En aquel tiempo: Había en Cafarnaúm un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo. Cuando se enteró de que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue donde él y le rogaba que bajase a curar a su hijo, porque se iba a morir. Entonces Jesús le dijo: «Si no veis señales y prodigios, no creéis.» Le dice el funcionario: «Señor, baja antes que se muera mi hijo.» Jesús le dice: «Vete, que tu hijo vive.» Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía. Él les preguntó entonces la hora en que se había sentido mejor. Ellos le dijeron: «Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre.» El padre comprobó que era la misma hora en que le había dicho Jesús: «Tu hijo vive», y creyó él y toda su familia.
Juan IV, 46-52
"Domingueras Prédicas II"
R.P. Leonardo Castellani
Dominica XX después de Pentecostés
La Curación del Hijo del Régulo (1967)
San Juan cuenta en su Capítulo IV el milagro de la curacwn a distancia del "Hijo del Reyezuelo" (como dice la Vulgata), o del Palatino, como dice el texto griego, añadiendo: "Éste es el segundo milagro que hizo Cristo." El primero lo ha narrado poco antes, las Bodas de Caná. El tercero fue la curación de la suegra de San Pedro; el cuarto, la curación de innumerables enfermos que se amontonaron ante su puerta en Cafarnaum. Del resto de los milagros no sabemos seguro la cronología; excepto los últimos: la curación de los Ciegos de Jericó, la curación del Ciegonato y la Resurrección de Lázaro.
Estos cuatro primeros milagros de Cristo favorecen a gente de todas las clases sociales: a dos campesinos acomodados, a un Magnate, un pescador a lanchapropia, y un montón de pobretes. "Hay que ir a los obreros", dicen. No, Cristo fue a todos, al que quisiera escucharlo, a quien le pidiera ayuda, desde los leprosos de la calle hasta Pondo Pilatos, que era el más leproso de todos.
Hoy día dicen: "Hay que ir a los obreros." ¿Quiénes? Los socialistas, los burgueses, algunos sacerdotes y hasta algún Obispo. Leí ayer que el Cardenal Léger del Canadá promulgó el siguiente lema-programa: "Conversión hacia el hombre, conversión hacia el mundo, conversión hacia la revolución social." Hasta al filósofo Maritain le oí yo una conferencia en Roma recomendando ir a los obreros, porque son los que tendrán el poder en el mundo futuro. También el P. Camilla Crivelli (Visitador de la Compañía de Jesús), cuando yo era de la Compañía de Jesús y desacompañaba bastante a Jesús, nos hizo una exhortación de que había que ir a los obreros, porque los obreros son los que tienen más votos. Pero Jesucristo no pensó en los votos. Éstos dicen:
pero no se hacen pueblo. Ir a los obreros significaba para ellos descender hacia los obreros -a ratos. Lo menos que podrían hacer, si quieren enormemente a los obreros, es hacerse metalúrgicos o lustrabotas (2).
Pero Jesucristo ¿no predicó la lucha de clases? Eso dice el judío Sholem Asch en un intragable bodrio titulado "El Nazareno", con el cual ganó mucha plata en Norteamérica; y aquí también; en el cuál Jesucristo queda tal que no lo conocería su madre. No: Jesucristo no predicó la lucha de clases; la lucha de clases no existe.
La lucha de clases es un mito inventado por Karlos Marx. En tiempo de Cristo existía la explotación de los obreros por los malos ricos; y sobre todo por el Imperio Romano con sus espantosos impuestos; y ahora existe exactamente lo mismo; pero la lucha de clases no existe ni ha existido nunca. Los campesinos y los obreros no se sublevan contra los capitalistas, simplemente porque no pueden: un hombre con un azadón o un martillo no puede contra un hombre con una lanza -y menos con una ametralladora. Los envidiarán, los odiarán, pero pare de contar.
Todas las guerras civiles que han existido han sido entre militares: es decir, una parte del Ejército contra otra parte; y después se incorpora gente del pueblo a ambas partes: el ejemplo más claro es la última guerra civil, la de España; si quieren la actual de China (3). Hemos visto también cómo el Ejército Ruso aplastó fácilmente y atrozmente la rebelión de Berlín (4) y la de Hungría (5). El ejemplo que pone Karlos Marx de la rebelión de los esclavos con Espartaco: eran unos esclavos bien especiales: eran los gladiadores, que eran una especie de militares irregulares, más diestros en las armas y más avezados a la muerte que los otros militares; después se les juntaron muchos esclavos comunes.
