En aquel tiempo: Mientras Jesús estaba hablando a las turbas se acercó un magistrado y se postró ante él diciendo: «Mi hija acaba de morir, pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá.» Jesús se levantó y le siguió junto con sus discípulos. En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto. Pues se decía para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré.» Jesús se volvió, y al verla le dijo: «¡Animo!, hija, tu fe te ha salvado.» Y se salvó la mujer desde aquel momento. Al llegar Jesús a casa del magistrado y ver a los flautistas y la gente alborotando, decía: «¡Retiraos! La muchacha no ha muerto; está dormida.» Y se burlaban de él. Mas, echada fuera la gente, entró él, la tomó de la mano, y la muchacha se levantó. Y la noticia del suceso se divulgó por toda aquella comarca.
Mateo IX, 18-26
"Domingueras Prédicas I"
R.P. Leonardo Castellani
Dominica XXIII después de Pentecostés
La Hemorroísa. La Hija de Jairo (1967)
La segunda Resurrección que hizo Cristo, una niña de 12 años que la llamarían "la-de-Jairo": "Talithá", que pone San Marcos, es el arameo por "niñita"; y ahora en Norteamérica lo usan como nombre de mujer.
Si Cristo resucitaba muertos, ¿cómo no se amontonaron muchos (más de tres) a pedirle les resucitara algún ser querido? -objeción de un impío alemán, Strauss, para negar las resurrecciones. Pero si Uds. se fijan, ninguno le pidió nunca a Cristo la resurrección de un muerto, ni siquiera en estos tres casos; porque el Archisinagogo Jairo le pidió a Cristo que fuese, a curar su hija, no a resucitarla; y estando en eso, sobreviniendo los criados le dijeron: "Deja en paz al Maestro, ya ha muerto, no hay nada que hacer". Y entonces Cristo mismo es el que se adelanta o se invita, diciendo: "No te aflijas, cree solamente". Así narra Marcos (86) (o sea, San Pedro, testigo presencial) y también Lucas (87), los cuales cuentan el episodio detalladamente. Pero San Mateo, que acabamos de oír, resume, y suprime a los sirvientes y las palabras de Cristo, poniendo en boca del padre como un compendio de lo que se dijo. ¿Es inexacto San Mateo aquí? Sí, hablando en todo rigor; es exacto en cuanto a la sustancia (88).
Por tanto ninguna resurrección fue pedida a Cristo; porque Uds. recuerdan que Marta, hermana de Lázaro, también creía no había nada que hacer y dijo solamente: "Señor, si hubieses estado aquí no hubiese muerto mi hermano", y Cristo dice: "Yo soy la resurrección y la vida. ¿Crees esto?" (89). Así que en los tres casos, Cristo toma la iniciativa; porque curar enfermedades, también pueden los hombres; pero resucitar sólo Dios puede. Y así a los judíos ni se les pasaba por la cabeza que ante la muerte se podía hacer algo; ni por tanto, pedían resurrecciones, como nos sucede también a nosotros. Pero Cristo había prometido su propia Resurrección y también la Resurrección Universal de todos los hombres; y por tanto se debía a sí mismo dar muestra de que aun eso, para Él, era posible.
Así pues el Salvador devuelve por propia iniciativa la vida a tres personas; y por tanto la vida es un bien, porque Cristo hacía bienes y no males. La vida es un bien ¿quién lo duda? La vida de todos; la vida de cualquiera, porque esta muchachita de 12 años no fue un gran personaje antes de morir, ni tampoco -si hemos de creer a las visiones de Ana Catalina Emmerich (90) -después de resucitada fue un gran personaje, como las tres Marías o como Salomé, madre de San Juan. Fue una chica un poco atrevida; se casó, fue una mujer común, crió hijos -dice la Vidente alemana.
Pero no importa: la vida de cualquier persona es sagrada, como decimos; y como dicen todos los pueblos, aun los más salvajes: entre quienes el homicidio es el mayor delito.
