lunes, 20 de abril de 2015

Martirologio Romano 20 de abril


SAN TEÓTIMO,
Obispo y Confesor

† hacia el año 403


¿Tan necios sois, que habiendo comenzado por el Espíritu,
termináis ahora en la carne?
(Gálatas 3, 3)

  • En Roma, santos Sulpicio y Serviliano, mártires, enterrados en el segundo miliario de la Vía Latina. 
  • En Roma, san Aniceto, papa, que recibió fraternalmente como huésped insigne a san Policarpo, para tratar juntos acerca de la fecha de la Pascua. 
  • En Constantinopla, san Teodoro, que fue llamado “Triquino” por el áspero cilicio con que se cubría, y condujo una admirable existencia en la soledad.
  • En Córdoba, en la Hispania Bética, san Secundino, mártir. Mártir en Córdoba, durante la persecución de Diocleciano.
  • En Embrún, en la Galia, san Marcelino, primer obispo de esta ciudad, el cual, oriundo de África, convirtió a la fe de Cristo la mayor parte de la población de los Alpes Marítimos, siendo ordenado obispo por san Eusebio de Vercelli.
  • En Antioquía de Siria, san Anastasio, obispo y mártir, que durante el reinado del emperador Focas fue asesinado cruelmente por unos sicarios.
  • En Auxerre, en la Galia Lugdunense, san Marciano, monje.
  • En la región de Laurino, cerca de Pesto, en la Campania, santa Heliena, virgen, la cual, consolidada en el seguimiento de Cristo, abrazó una vida solitaria, en la que sirvió constantemente a Dios en las necesidades de los religiosos y de los enfermos.
  • En Osnabrück, en Sajonia, san Vihón, obispo, que siendo oriundo de Frisia, fue enviado por el emperador Carlomagno como abad para evangelizar la región y, ordenado obispo de esta Iglesia, tuvo que sufrir mucho por Cristo.
  • En Montepulciano, de la Toscana, santa Inés, virgen,,fundadora y abadesa.
  • En Lancaster en Inglaterra, beatos Jaime Bell y Juan Finch, mártires: el primero, sacerdote, después de veinte años en otra confesión, la exhortación de una devota mujer le hizo reconciliarse con la Iglesia católica; el otro, padre de familia, campesino y catequista, por su fe sufrió durante muchos años la cárcel, el hambre y otros sufrimientos; ambos alcanzaron juntos el eterno gozo bajo la reina Isabel I. 


Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.


SAN TEÓTIMO,
Obispo y Confesor

San Teótimo honró a Dios entre los pueblos bárbaros de la Escitia, a los cuales instruía en la fe, tanto por medio de conversaciones piadosas cuanto por sus predicaciones. Un bárbaro alzó la mano para apoderarse de él y quedó inmóvil en el aire hasta que el Santo hubo hecho oración por él. Esos pueblos, asombrados por su extraordinaria abstinencia, por su dulzura, por su caridad y milagros, llamábanle dios de los romanos. Murió hacia el año 403.


MEDITACIÓN
SOBRE LAS CAUSAS DE NUESTRO RELAJAMIENTO EN LA VIRTUD

I. Tengamos cuidado de no relajar nuestro fervor en el servicio de Dios. Dios, a quien servimos, es constante e inmutable; es siempre el mismo, no amengua su amor por nosotros; imitemos esta constancia. Repasemos en nuestro espíritu los años transcurridos: ¿no hemos sido antes más fervientes que ahora? Acuérdate de dónde has caído. Haz tus primeras obras, no sea que otro reciba tu corona (Apocalipsis).

II. Nuestra relajación tiene, de ordinario, dos causas: la primera, es una excesiva confianza en nuestras buenas obras pasadas. Una vez que hemos confesado los pecados que nos hacían temer el infierno, ya pensamos que podemos vivir seguros. Mas, ¡cuán infundada es nuestra confianza! Aun en el caso de que estuvieras seguro de estar en gracia de Dios, ¿quién te asegura que perseverarás en ella hasta la muerte? Tiembla, y trabaja seriamente en tu salvación. El demonio inspira la tranquilidad a fin de que las almas se pierdan más fácilmente (San Euquerio).

III. La otra causa de relajamiento en el servicio de Dios es que nos cansamos en el camino de la virtud: las austeridades, las mortificaciones y esta vida que contraría enteramente a la naturaleza, disgustan al cuerpo. Sublévase el espíritu al pensamiento de una penitencia de acaso cuarenta y cincuenta años. Mas, ¿quién te ha prometido ni siquiera un día de vida? No pienses sino en el día en que vives, en la acción que ejecutas al presente. Hazla bien y no te atormentes de gusto por un porvenir incierto. Pasemos santamente el tiempo de nuestra vida, ya que tan rápidamente se desliza. Nuestros días pasan veloces; plegue a Dios que pasen bien (San Cesáreo).

El fervor.
Orad por el aumento de la virtud.


ORACIÓN
Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Teótimo, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S.





Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.







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