martes, 19 de agosto de 2014

José María Escrivá Albás: Algunos Problemas Históricos III



José María Escrivá Albás:
Algunos problemas históricos

por

Jaume García Moles


Capítulo 2
Los directores espirituales de Escrivá


ADVERTENCIA


El problema que voy a tocar ahora es la descripción del punto en el que, todavía perteneciendo a la Obra, me di cuenta de que Escrivá no era el íntegro personaje que nos habían inculcado, sino que tenía cosas que ocultar, y que ocultaba recurriendo, si no a la falsedad pura y simple, a la restricción mental, que comparte con la mentira la intención de engañar. Y esto es también importante para el lector, para que sepa desde el principio que Escrivá no es un testigo fiable, al menos en lo que a él mismo concierne, y que en consecuencia, sus testimonios sobre sí mismo se han de recibir con circunspección, dando preferencia a testimonios documentales o de personas ajenas imparciales, si los hay. Por estas razones me he permitido romper el orden cronológico, encabezando con el tema de los directores espirituales el estudio de los agujeros negros de la vida de Escrivá.

UN RELATO FALSO


Como acabo de decir, este problema no es el primero cronológicamente pero es central en la vida de Escrivá porque está ligado directamente a lo que sucedió en dos momentos “fundacionales”, 2/10/1928 y 14/2/1930. Según Escrivá, el día 2/10/1928 Dios le hizo ver lo que quería de él, lo que llamaría después Opus Dei. El 14/2/1930 tuvo, también según él, una visión intelectual indicándole que Dios quería en la Obra hombres y mujeres.


La pregunta que está aún sin responder en las biografías de Escrivá es ¿quién era en esos momentos su director espiritual? Mediante la lectura de vidas de santos, uno aprende que en la mayoría de los casos tuvieron que poner las visiones, locuciones y fenómenos extraordinarios en general, en manos de sus respectivos directores espirituales. Y con toda razón, porque también se aprende en esas vidas cómo esos dones especiales pueden ser fácilmente torcidos para empujar a la soberbia, a la ilusión, a la simulación o al provecho humano. Y también, en los casos de fundadores, fue necesaria la dirección espiritual para que aprendieran a obedecer aquellos que iban a tener la misión de mandar. Por eso, uno espera, en una biografía de Escrivá, y más en una hagiografía, que el autor se extienda en mostrarnos las luchas del biografiado en relación con las indicaciones del director espiritual, antes, durante y después de los fenómenos extraordinarios. Y esto es justamente lo que no ocurre en el caso de Escrivá.



Estudiemos la información que al respecto nos da Vázquez de Prada en su primera biografía de Escrivá (1). En la parte final del Capítulo 3 nos hace una panorámica de la vida del joven sacerdote desde el momento de su llegada a Madrid en abril de 1927. Tras afirmar que había empezado a trabajar como capellán del Patronato de Enfermos, nos dice: Más adelante escogió como director espiritual al padre Valentín Sánchez Ruiz (p. 107). A continuación nos explica con detalle quién era este sacerdote jesuita, dónde vivía, cómo le visitaba Escrivá para confesarse y dirigirse espiritualmente, con qué dureza le trataba en la dirección espiritual. Y en esa presentación del P. Sánchez al lector, Vázquez no menciona la fundación de la Obra, ni suceso alguno posterior al 2/10/1928. También refiere las condiciones de la residencia de la calle Larra, en la que Escrivá vivió hasta noviembre de 1927, explica su primera matrícula en los cursos de doctorado de Derecho y su plan de vida en Madrid. Está relatando el ambiente en que se movía el sacerdote en Madrid y, entre otras cosas, parece indicarnos que el P. Sánchez era director espiritual de Escrivá antes de que viera su obra.


Esto se confirma porque en el siguiente capítulo (p. 113), Vázquez comienza directamente con la afirmación de que el día 2 de octubre de 1928, Escrivá vio el Opus Dei, tal como Dios lo quería. Pero no menciona al P. Sánchez ni a ningún otro confesor o director espiritual hasta la p. 116, en la que trata de la fundación de la sección femenina de la Obra. Recojo aquí el texto de Vázquez:


Allí [en casa de la marquesa de Onteiro], durante el Santo Sacrificio, después de la comunión, el 14 de febrero de 1930, nace la Sección femenina de la Obra.

