jueves, 9 de junio de 2016

Martirologio Romano 9 de junio


SANTOS PRIMO Y FELICIANO,
Mártires

† decapitados alrededor del año 297 en Roma, Italia


Temed al que, después de haberos quitado la vida,
tiene el poder de arrojaros al infierno.
(Lucas 12, 5)


  • En Nomento de los Sabinos, el triunfo de los santos Mártires Primo y Feliciano, hermanos, en tiempo de los Emperadores Diocleciano y Maximiano. Estos gloriosos Mártires, después de haber vivido una larga vida en el servicio del Señor y padecido, unas veces juntos y otras separadamente, diversos y exquisitos tormentos, al cabo, ambos juntos, atravesados por la espada, de orden de Promoto, Presidente de Nomento, consumaron la carrera de su feliz combate. Los cuerpos de estos Mártires fueron más tarde trasladados a Roma y honoríficamente colocados en la Iglesia de san Esteban Proto-Mártir, en el monte Celio.
  • En Edesa, san Efrén, diácono y doctor de la Iglesia, que primero ejerció en Nísibe, su patria, el ministerio de la predicación y la enseñanza de la doctrina, pero cuando los persas invadieron se trasladó a Edesa, en Osrhoene, donde, con los discípulos que le habían seguido, inició una escuela teológica, ejerciendo su ministerio con la palabra y los escritos.
  • En Vernemet, de la región de Agen, en Aquitania, san Vicente, mártir, que, según cuenta la tradición, mientras el pueblo celebraba una fiesta en honor del sol, él consumó su martirio en nombre de Cristo.
  • En Nicea, de Bitinia, san Diomedes, mártir. Médico de Tarso de Cilicia, difundía el cristianismo con mucho celo, cuando arrestado y martirizado en Nicea de Bitinia, durante la persecución de Diocleciano.
  • En Cornualles, santa Madrun, viuda a quién se le han dedicado iglesias en Gales.
  • En Siracusa, de Sicilia, san Maximiano, obispo, al que menciona a menudo el papa san Gregorio I Magno.
  • En la isla de Iona, en Escocia, san Columba o Colum Cille, presbítero y abad, el cual, nacido en Hibernia (hoy Irlanda) e instruido en los preceptos monásticos, fundó, allí y en otros lugares, monasterios célebres por la observancia y por el cultivo de las letras, y ya anciano, esperando el supremo día, murió cuando estaba al pie del altar.
  • En Andria, de la Apulia, san Ricardo, obispo, el cual, inglés de nacimiento y célebre por sus méritos, recibió con devoción las reliquias de los santos Erasmo y Ponciano.
  • En Reritiba, en Brasil, san José Anchieta, presbítero de la Compañía de Jesús, que, nacido en las Islas Canarias, pasó casi toda su vida en las misiones de Brasil, trabajando denodadamente y con empeño.
  • •En Londres, en Inglaterra, beato Roberto Salt, mártir, monje de la Cartuja de esa ciudad, que en tiempo de Enrique VIII, por razón de su fidelidad a Iglesia, murió de hambre en la cárcel de Newgate.




Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.



SANTOS PRIMO
Y FELICIANO,
Mártires


San Primo y San Feliciano eran hermanos y se animaban mutuamente a la práctica de las virtudes cristianas. Fueron encarcelados por orden de Diocleciano y Maximiano; pero un ángel les abrió la prueba de la mazmorra. Apresados poco después nuevamente, fueron llevados ante el pretor. Éste los separó, esperando vencer así más fácilmente su constancia. Probó primeramente a Feliciano, pero sin éxito. Enseguida, llamando a Primo, le dijo: “Imita la prudencia de tu hermano: ha obedecido a los emperadores y ahora está colmado de honores”. “Un ángel, –respondió Feliciano–, me ha hecho saber lo que le ha sucedido a mi hermano. ¡Ojalá sea yo digno de participar de su martirio!” Irritado, el pretor los condenó a los dos a ser arrojados a los leones; pero éstos, olvidando su ferocidad natural, vinieron a hacerles fiestas. Finalmente los hizo decapitar; y estos dos hermanos, a quienes los tormentos no habían podido separar, fueron a gozar de la misma gloria en el cielo, alrededor del año 297.




MEDITACIÓN
SOBRE TRES CLASES DE TEMOR



I. El temor de Dios es el principio de la sabiduría. Teme a Dios, porque es omnipotente, ve todo y es soberanamente justo. Te juzgará con justicia; y habrá de castigarte inapelablemente si incurriste en pecado. Temes a los hombres, no te atreverías a cometer un crimen en su presencia. ¡Cuán ciego eres! ¿No ves que a Dios es a quien ha de temerse? El temor es la base de la salvación (Tertuliano).

II. Teme el infierno y no digas que este temor conviene a los grandes pecadores, puesto que Jesucristo te lo propone como medio de excitarte a la virtud, y los santos, estimulados por él, han avanzado rápidamente, en el camino de la salvación. El temor del infierno es el que los desapegó del mundo y los condujo a la soledad. ¡Oh infierno, si a menudo se pensase en ti, cuán rápido poblaríase el paraíso! Después de todo, por santo que seas al presente, puedes caer en el pecado. Teme siempre hasta que estés en el cielo.

III. Teme el pecado, puesto que él te hace enemigo de Dios y víctima del infierno. Los santos habrían más bien elegido la pérdida de sus bienes, de la vida y hasta el infierno, si ello fuera posible, antes que el pecado. Es que aun el menor pecado es un mal más grande que los más espantosos entre todos los tormentos, puesto que esa falta leve ofende a un Dios infinito. ¿Posees estos sentimientos? Vuelve tu temor para el lado de Dios; todo temor que no tiene a Dios por objeto es temor malo (San Bernardo).



La fidelidad a Dios.
Orad por la conversión de los pecadores.



ORACIÓN
Señor, dignaos concedernos la gracia de celebrar siempre la fiesta de vuestros santos mártires Primo y Feliciano, de tal manera que sus sufragios nos aseguren los efectos de vuestra protección. Por J. C. N. S.





Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.




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