jueves, 17 de mayo de 2018

Martirologio Romano 17 de mayo


SAN PASCUAL BAYLÓN
Confesor

n. 24 de mayo de 1540 en Torre Hermosa, Aragón (España);

† 17 de mayo de 1592 en Villarreal, España



Patrono de los Congresos y Organizaciones Eucarísticas (proclamado por el Papa León XIII); cocineros.
SAN UBALDO, Obsipo y Confesor

  • En Villarreal de España, san Pascual, de la Orden de Menores, Confesor, varón de maravillosa inocencia y penitencia, a quien el Papa León XIII declaró celestial Patrono de los Congresos eucarísticos y Asociaciones de la santísima Eucaristía.
  • En Noyón de Francia, los santos Mártires Heradio, Pablo y Aquilino, con otros dos.
  • En Calcedonia, los santos Mártires Solocón y sus Compañeros soldados, en el imperio de Maximiano.
  • En Alejandría, los santos Mártires Adrión, Víctor y Basila.
  • El mismo día, santa Restituta, Virgen y Mártir, la cual, imperando Valeriano, fue de diversas maneras atormentada en África por el Juez Próculo; y metida en una barquilla, llena de pez y estopa, para quemarla en alta mar, cuando los verdugos pegaron fuego revolvió la llama contra ellos mismos, mientras la Santa, puesta en oración, entregó el alma a Dios. Su cuerpo, por disposición divina, arribó en la misma barca a la isla Isquia, cerca de Nápoles de Campania, donde fue con gran veneración recogido por los Cristianos; y más tarde Constantino Magno mandó edificar en su honor una Basílica en la ciudad de Nápoles.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.



SAN PASCUAL BAYLÓN
Confesor

Nació San Pascual de padres piadosos, pero tan pobres, que no pudieron enviarlo a la escuela. Encargado de cuidar los rebaños, tomaba consigo un libro y rogaba a las personas que encontraba le enseñasen sus letras por amor a Dios. Por este medio, en poco tiempo llegó a leer y se perfeccionó así en el conocimiento de la religión. Después de haber consultado a Dios, creyose llamado al estado religioso; y como estaba resuelto, decía, a morir pobre como había nacido, entró en un convento franciscano, donde quiso, por humildad, ser admitido en calidad de hermano lego. La Santísima Virgen, por quien tenía tierna devoción, obtúvole varias señaladas gracias, pero fue célebre sobre todo por su amor al Santísimo Sacramento. Murió en Villarreal, cerca de Valencia, el 17 de mayo de 1592, alrededor de los 52 años de edad.

MEDITACIÓN

SOBRE LA SALUD Y LA SANTIDAD


I. Amamos naturalmente la vida y tememos la muerte; así, nada ahorramos por conservar la salud del cuerpo: nos dejamos sangrar, cortar los miembros, ayunamos, tomamos medicinas amargas. ¿No serías un gran santo si hicieses por el cielo una parte siquiera de lo que haces por la tierra? Pero, ¡ay!, uno hace todo por el cuerpo y nada por el alma; hacemos todo por conservar una vida que nos es común con los animales y nada por vivir eternamente. Cada día declinamos, cada día nos morimos, y nos creemos eternos (San Jerónimo).
II. Debes moderar ese deseo que tienes de vivir mucho tiempo. Por corta que sea tu vida, bastante larga será si la quieres emplear bien. Cuanto más se prolongue tu vida tanto más terrible será la cuenta que debas dar a Dios. Y no te quieras persuadir de que al envejecer te harás más virtuoso: el agotamiento de tus fuerzas, las enfermedades y los hábitos más inveterados te harán más difícil que nunca la práctica de la virtud.
III. Si amas la vida y la salud, ama la virtud y la santidad. La sobriedad, el ayuno, la templanza, mucho más sano te habrán de conservar que las prescripciones y regímenes de los médicos. Reprime tus pasiones: la intemperancia y los excesos han hecho morir a una infinidad de personas; el ayuno y la austeridad han hecho vivir a los antiguos anacoretas hasta una extrema vejez, sin enfermedades y sin incomodidad. En fin, las enfermedades son a menudo el castigo de tus pecados al mismo tiempo que un remedio para las llagas de tu alma. Dios las envía para curarte, pero lo hace según su juicio, sin consultar al enfermo (San Agustín).

La mortificación.

Orad por las vírgenes.

ORACIÓN
Oh Dios, que habéis adornado al bienaventurado Pascual, vuestro confesor, con un amor ardiente por los misterios adorables de vuestro cuerpo y de vuestra sangre, concedednos el vigor espiritual que él bebía en este banquete divino. Por J. C. N. S.


Fuentes: 
Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.









Sea todo a la mayor gloria de Dios.

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