No le faltaban, pues, datos tangibles para decirles con los años [a mujeres de la Obra]:
«Os aseguro con una seguridad física —así, física—, que sois hijas de Dios». «Vosotras —añadía— no habéis tenido Fundadora: vuestra Fundadora ha sido la Santísima Virgen».
Contra su propio parecer, se ensanchaba la interpretación restringida de la amplia llamada hecha el 2 de octubre: «para que se viera que no era cosa mía, sino contra mi inclinación y contra mi voluntad».
El padre Sánchez Ruiz, al que acudió enseguida para abrirle su alma, le dijo: «esto es tan de Dios como lo demás».


Por otra parte, ese relato es lo que oímos contar directamente a Escrivá, y lo que apareció en una Crónica (2), creo recordar que en el editorial de febrero de 2000 o un año próximo a éste. En esa Crónica figuraba un texto aún más claro. Decía que Escrivá acudió a su confesor al acabar la misa aquel 14 de febrero (3). O sea, lo que todos sabíamos por haberlo oído directamente de sus labios, por haberlo leído innumerables veces en los libros de Meditaciones (4) , por haberlo oído a gente de la Obra que habían convivido con Escrivá, era que Escrivá acudió corriendo a su confesor, o sea pocas horas después, para exponerle lo que había visto o entendido aquella misma mañana del 14 de febrero de 1930.


Como confirmación de esto, traigo aquí el texto de la Catalina n. 1874, escrito el 6/12/1963:


Anoche Álvaro me dio la noticia de la muerte del jesuita P. Valentín Sánchez, que fue mi confesor y mi director espiritual por tantos años (...) A él acudía yo, especialmente cuando el Señor o su Madre Santísima hacían con este pecador alguna de las suyas, y yo, después de asustarme, porque no quería aquello, sentía claro y fuerte y sin palabras, en el fondo del alma: ne timeas!, que soy Yo. Y el buen jesuita, al escucharme horas después en cada caso, me decía sonriente y paterno: “esté tranquilo, eso es de Dios”.


Está hablando aquí precisamente de ocasiones especiales en las cuales Escrivá acudía al P. Sánchez. Y declara que esas entrevistas sucedieron horas después de los hechos, y que el jesuita le confirmaba en que aquello era de Dios. ¿Cómo no pensar que esto ocurrió así precisamente en las ocasiones que Escrivá consideraba más trascendentales, es decir, en esos momentos fundacionales? 


Y aún hay otro motivo para pensar que Escrivá se refería en esa cita precisamente a esos momentos. En efecto, las tres Catalinas anteriores, o sea las nn. 1871-1873 fueron escritas en 1948, y las tres se refieren exclusivamente a hechos relacionados directamente con esos dos momentos fundacionales, es decir hechos sucedidos más de 18 años antes. La Catalina que estoy estudiando está escrita en 1963, es decir 15 años después de escribir las tres anteriores. Parece difícil que Escrivá tuviera la ocurrencia de retomar la escritura de las Catalinas, tras un lapso de 15 años, y que al añadir una más, es decir la n. 1874, no releyera antes las últimas que había escrito 15 años antes. Por eso, es plausible pensar que el contexto de ese apunte −ya que Escrivá o la Prelatura no nos ofrece otro— fue precisamente el de los momentos fundacionales, de modo que con lo de horas después de que el Señor hiciera alguna de las suyas, se refiera al menos a la del 14 de febrero de 1930, que entre esas dos visiones es la única que Escrivá y Vázquez ligan expresamente con el P. Sánchez. Además, este horas después es coherente con él en seguida, al acabar, o el corriendo, con que Escrivá se refirió a la búsqueda de su director espiritual, y además, el esto es tan de Dios como lo demás es coherente con el esté tranquilo, eso es de Dios.

Es decir, en su primera biografía, Vázquez nos hace creer que Escrivá se dirigió espiritualmente con el P. Sánchez desde antes del 2 de octubre de 1928 hasta después del 14 de febrero de 1930; que el jesuita conoció por boca de Escrivá la visión del dos de octubre y la del 14 de febrero, ésta última pocas horas después de que ocurriera; y, finalmente, que la segunda visión tenía el mismo carácter sobrenatural que la primera. Conociendo a Portillo, a mí me parece extremadamente probable que estos datos, relacionados directamente con la fundación de la Obra, eran los que él mismo daba por buenos, porque se ajustaban a las palabras del mismo Escrivá, que él había oído tantas veces. En efecto, es poco verosímil pensar que, en la primera de las biografías de Escrivá que contaba ya con tanto aparato documental de la Prelatura, Portillo hubiera dejado pasar errores de bulto en un asunto tan importante.

