lunes, 5 de enero de 2015

R.P. Leonardo Castellani: ¿Está cerca la Parusía?




Cristo ¿Vuelve o no vuelve?
R.P. Leonardo Castellani


El Advenimiento


14. ¿Está cerca la Parusía?

El autor del Apokalypsis afirma que la Parusía (o sea la presencia justiciera de Cristo en la historia humana: TKXp' o\>oía) está cerca; desde el comienzo, en que titula al libro Revelación de El que está cerca, hasta el final, donde dice: “Vengo pronto"; y también: “He aquí que estoy a la puerta y llamo. Aguanta un poco. Vengo ya.”

¿Vengo ya? Esta expresión desconcertante, piedra de tropiezo de los incrédulos de hoy -y de siempre-, se verifica de tres maneras: trascendental, mística y literal.

1. Trascendentalmente. El período histórico de los últimos días (o sea el tiempo de la revelación cristiana entre la Primera y la Segunda Venida) será muy breve, comparado con la duración total del mundo.

Una antigua tradición hebreocristiana, muy respetable, asigna a “este siglo” (al ciclo adámico, desde Adán al Juicio Final) una duración de siete milenios, correspondientes a los siete días de la creación, porque “para Dios mil años son como un día” (21), correspondientes dos milenios a la Ley Natural, dos milenios a la Ley Mosaica y dos milenios a la Ley Cristiana; y el último milenio, el Domingo, a la trasformación feliz del universo en el Trono del Verbo (“Yo haré nuevos cielos y nueva tierra") mediante la acción parusíaca.

Así, pues, en un sentido trascendental Cristo pudo decir con verdad que su Segunda Venida estaba cerca.

2. Místicamente. Todos los hombres, no menos que las naciones, estamos cerca del juicio a causa de la muerte, la cual puede sobrevenir en cualquier momento; y sobreviene siempre a la eterna ilusión y distracción humana de un modo inesperado. La pedagogía de Cristo en todo el Evangelio es alertar continuamente al hombre acerca de la muerte inminente e imprevista. “Necio, esta noche misma te pedirán el alma. Lo que has rejuntado, ¿para quién será?”

Nuestra experiencia nos enseña que aun a los viejos achacosos y enfermos desahuciados, la muerte los sorprende de repente: en el sentido de que no la esperan; y ¿quién la va a esperar? Un santo religioso hemos visto morir, el cual se enfurruñó cuando el Superior le habió de los últimos sacramentos. “Yo no soy hombre de morir sin sacramentos -dijo -; pero estos superiores jóvenes son tan precipitados, que apenas uno sufre cualquier cosita, ya se descuelgan con los Santos Oleos.” Los recibió, sin embargo, porque era dócil; y esa misma tarde estaba muerto. Fue el padre Vicente Gambón; mu­chos de ustedes ío conocieron.

Pues bien: lo mismo será en el fin, igual que en los tiempos del Diluvio: los hombres comprarán, venderán, harán política, se casarán y engendrarán hijos; y como el relámpago que surge en el Este y en el mismo instante está en el Oeste, así será la venida del Hijo del Hombre. Lo sensato, pues, es pensar el fin siempre cerca, porque de hecho puede ser hoy mismo, cuando estamos sin aceite en el candil, como les pasó a las Vírgenes Insensatas; debemos pensarlo cerca, pero no como cosa cierta -lo cual paralizaría la actividad humana, como les pasó a los Tesalonicenses-, sino como cosa posible, prevista y esperada. Y también santamente deseada. ¡Ven, Señor Jesús!

3. Literalmente. Se cumplió enseguida la profecía en la destrucción de Jerusalén, y luego en el derrumbe del Imperio Romano étnico, los dos typos del fin del siglo, o sea del término del ciclo, que usaron Jesucristo mismo y el discípulo amado: se cumplió en su primera fase para los oyentes det Mesías; y se cumplirá quizá en su forma completa para nosotros, que pensamos menos en el Fin del Mundo que los primeros cristianos. ¡Y sin duda, estamos más cerca que ellos!

Porque el drama de la Historia se desenvuelve en planos escalonados, como todo drama se desenvuelve en escenas que contienen todas la misma idea fundamental, a desplegar en el desenlace. Y así todas las grandes caídas de los imperios perseguidores de la Iglesia, las grandes resurrecciones triunfales del cristianismo y las grandes barreduras que hace Dios de razas enteras Apóstatas o degeneradas, se pueden considerar como realizaciones parciales y figurativas de la Presencia (para-ousía) de Cristo en la Historia y de su Revelación ( apo-kalypsis ) definitiva (22).


15. Los signos del tiempo

Todo libro profético es fatalmente oscuro, y sólo se vuelve claro al cumplirse la profecía. El Apokalypsis, por ejemplo, es una profecía de las persecuciones todas de la Iglesia, tipificadas en la primera (persecución de Nerón) y en la última (persecución del Anticristo), seguidas de los castigos temporales de Dios y los triunfos de Cristo.

Es natural que habiendo pasado casi 2.000 años de la Primera Venida, estando nosotros más cerca de su cumplimiento, estemos más capacitados por nuestra pura situación en el tiempo para entender algunas cosas de ella. “Cierra el libro de esta profecía -dice el ángel a Daniel- hasta que llegue el tiempo." “Abre el libro de la profecía -dice el ángel a San Juan en la Visión Segunda y en la Visión Séptima-, porque ya llega el tiempo.”


No es temerario, pues, pensar, por ejemplo, que Holzhauser o Lacunza han entendido cosas del Apokalypsis que no entendieron tan claramente los primeros Santos Padres, sobre todo cuando las entienden en perfecta armonía con todos los Santos Padres; no inventando, sino desenvolviendo y desentrañando, que es el modo propio de lo que llaman “evolución del dogma”.

La Escatologia, entendida por los primeros cristianos en la parte que les tocaba -y la prueba está que los fieles judíos huyeron de Jerusalén a Pella cuando se cerró sobre Armaggedón el segundo ejército romano comandado por Tito-, fue posteriormente un libro cerrado. Las interpretaciones se multiplicaron y diversificaron tanto, que ponerlas juntas es para romperse la cabeza; y si lo dudan, no tienen más que leer de corrida Alcázar o Comelio Alápide, como he estado haciendo yo estos días.

