenefrida, Virgen y Mártir.
- En el monasterio de Claraval, en Francia, el tránsito de san Malaquías, Obispo de Connaught en Irlanda, que en su tiempo resplandeció con muchas virtudes, y cuya vida escribió san Bernardo, Abad.
- El mismo día, san Huberto, Obispo de Tongres.
- En Viena de Francia, san Domno, Obispo y Confesor.
- Asimismo, el tránsito de san Pirmino, Obispo Meldense.
- En Urgel de la España Tarraconense, san Hermengaudio, Obispo.
- En Roma, santa Silvia, madre de san Gregorio Papa.
- En Lima del Perú, el beato Martín de Porres, religioso dominico, confesor.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SAN HUBERTO
Obispo y Confesor
San Huberto, hijo de un duque de Aquitania y descendiente de Clodoveo, abandonó Eboín y fue a ofrecerse a Pipino de Heristal, duque de Austrasia. Hombre de mundo y gran cazador, un día vio una cruz luminosa entre los cuernos de un ciervo, en la floresta de Ardennes, y al mismo tiempo una voz celestial lo instó a convertirse y a ir a encontrar a San Lamberto, obispo de Maestricht. Hízolo así. Quedó viudo y se hizo ermitaño, fue en peregrinación a Roma, y finalmente, sucedió a San Lamberto. Con ardor infatigable trabajó por destruir el vicio y los restos de idolatría hasta en las florestas. Murió en el año 727, a edad muy avanzada, después de cerca de 20 años de episcopado. Es invocado eficazmente contra la rabia.




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