SAN SABAS
Abad
n. 439 en Capadocia; † hacia el año 532
Bien sé de quién me he fiado,
y estoy cierto de que es poderoso para conservar
mi depósito hasta aquel día.
(2 Timoteo 1, 12)
- En Judea, san Sabas, Abad, natural del pueblo de Mútala de Capadocia, el cual resplandeció con el ejemplo de maravillosa santidad, y trabajó con tesón por la fe católica contra los enemigos del santo Concilio de Calcedonia; y finalmente, en la laura de la diócesis de Jerusalén, que más tarde se llamó de san Sabas, descansó en paz.
- En Niza, junto al río Varo, san Basso, Obispo, que, en la persecución de Decio y Valeriano, de orden del Presidente Perennio, fue por la fe de Cristo atormentado en el ecúleo, quemado con planchas candentes, apaleado, azotado con escorpiones, echado en la hoguera, y saliendo de ella ileso, atravesado con dos clavos, consumó un ilustre martirio.
- En Pavía, san Dalmacio, Obispo y Mártir, que padeció en la persecución de Maximiano.
- En Corfinio de las Pelignos, san Felino, Obispo de Brindis, que en tiempo de Juliano Apóstata con sus oraciones echó por tierra el templo de Marte; por lo cual, de parte de los Pontífices de los ídolos, fue cruelísimamente azotado, y acribillado con ochenta y cinco heridas, mereció la corona del martirio.
- Igualmente, san Anastasio, Mártir, que por el ardiente deseo del martirio, se presentó espontáneamente a los perseguidores.
- En Tacora de África, los santos Mártires Julio, Potamia, Crispín, Félix, Grato y otros siete.
- En Tebaste de Numidia, santa Crispina, señora nobilísima, la cual, en los tiempos de Diocleciano y Maximiano, por negarse a sacrificar a los ídolos, de orden del Procónsul Anolino fue degollada. San Agustín la celebra muchas veces con alabanzas.
- En Tréveris, san Nicecio, Obispo, varón de admirable santidad.
- En Poliboto de Asia, san Juan, Obispo, por sobrenombre Taumaturgo.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SAN SABAS
Abad
San Sabas, nacido en Capadocia en el año 439, a los ocho años de edad entró a un monasterio cerca de Cesárea y, después, atraído por los Santos Lugares, se fue a habitar una gruta junto al torrente del Cedrón, donde no había, en la Cuaresma, otro alimento fuera de la Santa Eucaristía, y donde muy pronto tuvo numerosos discípulos. Un día, un león le dejó su caverna. Fue a combatir a los eutiquianos en Constantinopla, y fue llevado, no obstante su pobre vestimenta, ante Anastasio II. Más tarde, el emperador Justiniano, habiendo ido a verlo, fue abandonado por él no bien San Sabas oyó llamar para el oficio divino. Murió en el año 532.
MEDITACIÓN
SOBRE LA ESPERANZA
I. Espera en Dios, pero témelo: la esperanza sin el temor conduce a la pereza espiritual; el temor sin la esperanza conduce a la desesperación. Dios es bueno, quiere salvarnos: ¡cuán consolador es este pensamiento! Dios es justo, puede condenarnos: ¡cuán terrible es este pensamiento! Dios mío, temo vuestra justicia, pero tengo confianza en vuestra bondad; emplead conmigo, no los rigores de vuestra justicia, sino las dulzuras de vuestra misericordia.
II. Espero de vuestra bondad vuestra gracia en este mundo y vuestra gloria en el otro. No es de mi ingenio ni de mi trabajo ni de mis amigos de quienes espero mi felicidad; de Vos es, oh Dios, que sois el único apoyo de mi esperanza. Tampoco son riquezas, placeres y honores lo que espero de vuestra liberalidad; yo espero, deseo, pido solamente vuestra santa gracia; dadme vuestro santo amor, quitadme todos los bienes de la tierra, y estaré demasiado contento y demasiado rico. Al ver nuestro desinterés en los bienes celestiales y nuestro apego a los bienes de este mundo, diríase que no tenemos ni fe ni esperanza. Pecamos contra la fe y la esperanza; parece que no creemos sino en la vanidad y en la mentira (San Cipriano).
III. Mi esperanza no está fundada en mis trabajos sino en los méritos de mi Salvador Jesucristo. Si considero mi flaqueza, no me queda sino esperar el infierno; pero si dirijo mis miradas a Jesús crucificado por mí, debo esperar el paraíso. ¡Que se levanten contra mí mis enemigos, no seré confundido, porque es en Vos en quien espero y no en mí, Señor! (San Agustín).
La esperanza en Dios.
Orad por vuestros superiores eclesiásticos.
ORACIÓN
Haced, os suplicamos, Señor, que la intercesión del santo abad Sabas nos haga agradables ante vuestra Majestad, y que obtengamos por sus ruegos lo que no podemos esperar de nuestros méritos. Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.
Visto en Tradición Católica
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