Ahora bien, recordemos que Vázquez escribió otra biografía catorce años después, con el mismo título (5), pero muy diferente en volumen, contenido y detalle. De esta biografía, Giancarlo Rocca publicó la reseña citada anteriormente (6). En ella, Rocca nos dice lo siguiente:

 (...) la biografía firmada por Vázquez de Prada no es más que la reproducción de la Biografía documentada y la Positio [documentación presentada a la Santa Sede para la beatificación]; por ello podría denominarse con toda justicia Vázquez de Prada/Positio o Vázquez de Prada/Biografía documentada. Esta estricta correspondencia, por no decir identidad, entre las dos biografías se ve no sólo en la estructura general, sino también en el texto mismo, que, en numerosas páginas es prácticamente idéntico, con apenas ligeras variantes de palabras o posiciones en el texto, como ya se ha dicho.



Es decir, teniendo en cuenta que por Biografía documentada hay que entender el cuarto volumen de la Positio, Rocca demuestra que el libro de Vázquez que estamos comentando ha de atribuirse, igual que la Positio, al trabajo conjunto de Vázquez, Badrinas, Capucci, Orlandis, Fuenmayor y Suárez. Y por tanto, que este libro de Vázquez representa esencialmente la información biográfica que la Prelatura entregó a la Santa Sede para la beatificación y canonización de Escrivá. 


Y ahora, como suele decir Sherlock Holmes en sus casos, the plot thickens, la intriga se complica, porque esta segunda biografía de Vázquez, y por tanto la Positio, contradice a la primera. Veámoslo.


En la nueva biografía, que será a partir de ahora la única que citaré, el nombre del padre Valentín Sánchez Ruiz no aparece hasta la p. 323, justamente dentro del texto de la Catalina n. 1871, escrita el 14/6/1948, es decir 18 años después de los hechos. En ella confirma que el P. Sánchez fue la primera persona que supo de la visión del catorce de febrero:


Pasó poco tiempo (7): el 14 de febrero de 1930, celebraba yo la misa en la capillita de la vieja marquesa de Onteiro [madre de Luz Rodríguez Casanova, fundadora de las Damas Apostólicas]. Dentro de la Misa, inmediatamente después de la Comunión, ¡toda la Obra femenina! No puedo decir que vi, pero sí que intelectualmente, con detalle (después yo añadí otras cosas, al desarrollar la visión intelectual), cogí lo que había de ser la Sección femenina del Opus Dei. Di gracias, y a su tiempo me fui al confesonario del P. Sánchez. Me oyó y me dijo: «esto es tan de Dios como lo demás»


Y en esa misma página, en la Nota 188, Vázquez nos da a conocer parte de una meditación de Escrivá, del 14/2/1964, treinta y cuatro años después de los hechos, en la que tras describir de modo similar las circunstancias de aquella visión intelectual añade que acudió corriendo a tranquilizar su alma con su confesor: 


Y fue allí, después de la Comunión, en la Misa, cuando vino al mundo la Sección femenina. Luego, a su tiempo, me fui corriendo a mi confesor que me dijo: «esto es tan de Dios como lo demás».


Pero, y esto es lo que origina el agujero negro, Vázquez —salvo una simple cita de su nombre relativa a hechos de 1932— no vuelve a hablar del P. Sánchez hasta la p. 332, en la que nos dice:


oyendo [Escrivá] comentar en el Patronato que el padre Sánchez atendía muy bien a sus penitentes, una mañana de primeros de julio de 1930 se fue a la residencia de la calle de la Flor a pedir al jesuita que se encargase de su dirección espiritual (8).



Conclusión: Es falso que Escrivá fuera a visitar al padre Valentín Sánchez Ruiz pocas “horas después”, o “corriendo”, o “al acabar” la misa en casa de la marquesa de Onteiro el 14 de febrero de 1930, puesto que entonces le faltaban aún cinco meses para conocer al jesuita. Otra conclusión bastante probable es que don Álvaro Portillo no supo nunca, en vida de Escrivá, que el primer encuentro de Escrivá con el P. Sánchez tuvo lugar en julio de 1930 (9).