Los incrédulos lo calificaron de delirio puro y simple. Los cristianos tibios
lo evitaron. Y sin embargo, es ei libro de la Escritura que contiene una pro­mesa especial para el que lo guarde: “Dichoso el que guarda las palabras de la profecía de este libro.”

Pero cuando una profecía se cumple, entonces todos aquellos que la guar­dan en su corazón creyente - y solamente ellos- ven con claridad que eso es y no puede ser otra cosa. Así pasó con Gamaliel y con todos los judíos que creyeron el primer advenimiento. “Necios, por las señales del cielo y de la tierra conocéis que está próximo el verano, y sois ciegos parra discernir los signos del Hijo del Hombre.”

La tesis de Bossuet, de que “una profecía puede cumplirse sin que los contemporáneos se den cuenta", si se entendiera: sin que todos los contem­poráneos se den cuenta, sería un disparate y una contradicción, porque valdría decir, sin que ¡a Iglesia se dé cuenta. De ese modo, las profecías serían inútiles o al menos indignas de la sabiduría y piedad de Dios. “De la higuera aprended un ejemplo. Cuando veis las yemas verdes en el tallo tierno, decís: próximo está el verano. Así, cuando veáis que todas estas cosas suceden, sabed que ya es.”


16. Et Apokalypsis actual

El Apokalypsis se está volviendo un libro muy actual. “Cuando quiero saber las últimas noticias, leo el Apocalipsis", decía con gracia León Bloy. Hace un siglo, nada más, el renegado Renán se permitía burlarse del apóstol Juan y titear “la imaginación oriental delirante y desmesurada”, tan diferente del sereno equilibrio y elegante mesura de la imaginación griega. ¡Un ejército de doscientos millones de hombres, todos a caballo! -que a lo mejor se refiere a una módica expedición guerrera de los parthos en los confines del Imperio que ni siquiera se verificó...- exclama el apóstata bretón. ¡El sol qué se oscurece, la luna de color de sangre, las estrellas que caen! —que sin duda fueron unos cuantos inofensivos eclipses, cometas y meteoros...- ¡Ciu­dades enteras que se derrumban en un momento y se convierten en ruinas! ¡La tercera parte de los hombres que perece!... Renán paladea con gusto estos absurdos, imposibles en la edad del Progreso, de la Civilización y de la Ciencia Moderna. Ignoraba que la Ciencia Moderna estaba ya entonces elaborando la bomba atómica. *Je songe a tout í’en fer qui tient dans un atóme", decía por aquel entonces Víctor Hugo, sin saber él mismo todo lo que decía; es decir, profetizando la bomba atómica a la manera de la burra de Balaam.

En su Comentario Literal al Apocalipsis (23) (resumen lacunzíano publicado con imprimatur en Roma), monseñor Eyzaguirre identifica la sexta tuba del sexto ángel del Apokalypsis con la gran guerra mundial, dividida en dos partes, con veinte años de tregua, de la que hemos sido testigos, y víctimas.

No se puede decir todavía que ésa pueda ser una verificación literal, porque el Profeta habla de un ejército de 200.000.000 de hombres en el frente (caballería, las tropas de choque de la antigüedad) y de bajas que alcanzan a un tercio de la humanidad. En la presente guerra antinazi ha habido cerca de 200.000.000 de combatientes, pero contando los obreros de las fábricas de armas. Y ha habido una tercera parte de bajas, pero contando mutilados y estropeados; y no de toda la humanidad, sino de una parte de ella.

Pero críticos militares tan autorizados como el capitán B. H. Liddle Hart y el catalán Iturrat (24) prevén como posible y aun probable una Tercera Guerra Mundial, después de una tregua menor que la anterior, y que no será ya guerra de naciones unidas, sino de continentes unificados. La aviación fulmi­nante, los robots explosivos, la bomba atómica, la conscripción en masa, incluso de mujeres, y la compulsión a entrar en guerra sobre las naciones pequeñas (técnicas de la guerra moderna ya ensayadas con éxito y definitivamente incorporadas al arre bélico), hacen posible un exterminio tres veces más grande que el que hemos presenciado, contando muy por to bajo.

La herramienta del Anticristo ya ha sido encontrada. Solamente que sea quitado el Obstáculo, y El Que Ha de Venir, vendrá.


17. Conjetura exegética

Siendo esto así, se podría conjeturar para un futuro próximo:

1. La reunión de los judíos en un solo cuerpo nacional, la reconstitución del Reino de Israel en su solar propio, condición previa de su conversión en masa a Cristo. Mirarán a Aquel que enclavaron.

2. La concentración rápida del poder económico-político (totalitarismo capitalista) en pocas manos y la formación de grandes grupos internacionales, precursores de un Imperio Universal Anticristiano, o Primera Bestia; como esta Panamérica que nos están por regalar ahora con las Actas de Chapultepec (25).

3. La persecución de Juliano, la formación de una religión falsa parecida a la cristiana, obra del Pseudoprofeta o Segunda Bestia , que puede ser un Antipapa, o un gran genio religioso, o simplemente la Masonería o el Socialismo. Ya existen partidos socialistas cristianos, incluso en Italia. " Ed ha mutato l’aquilla in acceggia / e in segno di fazione il Crocifisso / sicché se con se stessa ofende e aspreggia ”, dice Papini (26).

4. La persecución de Nerón, o sea la opresión jurídica, encarcelamien­to, juicios norimberguianos, matanzas y fusilamientos de los que no tengan el signo déla Bestia en la frente (profesión de fe apostàtica) y en las manos -quizá monedas con inscripciones sacrilegas, como parece pasó en tiempo de Nerón.

5. La persecución de Diocleciano, o sea la opresión económica de los fíeles a Cristo, los cuales no podrán comprar, ni vender, ni comerciar, atajados por listas negras sometidas a un control mundial.

