SAN GREGORIO NACIANCENO,
Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia
n. 330 en Capadocia, Asia Menor;
† 25 de enero de 390 en Nacianzo
Ceñid vuestras cinturas y tened en vuestras manos
las lámparas encendidas.
(Lucas 12, 35)
- En Nacianzo de Capadocia, el tránsito de san Gregorio, Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia, llamado el Teólogo por su excelente doctrina de las cosas divinas; el cual, ejerciendo el Episcopado en la ciudad de Constantinopla, restableció en ella la fe católica que estaba decaída, y reprimió las herejías que se levantaban.
- En Roma, san Hermas, de quien hace mención el Apóstol san Pablo en la Epístola a los Romanos. Este santo, sacrificándose dignamente a sí mismo y hecho hostia aceptable a Dios, esclarecido en virtudes, subió al reino celestial.
- En Cagli, en la vía Flaminia, el martirio de san Geroncio, Obispo de Cervia.
- En Persia, trescientos diez santos Mártires.
- En Egipto, san Pacomio, Abad, que erigió en aquella región muchos monasterios y escribió para los Monjes una Regla dictada por un Ángel.
- En Vendôme de Francia, el tránsito de san Beato, Confesor.
- En Bolonia, san Nicolás Albérgato, Monje Cartujo, Obispo de aquella ciudad y Cardenal de la Santa Iglesia Romana, esclarecido en santidad y por sus Legaciones Apostólicas; cuyo cuerpo está sepultado en el templo de los Cartujos de Florencia.
- En Constantinopla, la Traslación de los santos Andrés, Apóstol, y Lucas, Evangelista, desde Acaya, y de Timoteo, uno de los discípulos del Apóstol san Pablo, desde Éfeso. El cuerpo de san Andrés fue, después de largo tiempo, llevado a Amalfi, donde se venera con devoto concurso de los fieles; de su sepulcro mana continuamente licor que sana a los enfermos.
- En Roma asimismo, la Traslación de san Jerónimo, Presbítero, Confesor y Doctor de la Iglesia, desde Belén de Judá a la Basílica de santa María ad Præsepe.
- También en Barí de la Pulla, la Traslación de San Nicolás, Obispo y Confesor, desde Myra, ciudad de Licia.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SAN GREGORIO
NACIANCENO,
Obispo, Confesor
y Doctor de la Iglesia
San Gregorio Nacianceno, yendo a Atenas a estudiar filosofía, fue sorprendido en el mar por una tempestad tan violenta que prometió a Dios abandonar el mundo si escapaba del naufragio. Su voto fue escuchado y Gregorio, en compañía de San Basilio, compañero suyo de estudios en Atenas, retiróse a la soledad. Dormía en el desnudo suelo, llevaba cilicio, mortificaba su cuerpo con continuos ayunos y vigilias. Fue arrancado de su retiro, nombrándoselo patriarca de Constantinopla. Murió alrededor del año 390, a edad muy avanzada.
MEDITACIÓN
SOBRE EL BUEN EJEMPLO
I. Da buen ejemplo a los demás, lleva en tu mano la lámpara encendida, alumbra a tu prójimo y, con tus buenas acciones, abrasa su corazón con el amor de Dios. Es ésta una obligación que te impone la caridad; si faltas a ella, si te haces para el prójimo ocasión de escándalo, serás doblemente castigado. ¿Cómo te atreves a escandalizar a tu hermano, por quien dio su vida Jesucristo? San Francisco de Asís predicaba con su modestia; los apóstoles conquistaron más almas para Jesucristo con su paciencia que con sus predicaciones, y eso que sus palabras ardían en el fuego del Espíritu Santo.
II. Cuando veas las faltas de tu prójimo, vuélvete sobre ti mismo y examina si no incurres en iguales pecados. Si nada te reprocha tu conciencia, agradece a Dios y considera la fealdad de aquellos pecados para que les tengas aversión; reconocerás mejor su enormidad en otro que no en ti mismo. Huye de las ocasiones en que aquel desventurado naufragó, porque quien ama el peligro en él perecerá. Dichoso aquel que no se detuvo en el camino de los pecadores (Salmo).
III. Mira el ejemplo que te dan tantas almas santas. ¡Cuántas veces ves todos los días a personas que viven en la austeridad y en la humildad, que trabajan celosamente por la salvación de las almas! ¡Cuántos y cuántas jóvenes que tienden al cielo con esfuerzo continuo! Exclama con San Agustín: ¡Yérguense los ignorantes y se ganan el cielo, y nosotros, con toda nuestra ciencia, yacemos en la carne y en la sangre!
Huir de las malas compañías.
Orad por la conversión de los pecadores.
ORACIÓN
Oh Dios, que disteis al bienaventurado Gregorio a vuestro pueblo para que lo instruyera acerca de los caminos de la salvación eterna, haced, os lo suplicamos, que después de haberlo contado en la tierra como doctor y guía, merezcamos tenerlo como intercesor en el cielo. Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. – Tomo II; Patron Saints Index.
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