En aquel tiempo, como hubiese de nuevo una gran muchedumbre, y que no tenía qué comer, llamó a sus discípulos, y les dijo: “Tengo compasión de la muchedumbre, porque hace ya tres días que no se aparta de Mí, y no tiene nada qué comer. Si los despido en ayunas a sus casas, les van a faltar las fuerzas en el camino; porque los hay que han venido de lejos”. Dijeronle sus discípulos: “¿Cómo será posible aquí, en un desierto, saciarlos con pan?” Les preguntó: “¿Cuántos panes tenéis?” Respondieron: “Siete”. Y mandó que la gente se sentase en el suelo; tomó, entonces, los siete panes, dió gracias, los partió y los dió a sus discípulos, para que ellos los sirviesen; y los sirvieron a la gente. Tenían también algunos pececillos; los bendijo, y dijo que los sirviesen también. Comieron hasta saciarse, y recogieron siete canastos de pedazos que sobraron. Eran alrededor de cuatro mil. Y los despidió.
Marcos VIII, 1-9
"Domingueras Prédicas II"
R.P. Leonardo Castellani
Dominica Sexto después de Pentecostés
La Segunda Multiplicación de los Panes
El milagro de la Multipanificación (o los dos milagros, puesto que son dos (1) son un símbolo de la multiplicación del Cuerpo de Cristo bajo las especies o accidentes del pan en la Eucaristía, por supuesto; ya que Cristo mismo lo explicó así en la sinagoga de Cafarnao después de la Primera, como está en Juan 6; pero es también una figura directa de la Providencia de Dios, la cual dijo por boca de Cristo: "Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y lo demás se os dará por añadidura." (2) Éstos eran pobres gentes que iban buscando el Reino de Dios y se quedaron sin comer, y Cristo les dio de comer milagrosamente. Les dio "el pan nuestro de cada día" un poco atrasado. Alguno ha dicho que el mayor milagro que hubo allí fue que los judíos aguantaran sin comer tres días por escuchar a Cristo.
Hoy día nos hace mucha falta creer en la Providencia firme como fierro; porque la Providencia se cree y no se ve, se acepta pero no siempre se puede verificar; y a veces hasta parece funciona al revés, como dijo el poeta:
"Dime, Padre Común, pues eres justo:
¿Por qué ha de permitir tu Providencia
Que gima en las mazmorras la inocencia,
Mientras triunfa el opresor injusto?",
y la solución que da allí Bartolomé Leonardo, a saber:
"¡Ciego! ¿Es la tierra el centro de las almas?",
hoy día a muchos no les hace fuerza. Hace poco un señor jurista muy docto me decía esta vaciedad: que Dios no debería haber dado el libre albedrío al hombre, o bien una vez dado, debería ayudarlo más; porque hoy día hay grandes mecanismos, automatismos o engranajes, que agarran al libre albedrío del hombre y se lo llevan por delante anulándolo o poco menos; sobre todo en los niños y los jóvenes. Me hizo un discurso: me dijo que hoy día sucede que los padres dan una educación moral y cristiana a sus hijos, y de repente, cuando tienen 17 ó 20 años, aparece un pequeño monstruo o fenómeno enteramente diferente de sus padres, que no se sabe de dónde salió. Simplemente el mundo, lo que llamó Cristo "el mundo", se comió a estos muchachos (3).
No se puede negar que el mundo hoy día es temible; pero eso siempre lo fue. Y el remedio no es suprimir el libre albedrío y la responsabilidad; sino más bien aumentarlo, incluso en los padres. Suprimir el libre albedrío es un disparate. El que dice: "sería mejor que nosotros fuésemos animales", dice una contradicción; porque entonces no seríamos "nosotros". Dios hizo al hombre animal racional, y con eso no hizo poco; es el hombre quien a sí mismo se hace animal a secas.