6. La aparición de los dos testigos que lucharán con el Anticristo con poder divino, quizá el jefe de los cristianos viejos (Enoch) y el jefe de los judíos conversos (Elias) -quizá el último Papa y el último Vicerrey de Israel- que habrán de ser martirizados.

7. La derrota de los santos en todas panes, en medio de una universal apostasía, porque "cuando vuelva el Hijo del Hombre,¿creéis vosotros que va a encontrar fe en la tierra?” (27).

8. Un breve período de paz internacional, de horrenda paz de terror y de injusticia, presidida por el Emperador Laico del Universo, el Anticristo. 

Enrique Larreta teologiza en La Nación del 18 de noviembre de 1945 acerca de la bomba atómica, diciendo que, gracias a la “inspiración cristiana" del Presidente Truman, la bomba atómica será el instrumento que traerá al mundo “la paz eterna”. ¡Ojalá sea cierto! Pero probablemente la bomba atómica constituye el instrumento técnico de la unificación del mundo por el terror, al mismo tiempo que el partido socialista cristiano representa el instrumento técnico de la unificación del mundo por la mentira. Los dos elementos constituyen, según las profecías, la argamasa del Gran Emperador Laico y el retiro del misterioso Obstáculo.

A no ser que una gran reacción de la Cristiandad (la “conversión de Euro­pa" que esperan Belloc, Dawson, Meinvielle) con un gran triunfo de la Iglesia (esperado por grandes teólogos, como Hotahauser y Billot) abran una última edad de oro al mundo antes de su fin (la Iglesia de Filadelfia „ o Amor de Hermanos) y aplacen el tiempo de la última Iglesia (la Iglesia de Laodicea, o Juicio de los Pueblos).

Todo esto no está dado, por supuesto, como cosa de fe o previsión cierta, sino como interpretación privada, lícita a todo cristiano; y más si ejerce oficio de doctor sacro.


18. Las Siete Plagas

En este tiempo en que la Iglesia sufrirá tanto del mundo, no las pasará tampoco muy bien el mundo; al contrario.

La Ciudad de Dios y la Ciudad del Hombre, tensadas al máximo en la acción decisiva de su lucha secular, sufrirán todo lo que es posible sufrir a humanas criaturas y un poco más; con la diferencia que los dolores de la Iglesia serán dolores de parto (“y vi una mujer en el cielo, vestida de sol, calzada de luna, coronada de estrellas, gritando con dolores de parturienta atormentada por dar a luz... y dio a luz un varoncito que regirá a todas las gentes con vergajo de hierro"); mas los dolores de los impíos serán dolores de muerte eterna, el comienzo del estanque de fuego preparado para los que se han de perder.

Estos dolores de los impíos están figurados en el Libro Santo por las Siete Fialas de los Siete Angeles que administran la ira de Dios, las cuales «corresponden a las Siete Tubas que el Vidente describe antecedentemente; con la diferencia que las Siete Tubas significan las causas espirituales de los dolores (la invasión de los bárbaros, el islamismo, el cisma griego, el cisma de Occidente, el Protestantismo, la guerra mundial y el Anticristo, en nuestra exégesis), en unto que las fialas corrosivas, que los otros ángeles vuelcan al mismo tiempo sobre la tierra, representan los efectos penosos y punitorios de esas grandes destrucciones espirituales.

Si se interpretan con Eyzaguirre la Sexta Tuba y la Sexta Fiala como la guerra mundial, entonces las otras seis quedan fijadas e interpretadas por el hecho mismo, y de una manera irrecusable.

La Séptima Tuba y la Séptima Fiala son con toda evidencia el mismo Fin del Mundo, el cual es final invariable de cada una de las veinte Visiones. Pues hay que saber que las Visiones del Apokalypsis no siguen un orden li­neal progresivo, como es el caso de la poesía épica o narrativa, sino un orden concéntrico o, mejor dicho, espiraloide, el cual es invariable característica del estilo profètico oriental. Cada una de las Visiones empieza un poco más allá de la otra; pero todas terminan invariablemente en el objeto principal de todo el libro, la Parusía (28).

Así, pues -en nuestra interpretación-, la Primera Plaga es la sífilis; la segunda es la discordia y la guerra en las relaciones internacionales; la tercera es el envenenamiento de la vida cultural y social, y la lucha de clases; la cuarta es la desviación perversa y destructífera de la Ciencia Moderna; la quinta es la destrucción de la pericia política y la impotencia de los estadistas; la sexta es la guerra mundial; y la séptima, el advenimiento parusíaco (29).

De la misma manera, en nuestra exégesis, el Caballo Blanco de la Visión
Tercera simboliza la Monarquía Cristiana, que duró desde Constantino a Napoleón I; el Caballo Rufo, la Gran Guerra y todo su período de “guerras y rumores de guerra” y de “paz armada” que sigue a las guerras napoleónicas; el Caballo Oscuro este amable tiempo que estamos viviendo de posguerra, o sea de Crisis y Carestía; y finalmente, el Caballo Amarillo -¿por qué amarillo?; <el color de la muerte o el color de la raza que formará el ejército del Anticristo?- significa el Acabóse Perfecto.


19. El morbo infame

A manera de ejemplo, vamos a explicar solamente la Primera Fiala, porque esto no es un tratado, sino un bosquejo; y no podemos explicar todo, sino indicar brevísimamente. El que tenga ojos para ver, que vea. Nos remi­timos a otro libro más amplio en preparación: hecho ya y no publicado. 

La Primera Plaga es una "herida cruel y pésima”, que afligirá a los que tienen el signo de la Bestia y adoran su imagen. El texto griego indica que será una úlcera, por una parte, terrible, y, por otra parte, asquerosa (élkon kakón kaíponerán; ver Diccionario de Zeller). La sífilis es una de las pla­gas peores de la humanidad moderna, es cruel y asquerosa, y aflige casi siempre a los pecadores y no a los santos. (¡Ay! Ayer he visto en el tren una niñita de seis años con labio leporino y paladar perforado, medusante monstruo.)

