jueves, 12 de marzo de 2015

Martirologio Romano 12 de marzo

SAN GREGORIO
MAGNO,
Papa, Confesor y Doctor de la Iglesia

n. hacia el año 540 en Roma, Italia;
† 12 de marzo de 604 en Roma, Italia

Patrono de coros; músicos; cantantes; Papas y Papado; estudiantes; maestros; educadores; albañiles. Protector contra las plagas y la gota.

SANTA FRANCISCA ROMANA, Viuda

El que los guardare y enseñare (a los mandamientos),
ese será tenido por grande en el reino de los cielos.
(Mateo 5, 19)


  • En Roma, san Gregorio I, Papa, Confesor y Doctor eximio de la Iglesia; el cual por sus esclarecidos hechos y por haber convertido los Ingleses a la fe de Cristo, es llamado Magno y apellidado Apóstol de Inglaterra.
  • Allí mismo, el tránsito de san Inocencio I, Papa y Confesor. Su fiesta se celebra el 28 de Julio.
  • En Roma igualmente, san Mamiliano, Mártir.
  • En Nicomedia, los santos Egduno, Presbítero, y otros siete, que fueron ahogados, uno cada día, para infundir terror a los restantes.
  • En el mismo lugar, el triunfo de san Pedro, Mártir que, siendo camarero del Emperador Diocleciano, y quejándose libremente de los atroces suplicios de los Mártires, por orden del mismo fue llevado a su presencia, y primeramente colgado y por mucho tiempo cruelísimamente azotado; luego, rociado el cuerpo con sal y vinagre, y, por último, asado a fuego lento en unas parrillas, y de esta suerte llegó a ser, en verdad, heredero de la fe y del nombre de Pedro.
  • En Constantinopla, san Teófanes, el cual, habiéndose hecho, de muy rico, pobre Monje, por el culto de las sagradas Imágenes fue detenido por el impío León Armenio dos años en una cárcel, y, deportado de allí a Samotracia, donde murió consumido de trabajos, y resplandeció con muchos milagros.
  • En Capua, san Bernardo, Obispo y Confesor.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.



SAN GREGORIO
MAGNO,
Papa, Confesor y Doctor de la Iglesia

La ciencia sublime y las heroicas virtudes de San Gregorio Magno inspiraron al Papa Pelagio II la idea de sacarlo del monasterio para hacerlo cardenal y, más tarde, al clero y al pueblo de Roma la de elevarlo al trono pontificio. Ocultose a fin de evitar esta dignidad; pero una columna de fuego reveló el lugar de su retiro y puso en evidencia la voluntad de Dios a su respecto. En esta alta dignidad hizo brillar su profunda humildad, su admirable ciencia y tantas otras virtudes que verdaderamente lo han hecho magno ante Dios y ante los hombres. Murió en el año 604.


MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA DE SAN GREGORIO MAGNO

I. Grandes cosas ha hecho San Gregorio. Abandonó el mundo para hacerse religioso; hizo cesar la peste que asolaba a Roma; envió misioneros que convirtieron a Inglaterra; dictó gran número de decretos para el bien común de la Iglesia. ¿Qué has hecho tú hasta ahora por Dios que sea semejante? ¿Te has privado de algún gusto? ¿Has convertido a algún pecador? ¡Pluguiera a Dios que por lo menos a ti mismo te hubieras convertido del todo! Por ahí debes comenzar.

II. San Gregorio ha sido grande por su ciencia; prueba de ello son sus doctos escritos; la doctrina que contienen es toda celestial; esto no debe asombrarnos, puesto que el Espíritu Santo se le aparecía a menudo, bajo forma de paloma, y le dictaba lo que debía escribir. No puedes escribir libros como los de este santo, pero puedes leerlos y extraer de ellos la ciencia de la salvación; puedes instruir a tus subordinados y enseñarles los misterios de nuestra fe; puedes consolar a los enfermos y a los af1igidos. ¿Lo haces tú?

III. Este santo Papa nunca se manifestó más grande que en los sufrimientos y en las humillaciones. Soportaba los crueles dolores de la gota con paciencia admirable. Rechazaba las alabanzas y se hacía llamar siervo de los siervos de Dios, y daba de comer a los pobres. Durante mucho tiempo rehusó el soberano pontificado. ¿No es ser grande pisotear lo más elevado que hay en el mundo? Es una grande y rara virtud hacer cosas grandes e ignorar su mérito (San Bernardo).

La humildad.
Orad por el Sumo Pontífice.


ORACIÓN
Oh Dios, que habéis concedido al alma de vuestro siervo San Gregorio las recompensas de la beatitud eterna, haced, benignamente, que sus oraciones junto a Vos nos libren del peso abrumador de nuestros pecados. Por J. C. N. S.




Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.



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