Los que se sublevan, como notó Chesterton, no son los que están muy mal, sino los que están mejor: como la burguesía francesa en 1789 y 1848, que quería igualarse a los nobles y superarlos; y se sirvió, como de mano de gato, del populacho de París. Pero los que dirigieron la Gran Revolución de los tiempos modernos no fueron los gremios, que se dejaron disolver sin resistencia, sino las Logias masónicas. Lo mismo digamos de la Revolución Rusa de 1917 (6).
En fin, no puedo recorrer toda la Historia: ya lo ha hecho Gustavo Thibon en su trabajo llamado "La Biología de las Revoluciones". A lo que iba era al ejemplo de Jesucristo: a la "cuestión social" de su tiempo respondió poniendo a los pobres por encima en orden a la salvación, o sea, el Reino; y apostrofando y anatemando a los malos ricos del modo más extremo, amenazando con el Infierno, o sea, no usó ni recomendó más armas que las religiosas; y a los judíos, que realmente estaban explotados por Roma y por la casta sacerdotal, ni un solo momento les aprobó la rebelión que proyectaban, porque sabía era imposible, iba al desastre, como de hecho fue. A Cristo hemos de imitar.
Yo amo a los obreros no porque sean obreros sino porque son prójimos; y si hay uno muy desafortunado lo compadezco más, lo mismo que a un burgués a quien un hijo se le vuelve loco o un vendedor de departamentos a quien un golpe de fortuna lo deja en la calle. Yo estoy peor monetariamente que los obreros argentinos, porque no tengo Sindicato; -no que los desempleados de Tucumán, eso no. En nuestros tiempos los obreros han creado los Sindicatos, y han hecho bien, para defenderse del Capitalismo, aunque no son ni de lejos iguales a los antiguos gremios. Pero no los hacen para guerrear con los burgueses, sino para volverse burgueses: para conseguir aumentos y más aumentos. También para conseguir poder político; pero ese poder político, para conseguir más plata.
Hace un siglo Donoso Cortés dijo bruscamente que la solución de la cuestión social era la caridad; y ésa es la verdad. ¿Y entonces serían superfluas o descentradas las "Encíclicas Sociales"? No, porque todas terminan en la caridad: y en el cuerpo de la Encíclica los Papas ponen en limpio los males de la moderna Economía y los errores en que ellos se apoyan -lo cual es ejercer el Magisterio Ordinario de la Iglesia. Dirán quizás que las Encíclicas no han tenido ningún efecto ... No, es demasiado decir: algún efecto han tenido aunque no todo el que se esperaba; porque la vida tiene esto, que las cosas nunca suceden tan bien como nosotros las deseamos ni tan mal como los otros nos las desean.
Trabajar y tener caridad; para nosotros esa es la manera de hacer silenciosamente la gran revolución social, que anhela el Cardenal Léger; eso lo han sabido siempre los cristianos; y siempre han hecho caridad, han tenido algo que dar, aunque sea su tiempo, aunque sea su compasión, aunque sea su paciencia.
Notas
1. ¡Oh, pueblo, nosotros te queremos enormemente!
2. "Hace ahora unos ochenta años sucedió una cosa en Europa; o mejor dicho, empezó a notarse: la gente se apartaba de la Iglesia en silencio: ¡en gran silencio!, como dice el francés. Cuando subió el Santo Papa Sarto (San Pío X, Papa de 1903 a 1914) al sagrado trono pontificio (que sería más sagrado si fuera menos trono), notó el fenómeno y exclamó: '¡El gran escándalo del siglo XIX es que por primera vez en la historia, los pobres se han ido de la Iglesia!' Un gran publicista italiano califica a este suceso de 'la derrota más grande que ha sufrido la Iglesia en toda su historia'."
"La dolorosa palabra del Papa santo fue recogida por los charlatanes a sueldo, bautizada con el nombre de apostasía de las masas y hecha objeto de profundos análisis y muchos libros por parte de los sociólogos belgas: los cuales para evitar ese indeseable fenómeno o ponerle contingente remedio inventaron varios 'artefactos' y 'movimientos', como la JOC, la JAC, la JIC y cosas por el estilo."
"El inventor de la JAC o bien el de la JOC (no estoy bien seguro) viaj6 conmigo por caso una vez en Francia: quiero decir, yo viajé con él. Era can6nigo. Había sido hijo de un pobre obrero y le había dado por 'darse a los obreros'. Siendo un hombre práctico y muy movido (de hecho, es un hombre que lo llaman los psicólogos 'excitoide'), consiguió fundar gran cantidad de sociedades de muchachos (entre el u b y congregación mariana) y hacer una reunión de mozos de toda Europa en París, en un estadio, que llegó a unos 270.000 'jocistas'. Después de lo cual, lo mandaron por el mundo a dar conferencias, a explicar su 'idea', y a reforzar el ánimo de las extenuadas 'huestes cat61icas'. A mí me explicó la 'idea'."