La sífilis como plaga aparece en los tiempos actuales. No diremos que no existiera siempre como epidémica, pero en el siglo XVI se hace endémica. Aparece tan repentinamente, que los hambres creen se trata de un morbo nuevo. Cada nación adjudica esa enfermedad a su vecina. Los españoles la llaman buba indiana, creyendo que era traída por los conquistadores y oriunda de los indígenas de América, Los ingleses la llaman morbo gálico (gallic morbus). Los franceses la llaman mal siciliano. Los italianos la llaman mal francés. Los polacos la llaman mal ruso; y los rusos, mal pérsico. También se llama lúes, que significa peste, y avariosts, que significa degeneración. 

La sífilis es diabólicamente maligna y astuta. Si la dejan, se va derecho al
sistema nervioso y al plasma germinativo, atacando el núcleo vital del indivi­duo y la especie. A semejanza del pecado original, hiere al hombre también en su descendencia, y repercute en cadena, originando ruinas atroces a mi rededor y hacia delante en forma incalculable. Un solo enviruelado podría contagiar a todo el género humano. El solo cardumen de espiroquetas que nutre una sola prostituta, podría regalar bubones, chancros y tabes a todos los uruguayos, y a los argentinos encima (30).

Es posible que de ella dependan etiológicamente la tuberculosis, el cáncer y la neurastenia. Esto sostienen algunos biólogos actuales.

No decimos que el terrible treponema pallidum sea la causa inmediata de esas tres enfermedades, por supuesto. Se sabe que no es así. Pero es muy probable, como opina André Suarés, que la sífilis parental sea la responsable de la propensión a esos tres flagelos, que son degenerativos tanto como infecciosos; sin la cual propensión o terreno no hay enfermedad.

Para estas tres enfermedades no existe hoy día remedio específico; y la ciencia moderna no lo hallará jamás. Los deslumbrados por el invento de la penicilina y los sectarios de la Nueva Religión de la Ciencia esperarán en vano una vacuna Pueyo para el cáncer, la tisis, la neurosis. No reflexionan que la penicilina, y los otros grandes progresos de la medicina actual, cortan las infecciones -en los organismos robustos, solamente-, pero no robustecen los organismos, ni menos los regeneran.

Dice Carrel que la medicina moderna disminuye las enfermedades infecciosas pero aumenta las degenerativas. La ciencia moderna lo único que con­sigue en definitiva es aumentar en el mundo actual la proporción de los enclenques, valetudinarios, achacosos y seniles, acarreando así la decadencia de las razas. Léase sobre esto el terrible ensayo del médico inglés Ludovici titulado Lysístrata o La mujer del porvenir.

la sífilis ataca en general a los que tienen el signo de la Bestia y adoran su imagen. Todas las revistas argentinas actuales publican sistemáticamente en cada número por lo menos una fotografía artística de una prostitutita de Hollywood en paños menores, incluso la revista Don Fulgencio, que profesa ser adaptada para todos los miembros del hogar cristiano, chicos y grandes.

(Que haya iniciado ese sistema la revista Aquí Está, de un logrero español, es una cosa; y otra cosa distinta, que para ganar plata adopten el sistema todos los argentinos, incluso los de hogares cristianos , como.......... ) (31).


Y ésa es una de las imágenes de la Bestia, que nos proponen a nuestra adoración con el nombre evidentemente sacro de estrellas. El nombre español y Verdadero es el que puse arriba. 

Que los daños que causan a la inocencia caigan un día sobre sus cabezas: la piedra atada al cuello.

Esta maldición no es mía, sino del Libro Santo.


20. La Nueva Jerusalén

Basta de visiones de maldición. Interpreten ustedes las otras seis plagas, que son fáciles. La Visión que cierra el Apokalypsis es de la Nueva Jerusalén. Hay dos Jerusalenes nuevas, la celestial y la terrena, madre de todos nosotros. La Jerusalén celestial es la actual congregación de los salvados; o sea, lo que llamamos el Cielo , hállese donde se halle. El Profeta los ve debajo del altar, clamando venganza contra el poderío injusto y homicida del infierno y el mundo; altro que como los veía Víctor Hugo, rogando piedad a Dios para los sirvergüenzas como él (32).

"Y ví el alma de los degollados por Cristo debajo del altar, orando y clamando: «-¿Hasta cuándo, Señor santo y veraz, no juzgas y no vindicas nuestra sangre de aquellos que viven en la tierra?». «—Hasta que se completen vuestros hermanos y consiervos que han de ser matados como vosotros»”. (.) Cielo es la visión de Dios y la posesión fusionante y unitiva del alma con la deidad. Pero las almas beatas claman en cierto modo por sus cuerpos, tuyas son formas sustanciales.

Pero esta Jerusalén celeste, que ya funciona desde que Cristo “bajó a los infiernos” el día de su muerte, no es la Jerusalén terrestre que ve bajar ahora el Profeta “adornada como una esposa para el varón". Estotra es “un cielo nuevo y una tierra nueva”. Es el “tabernáculo de Dios con los hombres, para que desde ahora vivan juntos; porque yo [dice Dios] renuevo ahora todas las cosas". No es la esposa de Dios, sino la prometida del Cordero, que desciende del cíelo a la tierra con la claridad del cristal y el fulgor del crisólito y el jaspe. Es una ciudad cercada y medida, con doce puertas y doce fundamentos, en forma de cubo perfecto. El sol que la ilumina no es otro que el Cordero, la surca un río de agua viva, y hay en ella doce árboles que dan el fruto de la vida y tienen hojas que curan todo mal.

El Profeta la describe con términos corporales y la promete para los últimos tiempos, para después de la Segunda Venida. Es un error exegético, por tanto, identificarla con el cíelo de las almas y con la bienaventuranza definitiva. Están descritas de diferente manera, la celeste y la terrena.

Quisiera describirla. ¿Quién podrá describirla mejor que San Juan? Pero
yo quisiera describirla para mis hermanos los argentinos. Quisiera tener,
para describirla, la elocuencia del padre Golía para los italianos.

