SAN SEVERINO
¡Insensato! Esta misma noche se te ha de exigir tu alma
¿de quién será cuanto has acumulado?
(Lucas 12, 20)
- San Antonio María Claret, Obispo y Confesor, cuyo tránsito se menciona al día siguiente.
- En Villack de Pannonia, el tránsito de san Juan de Capistrano, Sacerdote de la Orden de Menores y Confesor, ilustre por la santidad de vida y por el celo de propagar la fe católica; el cual, con sus oraciones y milagros, deshaciendo el poderosísimo ejército de los turcos, libró del sitio la fortaleza de Belgrado. Su fiesta se celebra el 28 de Marzo.
- En Antioquía, el triunfo de san Teodoro, Presbítero, el cual, preso en la persecución del impío Juliano, sufrida la pena del ecúleo y otros muchos y durísimos tormentos, y abrasados los costados con hachas encendidas, por mltimo, perseverando en confesar a Cristo, pasado a cuchillo consumó el martirio.
- En el campo Ursoniano, junto a Cádiz, en España, los santos Mártires Servando y Germán, que en la persecución de Diocleciano, de orden del Lugarteniente Viador, después de los azotes, la inmundicia de una cárcel, el tormento del hambre y sed y las penalidades de un muy largo camino, que les obligaron a andar cargados de hierro; por último, decapitados, consumaron el curso de su martirio. Germán fue sepultado en Mérida y Servando en Sevilla.
- En Constantinopla, san Ignacio, Obispo, que, por haber reprendido al César Bardas por el repudio de su mujer, fue de él de muchas maneras ultrajado y arrojado al desierto; pero restituído a su Iglesia por el Papa san Nicolás, descansó en paz
- En Burdeos, san Severino, Obispo de Colonia y Confesor.
- En Rúan, san Román, Obispo.
- En Salerno, san Vero, Obispo.
- En territorio de Amiens, san Domicio, Presbítero.
- En un arrabal de Poitiers, san Benito, Confesor.
- En Mantua, el beato Juan el Bueno, de la Orden de los Ermitaños de san Agustín, Confesor, cuya preclara vida escribió san Antonino.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
SAN SEVERINO
Obispo y Confesor
San Severino, que vivía en tiempos de San Martín, fue advertido por una música celestial de la muerte de este gran servidor de Dios. Un anacoreta, que supo por revelación que tendría el mismo grado de gloria en el cielo que el obispo Severino, dejó el desierto para ir a visitarlo, y asombrose vivamente de verlo espléndidamente servido y magníficamente alojado. Dios le hizo entonces conocer que San Severino tenía menos apego a sus bienes y a sus honores que el que tenía él mismo a su cántaro de agua.
MEDITACIÓN
SOBRE LA MUERTE DE LOS BUENOS
Y LA DE LOS MALOS
I. Todos los hombres deben temer la muerte, porque es seguida de un juicio terrible y nadie sabe si es digno de amor o de odio. San Hilarión, el abad Agatón y muchos otros grandes santos han temblado en la hora de la muerte: ¿eres tú más santo que estos ilustres penitentes? Ten presente que no pueden adoptarse bastantes precauciones en un asunto que no se ventila sino una sola vez, que no se puede reparar y donde se juega una eternidad de dicha o de infelicidad.
II. Pecadores, pensad en la muerte y despreciaréis los bienes del mundo y trabajaréis por la salvación de vuestra alma. Avaro, morirás; ¿a quién pasarán tus tesoros? Voluptuoso, ¿qué te quedará de tus placeres? Orgulloso, ¿de qué te servirán tus honores? ¿Qué desearás, qué temerás, qué te afligirá en la hora de la muerte? Piensa ahora en ello. ¡Oh muerte, cuán amargo es tu pensamiento para el hombre que vive en paz en medio de sus bienes! (Eclesiastés).
III. Justos o pecadores, quienquiera seáis, iréis a la casa de vuestra eternidad, descenderéis a la tumba; vuestros amigos, vuestros bienes, vuestros placeres, vuestros honores os abandonarán, nada os quedará fuera de un lúgubre sepulcro. Iréis, no sabéis ni cuándo ni cómo. Iréis, pero de allí no volveréis; es la casa de la eternidad, donde se está para siempre. Ya no quiero en adelante pensar sino en morir bien; es la verdadera filosofía del cristiano. El hombre irá a la casa de su eternidad (Eclesiastés).
El pensamiento de la muerte
Orad por los agonizantes
ORACIÓN
Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Severino, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de devoción y el deseo de la salvación.
Por J. C. N. S.
Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo IV; Patron Saints Index.
Visto en Tradición Católica
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