SAN FRUMENCIO
Obispo y Confesor
n. en Tiro, Líbano; † hacia el año 380 en Etiopía
Nosotros como más fuertes,
debemos soportar las flaquezas de los menos firmes
y no dejarnos llevar de complacencia por nosotros mismos.
(Romanos 15, 1)
- Vigilia de San Simón y San Judas Tadeo, Apóstoles.
- En Avila de España, el suplicio de los santos Vicente, Sabina y Cristeta; los cuales, primero, fueron tan bárbaramente estirados en el potro, que les desencajaron todas las coyunturas de los miembros; después, poniéndoles las cabezas sobre unas piedras, se las magullaron con fuertes mazos hasta hacerles saltar los sesos, y así ellos consumaron el martirio, bajo el Presidente Daciano.
- En Till-chatel de Francia, san Florencio, Mártir.
- En Capadocia, las santas Mártires Capitolina y su criada Eroteida, las cuales padecieron en el imperio de Diocleciano.
- En la India, san Frumencio, Obispo, el cual cautivo primero en aquellas tierras y después ordenado Obispo por san Atanasio, dilató el Evangelio por aquellas provincias.
- En Nápoles de Campania, san Gaudioso, Obispo africano, el cual, a causa de la persecución de los Vándalos, fue a Campania, y en un monasterio de aquella ciudad descansó con santo fin.
- En Etiopía, san Elesbaán, Rey, que después de haber vencido los enemigos de Cristo, envió a Jerusalén la real diadema en tiempo del Emperador Justino, y en cumplimiento de un voto haciendo vida monástica, pasó al Señor.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SAN FRUMENCIO
Obispo y Confesor
San Frumencio visitó Persia hacia el año 330 con un filósofo de Tiro, tío suyo, y fue apresado en el mar al volverse a Etiopía. Impresionados por su juventud y belleza, los bárbaros lo presentaron a su rey, que tomó a su cargo su educación y lo hizo su secretario. Después de la muerte del rey, la reina le confió la regencia. Aprovechose de ello para favorecer la religión y abandonó después este elevado puesto para ir a pedir un obispo a San Atanasio en Alejandría. Este santo lo consagró a él mismo y lo envió de vuelta. Sus discursos y sus milagros obraron un gran número de conversiones, y Etiopía permaneció católica durante cuatro siglos.
MEDITACIÓN
SOBRE TRES GRADOS DE AMOR AL PRÓJIMO
I. Debemos amar a nuestros parientes y amigos; es un deber que nos impone la naturaleza; pero Dios quiere que en esto sigamos su voluntad más bien que nuestra inclinación. Ámalos, porque Dios lo quiere y como Dios lo quiere. Demuéstrales este amor trabajando todo lo que puedas en su salvación y soportando pacientemente sus defectos; la amistad y la caridad cristiana te obligan a ello.
II. Poca cosa es amar a los parientes y amigos: esta ley la observan hasta los paganos mismos; tú debes amar a las personas con las que no te vinculan ni parentesco ni amistad. Son verdaderamente hermanos nuestros aquellos que han reconocido como Padre suyo a Dios (Tertuliano).
III. Hagamos más: amemos a nuestros enemigos. El cristiano es capaz de un acto tal de caridad. ¡Cuán difícil es este amor para aquél que no consulta sino la naturaleza; pero cuán fácil para aquél que considera a Jesús expirando en la cruz por sus enemigos! Al hablar de San Esteban, dice San Gregorio: Ofrece a Dios algo más grande que la muerte: la moderación del alma y el amor a los enemigos.
La caridad
Orad por vuestros parientes y amigos
ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Frumencio, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el amor de la salvación. Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo IV, Patron Saints Index.
Visto en Tradición Católica
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