En la Pascua de 1930 oí en Roma un sermón sobre el cielo, del gran pre­
dicador italiano Golía, jesuíta. (Dijeron que Mussolini estaba de incógnito
oyendo el sermón ése, pero yo no lo vi. Eso sí, estaba lleno de militares y
de aristócratas romanos.) Golía hizo un sermón largo, amoroso y humoroso, acerca de la perfección final de la natura humana en la vida venidera -que eso y no otra cosa es el cielo-, de hacer llorar y reír al mismo tiempo. Dijo que no hubiera más en el cielo que la supresión de todos los males terrenos, ya eso era paraíso. Describió los principales males terrenos, error, discordia, mentira, guerra, trabajo, inceradumbre, disgustos, enfermedad, vejez y muerte. Y después glosó humorosa y líricamente -haciendo chistes al mismo tiempo contra las beatas que cuchicheaban y movían las sillas y no dejaban escuchar- la promesa del Profeta:

Secaré de sus ojos toda lágrimaYo mismo, dice Dios,y ya no habrá más muerte y luto lúgubre,pues estarán conmigo sin ser dos;y ya no habrá clamor, dolor, ni estrépito,porque todo lo viejo se acabó (33).

De mí sé decir que si me quitaran solamente mis neuralgias semanales, el subdirector del diario y el calor y los colectivos de Buenos Aires, ya sería para mí el cielo. Aunque es claro que enseguida estaría descontento otra vez y empezaría a soñar nuevos cielos y nuevos amores: porque así somos. Pero aquel día, oyendo a Golía, lloré como una magdalena; y ahí está el ca­nónigo Speroni, que se hallaba a mi lado y no me dejará mentir. 

Después empezó Golía a recorrer todas las dichas terrenas (34) y a purificarlas y a sublimarlas, para mostrar cómo serán todas las cosas nuevas en la Jerusalén terrena, donde reinarán los santos con Cristo mil años.

Esos mil años, después de la resurrección primera , en que reinarán con
Cristo los mártires, los interpretan, para antes de la Segunda Venida de Cris­to, una escuela exegética llamada evolucionista, y para después de esa Venida, otra escuela llamada milenarista.

El milenarismo se divide en mílenarismo carnal y milenarismo espiritual. El milenarismo carnal o judaizante, técnicamente llamado quiliasmo, ha sido prohibido por la Iglesia; la cual también ha prohibido la enseñanza de un milenarismo espiritual llamado mitigado en las regiones de Sud América, con el Decreto disciplinar de la S. C. del índice del 22 de junio de 1940.

Milenarismo y evolucionismo

Este párrafo creemos dice a un ojo limpio con bastante claridad lo necesario. Pero ha suscitado por desgracia una fuerte critica de un teólogo (?), que nos trata de milenarista y otras lindezas. En honor de la ancianidad y bondad personal del crítico, aclarémonos más, si es posible.

Evolucionismo. Es la opinión de los que sostienen que el Cap. XX del Apokalypsis se debe interpretar alegóricamente. Es decir, que la primera resurrección significa la gracia; los tronos significan los obispos; las almas de los degollados significan los buenos cristianos; y el Milenio no es otra cosa que el reinado actual de la Iglesia en el mundo. Tropos...

Milenarismo. Es la opinión que interpreta el mismo pasaje en sentido li­
teral. Se divide en espiritual y camal o, por otro nombre, craso.

Milenarismo carnal designa la tendencia judaizante y novelesca que en los primeros siglos imaginó un triunfo temporal y mundano de Cristo, se­mejante al que de hecho le exigiera el fariseísmo en vida; con un séquito de satisfacciones, desquites y deleites groseros para los resucitados, en los cuales la fantasía animal se dio libre curso. Este quiliasmo desmesurado fue condenado por la Iglesia, después de haber suscitado las iras, también un poco desmesuradas, de San Jerónimo. Como actitud espiritual, este milenarismo no deja de subsistir incluso hoy día; por ejemplo, en algunas sectas protestantes, y en la mística de los grandes imperialismos actuales.

El Milenarismo espiritual se puede resumir en estas palabras de Alló: “Un Milenio está predicho en la Escritura; ese período todavía no se ha dado; en qué consiste a punto fijo y en pormenor no lo sabemos; cuando se dé, lo sabremos.“

Así expresado, con discreción y agnosticismo, ese quiliasmo no ha sido jamás condenado por la Iglesia; ni -audemus dicere- lo será nunca, por la simple razón de que la Iglesia no va a condenar la mayoría de los Santos Padres de los cinco primeros siglos, entre ellos a los más grandes... (véase Ecclesia Patrística et Millenarismus, Expositio Histórica a Flor, Alcañiz S.J., Doctore et Magistro Aggregato Facultati Philosophieae in Universitate Gre­goriana, Granatae, 1933.)

Lo que ha hecho no ha mucho la Iglesia, ha sido prohibir por un decreto del Santo Oficio la enseñanza de un milenarismo mitigado, claramente definido en la misma prohibición, la cual naturalmente no sería lícito ampliar; porque 'odiosa sunt restringenda”; a saber: “ei milenarismo de los que enseñen que antes del juicio final, con previa o sin previa resurrección de justos, Cristo volvería a la tierra a reinar corporalmente". 

Este decreto es del 9 de julio de 1941. El decreto ut jacet agarraba también a los exegetas llamados evolucionistas, puesto que, según éstos, Cristo reina ya corporalmente -desde el Santísimo Sacramento- a partir de su Resurrección hasta el Fin del Mundo. Pero no tocaba, según parece, a los milenaristas sensatos. 

Salió otro decreto declaratorio tres años después (A. A. S., 1944, pág. 212), en el cual la palabra corporaliter ha sido cambiada por visibiliter. Con forme a él, queda excluida la enseñanza, no sólo del milenarismo craso, mas también del camal-mitigado, que imagina un Reino temporal de Cristo a la manera de los imperios de este mundo, con su corte en Jerusalén, su palacio, sus ceremonias y festividades, su presencia visible y continua -y hasta su ministro de Agricultura...-; “teología para negros”, como dice Ramón Dolí; semejante al cíelo de la película Green Pastures.

