SANTA ANA,
Madre de la Santísima Virgen María
Patrona de abuelos; madres; amas de casa; mujeres embarazadas; matrimonios sin hijos; costureros; carpinteros; jinetes; mineros; torneros. Protectora contra la pobreza y la esterilidad.
Por el fruto se conoce el árbol.
Por el fruto se conoce el árbol.
(Mateo 12, 33)
- El tránsito de santa Ana, que fue madre de la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios.
- En Filipos de Macedonia, el triunfo de san Erasto, a quien el Apóstol san Pablo dejó por Obispo de aquella ciudad, donde fue coronado del martirio.
- En Roma, en la vía Latina, los santos Mártires Sinfronio, Olimpio, Teodulo y Exuperia, los cuáles, como se lee en las Actas de san Esteban Papa, quemados en la hoguera, consiguieron la palma del martirio.
- En el Puerto Romano, san Jacinto, Mártir, el cual, arrojado primeramente en la hoguera y luego precipitado en la corriente de un río, salió ileso; después, en el imperio de Trajano, por orden del Consular Leoncio, atravesado con la espada, acabó la vida. Sepultó su cuerpo la matrona Julia en una heredad propia junto a Roma.
- En Verona, san Valente, Obispo y Confesor.
- En Roma, san Pastor, Presbítero, de cuyo nombre existe un Título en el Viminal, junto a santa Pudenciana.
- En el Monasterio de San Benito, campo de Mantua, san Simeón, Monje y Ermitaño, el cual, esclarecido con muchos milagros, descansó en buena vejez.
- En Lóvere, Diócesis de Brescia, santa Bartolomea Capitanio, Virgen, Fundadora del Instituto de Hermanas de la Caridad, preclara por la educación de las niñas; a la cual el Papa Pío XII inscribió en el catálogo de las santas Vírgenes.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SANTA ANA,
Madre de la Santísima Virgen María
Santa Ana, después de veinte años de infecundidad, obtuvo del Cielo, por sus lágrimas, sus ayunos y oraciones, el favor de ser madre. Educó a la Virgen María como a hija que le había concedido el Cielo para algún gran destino. Cuando la niña cumplió tres años, Ana la condujo al Templo y la ofreció al Señor. Poco tiempo después murió con la muerte de los justos, tan preciosa siempre ante los ojos de Dios.
MEDITACIÓN
SOBRE TRES CONDICIONES REQUERIDAS PARA QUE
NUESTRAS ORACIONES SEAN EFICACES
I. Sólo después de veinte años de súplicas y de mortificaciones, Santa Ana fue escuchada. No te desanimes si Dios no te concede de inmediato lo que le pides: persevera en la oración; obtendrás lo que pidas, siempre que pidas cosas buenas y que lo pidas con humildad y confianza. Aplazas el escuchar, oh Dios mío, a fin de enseñarnos a pedir; finges no oír, a fin de que perseveremos (San Anselmo).
II. Un ángel vino a anunciar a Santa Ana que su oración había sido acogida, y ella creyó sin titubear. Nuestro Señor mismo ha dicho que todo lo que pidieres en su nombre, te será concedido; ¡y todavía lo dudas! Dios puede y quiere concederte las gracia que le pides; no carece de poder ni de voluntad para esto, puesto que es omnipotente y más vivamente quiere hacernos don de sus mercedes que lo que nosotros mismos queremos tenerlas. Ruega, pues, pero hazlo con fe viva e inquebrantable; pide por los méritos de Jesucristo. ¿No es verdad, acaso, que te diriges a Dios sólo después de haber agotado todos los medios mundanos?
III. Santa Ana, agradecida por el favor que el cielo le había acordado, ofreció a Dios en el Templo, a la hija que le había dado. ¿Has agradecido tú las gracias que de Él has recibido? ¿Tal vez las has olvidado, acaso has abusado de ellas para ofender a Dios tu bienhechor? No es digno de recibir nuevos beneficios quien no agradece los que ha recibido (San Bernardo).
La mortificación.
Orad por la perseverancia de los buenos.
ORACIÓN
Oh Dios, que os dignasteis conceder a Santa Ana la gracia de dar al mundo a la Madre de Vuestro Unigénito Hijo, haced, por vuestra misericordia, que nos ayude junto a Vos la intercesión de aquélla cuya fiesta celebramos. Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo III; Patron Saints Index.
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