La vida es un bien ¡y cómo! Es un bien total, el mayor bien, el único se puede decir; porque mi vida soy yo mismo y mi vida es sujeto y condición de todos los otros bienes posibles. Los italianos tienen un proverbio que dice: "Non e ver che sia la morte - Il maggior di tutti i mali" -y es falso: "No es verdad que sea la muerte - El más grande de los males". Aristóteles había dicho lo contrario: que la pena capital era el peor castigo porque al quitar la vida quitaba todos los bienes.
Y si mi vida soy yo mismo, de ahí viene que mi vida es por su misma naturaleza inextinguible; porque el alma humana, que nos hace vivir, es inextinguible por su propia naturaleza; y esto lo sentimos nosotros. Y de ahí vienen las dos vidas de que hablamos los cristianos, "la otra vida", decimos; y también las dos muertes, "la muerte segunda". De modo que cuando Cristo dice: "Yo soy la resurrección y la vida", dice en realidad: "Yo soy la vida y la vida, yo soy la vida en el verdadero y pleno sentido de la palabra. "Ego sum via, veritas et vita, Yo soy el camino, la verdad y la vida".
Cristo no dijo: "Yo soy el punto Omega, que en el principio de las cosas puso un cachito chiquito de alma en el átomo de hidrógeno y le dio una especie de puntapié o papirotazo para que fuese subiendo, creciendo y evolucionando hasta convertirse en el hombre; pasando antes por supuesto por la ameba, el microbio, el molusco -el pez, el lagarto, el ave, el mono y el supermono". Cristo no dijo: "Yo soy el principio de la evolución de la vida" -dijo audazmente: "YO SOY LA VIDA".
Y entonces si la Vida es el mayor bien de los míseros mortales, todos condenados a muerte ¿por qué dice en otro lugar: "El que ama su vida la perderá y el que pierda su vida por mí la hallará"? ¿Podemos hacer menos de amar nuestra vida? Ni aunque quisiéramos podríamos hacerlo. Pero esa palabra "la hallará" ilumina toda la frase, quiere decir pues que nuestra vida debe ser hallada de nuevo, o sea renovada, o sea, resucitada, suscitada de nuevo; y amar demasiado la vida, significa preferir los falsos bienes de esta mísera vida que se acaba, y por tanto al lado de la otra se puede llamar falsa vida; y dese modo perder la verdadera vida. De modo que en esa sentencia muy de su estilo, Cristo juega con los dos significados de la palabra vida, porque en realidad hoy dos vidas, incluso ahora, antes de nuestra muerte, llevamos en nosotros dos vidas; y la terrible sentencia de Cristo dicha en nuestro lenguaje sería: "Los que se apeguen a los bienes caducos desta corta vida de tal modo que desprecien o no vean los otros ¿ignoran por ventura que la muerte les va a arrebatar todo? Mas los que adhieran a los bienes que de algún modo son eternos, "il ben de lo 'ntelletto", dijo Dante ("eh 'han no perduto 'l ben de lo 'ntelletto, que han perdido el bien del intelecto" (91), dice el poeta de los que están en el Infierno), los que han adherido pues al bien del Intelecto, al final adquirirán ése y recobrarán todos los otros, los hallarán: porque al fin, si mi vida soy yo, mi cuerpo también soy yo; y "hallar su vida" es salvarse, cuerpo y alma.
¿Y qué sacaremos de todo esto? Mi tío el cura decía que en este país hay mucha música y poca lógica. Lo mismo se puede decir de mis homilías, en las que realmente no se ve haya muchas conclusiones prácticas; pero enfín ¿qué mayor conclusión práctica que el estar Uds. honrando a Dios en el Santo Sacrificio de la Misa y teniendo paciencia de escucharme a mí?
Notas
86. Me. 5,35 sgtes.
87. Le. 8,49 sgtes.
88. "Los recitadores nunca cambian las palabras de un Maestro, pero sí a veces el orden de algunos versículos" (Tomado de una homilía sobre el Evangelio del Primer Domingo de Adviento). En la homilía siguiente, Castellani afirma que Marcos y Lucas reproducen abreviado el Sermón Esjatológico, y en Lucas el orden está un poco arreglado.
