viernes, 17 de marzo de 2017

Martirologio Romano 17 de marzo


SAN PATRICIO,
Obispo y Confesor

n. hacia el año 387 en Escocia;
† hacia el año 461 en County Down, Irlanda

Patrono de ingenieros; personas excluidas. Protector contra las serpientes.



En el Bautismo hemos sido sepultados con Jesucristo,
muriendo al pecado.
(Romanos 6, 4)


  • En Jerusalén, san José de Arimatea, noble Decurión, que fue discípulo del Señor, y, bajando de la cruz el cuerpo del mismo Señor, lo enterró en el sepulcro nuevo que para sí reservaba.
  • En Roma, los santos Alejandro y Teodoro, Mártires.
  • En Alejandría, la conmemoración de muchísimos santos Mártires, los cuales, presos por los adoradores de Serapis, y rehusando constantemente adorar el ídolo, fueron muertos con grandísima crueldad en el imperio de Teodosio, que luego decretó fuese derruido el templo de Serapis.
  • En Constantinopla, san Pablo, Mártir, que, en tiempo de Constantino Coprónimo, por defender el culto de las sagradas Imágenes, fue consumido en la hoguera.
  • En Chalons de Francia, san Agrícola, Obispo.
  • En Nivelles de Brabante, santa Gertrudis, Virgen, la cual, siendo de muy esclarecido linaje, despreció el mundo, y pasando el curso entero de su vida en todo género de santas obras, mereció tener por esposo a Cristo en el cielo.


Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.


SAN PATRICIO
Obispo y Confesor

San Patricio, nacido en Gran Bretaña, fue robado, joven aún, por una banda de salteadores y fue conducido a Irlanda, donde sus raptores lo pusieron a cuidar unos rebaños. Soportó su desventura con resignación y la santificó con oración. Libre de su cautiverio, fue consagrado obispo, y volvió a Irlanda para anunciar la buena nueva del Evangelio. Dios bendijo su abnegación. Bautizó gran número de idólatras, ordenó sacerdotes para secundarlo en sus trabajos y fundó varios monasterios. Al morir dejó sometida al dulce yugo del Evangelio a casi toda Irlanda.


MEDITACIÓN
SOBRE LAS OBLIGACIONES CONTRAÍDAS EN EL BAUTISMO

I. En nuestro bautismo hemos renunciado, por boca de nuestros padrinos, al demonio, a sus pompas y a sus obras. ¿Hemos cumplido esta promesa? ¿No hemos dejado de ser hijos de Dios para serlo del demonio? ¿Cuya es la imagen que llevamos? ¿A quién obedecemos, a Jesús o al demonio? Y, sin embargo, ¿qué hizo por ti el demonio? ¿Murió por ti ? ¿Y qué te promete en cambio de tantos sacrificios, mil veces más penosos que los que Jesucristo te pide, y sin prometerte como Éste el cielo?

II. El Bautismo borra el pecado original y los actuales que se hayan cometido antes de recibirlo. Esta inocencia bautismal, ¿no la perdiste por el pecado mortal? Si la has perdido, llora, llora tu falta y tu desgracia: las lágrimas de la penitencia son un segundo bautismo, sin el cual ya no hay para ti esperanzas de salvación. Las lágrimas son el diluvio que lava las manchas y expía los pecados del mundo (San Gregorio Nazianzeno).

III. Antiguamente se daba a los recién bautizados una vestidura blanca que llevaban durante la octava de Pascua. Un cristiano debe ser reconocido por la inocencia y la santidad de su vida. ¿Por qué puede reconocerse que eres cristiano? ¿Qué te distinguiría de los infieles si vivieses entre ellos? No es sólo por el nombre de Cristo que lleva por lo que se ha de reconocer a un cristiano, sino por el espíritu de Cristo que anima sus obras (San Juan Crisóstomo).

El fervor.
Orad por Irlanda.


ORACIÓN
Oh Dios, que os dignasteis enviar a San Patricio, vuestro confesor pontífice, para anunciar vuestra gloria a las naciones, concedednos, en consideración a sus méritos e intercesión, la gracia de cumplir lo que Vos nos mandáis.
Por J. C. N. S.



Fuentes: 
Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.








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