Volviendo a la multipanificación, Jesucristo predijo con ella la Eucaristía y también predicó la Providencia. La predicción o Promesa de la Eucaristía está en el Sermón de Cafarnao, que no tiene dificultad, basta leerlo, y el día de Corpus lo expliqué. Jesucristo les habla del verdadero Pan del Cielo, o maná, que es Él mismo, al cual hay que comer por la fe; y después les habla sin solución de continuidad del Sacramento de la fe, que será comer realmente su Cuerpo y su Sangre. Se produce un escándalo, atizado por Judas, y muchos dicen que eso no lo admiten, y se van. Jesús desafía a los que quedan que se vayan también, si quieren. Pedro produce su primer testimonio de Cristo (que hizo cuatro durante la vida de Cristo): "¿Adónde quieres que vayamos, Señor, si Tú solo tienes palabras de vida eterna?" Y después Cristo les termina la explicación, reiterando que tienen que comer su cuerpo para salvarse, pero no a la manera de los caníbales, sino de un modo espiritual; aunque verdadero, y no figurado, metafórico o de palabrería.
En este Evangelio de hoy, Marco 8, después de la Segunda Multipanificación, Cristo está en la barca con sus discípulos, y les previene se guarden del "fermentum phariseorum" (4), los cuales fariseos habían rechazado el milagro de Cristo y exigido temerariamente que hiciera otro milagro mayor, un "signo en el cielo" (5); con lo cual casi lo hicieron llorar a Cristo, el cual se puso triste, "gimió en su espíritu", dice el Evangelista. Los Apóstoles no entendieron y pensaron que hablando del "fermento" los reprendía, porque se habían olvidado de embarcar pan. Y Cristo entonces los reprende de veras, recordándoles la Providencia de Dios y las dos Multiplicaciones, las cuales se diferencian entre ellas solamente en los números: en el número de los panes multiplicados, en el número de los hombres alimentados, y en el número de las canastas de sobrantes recogidos: sobre lo cual se puede hacer una reflexión sutil, quizás demasiado sutil, como me han dicho, que yo he hecho en otra parte (6).
Acerca de la Providencia no tenemos respuestas muy concretas, anoser afirmarla con fuerza, primeramente dentro de nuestros corazones. Otro señor, esta vez un ingeniero, me dijo hace mucho: "Dígame Ud. que es teólogo, cómo resuelve esta dificultad: dentro de un siglo habrá en el mundo 8 billones de habitantes y habrá alimentos solamente para 1 billón, 450 millones, 200 mil personas. ¿Cómo resuelve eso la Iglesia?" Yo no supe decir sino esto: "Cómo lo resuelve la Iglesia, no lo sé; pero Ud. y yo ¿no podríamos esperar un siglo a ver qué pasa?" Podría haberle dicho: "¿No recuerda la multiplicación de los panes?" Hasta los judíos recuerdan eso, pues en la vida de Jesús que escribieron en los primero siglos, el "Toledot Yeshu-a Nassri" - Vida de Jesús el Nazareno, que está en el "Talmud", entre sus libros santos, cuentan la multiplicación de los panes y los peces, e incluso añaden que Cristo multiplicó los vestidos de la gente que lo seguía, les dio vestidos flamantes; y cuentan incluso que resucitó muertos; siempre por obra del Demonio, pues fue un gran hechicero, que había robado el Shem, o sea el nombre secreto de Dios, y por medio dél hacía milagros, o sea hechicerías. Los judíos del siglo II creían del poder de Dios más que este católico del siglo XX.
Hay que decir la verdad que este libro "Toledot Yeshu-a", lo que es un puro disparate y blasfemia lo rechazan hoy los judíos cultos y honestos, que son muchos, y supongo serán la mayoría: con lo cual al fin se hacen un bien a sí mismos, pues es tan disparatado y grotesco que a nadie podía hacer daño sino a ellos.
Acerca del olvido en que nos tiene la Providencia a nosotros, o almenas, a los hijos del abogado:
Primero, hemos de poner siempre a la Providencia como premisa mayor, como un principio inconmovible, y después mirar al mundo y sacar consecuencias; y no al revés. Lo contrario, es decir, mirar al mundo; y de lo que pasa en el mundo querer deducir la Providencia, es un gran disparate.