89. Jn. 11, 21-26.
90. La venerable Ana Catalina Emmerich nació en 1774 en Westfalia, y murió en 1824. Tuvo muchas visiones sobre la vida del Señor y de la Santísima Virgen; dejó también notables vaticinios sobre la situación de la Iglesia a fines del presente siglo.
91. Infierno, Canto III, v18.
La segunda Resurrección que hizo Cristo, una niña de 12 años que la llamarían "la-de-Jairo": "Talithá", que pone San Marcos, es el arameo por "niñita"; y ahora en Norteamérica lo usan como nombre de mujer.
Si Cristo resucitaba muertos, ¿cómo no se amontonaron muchos (más de tres) a pedirle les resucitara algún ser querido? -objeción de un impío alemán, Strauss, para negar las resurrecciones. Pero si Uds. se fijan, ninguno le pidió nunca a Cristo la resurrección de un muerto, ni siquiera en estos tres casos; porque el Archisinagogo Jairo le pidió a Cristo que fuese, a curar su hija, no a resucitarla; y estando en eso, sobreviniendo los criados le dijeron: "Deja en paz al Maestro, ya ha muerto, no hay nada que hacer". Y entonces Cristo mismo es el que se adelanta o se invita, diciendo: "No te aflijas, cree solamente". Así narra Marcos (86) (o sea, San Pedro, testigo presencial) y también Lucas (87), los cuales cuentan el episodio detalladamente. Pero San Mateo, que acabamos de oír, resume, y suprime a los sirvientes y las palabras de Cristo, poniendo en boca del padre como un compendio de lo que se dijo. ¿Es inexacto San Mateo aquí? Sí, hablando en todo rigor; es exacto en cuanto a la sustancia (88).
Por tanto ninguna resurrección fue pedida a Cristo; porque Uds. recuerdan que Marta, hermana de Lázaro, también creía no había nada que hacer y dijo solamente: "Señor, si hubieses estado aquí no hubiese muerto mi hermano", y Cristo dice: "Yo soy la resurrección y la vida. ¿Crees esto?" (89). Así que en los tres casos, Cristo toma la iniciativa; porque curar enfermedades, también pueden los hombres; pero resucitar sólo Dios puede. Y así a los judíos ni se les pasaba por la cabeza que ante la muerte se podía hacer algo; ni por tanto, pedían resurrecciones, como nos sucede también a nosotros. Pero Cristo había prometido su propia Resurrección y también la Resurrección Universal de todos los hombres; y por tanto se debía a sí mismo dar muestra de que aun eso, para Él, era posible.
Así pues el Salvador devuelve por propia iniciativa la vida a tres personas; y por tanto la vida es un bien, porque Cristo hacía bienes y no males. La vida es un bien ¿quién lo duda? La vida de todos; la vida de cualquiera, porque esta muchachita de 12 años no fue un gran personaje antes de morir, ni tampoco -si hemos de creer a las visiones de Ana Catalina Emmerich (90) -después de resucitada fue un gran personaje, como las tres Marías o como Salomé, madre de San Juan. Fue una chica un poco atrevida; se casó, fue una mujer común, crió hijos -dice la Vidente alemana.
Pero no importa: la vida de cualquier persona es sagrada, como decimos; y como dicen todos los pueblos, aun los más salvajes: entre quienes el homicidio es el mayor delito.
La vida es un bien ¡y cómo! Es un bien total, el mayor bien, el único se puede decir; porque mi vida soy yo mismo y mi vida es sujeto y condición de todos los otros bienes posibles. Los italianos tienen un proverbio que dice: "Non e ver che sia la morte - Il maggior di tutti i mali" -y es falso: "No es verdad que sea la muerte - El más grande de los males". Aristóteles había dicho lo contrario: que la pena capital era el peor castigo porque al quitar la vida quitaba todos los bienes.