Nosotros no enseñamos ni creemos ninguno de estos dos milenarismos, está de más el decirlo; aplicamos aquí simplemente al Apokalypsís el llamado en exégesís sistema esjatológico, en oposición al sistema histórico y al sistema alegórico. Y al crítico prepóstero, que tan mal ha leído mi librito y con tanta acrimonia lo juzga, me contento con copiarle unas líneas de dos autoridades en materia de exégesis: primero, mi maestro en la Gregoriana 1929-1931, R. P. Silvio Rosadini: “ Recolere ante omnia juvabit [...] millenarismun, spectatim illum purum et spiritualem , nunquam ab Ecclesía damnatum fuisse. Insuper, verum non est regnum millenarium esse necessariam consequentiam hujus sistematis [...] Sunt qui Apocalypsim eschatologice explicant et tamen 
quodcumque millenarittm regnum rejiciunt [...] Sunt e contrarío plures, alia 
systemata sectantes, qui hoc modo regnum millenarium Capáis X X exponunt ” 
(Silvius Rosadini, S. J., Inst. Introduct. in Libros Novi Testamentó, Vol. III, 
Dág. 112, Romae, 1931, Apud Aedes Universitatís Gregor.).




Otra autoridad más cercana a nosotros y no menos respetable e infinitamente oportuna son las dos notas que acerca de esta cuestión escribe monseñor doctor Juan Straubinger en su versión directa del griego anotada y comentada del Nuevo Testamento editada por Dedebec, 1948, págs. 383 y 384, sobre San Juan, X X , 5 y 6.

El resumen de esta espinosa cuestión que allí hace el docto profesor del Seminario de La Plata nos parece coincidir tan exactamente con nuestro pensamiento, tal como en este libro hace seis años se fijó, que queremos
ponerle broche de oro haciendo nuestras al final todas y cada una de sus
ponderadas y exactísimas palabras.

Helas aquí (35):


5. La primera resurrección. He aquí uno de los pasajes más diversamente comentados de la Sagrada Escritura. En general, se toma esta expresión en sentido alegórico: la vida en estado de gracia, la resurrección espiritual del alma en el bautismo, la gracia de la conversión, la entrada del alma en la gloria eterna, la renovación del espíritu cristiano por grandes santos y fundadores de órdenes religiosas (San Francisco de Asís, Santo Domingo, etcétera), o algo semejante. Bail, autor de la voluminosa Sttmma Conciliorum, lleva a tal punto su libertad de alegorizar las Escrituras, que opta por llamar primera resurrección la de los reprobos, porque éstos, dice, no tendrán más resurrec­ción que la corporal, ya que no resucitarían para la gloria. Según esto, el v. 6 alabaría a los réprobos, pues llama bienaventurado y santo al que alcanza la primera resurrección. La Pontificia Comisión Bíblica ha condenado en su decreto del 20-VIII-1941 los abusos del alegorismo, recordando una vez más la llamada regla de oro, según la cual, de la interpretación alegórica no se pueden sacar argumentos. Sin embargo, hay que reconocer aquí el estilo apocalíptico. En I Cor. XV 23, donde San Pablo trata del orden en la resurrección, hemos visto que algunos Padres interpretan literalmente este texto como de una verdadera resurrección primera, fuera de aquella a que se refiere San Mateo en XXVII, 52-53 (resurrección de santos en la muerte de Jesús), y que también un exegeta tan cauteloso como Comelio a Làpide la sostiene. Cf. IT es. IY 16; I Cor. VI, 2-3; II Tim. II, 16 y ss., y Filip. III, 11, donde San Pablo usa la palabra exanástasis y añade ten ek nekróon, o sea, literalmente, la Kc-resurreccÍón, la que es de entre los muertos. Parece, pues, probable que San Juan piense aquí en un privilegio otorgado a los santos -sin perjuicio de la resurrección general-, y no en una alegoría, ya que San Ireneo, fundándose en ios testimonios de los presbíteros discípulos de San Juan, señala como primera resurrección la de los justos (cf. Lucas X IV 14 y X X , 35). La nueva versión de Nácar-Colunga ve en esta primera resurrección un privilegio de los santos mártires, “a quienes corresponde la palma de la victoria. Como quienes sobre todo sostuvieron el peso de la lucha con su Capitán, recibirán un premio que no corresponde a los demás muertos, y éste es juz­gar, que en el sentido bíblico vale tanto com o regir y gobernar al mundo, junto con su Capitán, a quien, por haberse humillado hasta la muerte, le fue dado reinar sobre todo el universo” (Filip. II, 8 y ss.). Véase Filip. III, 10-11; I Cor. XV 23 y 52 y notas; Lue. XIV 14, y XX , 35; Hech. IV 2). 
6. Con el cual reinaron los mil años. Fillion dice a este respecto: “Después de haber leído páginas muy numerosas sobre estas líneas, no creemos que sea posible dar acerca de ellas una explicación enteramente satisfactoria.” Sobre este punto se ha debatido mucho en siglos pasados la llamada cuestión del milenarismo o interpretación que, tomando literalmente el milenio como reinado de Cristo, coloca esos mil años de los vers, 2 -7 entre dos resurreccio­nes, distinguiendo com o primera la de los vers. 4-6, atribuida sólo a los jus­tos, y com o segunda y general la mencionada en los vers. 12-13 para el juicio final del vers. 11. La historia de esta interpretación ha sido sintetizada en breves líneas en una respuesta dada por la Revista. Eclesiástica De Buenos Aires de mayo de 1941, diciendo que “la tradición, que en los primeros siglos se inclinó en favor del milenarismo, desde el siglo V se ha pronunciado por la negación de esta doctrina en forma casi unánime”. La Suprema Sagrada Congregación del Santo Oficio cortó la discusión declarando, por decreto del 21 de julio de 1944, que la doctrina “que enseña que antes del juicio final, con resurrección anterior de muchos muertos o sin ella, Nuestro Señor Jesucristo vendrá visiblemente a esta tierra a reinar, no se puede enseñar con seguridad (tuto doceri non posse)”. Para información del lector, transcri­bimos el comentario que trae la gran edición de la Biblia de Pirot-Clamer sobre este pasaje: “La interpretación literal', varios autores cristianos de los primeros siglos pensaron que Cristo reinaría mil años en Jerusalen (vers. 9) antes del juicio final. El autor de la Epístola de Bernabé (X V 4-9) es un milenarista ferviente; para él, el milenio se inserta en una teoría completa de la duración del mundo, paralela a la duración de la semana genesíaca: 6.000 + 1.000 años. San Papías es un milenarista ingenuo. San Justino, más avisado, empero, piensa que el milenarismo forma parte de la ortodoxia (Diálogo con Trifón, 80-81). San Ireneo, lo mismo (Contra las Herejías, y 28, 3), al cual sigue Tertuliano (Contra Marción, III, 24). En Roma, San Hipólito se hace campeón contra el sacerdote Caius, quien precisamente negaba la autenticidad joanea del Apokalypsis, para abatir más fácilmente el milenarismo.” Relata aquí Pirot la polémica contra unos milenanstas cismáticos, en que el obispo Dionisio de Alejandría “forzó al jefe de la secta a confesarse vencido”, y sigue: “Se cuenta también entre los partidarios más o menos netos del milenarismo a Apolínario de Laodicea, Lactancio, San Victorino de Pettau, Sulpicio Severo, San Ambrosio. Por su parte, San Jerónimo, ordinariamente tan vivaz, muestra con esos hombres cierta indulgencia (Sobre Isaías, libro 18). San Agustín, que dará la interpretación destinada a hacerse clásica, había antes profesado durante cieno tiempo la opinión que luego combatirá. Desde entonces el milenarismo cayó en el olvido, no sin dejar curiosas supervivencias, como las oraciones para obtener la gracia de la primera resurrección, consignadas en antiguos libros litúrgicos de Occidente (Dom Leclercq).” Más adelante cita Pirot el decreto de la Sagrada Congregación del Santo Ofi­cio, que trascribimos al principio, y continúa: “Algunos críticos católicos contemporáneos, por ejemplo Calmet, admiten también la interpretación literal del pasaje que estudiamos. El milenio sería inaugurado por una resurrección de los mártires solamente, en detrimento de los otros muertos. La interpretación espiritual: Esta exégesis -sigue diciendo Pirot-, comúnmente admitida por los autores católicos, es la que San Agustín ha dado ampliamente. Agustín hace comenzar este período en la Encarnación, porque profesa la teoría de la recapitulación, mientras que, en la perspectiva de Juan, los mil años se insertan en un determinado lugar en la serie de los acontecimientos. Es la Iglesia militante, continúa Agustín, la que reina con Cristo hasta la consumación de los siglos; la primera resurrección debe entenderse espiritualmente del nacimiento a la vida de la gracia (Col. III, 1-2; Fil. III, 20; cf. Juan, V, 25); los tronos del vers. 4 son los de la jerarquía católica, y es esa jerarquía misma, que tiene el poder de atar y desatar. Estaríamos tentados -concluye Pirot- de poner menos precisión en esa identificación. Sin duda, tenemos allí una imagen destinada a hacer comprender la grandeza del cristiano: se sienta, porque reina (Mat. XIX, 28; Luc. XXII, 30; I Cor. VI, 3; Ef. I, 20, y II, 6; Apoc. I, 6, y Y 9).’

