SAN ALBINO,
Obispo y Confesor
n. 469 en Bretaña, Francia; † hacia el año 554
No tenéis que pensar que Yo haya venido a traer la paz a la tierra;
no he venido a traer la paz, sino la guerra.
(Mateo 10, 34)
- En Roma, doscientos sesenta santos Mártires, a quienes, por el nombre de Cristo, primeramente condenó Claudio a cavar arena fuera de la puerta Salaria, y después a morir asaeteados por los soldados en el anfiteatro.
- Asimismo, el triunfo de los santos Mártires León, Donato, Abundancio, Nicéforo y otros nueve.
- En Marsella de Francia, los santos Mártires Hermes y Adriano.
- En Heliópolis, junto al Líbano, santa Eudocia, Mártir; la cual, en la persecución de Trajano, bautizada por el Obispo Teódoto y esforzada al combate, allí mismo, de orden del Presidente Vincencio, pasada a cuchillo, recibió la corona del martirio.
- El mismo día, santa Antonina, Mártir, la cual, en la persecución de Diocleciano, por haberse mofado de los dioses gentílicos, después de varios tormentos, encerrada en un tonel, fue sumergida en la laguna de la ciudad de Cea.
- En Roma, el tránsito de san Félix III, Papa, que fue tatarabuelo de san Gregorio Magno, y, según refiere este santo, se apareció a su nieta santa Tarsila, y la llamó al reino celestial.
- En la ciudad de Kaiserwerdt, san Suitberto, Obispo, que en tiempo del P{apa san Sergio I predicó el Evangelio a los Frisones, Bávaros y otros pueblos de Alemania.
- En Anjou de Francia, san Albino, Obispo y Confesor, varón de insigne virtud y santidad.
- En Perusa, la traslación de san Herculano, Obispo y Mártir, que por orden de Totila, Rey de los Godos, fue degollado. Su cuerpo, según escribe san Gregorio Papa, se halló tan sano y unido a la cabeza cuarenta días después de cortado, como si no le hubiese tocado el cuchillo.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SAN ALBINO,
Obispo y Confesor
San Albino fue un generoso soldado de Jesucristo. Luchó contra el mundo, y para vencerlo abrazó la vida religiosa. Nombrado, posteriormente, obispo de Angers por inspiración del Cielo, usó de toda su influencia para combatir el vicio dondequiera lo encontraba. Tan venerado era en la corte del rey Childeberto que, cuando a ella iba, el rey mismo salía a su encuentro. Murió hacia el año 554.
MEDITACIÓN
LA VIDA ES UNA GUERRA
I. Hemos de luchar en esta vida contra las potencias invisibles del infierno. Estemos alertas en todo tiempo y en todo lugar; pues los demonios vigilan siempre para atacarnos con ventaja; vigilemos también nosotros para defendernos victoriosamente. Sus armas son invisibles, nos atacan mediante malos pensamientos; defendámonos con las armas espirituales de la fe y de la confianza en Dios, e invoquemos a menudo el Santo Nombre de Jesús. El enemigo vigila sin cesar para perdernos y nosotros no queremos salir de nuestro sueño para defendernos (San Agustín).
II. Hay también otros enemigos, visibles, que son más peligrosos que los demonios. Guárdate de ellos; para ti los hombres son crueles enemigos; atacan tu virtud con sus malos ejemplos y sus perniciosos consejos, con sus burlas amargas, con el atractivo de las voluptuosidades que exponen ante tu vista. Tus parientes, tus amigos, serán a menudo los enemigos que más trabajo te darán y que opondrán más obstáculos a tu santificación; ármate de valor y rompe sus lazos.
III. Tú mismo eres el más cruel de tus enemigos: tienes un cuerpo que está en inteligencia con el demonio para perder tu alma. Es preciso abatir este enemigo mediante las austeridades, las mortificaciones. Rehúsa a tus sentidos los placeres ilícitos que te pidan; tampoco les concedas todos los permitidos; así es como sujetarás tu carne a la razón y tu razón a Dios. ¿Obras así? ¿Concedes a tu cuerpo todo lo que desea? Si estás en paz con tu cuerpo, haces guerra a Dios. La carne lucha sin cesar contra el espíritu; no cesemos pues de luchar contra la carne (San Agustín).
La fortaleza.
Orad por la extirpación de las herejías.
ORACIÓN
Haced, os suplicamos, Dios todopoderoso, que esta piadosa solemnidad de vuestro bienaventurado servidor Albino, confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.
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