SAN CLEMENTE I
Papa y Mártir
n. en Roma; † martirizado en el año 101
Patrono de marineros; niños enfermos; quienes trabajan con mármol.
A este siervo inútil arrojadlo a las tinieblas exteriores;
allí será el llanto y el crujir de dientes.
(Mateo 25, 30)
- El triunfo de san Clemente I, Papa y Mártir, el tercero que gobernó la Iglesia después de san Pedro; y en la persecución de Trajano desterrado al Quersoneso, allí, atada una ancla al cuello y precipitado en el mar, fue coronado del martirio. Su cuerpo en tiempo del Papa Adriano II, trasladado a Roma por los santos hermanos Cirilo y Metodio, fue honoríficamente colocado en una Iglesia que ya antes había sido edificada a su nombre.
- En Roma, santa Felícitas, Mártir, madre de siete hijos Mártires, la cual, después de ellos, de orden del Emperador Marco Antonino, por la fe de Cristo, fue degollada.
- En Cícico del Helesponto, san Sisinio, Mártir, que en la persecución del Emperador Diocleciano, al cabo de muchos tormentos, fue pasado a cuchillo.
- En Mérida de España, santa Lucrecia, Virgen y Mártir, la cual en la misma persecución, siendo Presidente Daciano consumó el martirio.
- En Iconio de Licaonia, san Anfiloquio, Obispo, que fue compañero en el yermo de los santos Basilio y Gregorio Nacianceno y su colega en el Episcopado; y finalmente, después de muchos combates sostenidos por la fe católica, ilustre en santidad y doctrina descansó en paz
- En Girgenti, la bienaventurada muerte de san Gregorio, Obispo
- En el pueblo de Hasbain, en Bélgica, san Trudón, Presbítero y confesor, con cuyo nombre se llamó después, así el monasterio levantado allí por el mismo Santo en sus posesiones, como el pueblo que poco a poco se formó en aquel lugar.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SAN CLEMENTE
Papa y Mártir
San Clemente, cuarto Vicario de Jesucristo, en el año 90, había sido discípulo de San Pablo y después de San Pedro. Desterrado a causa de su celo en Quersoneso, fue obligado a trabajar en las minas y en ellas convirtió a un gran número de paganos. Trajano lo hizo arrojar al mar con un ancla atada al cuello. Mientras los cristianos oraban en la playa, las aguas retiráronse en la extensión de una legua, donde los cristianos encontraron un maravilloso templo de mármol y en su interior un sepulcro de piedra que contenía los restos del santo mártir. Los habitantes de la vecindad, sacudidos por este milagro, ocurrido hacia el año 101, se convirtieron a la fe cristiana.
MEDITACIÓN
SOBRE LA PEREZA
I. Dios castigará severamente a los cobardes servidores que no hayan hecho fructificar el talento que les ha confiado. El hombre ha nacido para el trabajo; a pesar de la brevedad de la vida, pierdes tu tiempo en la pereza. Das acceso al demonio, que no te tentaría si te encontrase siempre ocupado. Mucho trabajo yo para dar contento a mis pasiones, me canso recorriendo los caminos de la iniquidad, ¡y nada quiero hacer por la salvación de mi alma! Es tiempo ya de trabajar por el cielo.
II. Muchas causas tiene tu pereza: el temor de no obtener éxito, la aprensión de las dificultades, el respeto humano y el amor a tus comodidades son las principales. ¿De dónde proviene tanta negligencia por la obra de Dios, mientras empleas tanta solicitud en el logro de tus empresas temporales? Es porque no piensas en la temible majestad del Dios a quien sirves; es porque no consideras el poder de este Señor, que recompensará al servidor activo y diligente y castigará con suplicios eternos al servidor perezoso. ¡Maldito sea quien hace la obra de Dios con negligencia! (Jeremías).
III. Tiempo vendrá en que ya no podrás trabajar más; perezoso, cuánto habrás de querer haber hecho cuando ese momento llegue. Piensa seriamente en esa hora suprema. Considera el buen ejemplo de tantas santas almas y la gloria que te está preparada en el cielo si trabajas con ardor; te avergonzarás de hacer tan poco para ganar el cielo, mientras trabajas tanto para la tierra. El pensamiento del cielo destierra la pereza (San Gregorio).
El fervor
Orad por las almas del purgatorio
ORACIÓN
Pastor eterno, considerad con benevolencia a vuestro rebaño y guardadlo con protección constante por vuestro bienaventurado mártir y Soberano Pontífice Clemente, a quien constituisteis pastor de toda la Iglesia. Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.
Visto en Tradición Católica
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