En aquel tiempo: Siendo Jesús de doce años cumplidos, subieron, según la costumbre de la fiesta a Jerusalén; mas a su regreso, cumplidos los días, se quedó el niño Jesús en la ciudad, sin que sus padres lo advirtiesen. Pensando que Él estaba en la caravana, hicieron una jornada de camino, y lo buscaron entre los parientes y conocidos. Como no lo hallaron, se volvieron a Jerusalén en su busca Y, al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos e interrogándolos; y todos los que lo oían, estaban estupefactos de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo ( sus padres ) quedaron admirados y le dijo su madre: “Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? Tu padre y yo, te estábamos buscando con angustia”. Les respondió: “¿Cómo es que me buscabais? ¿No sabíais que conviene que Yo esté en lo de mi Padre?” Pero ellos no comprendieron las palabras que les habló. Y bajó con ellos y volvió a Nazaret, y estaba sometido a ellos, su madre conservaba todas estas palabras ( repasándolas ) en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría, como en estatura, y en favor ante Dios y ante los hombres.
Lucas II, 42-52
Domingo Primero después de Epifanía.
La Sagrada Familia (1963)
El fin del hombre es la contemplación -dijo Aristóteles. Por eso el hombre está continuamente tentado de contemplación. Y por eso Dios mandó en su Ley que un día a la semana, el hombre no hiciera nada; pues cuando el hombre no hace nada, enseguida
se pone a pensar. Es cierto que mandó también en ese día el culto divino; pero el culto divino no es más que un instrumento de la contemplación. Los filósofos no necesitan deste mandato divino; porque su gusto más entrañable es no hacer nada. Al hombre le gusta pensar, pero siempre tiene mucho que hacer: así que una vez a la semana, nada, bajo pena de pecado: y a esto le llamó Dios "santificar las fiestas", hacerlas santas.
Ud. le dice a cualquiera: "El hombre ha sido creado para la contemplación" y el tipo hace una mueca y dice: -"No me gusta nada. Eso debe ser muy aburrido. El cielo debe ser un aburrimiento". Y enseguida se levanta de su silla y se va al cine. Y el cine ¿qué es? Es una contemplación. En el cine nos ponen delante una cantidad de imágenes que tienen un sentido y se pueden entender sin esfuerzo; y eso divierte a la gente, aunque a mí, por ser viejo, ya no me divierte. Porque lo más grande que tiene el hombre es el entender: las entendederas. Lo que no le gusta al hombre es estudiar; pero entender, eso le gusta a todos.
El Evangelio de hoy dice que María Santísima "conservaba todas estas palabras en su corazón" -es decir, las contemplaba, las meditaba, entendiéndolas más y más. También dice que" sus Padres no entendieron esta palabra", es decir, la quedada del Niño Jesús en el Templo; que en el último misterio gozoso del Rosario llamamos "la pérdida y hallazgo del Niño Jesús en el Templo". Es un misterio; por eso de momento no lo entendieron.
¿Por qué se quedó el Niño de 12 años en el Templo? Él dijo la razón: "Las cosas que son de mi Padre son primero de todo para mí". Esto no tiene dificultad. Su padre era el Eterno Padre, San José era su padre legal, adopcional, fingido digamos; y había llegado a la edad de 12 años en la cual el Israelita se convertía en "Hijo de la Ley", o sea, de su Religión. Había una ceremonia religiosa que correspondía a nuestro Sacramento de la Confirmación, el paso del Niño al Hombre, la aceptación consciente de su religión; la cual cuando niños aceptamos "in fide parentum", en la confianza a nuestros padres. En esta ocasión, Jesús de Nazareth hizo su primera manifestación como Mesías. Después deso se calló durante 18 años; antes deso tampoco sabemos nada dél y de su infancia, después de la huida a Egipto, menor de dos años.
Que Jesús se quedara en el Templo, disputara con los Doctores de la Ley y los dejara asombrados de su Sabiduría, no tiene dificultad: "Dios servido el primero", decía Juana de Arco, incluso antes que los padres. Este episodio del Niño Dios suelen contarlo a los que tienen vocación religiosa y sus padres se oponen a ella; diciéndoles que si es un llamado de Dios, primero está Dios; y tienen razón. Los padres no deben oponerse a la vocación religiosa de sus hijos sino solamente probarla, es decir, convencerse de que es verdadera. Hoy día por regla general se oponen, y es un abuso. En otros tiempos se propendía más bien al abuso contrario; había padres, sobre todo entre la nobleza, que forzaban a sus hijos "segundones" a entrar en un convento, pues como decían los españoles "Iglesia, mar o casa real" que eran los tres mejores oficios; la marina, la Corte del Rey y el Sacerdocio. Alejandro Manzoni contó en su novela "I promessi Sposi" (Los Prometidos), que es la mejor novela que hay en italiano, o digamos la única, la miserable historia de la Madre Gertrudis a la cual obligaron sus padres a hacerse monja, y después de monja hizo un gran desaguisado, un crimen -o más de uno. No hay mucho peligro deso ahora.
