miércoles, 8 de marzo de 2017

Martirologio Romano 8 de marzo


SAN JUAN DE DIOS,
Confesor

n. 8 de marzo de 1495 en Montemor-o-Novo, Portugal;
† 8 de marzo de 1550 en Granada, España

Patrono de enfermos; enfermeros; pacientes con problemas del corazón; hospitales; personas en trance de muerte; bomberos; libreros; encuadernadores; editores; impresores. Protector contra las enfermedades; alcoholismo.

SAN JUAN DE DIOS, Confesor

Bienaventurados los mansos,
porque ellos poseerán la tierra.
(Mateo 5, 4)

  • En Granada de España, san Juan de Dios, Confesor, que fue Fundador de la Orden de Hermanos Hospitalarios de los enfermos, e insigne por su misericordia con los pobres y por el desprecio de sí mismo; a quien el Sumo Pontífice León XIII declaró celestial Patrono de todos los hospitales y enfermos.
  • En Nicomedia, san Quintilo, Obispo y Mártir.
  • En África, los santos Mártires Cirilo, Obispo, Rogato, Félix, otro Rogato, Beata, Herenia, Felícitas, Urbano, Silvano y Mamilo.
  • En Antinoo, ciudad de Egipto, el triunfo de los santos Mártires Apolonio, Diácono, y Filemón; los cuales, presos y llevados delante del Juez, como rehusasen constantemente sacrificar a los ídolos, horadados los calcañales, fueron bárbaramente arrastrados por la ciudad, y, por último, pasados a cuchillo, consumaron el martirio.
  • En el mismo lugar, el martirio de los santos Ariano, Presidente,Teórico y otros tres, a quienes el Juez quitó la vida sumergiéndolos en el mar; pero sus cuerpos fueron, por ministerio de los delfines, sacados a la playa.
  • En Cartago, san Poncio, que fue Diácono del Obispo san Cipriano, y, sufriendo con él el destierro hasta la muerte de éste, dejó un excelente libro de la vida y martirio del mismo, y glorificando siempre al Señor en sus padecimientos, mereció la corona de la vida.
  • En Toledo de España, la feliz muerte de san Julián, Obispo y Confesor, en santidad y doctrina celebérrimo.
  • En Inglaterra, san Félix, Obispo, que convirtió a la fe los Ingleses orientales.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.



SAN JUAN DE DIOS,
Confesor

Este santo tenía más avidez de humillación y de menosprecio que la que tienen los hombres mundanos de honores y distinciones. Un día, una mujer lo colmó de injurias y lo trató de hipócrita, y él, secretamente, diole dinero, comprometiéndola a repetir lo dicho en la plaza pública. El arzobispo de Granada le reprochó, porque recibía en el hospital que administraba, a vagabundos y a personas poco recomendables; arrojose el santo a los pies del prelado diciéndole: “No conozco en el hospital a otro pecador fuera de mí mismo, que soy indigno de comer el pan de los pobres”. Otro día corrió en todas direcciones sacando enfermos del hospital, que estaba en llamas, y salió al cabo de una media hora sin la menor quemadura. De rodillas exhaló su último suspiro, abrazando a Jesús crucificado, cuya abnegación, mansedumbre y humildad tan bien había imitado.

MEDITACIÓN
SOBRE LA MANSEDUMBRE

I. Practica la mansedumbre, ahoga con esmero los movimientos incipientes de la cólera; ¿qué ganas con satisfacer esta violenta pasión, que turba tu entendimiento y que atormenta a sus servidores y amigos? Acuérdate de la mansedumbre de Jesucristo. ¡Qué alegría experimentarás por haber reprimido este arranque! ¡Qué recompensa recibirás si te vences a ti mismo! Los que triunfan de sí mismos hacen violencia al cielo (San Cipriano).

II. Practica la suavidad, soportando el mal humor y las imperfecciones del prójimo. Quieres que te soporten tus defectos; es muy razonable que uses de igual indulgencia para con los demás. Ese carácter molesto que reprochas en tu hermano es un defecto de la naturaleza; acaso ella te trató a ti peor todavía, y te hizo más desagradable para el prójimo. Examina tus defectos y soportarás fácilmente los de los demás.

III. Practica la mansedumbre soportando que se te menosprecie. ¿Quién eres tú, en definitiva, para que tanto te cueste soportar desprecios? Tu nada y tus pecados muy merecido tienen este trato. Si te los conociesen dirían mucho más. ¿Y qué mal pueden hacerte ante Dios las palabras que te digan? Más aun, ¿qué corona no merecerías si las sufrieses con paciencia? Si fueses verdaderamente humilde, nada te costaría sufrir el desprecio y los malos tratos. La humildad suaviza todas las tribulaciones (San Eusebio).

La mansedumbre.
Orad por los enfermos.


ORACIÓN
Oh Dios, que después de haber abrasado con vuestro amor al bienaventurado Juan, lo hicisteis andar sano y salvo en medio de las llamas y por su intermedio enriquecisteis a vuestra Iglesia con una nueva familia, haced, en consideración a sus méritos, que el fuego de su caridad nos purifique de nuestras manchas y nos eleve hasta la eternidad bienaventurada.
Por J. C. N. S.




Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.




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