"La 'idea' de Cardin hubiese hecho las delicias de Marx: reconocer la división en clases sociales y evangelizar a los obreros aparte de los no-obreros, empezando por los jóvenes y no por los adultos. ¡Mardokai de Maguncia, exulta! Es recononocer el teorema principal (y el más discutible) de su 'Kapital': la existencia de la clase proletaria como sustancia y no como accidente."
"Evidentemente, debe haber sido algo conmovedor, y de haber estado allí nosotros, nos hubiéramos conmovido -no menos que Doña Josefina Malina y Anchorena- ver aquel espectáculo de un mar de cabezas juveniles inclinadas inclinadas delante de la sangre de Cristo, etcétera -consagrada sobre un altar hecho de dos yunques y en un cáliz de oro en forma de martillo, y sobre todo, hecho en París, ¡en París! Pero París continuó sin hijos y Francia cada vez más indiferente y escéptica. Creció el Partido Comunista (Y la misma JOC se hizo comunista ... pero Cardin obtuvo el cappello de Cardenal)"
"Lo que llaman la 'apostasía de las masas' (que no es de las masas solamente) no se cura con 'de propaganda fide'. Es un fenómeno profundo, canceroso. ¿Podrá haber apostasía del mundo si no hubiese porquería en la Iglesia? Si la Iglesia fuera hermosa, atraería necesariamente y no repelería. Y sería hermosa si estuviera limpia. Esto no tiene vuelta de hoja."
"La Iglesia ha perdido su hermosura interior, que era el entendimiento. La justicia y la caridad, y por eso ha sido despojada ignominiosamente de sus vestidos de oro y seda. Sus catedrales de antaño están vacías y han sido reemplazadas por galpones, casi siempre de un mal gusto horroroso. -Es que no hay plata!- dicen los devotos. -Es que no hay espíritu, querido. La caridad es la sangre y la respiración de la Iglesia" (Castellani, "El Ruiseñor Fusilado", Cap. XXVI - Digresión sobre la Gran Apostasía. Abreviado).
3. Castellani se refiere a la guerra de Indochina o Vietnam.
4. Junio de 1953.
5. Agosto de 1956.
6. Y los movimientos guerrileros en diferentes partes del mundo. Ver Homilía de Cristo Rey, última nota a pie de página.
San Juan cuenta en su Capítulo IV el milagro de la curacwn a distancia del "Hijo del Reyezuelo" (como dice la Vulgata), o del Palatino, como dice el texto griego, añadiendo: "Éste es el segundo milagro que hizo Cristo." El primero lo ha narrado poco antes, las Bodas de Caná. El tercero fue la curación de la suegra de San Pedro; el cuarto, la curación de innumerables enfermos que se amontonaron ante su puerta en Cafarnaum. Del resto de los milagros no sabemos seguro la cronología; excepto los últimos: la curación de los Ciegos de Jericó, la curación del Ciegonato y la Resurrección de Lázaro.
Estos cuatro primeros milagros de Cristo favorecen a gente de todas las clases sociales: a dos campesinos acomodados, a un Magnate, un pescador a lanchapropia, y un montón de pobretes. "Hay que ir a los obreros", dicen. No, Cristo fue a todos, al que quisiera escucharlo, a quien le pidiera ayuda, desde los leprosos de la calle hasta Pondo Pilatos, que era el más leproso de todos.
Hoy día dicen: "Hay que ir a los obreros." ¿Quiénes? Los socialistas, los burgueses, algunos sacerdotes y hasta algún Obispo. Leí ayer que el Cardenal Léger del Canadá promulgó el siguiente lema-programa: "Conversión hacia el hombre, conversión hacia el mundo, conversión hacia la revolución social." Hasta al filósofo Maritain le oí yo una conferencia en Roma recomendando ir a los obreros, porque son los que tendrán el poder en el mundo futuro. También el P. Camilla Crivelli (Visitador de la Compañía de Jesús), cuando yo era de la Compañía de Jesús y desacompañaba bastante a Jesús, nos hizo una exhortación de que había que ir a los obreros, porque los obreros son los que tienen más votos. Pero Jesucristo no pensó en los votos. Éstos dicen:
"Oh, peuple, nous t'aimons enormément/" (1),
pero no se hacen pueblo. Ir a los obreros significaba para ellos descender hacia los obreros -a ratos. Lo menos que podrían hacer, si quieren enormemente a los obreros, es hacerse metalúrgicos o lustrabotas (2).