Segundo, Dios nos avisó en la Escritura: "Si hacéis tal cosa, pasará tal otra cosa." Los hombres hacen la cosa prohibida y después se enojan porque sucede la otra desagradable: Dios no tiene la culpa; estamos avisados. Cuentan por chiste que una delegación de la ONU, o sea Naciones Unidas, fue al Cielo a quejarse a Dios de lo que pasa hoy día ... Uno se quejó de las Guerras, otro se quejó de la carestía, otro se quejó de los crímenes, otro se quejó de los odios, otro se quejó de la intranquilidad. Dios escuchó con paciencia los discursos y las estadísticas y al final les dijo: "¿No os gustan esas cosas?" Y ellos: "Por supuesto no nos gustan nada ninguna desas cosas." "Entonces -dijo Dios- si no os gustan nada ninguna desas cosas, NO LAS HAGÁIS." Lo malo es que, así como "sale el sol para buenos y malos", también hay terremotos para buenos y malos.
Tercero, también avisó Dios que vendrá un tiempo en que la iniquidad crecerá tanto que habrá en el mundo una gran tribulación: por qué tiene que ser eso, no lo explicó; sólamente dijo que "el Demonio recibirá poder para hacer guerra a los santos y derrotarlos" (7); pero añadió que entonces el remedio general y sobrenatural está muy cerca. Mas este tema no es de hoy, sino del tiempo del Adviento. Bástenos hoy venerar en la multiplicación de los panes el Sacramento de la Comunión y la proclamación de la sobrenatural Providencia Divina.
Notas
1. Mateo 14, 13-21.
2. Mateo 6, 33.
3. "La Nación" del 6-XII-97 (p. 3) informaba que la generación Tamagochi (así llamada por alusión a un pequeño animal electrónico japonés) antes de llegar a la adolescencia aprende a vibrar con una cultura hecha de sexo, drogas y música rack. Estos techno-kids pueden renunciar a todo menos al televisor y la computadora, se estabilizan por medio de an ti depresivos, y a pesar del Prozac y otros medicamentos análogos, no logran evitar estallidos de violencia ni la caída en el delito. Los índices de criminalidad son especialmente elevados en las familias "sin padre."
Ese mismo día, el matutino porteño trae en la p. 13 un informe de docentes cordobeses quienes declaran que algunos alumnos van armados a clase y hay cada vez más violencia en los sarmientinos templos de la enseñanza: poco tiempo antes un estudiante de 14 años había asesinado en el colegio a un compañero. Y el 14 de diciembre, el mismo diario hace conocer datos proporcionados por el Ministerio de Justicia de la Nación: el 37% de los asaltantes tiene menos de 21 años, y entre 1991 y 1996 se multiplicaron por 6 los casos de homicidios en que participaron menores (págs. 1 y 20).
Y en Yanquilandia los estudiantes no sólo masacran a sus compañeros sino también a sus profesores.
Según el escritor Neil Howe, especialista en adolescentes, los miembros de la generación Tamagochi se han acostumbrado "a no pensar demasiado en las cosas. Muchos no se sienten atraídos en absoluto por la política" (La Nación, 6-XII-97, p. 3). La finalidad de quienes imponen este tipo de cultura es producir "siervos buenos y fieles" de la aldea global, dispuestos a obedecer sin chistar a los nuevos Amos. Y si los tamagochis sienten que nadie puede ser completamente feliz sin derramar de vez en cuando sangre ajena, el Nuevo Orden Mundial tiene la manga ancha y no negará a los muchachos esa pequeña satisfacción.
4. La levadura de los fariseos.
5. Marcos 8, 10-13.
6. Ver en "El Evangelio de Jesucristo" y en "Domingueras Prédicas" las Homilías del Domingo Sexto después de Pentecostés.
7. Apokalypsis 13, 7.
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