Hasta aquí las notas de Mons. Straubinger.



21. Cabo

Debo callarme ahora, porque soy incapaz de describir el Cielo. En mí presente circunstancia me siento profundamente inspirado para describir el infierno, o a lo más el purgatorio. Mi descripción del Cielo sería una noche oscura, mi soledad en medio de ella y una cúpula de bronce. Si yo es­cribiera ahora un poema teológico, sería más parecido a Las Flores del Mal -en que un pobre reprobo y mártir de nuestra época describió su infierno interior-, que a la Divina Comedia, Tercera Parte. 

Baste decir que la Nueva Jerusalén es cien veces mejor que la mejor cosa que ha existido en el mundo.

La vida eterna, dice Santo Tomás, citando a Boecio, que es “de una vida interminable la posesión toda junta y perfecta". La vida del hombre es dual, aunque no doble; vida del alma (el alma es el sentido del cuerpo) y vida del cuerpo (el cuerpo es la aparición del alma); vidas que aunque no son separadas ni superpuestas se encuentran más de una vez en este mundo violentamente desgarradas o contrastadas, a causa del oscilar vicioso del Yo entre los dos polos: misterio que hacía gemir a Aristóteles.

El Redentor del mundo, “que reformó la bajeza de nuestro cuerpo, configurándolo a la claridad del suyo”, entregado por nosotros a los tormentos, ha salvado al hombre entero, alma y cuerpo, y con él a toda la naturaleza, creada para el hombre.

Cristo se debe en cierto modo a sf mismo la restauración del Paraíso Terrenal, si ha de reparar con ventaja, como está escrito, todo el daño hecho por la serpiente. Y aun quizá por eso en el Génesis el Paraíso Terrenal se dice “cerrado" y trancado después de la culpa, no se dice destruido.


El Paraíso vive como nostalgia insaciable en la sangre de los hijos de Adán, impulsándolos a la conquista de los elementos, haciéndolos marchar adelante, inspirándoles proezas y perpetraciones; y en nuestra época, poniéndolos frenéticos y haciéndolos delirar nuevas torres que lleguen al cíelo.

Todo poema de amor es una evocación del Edén. Ya sé que a los teólogos no les gusta que sea así; pero es así y está en la Escritura. Todo gran poema debería llevar el título de Milton: El paraíso perdido. Sin Beatriz, Dante no hubiera podido imaginar el cielo.

Los teólogos del Seminario (36) imaginan el cielo como un lugar lleno de palmeras y pajaritos, sin frío ni calor, donde se pueden echar excelentes siestas. Cuando era joven, yo me lo representaba como una playa de mar y sobre ella un chalet con caballos y libros de metafísica, imagen que ahora me parece inferior a la otra -a la de las palmeras. Como estoy seguro que si forjo otra imagen mejor me la va a reventar la Censura, opto por acudir a la que hizo el poeta maldito que pasara en esta vida un infierno, si no fuera por los repentinos relámpagos del cielo que su genio poético le procuraba; en momentos raros, henchidos de lágrimas de una nostalgia infinita.


