viernes, 20 de enero de 2017

Martirologio Romano 20 de enero


SANTOS FABIÁN (1)
Y SEBASTIÁN (2),
Mártires
1: † martirizado hacia el año 250
2: n. Narbona, Francia;
† martirizado hacia el año 288 en Roma


Doble
(ornamentos encarnados)

SANTOS FABIÁN Y SEBASTIÁN, Mártires (con SAN ROQUE)

Entrad por la puerta angosta, porque la puerta ancha
y el camino espacioso son los que conducen a la perdición,
y son muchos los que entran por él.
(Mateo 7, 13)


  • En Roma, el triunfo de san Fabián, Papa y Mártir, que en tiempo de Decio padeció el martirio y fue sepultado en el cementerio de Calixto.
  • En Roma también, en las Catacumbas, san Sebastián, Mártir, que imperando Diocleciano, como mandase la primera cohorte, fue, por cristiano, atado a un palo en medio del campamento y asaetado por los soldados, y al fin apaleado hasta que expiró.
  • En Nicea de Bitinia, san Neófito, Mártir, que, siendo de quince años de edad, fue azotado con varas, echado en un horno y expuest a las fieras; pero quedando ileso, y confesando constantemente la fe de Cristo, por último fue muerto al filo de la espada.
  • En Cesena, san Mauro, Obispo, esclarecido en virtudes y milagros.
  • En palestina, la dichosa muerte de san Eutimio, Abad, que por su celo de la religión católica y por la virtud de los milagros floreció en la Iglesia, imperando Marciano.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.


SANTOS FABIÁN Y SEBASTIÁN, 
Mártires (con SAN ROQUE)

Fabián era un laico cuando fue elegido para suceder al Papa Antero, en el año 236. Una paloma bajó del cielo, se posó en su cabeza y lo señaló, con lo que fue elegido por el clero y el pueblo. San Cipriano le da el título de hombre incomparable, y dice que la gloria de su muerte ha correspondido plenamente a la pureza de su vida.

Sebastián, condenado por Diocleciano a ser atravesado con flechas, fue dejado por muerto en el lugar del suplicio. Recobrada la salud, se presentó al emperador y le reprochó abiertamente su impiedad. El tirano, exasperado por tanta audacia, lo condenó a ser apaleado hasta hacerlo expirar bajo los golpes. Una piadosa mujer, de nombre Lucina, recogió sus venerables restos y los colocó en las catacumbas, en el lugar donde hoy se levanta la basílica que lleva su nombre.


MEDITACIÓN
SOBRE EL PEQUEÑO NÚMERO DE LOS ELEGIDOS

I. El número de los elegidos es muy pequeño. ¡Hay tantos herejes y cismáticos que voluntariamente se pierden, tantos infieles e idólatras que todavía están privados de la luz del Evangelio! ¿Si Dios te hubiera hecho nacer en medio de esos pueblos, cuál hubiera sido tu suerte? ¡Cuán obligado os estoy, Dios mío, de que me hayáis hecho nacer de padres católicos! Mas si no aprovecho las luces de la fe seré mucho más severamente castigado que esos pueblos.

II. ¡Hay tantos malos cristianos, tantos impíos, tantos libertinos que jamás verán a Dios en el cielo! ¿No eres uno de ellos? ¡Cuán desgraciado serías siendo compañero de ellos en sus desórdenes, porque también habrías de ser su compañero en sus suplicios! Ruega a Dios mueva sus corazones; trabaja en su conversión con tus palabras y con tu ejemplo. Humíllate, porque tú también caerías en las mismas faltas, si Dios te abandonase a tu propia flaqueza.

III. No eres del número de esos libertinos y de esos impíos, pero eres un cristiano vulgar, sigues el camino ancho, espacioso. ¡Ten cuidado! Es preciso seguir al pequeño número y caminar por el camino estrecho. No sigas ni la costumbre, ni el ejemplo del mundo, sino la razón, el Evangelio y el ejemplo de los santos. El mundo está tan corrompido que sus leyes concuerdan con el pecado; sus seguidores se persuaden de que el crimen es lícito, porque ha venido a ser común (San Cipriano).

La imitación de los santos.
Orad por los infieles.


ORACIÓN
Oh Dios omnipotente, mirad nuestra flaqueza, mirad cómo el peso de nuestras obras nos agobia, y fortifícanos por la gloriosa intercesión de vuestros bienaventurados mártires Fabián y Sebastián. Por J. C. N. S.





Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.











Sea todo a la mayor gloria de Dios.

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