Independientemente de la intención de Escrivá para introducir estas falsedades en sus apuntes, es evidente la constatación de que ni Portillo, ni el libro de Vázquez, y por ello muy probablemente la Positio, dicen nada de si Escrivá tuvo o no directores espirituales estables a lo largo del período que va de octubre de 1928 a julio de 1930, período que comprende los dos principales hechos fundacionales.

(continuará)


Notas


1 Andrés Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, Rialp, Madrid 1983. No debe confundirse, aunque los títulos coincidan, con la que publicó en tres volúmenes a partir de 1997.

2 Crónica es el nombre de la revista mensual de uso interno que la Prelatura envía a todos sus centros de varones.

3 Agradecería que algún miembro de la Obra confirmara este dato, informando, a mí o a opuslibros, de la página exacta y del número exacto de Crónica en cuyo editorial aparece ese al acabar. Desde hace años no tengo acceso a esa revista, y escribo esa cita de memoria.

4 Meditaciones es una colección de seis tomos que contienen, para cada día del año litúrgico, un tema de meditación, construido básicamente sobre textos de Escrivá. También es de uso interno, y está dirigida a hombres y mujeres de la Obra.

5 Andrés Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, 6a edición del tomo I, Rialp, Madrid, 2001.

6 El fundador...

7 Escrivá se refiere a la Catalina anterior, en la que explica que en 1929 había escrito que el Opus Dei se diferenciaba de los Paulinos, al menos, en no admitir mujeres.

8 No cita Vázquez la fuente de esta noticia, pero Pedro Rodríguez en su libro Camino, de Josemaría Escrivá de Balaguer, cap. I, nota 12, nos dice que Escrivá, en la Catalina n. 72, «ya había relatado la citada entrevista, que tuvo lugar el sábado 5 de julio de 1930». Vázquez cita otras dos Catalinas relacionadas con el suceso. Así dice la n. 73 escrita el 26/7/1930, es decir cinco días después de los primeros encuentros con el P. Sánchez, en la que leemos:

El domingo, día 6 de julio, entregué al P. Sánchez estas cuartillas, en el Patronato, cuando vino a los exámenes de la Preservación de la Fe. El lunes 21 del mismo mes, en Chamartín, me devolvió las notas el Padre y se comprometió a ser nuestro Director. Laus Deo!

La otra Catalina, n. 1866, fue fechada por Escrivá 19 años después, y en ella leemos lo siguiente:


Entonces, despacio, comuniqué la Obra y mi alma [al P. Sánchez]. Los dos vimos en todo la mano de Dios. Quedamos en que yo le llevara unas cuartillas —un paquete de octavillas, era—, en las que tenía anotados los detalles de toda la labor. Se las llevé. El P. Sánchez se fue a Chamartín un par de semanas. Al volver, me dijo que la obra era de Dios y que no tenía inconveniente en ser mi confesor. El paquete de octavillas lo quemé hace unos años. Lo siento (1948).

Resumiendo, el 5 de julio de 1930, Escrivá acudió a la residencia de los jesuitas de la calle de la Flor, cerca de la Gran Vía y San Bernardo, para conocer al P. Sánchez y pedirle que fuera su director espiritual. Escrivá le entrega el día 6 unas octavillas que ha escrito sobre la labor apostólica, aprovechando una visita del P. Sánchez al Patronato. El día 21 vuelven a verse, ahora en la residencia de Chamartín, cerca de la actual plaza de Castilla, y quedan de acuerdo en establecer la dirección espiritual. No se sabe por qué Vázquez no nos ofreció el texto de la Catalina n. 72, que explicaría de modo más fresco la primera entrevista de Escrivá con el P. Sánchez.


9 En el libro de Césare Cavalleri, Álvaro del Portillo, Entrevista sobre el Fundador del Opus Dei , Rialp, 1992, cap. 8, se cita a Portillo como sigue: 
«En Madrid, nuestro Fundador recurrió a la dirección espiritual del Padre Valentín Sánchez S.J., a quien confió la guía de su alma en el verano de 1930». Esa entrevista fue posterior al 9 de abril de 1990.


Fuente: Opus Libros

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