Al cielo, do adivina para sí un trono raro,
alza el poeta calmo los dos brazos piadosos,
y los vastos fulgores de sh espíritu claro
le ocultan el tumulto de los pueblos furiosos.

Oh Dios, bendito seas que das el sufrimiento
como un divino díctamo de nuestra impuridad
y como el más activo y el más puro fermento
que prepara los fuertes para la eternidad.

Yo sé que Tú preparas un lugar al Poeta
en las filas ardientes de las santas legiones,
donde le esperan, huésped de la fiesta secreta,
los Tronos, las Virtudes y las Dominaciones.

Yo sé que el Dolor forma la aristocracia sola­
do no hará mella el diente del mundo y los infiernos.
Sé que es preciso, para fabricar mi aureola,
juntar los universos y los siglos eternos.

Mas las joyas perdidas del O firy de Ankhara,
los ignotos metales, las perlas de la mar
por tu mano engarzados no podrán igualar
a mi diadema cierta, resplandeciente y clara.

Porque no será hecha sino de pura luz
arrancada a los focos primitivos del ser,
del cual aun esos ojos que yo sé de mujer
son menos que un espejo deslustrado y marfuz.


Charles Baudelaire
Les Fleurs du Mal, I Bénédíction



Notas

21 Salm. L X X X IX , 4; H Petr III, 8.


22 Realizaciones pre-fásicas. Véase este punto explanado magistralmente en el trabajo le Bainvel “La Parousie", en Nouvelle Revue Apologétique, en 1928; y en el volumen ho mónino de Luis Billot, donde Bainvel se funda.

23 F. Eyzaguirre,Apocalipseos Commmtarium Littcrale, Roma, Isola des Lyrí, año 1919.

24 Ver Estafeta Literaria, Madrid, mayo de 1945.

25 Escrito en 1945.

26 "Y el águila ha mudado en gallineta y en signo de facción el Crucifijo partida y destrozándose irrequieta.“

27 Lucas XVIII, 8.

28 El que no vea lo que aquí queremos decir -y no podemos extenderlo más-, puede revisar la novela arriba citada, The Big Clock, de Kenneth Fearing, que usa una técnica original, análoga a esto que decimos: progreso en espiral. Un poco lo hizo ya Ibsen en e! drama Juan Gabriel Borkmann.

29 La aplicación de las Fialas a nuestro tiempo debe tomarse con cautela, y como inter­pretación estrictamente personal; aunque coincida, por cierto, con la de otros intérpretes modernos: Holzhauser, Éyzaguirre, Paul Claudel, André Suarts,

30 No se ofendan argentinos y uruguayos por la preferencia. Esto se escribía el año 1945, cuando existía en tos prostíbulos de lujo de Punta del Este una especie de lepra sifilítica, traída por los soldados de la base yanqui, desde las costas africanas. A eso aludíamos.

31 Escrito en 1945, Apóstrofe que no tiene hoy lugar, pues ha desaparecido la revista Don Fulgencio.

32 Víctor Hugo, progresista. Como todo gran poeta, Víctor Hugo es un resonador de su tiempo y de su tierra, donde se puede contemplar clara y amenamente el espíritu de la herejía progresista o modernista-, casi inmune de su malignidad, por la vacuidad filosófica y la capacidad retórica y estética del poeta.

Véase, por ejemplo, en el tercer tomo de La Légende des Siècles, la pieza L: L'élévie des fléaux, viva expresión de la mentalidad moderna -liberal y progresista- ante lo apoca­líptico:

Tu ne l ’aspourtant pas mérité, ma patrie !...
Rien n 'échappe, et la nuit monte. Profonds sanglots!
Donc, deux invasions! Après les Rois, les flots!.,.
On reverrait ce Styx, le passé! Mornes rives!
Non, France, L’univers a besoin que tu vives...
Ruine et mort! Qui donc a-t-il fait tout celât
Prêtre, que du-tu Lif Dieu serait le coupable?
Quoi! De tant de forfaits ce Dieu serait capable!,..
C ’est pour venir jeter dans notre dur chemin
cette explication sourde, bigote, athée
que tu te couronnais d ’une mitre argentée,
prêtre! et que d'un ém ail sacré tu t'empourprais!
La France est accablée, et Dieu l ’a fait exprès!...



Y en este tono pueril de patrioterismo supersticioso continua pontificando y profeun
do el poeta durante trescientos versos, pira exhortar a ta Francia a "ser grande", a adorar a 
Dios, a eliminar a los curas, a orar al aire libre y a elegirlo a él senador y par del Reino:

Oui, prttres, nous prions! J e crois! sachez-le bien.
Comme le vert palmier craint ¡’autant libyen
nous craignons pour nos ftls votre enseignement triste.
Ah, vous ébranlez tout, prêtres, mais Dieu résiste.
Nous l'avons dans nos coeurs, et pas déraciné.
J e veux mourir en lui, car en lui je suis ni;
et je sens en mon âme, où tout l'aime et le nomme ,
que c ’est du droit de Dieu qu’est fait le droit de [ l ’homme!...


Y continúa este mistificador sonora prometiendo el paraíso en la tierra a corto plazo, si 
le hacen caso, entre descomunales injurias a los prêtres, exhortaciones al heroísmo... de los 
demis, y fáciles cheques sobre el futuro, que por desgracia para nosotros se han descubierto 
sin fondos.

33 Apokiiypsis X X I, 4.

34 Incluso el terreno amor de las mujeres. Estaba allí Mussolini, según dicen, a quien perdió el trágico amor de las mujeres.

35 Castellani reproduce las notas a los vers, 5 y 6 del cap. X X del Apocalipsis. Cfr, la edición actual: La Santa Biblia, traducción directa de los textos primitivos, por Mons. Dr. Juan Straubinger, 1 solo tomo, Fundación Santa Ana, La Plata (Buenos Aires) 2001 , pp.383-
384 fN. dei e.]

36 Teólogos llaman en los Seminarios a los estudiantes de teología, que no pueden regulamente saberla muy del todo: no a los profesores, los cuales es de suponer que ya la saben.


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