martes, 13 de mayo de 2014

Martirologio Romano 13 de mayo


Nuestra Señora 
de Fátima




  • Nuestra Señora de Fátima
  • San Roberto Belarmino, de la Compañía de Jesús, Cardenal y un tiempo Obispo de Capua, Confesor y Doctor de la Iglesia, cuyo tránsito se conmemora a 17 de Septiembre.
  • En Roma, la Dedicación de la Iglesia de santa María ad Martyres, la cual san Bonifacio IV, Papa, en tiempo del Emperador Focas, después de purificado aquel antiguo templo de todos los dioses, que se llamaba Panteón, consagró en honor de la bienaventurada siempre Virgen María y de todos los Mártires. Más tarde el Papa Gregorio asimismo IV mandó que la solemnidad anual de esta Dedicación se celebrase en toda la Iglesia en honor de todos los Santos el día 1 de Noviembre.
  • En Constantinopla, san Mucio, Presbítero y Mártir, que en tiempo del Emperador Diocleciano y del Procónsul Laodicio, primeramente padeció muchas penas y tormentos por la confesión de Cristo en Anfípoli de Macedonia y después, conducido a Bizancio, fue decapitado.
  • En Alejandría, la conmemoración de muchísimos santos Mártires, que en odio a la fe católica fueron muertos por los Arrianos en el templo de san Teonás.
  • En Heraclea de Tracia, santa Gliceria, Mártir Romana, la cual en el imperio de Antonino y presidiendo Sabino, atormentada con muchos y crueles suplicios, y saliendo de ellos por divino favor incólume, finalmente arrojada a las fieras y mordiéndole una de ellas el cuerpo, entregó a Dios el alma.
  • En Utrecht, san Servacio, Obispo de la Iglesia de Tongres, cuyo mérito hizo Dios patente con este prodigio: que cubriéndose los inviernos todo alrededor de nieve, nunca cuajó sobre el sepulcro del Santo, por cuya causa edificaron sobre él una Basílica aquellos habitantes.
  • En Palestina, san Juan Silenciario, el cual, renunciando el Episcopado Coloniense en Armenia, llevó vida monástica en la laura de san Sabas, donde murió santamente.
  • En la Puye, Diócesis de Poitiers, san Andrés Huberto Fournet, párroco un tiempo, Fundador juntamente con santa Isabel Bichier des Ages del Instituto de Hijas de la Cruz; a quien el Papa Pío XI puso en el catálogo de los santos.


Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.




Nuestra Señora 
de Fátima

Cerca de Fátima se encuentra la aldea de Aljustrel, en donde nacieron los tres niños: Lucía, Francisco y Jacinta; éstos dos últimos eran hermanos y primos de la primera.

Lucía era la menor de cinco hermanos y la mayor de los tres videntes de la Virgen de Fátima y la que más directamente trató con la Virgen María, quizá por ser la mayor. Muertos ya sus dos primitos, ingresó con las Religiosas Doroteas en Pontevedra (España) y más tarde, con deseos de vivir más retirada del mundo, abrazó la vida de religiosa carmelita contemplativa. Falleció el 13 de febrero de 2005 en Coimbra, Portugal.

Los tres videntes eran sencillos, humildes y de familias muy cristianas. Recibieron una formación bastante severa y desde muy niños se vieron obligados a trabajar para poder comer. Francisco era jovial, simpático y muy agraciado. Le gustaba la música, las flores y, sobre todo, las estrellas. Normalmente él veía a la Virgen, pero no le hablaba ni la oía. Corto sería su destierro en esta vida. El 4 de abril de 1919, a los dos años de las celestes apariciones, volaba al cielo. Jacinta también era muy fina y agraciada. La benjamina de diez hermanos. Desde muy pequeñita fue muy piadosa y sufría cuando le contaban los padecimientos de Jesús en su Pasión. A los diez años de edad volaba al cielo este ángel de carne humana.

A los tres videntes, el 13 de mayo de 1917, en medio de una tormenta y mientras cuidaban el rebaño, después de haber rezado el Santo Rosario, se les apareció la Virgen María vestida de blanco y les pidió que volvieran seis veces más y que el mes de octubre les revelaría quién era y lo que quería. Les anunció que tendrían que sufrir mucho, pero que no se desalentaran que Ella les ayudaría. Les pidió rezaran muchos rosarios, pero mejor de lo que lo hacían hasta entonces. Las apariciones se repitieron el 13 de cada mes. En todas ellas sucedía algo parecido: mientras rezaban el Santo Rosario, acompañados cada día de más seguidores que palpaban lo sobrenatural, se les aparecía aquella joven, resplandeciente de luz, vestida de blanco, con el rosario entre las manos y les invitaba a rezar con Ella. Después les comunicaba algunas cosas que han llegado hasta nosotros, donde se manifiesta el deseo ardiente de la Virgen de que seamos almas de oración y que procuremos hacer sacrificios para unirlos a la Pasión de su Hijo.

De todas partes del mundo desde entonces, y cada día va en aumento, acuden gran cantidad de fieles a la pequeña villa de Fátima, a rezar a la Virgen María, a recibir los Sacramentos y mejor vivir la vida cristiana. La Virgen de Fátima irradia desde allí sus gracias y bendiciones sobre toda la humanidad. Su Corazón Inmaculado y el Escapulario del Carmen han sido los instrumentos que ha elegido para manifestarnos su amor.



ORACIÓN A
NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA

Oh Virgen Santísima, Vos os aparecisteis repetidas veces a los niños; yo también quisiera veros, oír vuestra voz y deciros: Madre mía, llevadme al Cielo. Confiando en vuestro amor, os pido me alcancéis de vuestro Hijo Jesús una fe viva, inteligencia para conocerle y amarle, paciencia y gracia para servirle a Él a mis hermanos, y un día poder unirnos con Vos allí en el Cielo.
Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Madre mía también os pido por mis padres, para que vivan unidos en el amor; por mis hermanos, familiares y amigos, para que viviendo unidos en familia un día podamos gozar con Vos en la vida eterna.
Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Os pido de un modo especial por la conversión de los pecadores y la paz del mundo; por los niños, para que nunca les falten los auxilios divinos y lo necesario para sus cuerpos, y un día conseguir la vida eterna.
Padre nuestro, Avemaría y Gloria.

Oh Madre mía, sé que escucharás, y me conseguirás éstas y cuantas gracias te pida, pues las pido por el amor que tienes de tu Hijo Jesús. Amén.

¡Madre mía, aquí tienes a tu hijo, sé tu mi Madre!
¡Dulce Corazón de María, sed la salvación mía!




Fuente: Martirologio Romano (1956)









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