Pero también en aquellos tiempos se oponían los padres a veces a la vocación de sus hijos como vemos en las vidas de Santo Tomás de Aquino y San Francisco de Asís. A Santo Tomás lo encarcelaron, y lo maltrataron sus hermanos porque quería hacerse dominico y no benedictino, como quería su madre; es decir, Abad benedictino, es decir, señor feudal de 5.000 acres de tierra, grandes cultivos y 200 ó 300 monjes bajo su obediencia, como convenía al orgullo de los condes de Aquino y de la alemana condesa Teodora; y no un mendigo como eran los dominicos en aquel tiempo. Y de San Francisco tenemos la historia humorística de que cuando se hizo un mendigo por amor a Jesucristo, su padre, rico mercader, se consideró deshonrado y se enojó muchísimo, y fue al Obispo a quejarse. El Obispo llamó al joven Francisco y lo exhortó a obedecer a su padre; y de una palabra en otra llegó a enrostrarle diciéndole: "Si hasta esos vestidos que tienes puestos son de tu padre". Y entonces Francisco se desvistió, tomó los vestidos y los tiró a los pies del Obispo, y le dijo se los devolviese a su padre. Y se fue desnudo; cosa que no conviene hacer hoy día. Así cuentan las "Florecillas de San Francisco".
¿Cuál es la dificultad en este Evangelio? La dificultad es por qué Cristo no les dijo nada a sus padres y les dio ese dolor inútil a la Virgen, cortándose solo. ¿Es creíble que la Virgen le hubiera negado el permiso, si él le dijera que tenía que quedarse en el Templo tres días por un servicio de su Padre Celestial? De ninguna manera es creíble. Entonces ¿por qué no se lo dijo? La respuesta es: porque no pudo. Los Sacerdotes le dijeron que se quedara y Él obedeció a Dios en los Sacerdotes sin más trámites. ¿Y adónde consta eso? Consta, porque no hay otra solución posible: de otra manera, Cristo les hubiese dado a nuestros chicos un notable ejemplo de desobediencia a sus padres. Además, Él mismo indica esto (según creo) en la respuesta que dio a la Virgen. La Virgen le dijo: "¿Por qué hiciste esto? Tu padre y yo te buscábamos con dolor" entre los parientes y conocidos -dice el Evangelista que lo buscaban. Y Él dijo: "-¿Por qué me buscabais? -¿Cómo por qué te buscábamos? -¿Por qué me buscabais allí, entre los parientes? ¿No sabíais que yo en las cosas de mi Padre tengo que estar -que teníais que buscarme derechamente aquí en el Templo? Ese es el sentido de la respuesta de Cristo; si ése no es el sentido, no tendría ningún sentido. -¿Por qué me buscabais? -¡Cómo no lo habían de buscar! Era obligación dellos buscarlo. La Virgen y San José aprendieron algo del pequeño Maestro, lo mismo que los Doctores; aunque de momento "no entendieron".
La obligación de los hijos es "honrar padre y madre'', palabra que comprende todo, obedecerlos, ayudarlos y respetarlos. Es el quinto o el cuarto mandamiento, según cómo se distribuyan los Mandamientos, pero de cualquier modo está en la Primera Tabla de Moisés, que son los Mandamientos para con Dios (la Segunda Tabla son los Mandamientos para con el prójimo) porque los padres para el Niño representan a Dios. Hay que honrar al padre, no porque sea excelente, o bueno, o regular -sea como sea-, sino porque me representa a Dios. Dios me dio la vida por medio de él. Ningún hijo tiene derecho a despreciar, juzgar o condenar a su padre, aun en el caso de que la Justicia humana lo condenara como criminal. Claro que también los padres deben respetar a sus hijos, respetar la voluntad de Dios en ellos. Hace poco, en Lieja, de Bélgica, país católico, un Tribunal absolvió y dio por inocente a una madre que mató a su hijo porque había nacido deforme: se hizo como Dios con respecto a su hijo. La madre puede haber obedecido a un impulso de locura, aunque egoísta en el fondo; pero el Tribunal, un jurado de diez personas, y un Juez del Rey -el Tribunal es una linda muestrita de cómo andan las cosas en este mundo mundano de hoy.
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