Pero Jesucristo ¿no predicó la lucha de clases? Eso dice el judío Sholem Asch en un intragable bodrio titulado "El Nazareno", con el cual ganó mucha plata en Norteamérica; y aquí también; en el cuál Jesucristo queda tal que no lo conocería su madre. No: Jesucristo no predicó la lucha de clases; la lucha de clases no existe.
La lucha de clases es un mito inventado por Karlos Marx. En tiempo de Cristo existía la explotación de los obreros por los malos ricos; y sobre todo por el Imperio Romano con sus espantosos impuestos; y ahora existe exactamente lo mismo; pero la lucha de clases no existe ni ha existido nunca. Los campesinos y los obreros no se sublevan contra los capitalistas, simplemente porque no pueden: un hombre con un azadón o un martillo no puede contra un hombre con una lanza -y menos con una ametralladora. Los envidiarán, los odiarán, pero pare de contar.
Todas las guerras civiles que han existido han sido entre militares: es decir, una parte del Ejército contra otra parte; y después se incorpora gente del pueblo a ambas partes: el ejemplo más claro es la última guerra civil, la de España; si quieren la actual de China (3). Hemos visto también cómo el Ejército Ruso aplastó fácilmente y atrozmente la rebelión de Berlín (4) y la de Hungría (5). El ejemplo que pone Karlos Marx de la rebelión de los esclavos con Espartaco: eran unos esclavos bien especiales: eran los gladiadores, que eran una especie de militares irregulares, más diestros en las armas y más avezados a la muerte que los otros militares; después se les juntaron muchos esclavos comunes.
Los que se sublevan, como notó Chesterton, no son los que están muy mal, sino los que están mejor: como la burguesía francesa en 1789 y 1848, que quería igualarse a los nobles y superarlos; y se sirvió, como de mano de gato, del populacho de París. Pero los que dirigieron la Gran Revolución de los tiempos modernos no fueron los gremios, que se dejaron disolver sin resistencia, sino las Logias masónicas. Lo mismo digamos de la Revolución Rusa de 1917 (6).
En fin, no puedo recorrer toda la Historia: ya lo ha hecho Gustavo Thibon en su trabajo llamado "La Biología de las Revoluciones". A lo que iba era al ejemplo de Jesucristo: a la "cuestión social" de su tiempo respondió poniendo a los pobres por encima en orden a la salvación, o sea, el Reino; y apostrofando y anatemando a los malos ricos del modo más extremo, amenazando con el Infierno, o sea, no usó ni recomendó más armas que las religiosas; y a los judíos, que realmente estaban explotados por Roma y por la casta sacerdotal, ni un solo momento les aprobó la rebelión que proyectaban, porque sabía era imposible, iba al desastre, como de hecho fue. A Cristo hemos de imitar.
Yo amo a los obreros no porque sean obreros sino porque son prójimos; y si hay uno muy desafortunado lo compadezco más, lo mismo que a un burgués a quien un hijo se le vuelve loco o un vendedor de departamentos a quien un golpe de fortuna lo deja en la calle. Yo estoy peor monetariamente que los obreros argentinos, porque no tengo Sindicato; -no que los desempleados de Tucumán, eso no. En nuestros tiempos los obreros han creado los Sindicatos, y han hecho bien, para defenderse del Capitalismo, aunque no son ni de lejos iguales a los antiguos gremios. Pero no los hacen para guerrear con los burgueses, sino para volverse burgueses: para conseguir aumentos y más aumentos. También para conseguir poder político; pero ese poder político, para conseguir más plata.
Hace un siglo Donoso Cortés dijo bruscamente que la solución de la cuestión social era la caridad; y ésa es la verdad. ¿Y entonces serían superfluas o descentradas las "Encíclicas Sociales"? No, porque todas terminan en la caridad: y en el cuerpo de la Encíclica los Papas ponen en limpio los males de la moderna Economía y los errores en que ellos se apoyan -lo cual es ejercer el Magisterio Ordinario de la Iglesia. Dirán quizás que las Encíclicas no han tenido ningún efecto ... No, es demasiado decir: algún efecto han tenido aunque no todo el que se esperaba; porque la vida tiene esto, que las cosas nunca suceden tan bien como nosotros las deseamos ni tan mal como los otros nos las desean.