Y si mi vida soy yo mismo, de ahí viene que mi vida es por su misma naturaleza inextinguible; porque el alma humana, que nos hace vivir, es inextinguible por su propia naturaleza; y esto lo sentimos nosotros. Y de ahí vienen las dos vidas de que hablamos los cristianos, "la otra vida", decimos; y también las dos muertes, "la muerte segunda". De modo que cuando Cristo dice: "Yo soy la resurrección y la vida", dice en realidad: "Yo soy la vida y la vida, yo soy la vida en el verdadero y pleno sentido de la palabra. "Ego sum via, veritas et vita, Yo soy el camino, la verdad y la vida".
Cristo no dijo: "Yo soy el punto Omega, que en el principio de las cosas puso un cachito chiquito de alma en el átomo de hidrógeno y le dio una especie de puntapié o papirotazo para que fuese subiendo, creciendo y evolucionando hasta convertirse en el hombre; pasando antes por supuesto por la ameba, el microbio, el molusco -el pez, el lagarto, el ave, el mono y el supermono". Cristo no dijo: "Yo soy el principio de la evolución de la vida" -dijo audazmente: "YO SOY LA VIDA".
Y entonces si la Vida es el mayor bien de los míseros mortales, todos condenados a muerte ¿por qué dice en otro lugar: "El que ama su vida la perderá y el que pierda su vida por mí la hallará"? ¿Podemos hacer menos de amar nuestra vida? Ni aunque quisiéramos podríamos hacerlo. Pero esa palabra "la hallará" ilumina toda la frase, quiere decir pues que nuestra vida debe ser hallada de nuevo, o sea renovada, o sea, resucitada, suscitada de nuevo; y amar demasiado la vida, significa preferir los falsos bienes de esta mísera vida que se acaba, y por tanto al lado de la otra se puede llamar falsa vida; y dese modo perder la verdadera vida. De modo que en esa sentencia muy de su estilo, Cristo juega con los dos significados de la palabra vida, porque en realidad hoy dos vidas, incluso ahora, antes de nuestra muerte, llevamos en nosotros dos vidas; y la terrible sentencia de Cristo dicha en nuestro lenguaje sería: "Los que se apeguen a los bienes caducos desta corta vida de tal modo que desprecien o no vean los otros ¿ignoran por ventura que la muerte les va a arrebatar todo? Mas los que adhieran a los bienes que de algún modo son eternos, "il ben de lo 'ntelletto", dijo Dante ("eh 'han no perduto 'l ben de lo 'ntelletto, que han perdido el bien del intelecto" (91), dice el poeta de los que están en el Infierno), los que han adherido pues al bien del Intelecto, al final adquirirán ése y recobrarán todos los otros, los hallarán: porque al fin, si mi vida soy yo, mi cuerpo también soy yo; y "hallar su vida" es salvarse, cuerpo y alma.
¿Y qué sacaremos de todo esto? Mi tío el cura decía que en este país hay mucha música y poca lógica. Lo mismo se puede decir de mis homilías, en las que realmente no se ve haya muchas conclusiones prácticas; pero enfín ¿qué mayor conclusión práctica que el estar Uds. honrando a Dios en el Santo Sacrificio de la Misa y teniendo paciencia de escucharme a mí?
Notas
86. Me. 5,35 sgtes.
87. Le. 8,49 sgtes.
88. "Los recitadores nunca cambian las palabras de un Maestro, pero sí a veces el orden de algunos versículos" (Tomado de una homilía sobre el Evangelio del Primer Domingo de Adviento). En la homilía siguiente, Castellani afirma que Marcos y Lucas reproducen abreviado el Sermón Esjatológico, y en Lucas el orden está un poco arreglado.
89. Jn. 11, 21-26.
90. La venerable Ana Catalina Emmerich nació en 1774 en Westfalia, y murió en 1824. Tuvo muchas visiones sobre la vida del Señor y de la Santísima Virgen; dejó también notables vaticinios sobre la situación de la Iglesia a fines del presente siglo.
91. Infierno, Canto III, v18.
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