martes, 9 de diciembre de 2014

Martirologio Romano 9 de diciembre

SANTA LEOCADIA
Virgen y Mártir

† hacia el año 304 en Toledo, España

SANTA LEOCADIA, Virgen y Mártir

Cristo padeció por nosotros, dándonos ejemplo,
a fin de que sigáis sus huellas.
(1 Pedro 2, 21)

  • En Cartago, san Restituto, Obispo y Mártir, en cuya solemnidad predicó san Agustín sobre sus alabanzas un sermón al pueblo.
  • En África igualmente, los santos Mártires Pedro, Suceso, Basiano, Primitivo y otros veinte.
  • En Toledo de España, el triunfo de santa Leocadia, Virgen y Mártir, que, en la persecución del Emperador Diocleciano, por orden de Daciano, Prefecto de las Españas, encerrada en un calabozo y cruelmente maltratada, habiendo oído los tormentos atrocísimos de santa Eulalia y demás Mártires, allí mismo, arrodillada en oración, entregó su incontaminado espíritu a Cristo.
  • En Limoges de Aquitania, santa Valeria, Virgen y Mártir.
  • En Verona, san Próculo, Obispo, el cual, en la persecución de Diocleciano, fue abofeteado, apaleado y desterrado de la ciudad; y al fin restituido a su Iglesia, descansó en paz.
  • En Pavía, san Siro, que fue el primer Obispo de aquella ciudad y resplandeció con apostólicas señales y virtudes.
  • En Apamea de Siria, san Julián, Obispo, que floreció en santidad en tiempo de Severo.
  • En Gray de Borgoña, san Pedro Fourier, que fue Canónigo Regular de Nuestro Salvador y Fundador de las Canonesas Regulares de Nuestra Señora para la enseñanza de las niñas; el cual, esclarecido en virtudes y milagros, fue puesto por el Papa León XIII en el catálogo de los Santos.
  • En Perigueux de Francia, san Cipriano, Abad, varón de gran santidad.
  • En Nacianzo de Capadocia, santa Gorgonia, que fue hija de santa Nona y hermana de los santos Gregorio el Teólogo y Cesáreo; cuyas Virtudes y milagros escribió su mismo hermano Gregorio.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.

SANTA LEOCADIA
Virgen y Mártir

Santa Leocadia, hija de una de las casas más ilustres de Toledo, fue condenada por el gobernador Daciano, en el reinado de Diocleciano, a ser azotada porque era cristiana. Después de ello se la arrojó en una prisión para todo el resto de sus días. Entró en ella diciendo que ese lugar le sería más agradable que los palacios más bellos del mundo. Habiendo sabido que la persecución duraba siempre, pidió a Dios morir. Su oración fue escuchada: murió besando la cruz que había trazado en los muros de su prisión, hacia el año 304.


MEDITACIÓN
SOBRE EL AMOR DE JESUCRISTO

I. Para prepararte a la Natividad de Jesús, debes pensar de vez en cuando en el amor que tuvo Él para nosotros. Su amor, según dicho de San Bernardo, ha sido tierno, fuerte y sabio. Nos ha amado tiernamente, se han conmovido sus entrañas a la vista de nuestras miserias; ¿le pagas tú con la misma moneda? ¡Ah! ¡soy insensible para con Vos, Salvador mío; os veo transido de frío en el pesebre y mi corazón no se conmueve!

II. El amor de Jesús ha sido fuerte. Para hacerme bien, soportó los suplicios más crueles; sufrió la muerte misma. Y yo, mi Divino Jesús, yo os amo cuando nada hay que sufrir, pero ante la menor dificultad ¡me niego! y sin embargo, ¿qué cosa hay más fácil que amaros? No todo el mundo puede ayunar, velar o hacer limosna; pero todo el mundo puede amar a Dios. Para esto no hay necesidad de ser sabio, de tener salud ni ingenio: basta tener corazón. ¿Qué cosa más dulce que amar a un objeto infinitamente amable?

III. Jesús nos ha amado sabiamente, mostrándonos el camino del paraíso. Nos ha amado para la eternidad; así, no se apena por procurarte las comodidades de esta vida. ¿Amas tú de este modo? Es odiarse amar los placeres; es amar santa y sabiamente al cuerpo y al alma, rehusarles los placeres criminales que deben hacerlos desgraciados para siempre. Amas a tus riquezas, a tus padres, a tus amigos; amas todo lo que posees ¡y no sabes amarte a ti mismo! Sé tú más querido para ti mismo que tus bienes (San Euquerio).

El amor de Jesús.
Orad por vuestros amigos.


ORACIÓN
Señor, que la bienaventurada Leocadia virgen y mártir, implore por nosotros vuestra misericordia, ella que siempre os fue agradable por el mérito de su castidad y por su valor en confesar vuestro Nombre. 
Por J. C. N. S.




Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.



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