Trabajar y tener caridad; para nosotros esa es la manera de hacer silenciosamente la gran revolución social, que anhela el Cardenal Léger; eso lo han sabido siempre los cristianos; y siempre han hecho caridad, han tenido algo que dar, aunque sea su tiempo, aunque sea su compasión, aunque sea su paciencia.
Notas
1. ¡Oh, pueblo, nosotros te queremos enormemente!
2. "Hace ahora unos ochenta años sucedió una cosa en Europa; o mejor dicho, empezó a notarse: la gente se apartaba de la Iglesia en silencio: ¡en gran silencio!, como dice el francés. Cuando subió el Santo Papa Sarto (San Pío X, Papa de 1903 a 1914) al sagrado trono pontificio (que sería más sagrado si fuera menos trono), notó el fenómeno y exclamó: '¡El gran escándalo del siglo XIX es que por primera vez en la historia, los pobres se han ido de la Iglesia!' Un gran publicista italiano califica a este suceso de 'la derrota más grande que ha sufrido la Iglesia en toda su historia'."
"La dolorosa palabra del Papa santo fue recogida por los charlatanes a sueldo, bautizada con el nombre de apostasía de las masas y hecha objeto de profundos análisis y muchos libros por parte de los sociólogos belgas: los cuales para evitar ese indeseable fenómeno o ponerle contingente remedio inventaron varios 'artefactos' y 'movimientos', como la JOC, la JAC, la JIC y cosas por el estilo."
"El inventor de la JAC o bien el de la JOC (no estoy bien seguro) viaj6 conmigo por caso una vez en Francia: quiero decir, yo viajé con él. Era can6nigo. Había sido hijo de un pobre obrero y le había dado por 'darse a los obreros'. Siendo un hombre práctico y muy movido (de hecho, es un hombre que lo llaman los psicólogos 'excitoide'), consiguió fundar gran cantidad de sociedades de muchachos (entre el u b y congregación mariana) y hacer una reunión de mozos de toda Europa en París, en un estadio, que llegó a unos 270.000 'jocistas'. Después de lo cual, lo mandaron por el mundo a dar conferencias, a explicar su 'idea', y a reforzar el ánimo de las extenuadas 'huestes cat61icas'. A mí me explicó la 'idea'."
"La 'idea' de Cardin hubiese hecho las delicias de Marx: reconocer la división en clases sociales y evangelizar a los obreros aparte de los no-obreros, empezando por los jóvenes y no por los adultos. ¡Mardokai de Maguncia, exulta! Es recononocer el teorema principal (y el más discutible) de su 'Kapital': la existencia de la clase proletaria como sustancia y no como accidente."
"Evidentemente, debe haber sido algo conmovedor, y de haber estado allí nosotros, nos hubiéramos conmovido -no menos que Doña Josefina Malina y Anchorena- ver aquel espectáculo de un mar de cabezas juveniles inclinadas inclinadas delante de la sangre de Cristo, etcétera -consagrada sobre un altar hecho de dos yunques y en un cáliz de oro en forma de martillo, y sobre todo, hecho en París, ¡en París! Pero París continuó sin hijos y Francia cada vez más indiferente y escéptica. Creció el Partido Comunista (Y la misma JOC se hizo comunista ... pero Cardin obtuvo el cappello de Cardenal)"
"Lo que llaman la 'apostasía de las masas' (que no es de las masas solamente) no se cura con 'de propaganda fide'. Es un fenómeno profundo, canceroso. ¿Podrá haber apostasía del mundo si no hubiese porquería en la Iglesia? Si la Iglesia fuera hermosa, atraería necesariamente y no repelería. Y sería hermosa si estuviera limpia. Esto no tiene vuelta de hoja."
"La Iglesia ha perdido su hermosura interior, que era el entendimiento. La justicia y la caridad, y por eso ha sido despojada ignominiosamente de sus vestidos de oro y seda. Sus catedrales de antaño están vacías y han sido reemplazadas por galpones, casi siempre de un mal gusto horroroso. -Es que no hay plata!- dicen los devotos. -Es que no hay espíritu, querido. La caridad es la sangre y la respiración de la Iglesia" (Castellani, "El Ruiseñor Fusilado", Cap. XXVI - Digresión sobre la Gran Apostasía. Abreviado).
3. Castellani se refiere a la guerra de Indochina o Vietnam.
4. Junio de 1953.
5. Agosto de 1956.
6. Y los movimientos guerrileros en diferentes partes del mundo. Ver Homilía de Cristo Rey, última nota a pie de página.
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